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- Sería mejor que compraras uno de ocho octavas ¿no crees? – preguntó el castaño, observando los modelos disponibles en el almacén.
- No sé si tengo espacio para él en mi habitación, quizá en la sala… pero entonces molestaría a mis padres… - pensaba el pelinegro en voz alta, mientras se acercaba dónde estaba el mayor.
- Se acostumbrarán con el tiempo, mira este. – se adentraron un poco más en el lugar y posó su vista sobre la sección de instrumentos con una etiqueta roja a sus costados. – parece que son de segunda mano.
- Es mucho más barato. – agregó Kibum viendo uno de los teclados que se vendían. – creo que me conviene, no es como si tuviera ahorrado tanto dinero para uno nuevo y moderno, sólo necesito practicar.
- Si es así puedes simplemente venir a mi casa todos los días, por mí no hay problema. – terminó con una sonrisa, riendo ante la reacción tímida del menor.
- Me gusta aquel – señaló un piano de color negro que parecía estar en buenas condiciones. Jonghyun se acercó a mirarlo.
- Hmm – murmuró mientras lo inspeccionaba. – probémoslo entonces. – fue a llamar al encargado para que conecten el instrumento y así poder tocar.
El mayor se puso frente al piano y empezó por tocar algunas escalas, muy fluidas y tranquilizantes al oído. Sonrió, al parecer no tenía ningún problema con el sonido, que era lo más importante. Llamó al menor y lo invitó a tocar a su lado, él tocaba del lado izquierdo mientras que el más alto del lado derecho con las notas más agudas.
Jugaron así un rato hasta que el dueño se les acercó nuevamente, sacándolos de su pequeña burbuja musical.
- Llegó hace poco, está en muy buenas condiciones y además a buen precio, ¿lo llevarán? – preguntó el hombre.
- Si, lo llevaré, gracias. – respondió el azabache, feliz de poder practicar por su cuenta al fin. Se acercó a pagar y los vendedores desmantelaron el equipo para dárselos en sus estuches. – Ahm Jjong necesitamos un taxi, no podemos llevar todo esto caminando en este frío.
- Conseguiré uno, espérame. – dijo y salió del local, a los pocos minutos regresó para ayudarle a llevar todo al vehículo y partieron al edificio donde vivía el menor.
Kibum cruzaba los dedos, mentalmente, para que su madre no estuviera en casa; sabía que su padre estaba trabajando pero no sabía si su madre se encontraría descansando o si habría salido ya. No era que tenía un problema con que Jonghyun y ella se reúnan, simplemente quería posponerlo un poco más. Sabiendo que el mayor solía ser algo impulsivo y él aún sentía miedo de exponer su relación.
Escribió el código y la puerta se desbloqueó, entraron y bajaron los estuches al piso con mucho cuidado para luego sacarse sus pesados abrigos y colocarlos en el colgador cerca de la entrada. La casa parecía más fría, por lo que supuso que no había nadie en casa, bien, sonrió. Fue a prender la calefacción y luego a la cocina, tomó agua en una tetera y la puso al calor de la estufa, un poco de té caliente les vendría bien.
Jonghyun lo observaba sentado frente a la pequeña barra que separaba a la cocina de la sala de estar. No pudo evitar sonreír todo el tiempo mientras lo miraba ir de un lado al otro, actuando tan natural y despreocupado pero a la vez procurando hacerlo sentir cómodo, pues era la primera vez que visitaba su departamento, al contrario del menor que había estado ya varias veces con él y su familia.
Además de que amaba como se veía en aquel suéter turquesa de cuello de tortuga, que se pegaba hermosamente a su cuerpo y hacía que su blanca piel y negros cabellos resaltaran mucho más.
- ¿Bum, no me llevarás a conocer tu cuarto? – preguntó travieso, esperando la respuesta del menor.
- ¿Eh? Ah, claro… es por acá. – dejó dos tazas en el mesón y se dirigieron por el pasillo hasta su habitación. Paredes blancas, una amplia cama, todo se veía muy ordenado y pulcro; le costaba creer que era la habitación de un músico, usualmente son un poco más “creativos” por no decir desordenados, en cuanto a la decoración de su espacio personal, pero por supuesto todas las personas tienen gustos diferentes. A él personalmente tampoco le gustaba el desorden pero comparando su habitación con la del menor era bastante la diferencia entre ambas.
Encontró un interesante póster en la pared, de aquel grupo de música que ambos amaban, observó también que tenía varias velas aromáticas sobre su repisa. Al parecer compartían otra cosa en común.
- No sabía que te gustaban las velas – se acercó a oler una – vainilla. – agregó volviéndola a asentar.
- Si, ahm de hecho esas las hice yo, mi abuela me enseñó hace tiempo y supongo que lo he adoptado como un hobby. – sonrió al recordar.
- Ya veo, ¿Cómo sigue tu abue? La última vez me dijiste que estaba un poco enferma. – preguntó preocupado. Jonghyun había aprendido que Kibum quería mucho a su abuela y el hecho de que esté envejeciendo y enfermando seguido le asustaba un montón.
- Se escuchaba mejor la última vez que hablé con ella, iré a visitarla pronto. Creo que pasaremos navidad en Daegu. – respondió sonriendo.
- ¿Te irás? – preguntó de pronto triste, causando una leve risa en el menor.
- ¿Quieres que me quede contigo en navidad? – miró al mayor por encima de su hombro y se arremangó el suéter para seguir acomodando sus velas. Recordó haber visto varias en la habitación del mayor de igual manera, quizá podría hacerle una como regalo.
Estando allí de pie, de pronto sintió un cuerpo cálido pegarse a su espalda, sonrió por el contacto y de inmediato el calor corrió por su rostro, enrojeciendo sus mejillas. Cada vez que el mayor buscaba una caricia él se sentía increíblemente nervioso, no es que fuera tan inexperto y no sabía cómo actuar en la situación, pero seguía siendo diferente de abrazar a una mujer. Sin embargo, se encontraba mucho más cómodo siendo rodeado por los brazos del castaño.
Jonghyun apoyó su mentón en el hombro del menor y Kibum pudo sentirlo elevar sus pies para alcanzarlo, el gesto le pareció adorable y sonrió inconscientemente mientras entrelazaba sus manos con las del mayor que descansaban sobre su estómago.
- ¿Te había dicho que el turquesa se te ve hermoso? – susurró suave cerca de su oído y sonrió, escuchando también la tímida risa del menor.
- Jjong-
Beeeeeeeeeeeeeep
El fuerte pitido los asustó, el azabache recordando que había puesto la tetera en la estufa, se miraron cómplices y rieron irremediables saliendo de nuevo a la cocina, Jonghyun se sentó de nuevo en la barra y Kibum se le unió poco después con dos tazas de té de manzanilla.
Disfrutaron del té mientras conversaban un poco más y luego decidieron buscar un lugar para colocar el piano. Lo instalaron en una esquina de la sala, pues vieron que efectivamente no cabría en la habitación del menor.
Llevaron dos sillas del comedor frente al piano y se sentaron a tocar un poco más.
- ¿Ya decidiste a qué departamento unirte en la facultad? – preguntó el castaño, pues estaban solo a unos meses de que inicie el nuevo ciclo en la universidad y Kibum había prometido entrar de nuevo a estudiar lo más pronto que pudiera, porque no quería hacerse muy dependiente de su trabajo y terminar abandonando los estudios, aunque pensaba que podía mantener ambas una vez regrese a la universidad.
- Pues, estaba pensando en artes teatrales, siento que puedo combinar la música y la actuación de esa manera.
- Me parece que encajarías bien. Aunque todavía tienes algo de tiempo para pensarlo. Me alegra que estés haciendo esto… y espero que esto te haga feliz. – terminó dedicándole una cálida sonrisa. El menor sonrió también y lo rodeó con sus brazos.
- Tú me haces feliz – dijo aferrándose más al cuello del mayor. – gracias por estar conmigo y apoyarme. – Jonghyun pasó sus brazos por sus costados, acariciando su espalda. Estaba sorprendido y conmovido a la vez.
- Perdón por irme en navidad, también quería pasarla contigo. – sus palabras causaron un ligero temblor en su espina al mismo tiempo que sus mejillas se coloreaban de un rojo intenso, no imaginó al menor realmente preocupado por eso sin embargo era reconfortante el saber que había pensado en esa posibilidad. Se separaron y entrelazaron sus manos.
- No te preocupes, en mis vacaciones podemos pasar más tiempo juntos. Ah pero todavía tendrás trabajo… pero no estaré tan ocupado así puedo ir más seguido a verte. – comentó contento.
- ¿Más seguido? Si vas todos los días jaja. No te preocupes. – aseguró el pelinegro. – encontraremos la manera. – dijo y pasó sus dedos pos los cabellos del mayor, peinándolos delicadamente hacia atrás.
- ¿No te gusta que vaya a verte? - preguntó medio bromeando, medio indignado. Tomando la mano que lo mimaba segundos atrás.
- No es eso, pero mis jefes… - el menor rodó los ojos. – no quiero que piensen cosas extrañas. – Jonghyun lo miraba acusándolo pero respondió rápido – ¡no! ¡No es lo que estás pensando! Pero tienes que entender que mi jefa es la madre de la chica con la intenté salir antes pero no funcionó y pues… no terminamos en muy buenos términos que digamos. Por eso creo que es mejor si nos vemos fuera del Café. Para evitar cualquier malentendido.
Esperó nervioso por la respuesta del mayor, con su mirada lo juzgaba pero también lo notaba algo desanimado. Realmente no quería herir sus sentimientos. Ya habían hablado de este tema antes por lo que quería evitar la discusión que presentía estaba a punto de llegar.
- Entiendo, no te preocupes Bum. – respondió rindiéndose. – lo último que quiero es causarte problemas.
- Jjong no, yo no-
- Está bien, de verdad. – se puso de pie y se inclinó para besar su frente, caminando hacia la entrada para recoger su abrigo.
- ¿Y-ya te vas? – preguntó sorprendido, levantándose también. – Te enojaste. – afirmó.
- Para nada, pero ya es algo tarde, ¿Qué vas a hacer si llegan tus padres y me ven aquí contigo? Mejor evitemos malentendidos.
Auch.
- Jonghyun… no es así, por favor, entiéndeme. ¡Tú de todas las personas deberías saber cómo me siento!
- Kibum, yo entiendo. Pero eso no cambia el hecho de que duele.
- Prometiste ser paciente conmigo ¿no? ¿Porque de repente te comportas así? – se sentía tan angustiado, todo estaba bien y de repente todo se volteó en su contra.
El castaño no respondió, permanecía parado frente a su puerta, cabizbajo.
- Jonghyun. – llamó, pero el castaño seguía sin emitir sonido alguno. En ese momento sintió una gran punzada en su pecho, miedo. El miedo repentino de perder esa relación que tanto tiempo le costó construir, no sabía cómo más demostrarle al mayor que quería permanecer a su lado.
Fue invadido por un puñado de emociones, tomó ese miedo, enojo y adrenalina del momento y cedió al impulso de tomar al mayor por los hombros de una manera no tan delicada y estampar sus labios contra los suyos, haciendo que retrocediera y se golpeara la espalda contra la puerta.
Lo besó lentamente, hasta que el mayor reaccionó más a su contacto y este se volvió más brusco. El agarre en los hombros contrarios se volvió más fuerte mientras que soltó un quejido al sentir las manos del mayor aferrarse a su cintura para traerlo más cerca de él.
Comenzaba a sentirse sin aliento y se separó del castaño, ambos con la respiración agitada y mirándose atentamente.
- ¿Dime que debo hacer para hacerte entender que me importas? Eres lo que más me importa… - preguntó angustiado el pelinegro.
- ¿Debería enojarme más seguido? – respondió sarcásticamente tocando sus labios, causando que el menor bufara. Lo siguió hasta el sofá y se sentó a su lado. – Lo siento. Sé que te importo y tú me importas más de lo que crees Kibum pero como estamos ahora no lograremos nada si no cedemos ambos, podemos encontrar un punto medio en esto talvez.
- Qué punto medio… - replicó frustrado, escondiendo su rostro en sus manos.
- Prometo ser más cuidadoso cuando estemos en público… – el menor lo miró ansioso. – Si tú prometes estar conmigo cuando le hable a mi familia de nosotros.
- ¿eh? Hablas de… pero me habías dicho que tu madre lo sabía. – preguntó confundido.
- Ahm pues, sospecho que sí. Bueno estoy bastante seguro de que sabe mi orientación pero no se lo he dicho directamente, y qué mejor oportunidad que presentándole a mi adorable novio? – extendió su mano y pasó uno de sus oscuros cabellos por detrás de su oreja al terminar de hablar.
- ¿Estás seguro de esto? – su tono de voz rebosaba de inseguridad.
- Lo estoy, le agradas y mi hermana nos apoya también. Nada tiene porque salir mal.
- ¿No crees que es algo pronto? – preguntó de nuevo asustado, tratando inútilmente de persuadirlo.
- Nop. – sonrió. – Ese es el trato amor. – se acercó a él para darle un corto beso en los labios y se retiró sonriendo triunfante. Se declaraba ganador de su primera pelea. Aunque dudaba que valiera siquiera la pena ganar.
A-amor..?
A pesar de que sabía que el mayor estaba burlándose internamente de su expresión en ese instante, no podía evitar sentirse avergonzado ante aquel sobrenombre. Siempre aborreció esa forma de llamarse de las parejas, lo escuchaba demasiado seguido y para él era motivo de burla. Escucharlo de la boca de Jonghyun era increíblemente extraño… y vergonzoso. No le agradaba para nada.
- No me llames así, mi nombre está bien… - dijo llevándose la mano a la sien.
- ¿Qué? ¿No me dirás nada de lo otro? – preguntó confundido pero divertido a la vez, no se esperaba que Kibum fuera un “anti-fan” de los sobrenombres cariñosos.
- Está bien, acepto el trato. Pero no me llames más así. – lo vio sobarse los brazos en un escalofrío.
- Eres un exagerado jajaja ¿Te molesta tanto?
- No es que me moleste, simplemente no me gusta.
- Ok, lo tendré en mente. – rio de nuevo y despeinó sus cabellos. Causando al fin que el menor se contagiara de su risa y se relajara. Kibum echó su cabeza hacia atrás y luego lo miró, negando suavemente con la cabeza mientras sonreía.
Miró su sonrisa y se perdió un momento en sus propios pensamientos. Podía sentir que aquel joven frente suyo representaría algo grande en su vida. Ya sea amor, dolor, felicidad o miseria, sentía que lo daría todo por seguir viendo esa brillante sonrisa.