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Sin salida por usagi20takahashi

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Notas del capitulo:

Hola aquí les traigo un nuevo capítulo disculpen la demora.

Capítulo uno

 

                La subasta

 

Tatsuya se sentía realmente asombrado al ver la mesa tan grande y con demasiada comida en ella, el comedor era hermoso, de madera, con candelabros colgados, pinturas finas y una gran mesa de madera color ocre.

Había varios sirviente alrededor, vio que solo había dos puesto uno en la cabecera, donde debía estar su nuevo amo y otro a su lado derecho, estaba muy nervioso no conocía al hombre, no entendía porque lo trataba bien, todo era demasiado confusión.

 

Dio un brinquito cuando la puerta principal se abrió, por ella entro un hombre muy alto, de esos que Tatsuya alguna vez vio en los libros infantiles de los niños del pueblo, ¿era normal ser tan alto? No estaba seguro, lo más probable era que ese hombre de cabellos violeta fuera la persona más alta del mundo o al menos eso creía el menor.

Trago saliva con dificultad, estaba jodido, ese hombre lo podría matar con un solo golpe o peor violarlo y él no podría hacer mucho para detenerle.

—Te vez muy bien Muro-chin. — El hombre se acercó al pelinegro con una pequeña sonrisa, su voz era muy infantil a pesar de su aspecto.

Tatsuya miro de tras suyo para ver a quien le hablaba, vio como Riko le había una seña nerviosa. — ¿Yo soy Muro-chin?—Pregunto curioso apuntándose a él mismo.

—Claro, ¿quién más sino?— Respondió el más alto con agrado. Tatasuya vestía unos pantalones de vestir oscuro una camisa blanca. Arremangada hasta los codos y unos suspensores. — Soy Murasakibara Atsuchi, desde ahora era mío ¿entendiste?— A pesar que su rostro seguía tranquilo, su voz fue dura, dejando claro que no permitiría algún tipo de desobediencia.

—Si amo. —Dijo haciendo una reverencia, Atsushi se relamió los labios con entusiasmo.

—Bien escuchen todos. — Tomo el hombro del pelinegro y se puso a su lado, — Desde ahora todos deben Respeto a Muro-chin y cumplir todo lo que desee, si a él le sucede algo los aplastare.

 

Todos los empleados, hicieron una reverencia en señal de  respeto y obediencia, luego de aquellas palabras ambos hombres se sentaron a cenar, Tatsuya no sabía qué hacer, la mesa estaba impecable, con un montón de comida que jamás pensó, comer todo lo que ahí estaba servido, hace tiempo que no probaba arroz y que se diga dela carne jamás la probo.

— ¿Pasa algo Muro-chin?—Pregunto el gigante al ver al menor complicado observando todo los alimento con  bastante desconcierto.

—Es que jamás había probado tanta comida y no sé por dónde empezar. — sintió una gran y pesada mano en su cabeza, era cálida y demasiado grande, sus mejillas se  tiñeron de un hermoso carmesí.

—Desde ahora en adelante, comerás así tres veces al día, ya no pasaras hambre. — Declaro el mayor

Murasakibara Atsushi era un hombre de 24 años, muy alto para el japonés, de cabellos lilas y ojos a juego, se caracterizaba por su actitud infantil y amor por los dulces.

Huérfano de padres, heredero de la gran fortuna de su abuelo, quien distribuía productos de caza a todas partes del mundo, tiene una cadena hostelera.

Su vida en general fue buena, una madre amorosa y un padre trabajador, pero cuando cumplió quince años, conoció como su abuelo se encargaba de las personas que lo traicionaban, el hombre además de la exportación de armas para caza, se encargaba del trafico infantil, para las casas de prostitución.

Atsushi  tuvo su primera vez, cuando cumplió los 16 años su abuelo le regalo un hermosos chico de cabellos rubios y ojos verdes, se lo follo muchas veces, que al menor lo llevaron a un hospital ya que su ano se había desgarrado.

Una vez probado aquel delicioso acto de placer, se volvió adictivo, comenzó a conocer el negocio y a encargarse de los enemigos de su abuelo, le encantaba romper los huesos de sus víctimas y el escuchar el crujir agónicos cuando las costillas cedían.

Conoció a Kagami cuando su abuelo falleció, luego de 3 años de la perdida de sus padres, el pelirrojo ya era conocido por todos en el pueblo y el bajo mundo, por lo que decidió trabajar con ello, era encargado de cuidar al pequeño de los Taiga  y encargarse de  aquellos que osaban con traicionarlos.

—Dime Muro-chi. —Pregunto bebiendo un trago de su vino dulce. — ¿Eres virgen?

Los hombros del pelinegro se tensó notablemente, Murasakibara frunció el ceño ante tal reacción, dio una mirada a Riko, la cual fue perfectamente en tendía y se retiró junto a los cocineros.

—Cuando tenía 12 años. — Susurro el de ojos grises. — Me violaron

— ¿Quién?

—Haizaki Shougo

— ¡Lo aplastare!

 

 

Aomine  era un chico de aparecía agresiva, siempre de mal humor y mala gana, arrogante y engreído al borde del narcisismo. Nunca demostró amor o atracción por algo, no están en su diccionario aquellas palabras, criado entre grandes muro, rodeado de lujos, carente de atención, de pequeño se le enseño que en el mundo no  hay especio para los débiles.

En la única persona que confía es en Wakamatsu su mano derecha, con el que se crio de infante, rubio e impulsivo, inteligente y el único capaz de enfrentarlo, trabajaba para Kagami, porque le encantaba tener poder y los hermanos Kagami tenían eso de sobra.

Se encargaba de distribuir la droga, el maravillo polvo blanco, era el mayor exportador, se asoció con el pelirrojo cuando tenía 20 años, para salir de las garras de su padre y de un casamiento forzado.

Aunque  ante de irse de su casa y despedirse de su fortuna, se follo a su “futura esposa”, hasta que se cansó y se fue entrando la mañana.

Comenzo a trabajar en lo que viniera hasta que conoció la mágica cocaína y de ahí, todo fue una subida, ahora tenía su propio cliente, exportaba y tenía una plantación. Además de 3 bares nocturnos y una cafetería, vivía en un amplio terreno.

Con empleados que los atendía y Wakamatsu su fiel compañero, miro al chico que estaba hablando con un tripulante sobre la nueva mercancía que estaban transportando.

— ¡Wakamatsu vamos!—Le grito el moreno aburrido, ya había estado lo suficiente en aquel puerto y ya estaba todo en orden, la mercancía había llegado y la droga estaba lista para ser exportada.

—Ya voy, que impaciente. —Susurro con una sonrisa a su amigo. — ¿Dónde iremos?

—Quiero pasearme por el bar, Satsuki contrato a un nuevo administrador contable  y quiero conocerlo. — Dijo serio, Aomine era un hombre desconfiado y muy atento a sus negocios.

— ¿Iras a la casa de Takano el viernes?—Pregunto con curiosidad el otro chico, que miraba a nada en especial.

—Sí, necesito distraerme y tengo el presentimiento que encontrare algo interesante. — Respondió distraído caminando al auto negro que lo esperaba.

—Reo me comento que Atsushi se entusiasmó con un esclavo. — El peli azul sonrió

—Ese bastardo es un sádico, —hablo rascándose la nuca. — De seguro hará sufrir a ese chico hasta que desee la muerte.

Wakamatsu sabía que Murasakibara era un sádico sin corazón, le daba lastima todo aquellos chicos que alguna vez cayeron en las garras de aquellos que consideraba sus amigo.

 

 

 

Akashi era un joven de 21 años, listo, manipulador, calculador y absoluto, todo lo que él decía debía cumplirse y su hermano Taiga se encargaba que así fuera, nunca sintió compasión con nadie y dudaba que alguna vez la sintiera.

Amaba a su medio hermano con el corazón, pero no lo demostraba, aunque la última vez que alguien se atrevió a traicionar al pelirrojo mayor, su cuerpo fue encontrado desmembrado y dejado en la puerta de su casa, la mujer del hombre se volvió loca.

 

Su mirada estaba fija en la ventana de su habitación, estaba aburrido necesitaba encontrar algo diferente, Teppei a pesar de ser un maldito tenia a alguien quien cuidar y que lo atendía, Murasakibara se había encaprichado con ese esclavo, no estaba seguro si era buena idea haberle dejado al chico al gigante, pero lo hecho, hecho esta.

 

Estaba algo ansioso por la visita a la casa de Takano mañana, tenía el presentimiento que  sería una buena noche y eso esperaba, Taiga estaba bastante emocionado según los comentarios que escucho, la mercadería era realmente de calidad.

Habia averiguado por sus propios medios que eran unos jóvenes no mayores de 17 años, vírgenes, vendidos de muy pequeños por su propia familia, debía ser bastante duro vivir con eso, saber que fuiste un hijo no deseado, un verdadero estorbo, por suerte el tenia a Taiga, su madre verdadera nunca lo quiso, su padre era un alcohólico bastardo, la única persona que tiene el honor de llevar el título de madre fue esa mujer que a pesar de no tener ninguna gota de sangre de ella lo cuido como si de un hijo se tratase.

Dejo de pensar en su tormentoso pasado y camino por aquella habitación, buscando en uno de sus cajones una vieja libreta donde anotaba las cosas importantes. Anoto el nombre de la nueva víctima de Murasakibara, la mercadería recibida por Aomine y la muerte de la chico de  la servidumbre, nada se le escapaba todo memorizaba y guardaba para usarlo en futuras venganza, era un crio vengativo y rencoroso.

 

Una vez anotado todo lo que creyó necesario fue a la sala, para cenar con su hermano, y acordar la salida de mañana, no quería ser interrumpido por algún trabajador, odiaba las interrupciones.

Cuando llego al salón vio a Taiga darle una orden a 3 sujetos que conocía bien, era los encargados de eliminar o fastidiar a nuestros enemigos, frunció el ceño, parecía serio y algo enfadado.

—No deben matar al hombre, deben traerlo con vida a casa de Atsushi. — Ordeno el pelirrojo mayor severo.

— ¿Sucede algo?—Pregunto confundido, viendo a los tres tipos marcharse apresurados.

—Atsushi necesita de mi ayuda.

— ¿Qué clase de ayuda exactamente?

—Necesita que encontremos Haizaki Shougo.

— ¿Por qué?

—Se metió con su propiedad. —Respondió con simpleza caminando al amplio comedor, donde un gran banquete  que podía alimentar perfectamente a una villa completa.

—Esa extraña petición, ¿tiene que ver con su nuevo esclavo?

— ¿Por qué tanto interés sei?—Taiga sabía que su hermano no era una persona que le importara mucho los asunto de los demás, a menos que tuvieran que ver con sus negocios.

—No lo sé, —Suspiro  acomodándose en su habitual puesto en la mesa. —A veces siento que hace falta algo en mi vida, algo que solo sea mío y pueda manejar a mi antojo.

Taiga levanto una ceja divertido, ellos dos no tenían la típica relación de hermanos, ellos se amaban, Seijuro perdió la virginidad con su hermano y no se arrepentía Taiga era cariñoso, y le amaba, pero ambos sentía que faltaba algo más en su relación.

El pelirrojo menor camino hasta sentarse en el regazo del mayor, para luego fundirse en un apasionado beso, Taiga jalo los cabellos del pequeño, quien mordió el labio del tigre haciendo que este soltara un sugerente gemido.

 

— ¡Eres hermoso Sei-chan!—Las mejillas del más joven se tiñeron de un lindo carmesí, amaba esas reacciones infantiles del parte de Seijuro, para Taiga el pequeño era un misterio, su hermano era su mundo.

— ¿Por qué siempre dices cosas que me avergüenzan?—Susurro frustrado el de ojos borgoña con una cara de fastidio.

—Es mi deber como hermano mayor. —Respondió divertido masajeando esas nalgas firme.

Se fundieron en un nuevo beso, más apasionado y ansioso que el primero, las manos del tigre recorrían por debajo de la camiseta del más joven, quien suspiraba y jugaba con el lóbulo del oído de su amante.

—Nunca lo hemos hecho en la mesa—Sugirió con descaro Seijuro y una sonrisa para nada inocente.

—Bueno siempre esta la primera vez para todo. —Beso esos labios pequeños que lo incitaban a continuar, la cena comenzó a enfriarse y a ninguno parecía importarle mucho.

 

La ropa comenzó a estorbar y la mesa se veía demasiado cómoda, el mayor tomo a su “hermano” de los glúteos, haciendo que un sonoro gemido resonara la casa, la piernas de Seijuro  estaban enredadas en la cintura de su hermano.

Sus bocas parecían devorarse mutuamente, los gemidos inundaron el salón y sus cuerpos cubiertos en sudor eran la escena perfecta de la lujuria en persona, taiga se despojó de su camisa y dejo ver su trabajado cuerpo.

Las manos del menor pasearon por el cuerpo de su hermano, la lengua del pelirrojo bicolor comenzaron a jugar con esos sensibles  botones rojos, los gemidos de Seijuro cerró los ojos de placer.

La lengua de su hermano comenzó a recorrer su cuerpo, Taiga se deleitaba con cada sonido que salía de su Sei, su legua se detuvo justo al ver el miembro erecto de su hermanito, que ya tenía líquido pre seminal, no dudo mucho para meterlo a su boca.

— ¡Oh dios!—Grito Seijuro arqueando su espalda, la felación que su hermano le practicaba lo hacía sentirse completamente excitado.

Taiga dejo su trabajo para observar a su hermano hecho un desastre, sudado, con cabello rojo en su frente, perlas de sudor cayendo por su pecho y respiración agitada, labios rojos e hinchado por los apasionados besos y respiración agitada.

—Eres sencillamente hermoso Sei. — El pequeño miro a su hermano con amor, al único que miraba de esa manera.

—Yo también Taiga –ni. — susurro besando  los labios de su hermano, taiga comenzó a preparar la entrada del menor, el chico comenzó gemir cuando el segundo dedo ingreso, sus brazos se cerraron alrededor del cuello de Taiga.

Las piernas del menor se abrieron más para dar facilidad   al mayor al momento de penetrar, Taiga bajo los pantalones que era lo único que vestía, hasta sus tobillos, penetrando al menor de una sola estocada.

El grito de placer de Seijuro, se escuchó por toda la mansión, los empleados sabían de la extraña relación que mantenía los medios hermanos y nunca dijeron nada, ya que apreciaban su vida.

—Estas tan apretado…— Gimió Taiga, apretando la caderas del pequeño cuerpo entre sus brazos, el cual gemía en su oído haciendo su ya gran excitación subir más. Las unas del pelirrojo menos se enterraban en la espalda de su hermano.

— ¡Taiga más rápido!—Ordeno, dejando su cabeza caer hacia atrás. Se recostó en la mesa y Taiga alineo las piernas en sus hombros para hacer la penetración más profunda y encontrar el punto que enloquecía a su hermanito.

El sonido de la pelvis del mayor contra los glúteos del más joven y los gemidos era lo único que se escuchaba en el enorme lugar, Seijuro gemía de placer e incluso un hilo de saliva cae por el borde de su labio.

De pronto la espalda del menor se arqueo y un grito de placer puro lleno los oídos del mayor haciéndole sonreír había encontrado el punto perfecto. — ¡Mierda Taiga ahí!— El mayor pego su frente sudada con la del más bajo y subió una rodilla a la mesa, para hacer la penetración más rápida.

Seijiro comenzó a masturbarse el mismo al sentir el ya conocido cosquilleo en su vientre bajo, para luego llegar al climas, apretando sus paredes anales.

— ¡Vamos Sei-chan apriétame así!— Grito llegando al ansiado orgasmo dentro del pequeño.

—Creo que deberíamos bañarnos. —Taiga menciono una vez su respiración se regularizo.

— ¿Lo hacemos junto?— La pregunta del menor lo hizo soltar una sonora carcajada, ese pequeño era un pervertido.

 

 

Aomine había llegado cansado de su café, Satsuki era un chica inteligente y mantenía todo bajo control, pero estaba embarazada de seis meses, por lo que algunas cosas le dificultaban, nunca imagino que esa chica, tendría un esposo, que este fuera un hombre de negocios, con una pequeña cadena de supermercado.

Kotaro Hanamiya, era un buen tipo, aunque ellos no se llevaba su amiga era feliz y ambos estaban emocionado por la pronta llegada de  su primogénito.

— ¡Ya llegue!—Grito con una sonrisa cuando sintió unos rápidos pasitos. Un pequeño de ojos azules platinados y cabellos negros.

Kasamatsu Yukio era un pequeño de 4 años, el ojito derecho de Aomine, el moreno lo encontró en un callejón, cuando el niño era apenas un bebé de meses, lo recogió y acogió en su casa, al principio tenía la idea de entregarlo alguna de esas casa de menores, pero de alguna forma el bebé le recordaba a él mismo en su solitaria infancia.

De a poco el mocoso se ganó su cariño, contrato a un detective para investigar el paradero de sus padres, al final resulto que el niño era hijo de una pareja de adolecente, que por un descuido nació los menores, ambos drogadictos y con ningún interés por el niño, le entrego el certificado de nacimiento del niño. Nunca más volvió a ver a la pareja y así era mejor.

— ¡Aomine –san!—Grito el pequeño corriendo a los brazos del moreno.

—Yukio. —Lo alzo en el aire, haciendo que el pequeño soltara una risita inocente, Yukio era lo que le alegraba y lo  hacía sentir menos monstruo, el niño era ajeno a todos sus negocios y retorcidos gustos.

—Que buenos que llegas, prepare galletas. —El moreno sonrió encajando al pequeño en su cintura.

Caminando al gran salón, mientras el menor parloteaba de lo que había hecho en casa, Yukio era educado en la gran mansión con profesores reconocidos que Aomine costeaba, el chico era listo.

La mesa está ya lista para que los tres, Wakamatsu siempre se preguntó, porque Aomine se hizo cargo del ese chiquillo, pero también sabía que ese moreno que se escondía tras esa gambeta de chico rudo, cruel y despiadado. Había un hombre solo que tenía  miedo de algún día ver y darse cuenta que estaba muy solo.

— ¿Mañana saldrás?—Pregunto el infante, mientras esperaba que uno de los empleado cortara su carne.

— Si tengo trabajo, pero no te preocupes Wakamatsu se quedara contigo toda la noche. —El rubio suspiro, Daiki siempre hacia lo mismo cuando se iba de farra.

— ¡Qué bien! tío Wakamatsu es divertido. —Dijo emocionado haciendo sonreír al moreno. Mientras el rubio gritaba que no le llamara tío.

 

 

Shintarou termino de organizar algunos papeles para los hermanos Kagami y  algunos asuntos de sus distintas distribuidoras. Vivía en un apartamento lujoso de dos pisos y seis habitaciones, con bastante espacio para una persona.

No le gustaba la gente extraña su círculo de amigo y confianza se contaba con los dedos. Había decidido que mañana asistiría a la casa de Takano para la gran subasta quizás encontrara algo que le entretuviese por un tiempo.

Tenía dinero suficiente para comprar esclavo, pero nunca le llamo la atención aquello, el buscaba algo diferente, algo que lo sacara de su rutina que  era por momentos aburrida.

 

 

 

La tan esperada noche llego, Tateuya observaba el lugar donde estaban él estaba vestido con unos pequeños bóxer y nada más, el señor takano les había visitado en la mañana y comentado sobre una subasta, donde ellos serían los subastados.

 

Estaban nerviosos, miraba a los chicos que estaban con él, Kise mostraba una sonrisa, que no llegaba a sus ojos, Sakurai temblaba como una hoja y sus ojos estaban lagrimosos.

Takao el chico bromista y risueño, estaba tan pálido y callado que era preocupante, el nerviosismo estaba a flor de piel. Tetsuya pensaba que en cualquier momento dejaría de respirar.

 

—Buenos chicos. —Hablo un hombre alto, que era encargado de prepararlos, habían 4 cajas con ruedas y de cristal, serian exhibidos como los productos de las tiendas lujosas en vitrinas, se sentía tan humillado. —Cada uno debe entrar en estas cajas y serán subastados por turnos.

— ¿Para qué exactamente seremos subastados?—Pregunto Sakurai de manera tímida, bajando la vista a sus pies.

—Eso depende. —Contesto el hombre de manera burlesca.

— ¿Depende de qué?

—De los gusto retorcidos de sus nuevos dueños. —Contesto con simplicidad. —Bueno el primero es Ryou Sakurai, luego Takao Kazunari, Kise Ryouta y por ultimo Tetsuya Kuroko.

 

Todos comenzaron a entrar a las cajas en el orden que dijeron, se observaron por última vez, ya que ninguno sabía cuál sería su destino.

 

 

Seijuro y Taiga llegaron puntuales ambos vestidos en elegantes traje, el menor en uno negro y el mayor en uno gris, con ellos estaban Shintarou, vestido de un traje muy sofisticado que lo hacía verse estético y elegante, Aomine se veía bastante bien, a pesar que no fue con traje, sino algo más de su estilo camisa blanca y pantalones oscuros.

Al ingresar al lugar se encontraron con Teepei que disfrutaba de los servicios de la casa, estaba acompañado de Imayoshi, primo del castaño dueño de la casa de esclavos, un hombre extraño de gustos muy exagerados.

— ¿Veo que todos vinieron a la subasta?

—En realidad yo solo vine a distraerme. —Teppei contesto con tranquilidad al moreno.

—Caballeros por favor pasen al gran salón. —Una hermosa mujer de 35 años, de cabello rubio y ojos verdes, cuerpo curvilíneo y sonrisa fácil.

 

El salón era grande, tenía varias mesas redondas con sillones burdeos, bastante cómodos, luces medias, cada mesa  habían licores y pequeños aperitivos.

Seijuro y Taiga estaban  sentados juntos a Shintarou, y Aomine, Teppei, Imayoshi, habían otros tipos más bastante mayores, todos se veían interesados, Taiga esperaba que esa noche no fuera un pérdida de tiempo, aunque Takano se veía emocionado por la nueva mercancía.

 

—Buenas noches caballero. —Takano apareció elegantemente vestido en un escenario pequeño, pero lo suficientemente grande, junto a él había un caja grande cubierta con una tela blanca. —Esta noche subastaremos a 4 jóvenes, todos vírgenes y de belleza exquisita. Las reglas son las siguientes:

  • Solo se puede pagar en cheque o efectivo
  • No pueden devolver el producto
  • Una vez terminada la cuenta hasta 3, el esclavo será vendido
  • Una vez pagado el esclavo es su responsabilidad
  • No podrán tocar el producto hasta que la subasta termine, es cuando se los entregaran

 

Todos estaban en silencio no era la primera vez que asistían a este tipo de evento, pero era la

Primera vez que escuchaban ese tipo de reglas, cada vez la noche se colocaba más interesante.

—Bueno este es nuestro primer subastado. — La tela fue arrancada  y un pequeño castaño acostado con respiración agitada, drogado lo más probable mejillas sonrosadas y cuerpo sudoroso, vestido unos pequeños bóxer.

Taiga y Seijuro sonrieron el chico era lindo, violable y parecía muy tierno, pero algo le faltaba no llamaba su atención por completo, shintarou al parecer pensaba lo mismo que ello y Aomine no parecía realmente interesado, pero debían reconocer que era muy buena mercancía una de calidad.

—Comencemos la subasta. —Takao dijo emocionado. —Nuestro primer subastado es Ryou Sakurai, tiene 17 años, virgen, de rasgos finos como pueden apreciar, toda una monada. Comenzamos por 500 mil dólares.

Y la  lucha por obtenerlos comenzó, Taiga y sus acompañantes miraban divertidos a los viejos pervertido luchar por el menor, la suma ya iba en 3000 mil dólares, cuando una voz conocida se alzó entre todos.

—4000 mil dólares. —Imayoshi dijo con tranquilidad, mirando con lujuria al pequeño en la caja.

Teppei soltó una carcajada, Taiga se compadeció del menor cuando Takano dio por terminado el primer esclavo y el pelinegro entregaba un cheque. Ryou fue llevado semi inconsciente hasta atrás del escenario, para prepararlo y entregarlo a su nuevo dueño.

—Espero que el siguiente sea más interesante. —Aomine dijo algo aburrido, tomando su tercer vaso de Vodka. —quiero ver algo novedoso, no sé, que me caliente de verdad. —Shintarou lo miro de mala forma, odiaba que Aomine fuera tan vulgar a veces.

Una nueva caja fue puesta en el escenario, y cuando fue destapada, Shintarou  dejo su regaño en el aire, observando al pelinegro, de ojos azules, sudado y con respiración agitada. —Nuestro segundo subastado es Kazunari Takao de dieciséis años, es virgen, cuerpo esbelto y un chico muy inteligente.

—5.000 mil dólares. —Seijuro casi se ahoga cuando vio a Shintarou de pie con un aura nada agradable ofreciendo una cantidad increíble de dinero por el menor en la caja de cristal.

Taiga observo al chico era bonito, pero como lo dijo Aomine hace un rato no le calentaba, sonrió nunca imagino que ese loco de los horóscopo se interesaría en  alguien como ese niño.

—Vendido al señor Midorima. —El nombrado se acercó con tranquilidad, para entregar un cheque con la cantidad acordada y observando cómo se llevaban al chico, quien lo miraba confundido y con algo de miedo.

Cuando Shintarou volvió a la mesa Daiki tenía intención de molestarlo, pero la severa mirada del de anteojos lo hizo retractarse. —Hiciste una buena compra, ¿me lo prestaras algún día?—Taiga dijo de manera burlesca.

—Lo tocas y te mato. —Taiga sabía que Shintarou era un hombre peligroso con lo que considera de su propiedad. Esa era la razón que era su hombre de confianza, miro a su hermanito que aprecia inquieto como si esperara algo.

 

—Bueno pasemos al tercer subastado. —Takao parecía muy emocionado por esa caja, Taiga vio como Seijuro colocaba atención y el siguió su ejemplo.

La tela fue retirada y un hermoso chico rubio, más alto que los anteriores, de rasgos finos, dentadura perfecta y deslumbrante ojos dorados, hizo que Aomine dejara de beber vodka y sus ojos se dilataran.

— ¡Yo lo quiero!—Grito sin consideración acercándose a Takano de manera brusca, mirándolo serio como si ese rubio fuera su presa. — Te doy 6000 mil por él, — se dio vuelta mirando a los que estaban en la habitación murmurando con fastidio y sonrió. — Alguien que quiera quejarse de mi compra. —Los murmullos cesaron nadie era tan estúpido de meterse con algún miembro o cercano a los hermano Kagami.

El moreno entrego el cheque, se relamió los labios al ver al rubio, sudoroso con ojos brillante, a punto de llorar, seria delicioso verlo gemir en su cama. Su “amigo” parecía querer lo mismo.

Seijuro estaba desilusionado, no debió hacerse tanta expectativas con la subasta, pero tenía la sensación que algo pasaría esa noche, aún quedaba un esclavo, pero no quería colocar la poca esperanza que le quedaba en él.

—Bueno caballeros, siempre lo mejor es para el final. —Dijo sin destapar la caja aun. —Nuestro último subastado, tan solo tiene 15 años, sus colores son una rareza absoluta, de bello cuerpo y rostro angelical, el deseo de todos lo que estamos en la habitación. Este es Kuroko Tetsuya.

 

La manta callo dejando ver a un precioso niño, de cabellos celestes y ojos a juego, piel blanca y tersa, labios rosados y pequeños, mejillas sonrosadas. Estaba respirando de forma agitada y su cabeza descansaba en el vidrio dejando ver sus finos rasgos.

La sala respingo al ver tanta belleza, era absurdo que alguien como él fuera un esclavo. Shirnarou supo que el caos comenzaría cuando observo el deseo en los ojos de ambos hermanos.

— ¡Lo quiero!—Gritaron ambos pelirrojos mirándose con asombros, ambos de pie, deseaban al mismo esclavo y ninguno tenía intención de ceder.


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