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Sillage por Koume

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Notas del fanfic:

Oh boi, what I’m getting myself into. Los personajes le pertenecen al gran Yoshihiro Togashi. 

Notas del capitulo:

Resumen del capítulo: Alguien toca la puerta, y no hay más que sorpresa cuando ves que es tu mejor amigo con un diminuto ser cargado en brazos. 

Capítulo 1

Fueron arduos los años que ya quedaron en más que olvido, varados en mares de caras que ya no logra reconocer. Fueron muchas las personas que alguna vez importaron, que aún después del tiempo, siguen en un latente corazón.

Un corazón que no olvida ni amor ni rencores, y que queda sin habla al momento de recordar. El dolor se volvía palpable mientras más lo pensaba, y pensamientos de solitud no eran más que un consuelo, una bonita fantasía que le alejaba de lo que alguna vez fue.

Los escenarios ya no eran importantes, mas las personas en ellos eran los que velaban su memoria.

Estaba cansado, respirar se volvía una tarea más que una necesidad. Recordar que seguía vivo era la rutina matutina, pararse todo un reto y ya estaba harto.

Cansado de una vida consistente de un joven abnegado y, para colmo, cobarde; forjadas por las constantes huidas y decepciones a la gente que más quería. Una vez todo terminó se había dado cuenta del agujero en el cual su alma rondaba.

Y aquí estaba, nuevamente, aquel fatídico escenario del cual ya estaba acostumbrado, un camino de rosas que le iluminaba la vida. Una luz tan brillante causaba que las sombras le siguieran, y él siempre fue esa sombra, pero así estaba bien. Así era feliz.

((21 de Noviembre, XXXX, 3:38 A.M.))

Abrió los ojos ante un sonido irreconocible, y al buscar la causa y no encontrarla, volvió a apoyar su cabeza en la almohada. Aquel sonido irreconocible era simplemente el timbre, el cual logró reconocer a segunda estancia.

Con un pequeño bufido de inconformidad al dejar la cama, dejó que la gravedad se encargara de ponerle en píe, un escalofrío subiendo por su cuerpo al contacto del frío piso con sus plantas descalzas.

Se encaminó a la puerta de su pequeño apartamento, estaba completamente oscuro, posiblemente las dos o tres de la mañana. El timbre volvió a sonar, y Killua ya estaba listo para gritarle al idiota que le parecía gracioso despertar a alguien tan temprano. Frunció el ceño cuando volvió a sonar, tal vez era importante, pero para el albino más importante era su estancia en una calentita y cómoda cama.

Abrió la puerta de un jalón, mostrando lo molesto que estaba.

Su corazón paró.

Y siguió sin latir.

Las lágrimas y sollozos quedaron ahogados en lo más profundo de su garganta. Y en ese mismo estante quería morir.

Estaba feliz.

Estaba estallando en ira.

Tantos sentimientos tan complicados con los cuales no quería lidiar, tanto problema fue evitarlos por largo tiempo y encontrar aquella faz tan conocida simplemente le hacía estallar, como si sus demonios le siguieran el paso fuera donde fuera.

“Killua...” Por fin habló, una voz ronca y madura, pero con un timbre que lograría reconocer fuera donde fuera.

“Q-que—“

Quería hablar, pero no podía, simplemente no podía, estaba estático, su mente en blanco y con un fuerte dolor en el pecho. Seguramente su expresión lo decía todo, puesto que el azabache arqueó las cejas consternado.

“No, por favor. No llores—“

Y ahí, un pequeño bostezo agudo interrumpió a ambos hombres, Killua clavó la mirada en los brazos de Gon, quien cargaba a una pequeña persona con un brazo, un diminuto ser puro e inocente. La necesidad de matar subió por la garganta del ojiazul. En un fugaz instante se le ocurrieron tantas posibilidades de lo que estaba pasando que simplemente le daba miedo incluso pensarlo.

“Killua, por favor escucha...”

“Eres un... ¡BASTAR—“ Tapó su propia boca para no gritar, sus vecinos seguían durmiendo.

La impotencia de no poder gritar, de la ira y ansiedad le dejaban un escozor en la garganta, todos esos sentimientos acumulados sacaron lo peor de él, rompiéndolo al punto de llorar. El ser que el más alto tenía en brazos empezó a llorar ante en repentino grito del contrario.

Gon empezó a mecerlo mientras le tranquilizaba, cerró la puerta rápida pero débilmente, quería azotar la puerta pero si lo hacía posiblemente la rompería en pedazos, ya tenía suficientes problemas para añadirlo a la pila de rocas.

No, no no no no no, por favor, no...” Susurró mientras se dejaba caer contra la puerta, tapó su cara mientras sus rodillas chocaban con su pecho, no se había dado cuenta de lo mucho que temblaba hasta que Gon tocó la puerta con su mano libre. Intentó ahogar un sollozo, no lo logró, a ese punto había explotado.

Killua, por favor... Déjame explicarte...” Le escuchó decir a través de la puerta, luchó por contestar en vez de sólo lanzar sollozos.

“V-vete...” Y otro sollozo; el dolor y sentimientos acumulados en su pecho eran más de lo que podía soportar, quería morir en ese mismo instante, estar en algún otro lugar, olvidar que eso alguna vez pasó.

Olvidar que quien presumía ser su mejor amigo había tocado su puerta con otro ser en brazos, alguien que no merecía su odio y sin embargo ya lo había ganado. No era culpa de la diminuta persona ser quien era, y Killua lo entendía, pero eso no extinguía la flamable llama que se prendía en su interior.

Tenía miedo, le temía a lo que podría ser esa personita, tal vez era un malentendido y sólo estaba exagerando, mostrando una faceta dramática que nunca supo que existía y que había heredado de su madre. Pero la posibilidad de que no fuera un malentendido era demasiado grande. Y que la historia de su mejor amigo se fuera a repetir le atemorizaba de tal forma que la piel se le erizaba.

Killua por favor...

“No, Gon, no t-te quiero ver,” Tomó una bocanada de aire, suspiró entrecortado, su voz seguía quebrada, “No sé que vayas a intentar... Y no lo quiero saber, vete.”

Un silencio interminable inundó el pequeño cuarto, sólo lograba escuchar su respiración agitada y algún que otro sollozo. No estaba seguro si el azabache seguía ahí, y tampoco quería abrir y comprobarlo.

“¿S-sigues ahí?” Las palabras salieron de su boca de forma inconsciente, demasiado débiles y lastimadas, pero de alguna forma el azabache logró captarlas y corresponderlas.

Sí. Aquí estoy.

Ya más relajado, con un poco de dificultad se puso de píe y abrió la puerta, recibiéndole la radiante sonrisa del azabache, suspiró. Gon analizó la cara del contrario, sus ojos estaban un tanto rojos y las lágrimas se alcanzaban a ver aun ya secas.

“Me debes una explicación.”

Nuevamente sonrió, derritiendo el corazón de Killua en culpa, “Claro.”

Notas finales:

Básicamente esto es un experimento, sólo quiero ver como cuela este tipo de fics en la comunidad (ya he hecho varios en otros foros, no se extrañen si ven otro colgado por aquí), y que conchas, esto fue más difícil de redactar que entender a mi madre. En fin, espero que me den su opinión, de una vez que se sepa que mis experimentos no suelen terminar, depende de varios factores que no creo conseguir, nos leemos~~!)


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