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Noches de insomnio por LolitaHernandez

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Notas del capitulo:

Lolita no logra concentrarse en Años Dorados ¿como cura esto? Claro: hace otro fanfic.

Les explicare de los personajes adentro, antes, un breve resumen. Solo para los que no esten familiarizados con el cómic.

Gusto culposo: Neil Gaiman, escritor magnifico, creó el cómic Sandman donde nos cuenta de Sueño, su naturaleza vengativa y orgullosa, sobre sus hermanos que son todos unos personajes y una serie de extras que suelen hacer toda la historia y Sueño pasa a ser el extra.

En esta historia aparece, además, Lucifer que, obvio, es el personaje referenciado en la Biblia que Gaiman a sabido mostrar como un villano de temer pero no por fuerza bruta si no por agudeza mental además de personificarlo con caracteristicas de David Bowie. 

Estos dos mencionados han hecho una delicia en mi mente fujoshi por eso he venido a compartir: Disfruten. 

Sueño: Gordon Lewitt
Lucifer: David Bowie.

El sueño es todo lo que no fue, no será, ni es. El reino de lo irreal, lo imposible y lo que nunca va a ser. Castillos en las nubes, la casa hecha de paja, el palacio de hielo.

Todo lo que se perderá una vez que la luz se filtre por la ventana, una vez abras los ojos y la realidad vuelve a recobrar lo que es suyo.

Sueño es el tercero de siete hermanos.

Los mayores: Destino es el mayor, su contrario porque aquel es todo lo que es, fue y será, no toma partido por nadie ni nada. Es cabeza de la familia pero no hace nada para arreglar los enredos de esta. Es calmado, pocas veces habla pero ha sido capaz de hacer llorar a Sueño y enojar a Delirio. A la única que le habla bien es a Muerte.

Muerte la segunda mayor, tierna, amante de la vida, sincera y juguetona, una ironía andante. Es la más hermosa de todas las mujeres. Es bella pero no tonta, pone orden en la familia ante el escaso interés de Destino. Es la mayor confidente de Sueño.

 El sigue después.

 Los otros son: Destrucción hermano rebelde pero sin mala intención, pinta de vago y carácter relajado, nada parecido a lo que fue una vez.

Deseo es la hermana/hermano gemelo de Desespero, es hermosa pero letal, manipuladora y vengativa. Acérrima enemiga de Sueño pero, desde el cambio de Morfeo, han dejado la pelea porque lo pleitos murieron con el otro Sueño. Ahora se contenta con hacer infelices a mortales.

Desespero es la hermana de Deseo, tímida, fea, regordeta y muy bajita. Casi no se oye cuando habla pero es mucho más correcta que el resto de hermanos aunque no tenga carácter propio. No se atreve a hacer lo que a Deseo se le hace tan normal. Ve a Destrucción como más que un hermano pero no se atreve a decir que sufre por él.

Delirio, pobre, es la menor de todos y la más sufrida. Nunca está en la movida. No es capaz de relacionar dos ideas y cuando lo hace suele sufrir. Sus hermanos prefieren no sacarla de su confort por temor a lastimarla más. Aun así, Delirio a veces es molesta y pone de nervios a Sueño.

 

Volvamos al punto de partida.

 

Sueño no sueña.

Es evidente pues es el Sueño, la representación de la naturaleza del sueño en toda extensión de la creación.

Pero cuando cierra los ojos puede ver lo que sería un hermoso sueño.

 

Ojos dorados con unas cejas delgadas hechas una curiosa curva que no desagrega la belleza en el rostro que los posee.

Sonrisa pequeña pero hermosa de labios rosa pálido de intenciones maliciosas que provocan escalofríos de excitación en él.

Los pómulos característicos en el tanto como los rizos que tiene en la parte frontal de su cabellera haciendo de cuernitos que alimentaron una vez su leyenda.

Ese cabello, enloquece por ese cabello, puede imaginarse pasando sus manos por aquel cabello de rubio increíble y textura suave.

 

Todo lo que puede ver una vez cierra los ojos es a ellos, sentados juntos en un sillón en la parte intima de su bar-salón con la escasa iluminación ocultándolos de los comensales que pasen cerca mientras una pieza de jazz se escucha. Están juntos y no hablan, solo oyen la tocada mientras Sueño pasa sus manos por los mechones dorados mientras aquel solo fuma sin prestarle atención con esa mirada fija en cualquier cosa menos en su persona pero no parece molesto con el haciéndole esos cariños pues de hacerlo, con el carácter que tiene, lo hubiera hecho a un lado hace bastante.

Permitirle tocarlo es demasiado para alguien tan orgulloso e independiente como el que a veces no se cree que pueda tener ese gusto de tocarlo.

Ni de sentir su corazón, sus latidos, su presencia, su aroma, todo contagiando esa delicia que es sentir a un Sol irradiando un calor tan suave, uno que es extrañamente refrescante, confortable y que lo inspira a abrazarlo cuando siente que la caricias ya no hacen nada por su anhelo de sentir esa calidez más de cerca.

 

Porque con él nunca es suficiente.

 ¿Pero de quién no tiene suficiente?

Lucifer.

Lucifer Morningstar.

 

El rebelde, el hijo desagradecido, el ángel caído.

Rey de tinieblas, la estrella del alba, lucero de la mañana.

La serpiente venenosa, señor del infierno.

Sí, el personaje bíblico: Hijo del creador, hermano de Michael el Demiurgo.

 

Buen partido se buscó Sueño.

Gusto culposo o no, Sueño no se lo ha podido quitar de la mente desde que lo conoció.

 

¿Cuándo lo conoció? Cuando el universo ya estaba creado y los primeros seres nacieron, capaces de Morir, soñar, destruir, desear, desesperar y delirar.

Lo vio por entonces, encima de todas esas demoles de mortales, de seres no tan perfectos como él y su hermano. Elevándose en los cielos con sus gráciles alas blancas, enormes, hermosas. Cuando lo vio, él y otros mortales, supieron que era lo primero que soñarían: Con la hermosa mañana reencarnada que era Lucifer, entonces llamado Samael.

 

Pero ahora es otro tiempo, ya no sus albores, ahora hay más vida que entonces, parece la cúspide de la creación, los seres no son tan inocentes, hacen temer con el poder que han cobrado y todo esta tan cambiado.

Incluso él.

Solo Lucifer sigue igual.

 Obvio, cayó de su gracia y no es tan perfecto: Es manipulador, sarcástico, frío. No sonríe nunca a menos que sea por un enemigo caído y su orgullo se ha ido hasta el cielo.

Eso es lo que le dicen sus hermanos, sobre todo su hermana, disgustada después de haberle hecho una visita al lucero de la mañana. Un evento extraño su hermana enojada siendo la más paciente y pacífica de los eternos; eso hablaba muy mal de Lucifer.

Pero él no pudo ver esos choques entre su familia y el ex ángel.

Su amor no le permitía ver sus defectos.

 La apariencia de este no es su único encanto.

Es esa combinación de malicia de niño con la perversidad de un adulto.

El gusto que se da burlándose de las buenas costumbres solo por llevarles la contraria y la ira que le nubla el buen juicio cuando alguien se mete en el camino de sus objetivos.

 

Cuando tiene la valentía suficiente para echar sus pensamientos a volar se pone a imaginarse cosas que no estarían bien en un monarca como él.

Piensa como sería dejar el cabello en paz, en su amor infantil, y pasar a un amor más maduro. Sus caricias entonces descendían, imagina, por el cuello de cisne, una cualidad que no le quitaba nada a su masculinidad; acariciaba primero buscando una señal para saber si podía iniciar algo más.

No recibiendo ninguna negativa, se apresuró antes de que el mayor se arrepintiese, acarició cerca de la “manzana de Adán” (Irónico) para después depositar un beso tan tímido que apenas se sintió y el otro lo hizo saber exhalando otra bocanada aún más grande de cigarro.  

Sintiendose inútil para contentar a su amante siendo el tan experimentado como aquel se aventuró a dejar esta vez un leve chupón que hizo poca mella en esa piel de porcelana cálida y más marca dejó en su corazón al escuchar ese leve gruñido de placer.

Si no fuera falto de color (Por ser albino) le huirían todos los colores del rostro pero solo se retiró dejando espació entre ellos en ese largo sillón.

 Su imaginación, como solo Sueño la tendría, era ilimitada. Desarrollando una escena donde, entonces, por su retirada era nuevamente atraído con un jalón a sus vestiduras: Una larga túnica blanca sujeta por un cinturón grueso de tela ajustado al nivel del ombligo que dejaba descubierto buena parte de su pecho blanco que no revelaba nada más que la parte del centro donde reposaba su collar con el gran atrapa sueños con plumas blancas perdiéndose entre tanta blancura. Era atraído, pues, y él solo se dejaba hacer conociendo lo que sucedería a continuación. Puso sus manos sobre el pecho del atractivo ángel que, igual que él, usaba blanco pero un traje completo, formal como los usan los humanos, con todos sus detalles en el mismo como si representará la inocencia que alguna vez tuvo.

 Las manos sobre el pecho ajeno fueron alejadas por el rubio quien solo lo hizo para besar el dorso mientras comentaba.- No seré gentil siempre.

 Su imaginación era muy buena como para no idear a un Lucifer menos severo con sus respuestas y con el actuar menos elegante.

Lucifer no se le tiraría encima como él, en el fondo de su corazón y morbo, desearía porque aquel no perdería la elegancia característica ni en esos momentos lo que lo hacía pensar que lo hacía a propósito para hacerse desear y que fuera él quien se rebajara a suplicar que le tocase de manera inapropiada.

 

¿Quería verlo suplicar?

Si se tardaba más en tocarle…

 Lo haría de rodillas.

 Esa falta de espacio entre los monarcas de sus propios reinos estaba por hacerlo quebrarse de la excitación. Ahora los labios ajenos hacían algo además de sonreírle con suficiencia, dedicarle palabras mordaces y hacerlo enloquecer por tener el tacto de estos sobre los suyos: Finalmente lo besaban. Un contacto tan suave que poco a poco se hacía profundo hasta que tuvo su lengua en la comisura de su boca amenazando con entrar y él dejándole el libre tránsito. Cuando lo hizo el sabor del tabaco de antes, un leve picor que no lo desalentó a seguir ese toque.

Si respirará, si la necesidad fuera más fisiológica que imaginaria para adaptarse a la mirada del ser que lo mire, estaría luchando por un poco de aire en ese beso frenético. Hasta la compostura perdió pues su sentar elegante se desechó mientras más se acercaba al de ojos ambarinos; este seguía sin interrumpir su porte, ni siquiera para un beso tan húmedo como el que ya estaban sosteniendo donde los caracteres tan dispares: Morfeo, antes tan orgulloso que llegaba a chocar en egos con el señor del infierno, ahora sensible; se derretía con el fuego que solo se avivaba con los años que era Morningstar.

 

Con sus labios un poco hinchados se separaron; se arregló las mangas de su túnica. Seña de que hubo un beso solo quedo como un suspiro proveniente del mayor que se acomodaba la corbata. Cuando se volvieron a mirar a los ojos, después del silenció reñido con la música que se seguía escuchando fuera de la sala especial, a Oneiros le delataba el deseo en su mirada.

Lucifer no lo dejaba tan claro.

 

Cuando quería que la cosa fuera más ni su imaginación se lo permitía. Ahí siempre se cortaba su hilo pues había algo de culpa en el por sus pensamientos indecorosos.

 

Nunca llegó a materializar el acto del beso; cada vez que se cruzaba con el otrora rey era para terminar discutiendo los límites de sus reinos o, ahora que ya renunció el rubio a su trono, podía hablarse más o menos cordial hasta que el carácter del más alto salía a flote o las viejas rencillas los crispaban a hacerse dimes y diretes.

Solo su hermana mayor interviniendo diciéndoles “Niños chiquitos” y “Damitas resentidas” los podía parar.

Sin ella podían llegar más allá.

 

Pero sus verdaderos motivos para que riñan todo el tiempo además de una pelea constante de egos lo propiciaba su tensión sexual.

Era imposible no imaginarse cosas, no hacerse ideas, posibles escenarios donde la tensión de caracteres tan recios se desenvolvía y terminaban los problemas con una sesión como esa de fantasiosa.

 

No sabía Sueño de donde sacaba el valor para imaginarse cosas así, en público.

Ya siendo en su castillo, con todos los sirvientes interrumpiendo con preguntas tontas o peleas ridículas.

En medio de una junta con sus hermanos cuando quería ignorar por un momento los lamentos de Desespero y las extravagancias de Delirio.

 

O como ahora que tenían esa pequeña charla en el bar, cerrado a esas altas de la noche (¿O debería llamar mañana?) donde podían hablar sin el sonido de la música que a Lucifer tanto le gustaba ni las intromisiones de personajes que quisieran hablar con el dueño.

Ahora, solos, incluso se daba su tiempo para imaginarse cosas así con el Lucifer de sus sueños y no con este de carne y hueso que lo miraba con… ¿Recelo?

 

Enfocó mejor la mirada de ojos por estrellas en la de oro líquido frente a él.- Enojo se asoma en tu mirada, estrella de la mañana, ¿qué te lo causa?

 

Lucifer dejaba caer la ceniza de su cigarro sobre el cenicero de cristal que tenía frente. Estaban sentados en sillones individuales con una mesa baja entre ellos. Lucifer vestía sus acostumbrados trajes, este blanco como el que se imaginó, sentado en una pose que denotaba su superioridad y lo hacía ver más arrebatador que antes. Morfeo en cambio era menos pretencioso al usar ropa de humano, una simple playera gris con un cárdigan negro que le quedaba grande además de jeans y zapatillas negras resaltando todo su albinismo.

 

El rubio contestó- Te he hecho la pregunta tres veces ya.

 

- Discúlpame, señor de tinieblas, ¿Cuál era tu pregunta?

 

- ¿En quién piensas tanto que parece que tus ojos dejan de brillar? Es estremecedor que las estrellas cesen de brillar. Solo algo importante las opacaría.

 Sueño se toca un poco los rizos, nervioso, sin saber que decir por primera vez pues estaba atrapado. Dejó caer su mano sobre los brazos del sillón.- Prosigamos con el asunto que nos trajo aquí.

 - Sigamos. Soy el asunto: Atiéndeme.

 Eso podía dar pasos a malas interpretaciones. El caído se acercó más a la orilla de su sillón para apagar el cigarro en el fondo del cenicero.

 - Lo estoy haciendo, lucero del alba.

 - No te veo.

 Un poco más enfurruñado, no tanto como para sacarle la vuelta por completo al mayor, se pasó las manos nervioso por el cárdigan, como inspeccionándolo.- ¿Qué deseas que haga?

 - Lo que tanto piensas, mi dulce Morfeo, quiero que lo transformes en realidades.

 La expresión de desinterés en el albino se transformó a una llena de nervios. Ruborizado como estaba, se llevó la mano al cuello antes de expresarse con mayor rudeza.- Esto no es manera de empezar una pelea…

 - Por cosas menores se ha empezado una guerra, Teje historias. Unos la comienzan por una mujer ajena y no por la perversión de su imagen.

 - ¿Perversión?

 - Te rebajaste, Sueño. Como un tonto mortal que sueña con el platónico, que se toca con esas ideas. ¿Tenías que degradarte de ese modo? ¿Tenías que hacernos esto? Utilizaste mi imagen como desquite a tus deseos, me denigraste utilizándome en tus fantasías. Eso déjaselo a los que no pueden tener nada, tu que tienes todo ¿te desgastas así tu tiempo? El que seas eterno no quiere decir que debas tomarte tiempo para idioteces así.

 Morfeo estaba perplejo. Hasta abrió un poco la boca, temblando ligeramente, puso sus manos sobre los brazos del sillón como si en cualquier momento se impulsará para levantarse y salir corriendo.

Algo estúpido cuando puede materializarse donde la plazca.

Como en la Luna.

Donde pueda gritar a todo pulmón del miedo de haberse descubierto y que el otro no lo alcancé.

Pero se tranquilizó.-… ¿Cómo lo sabes?

 - Porque puedo escuchar tus pensamientos. No es la primera vez que lo hago, he escuchado los versos que me dedicas y, si al principió los deje pasar por considerarlos comunes ya que todo el mundo alguna vez me halaga de esa forma, ahora ya no, ya resulta perturbador que lo hagas cada dos por tres además de que le estás subiendo un poco el nivel a tus fantasías. ¿Qué sigue? ¿Yo sobre un caballito? Ni siquiera pretendas que no sabes a que caballito me refiero.

Además, no creas que únicamente porque pueda leer tu mente advierto lo que piensas.

Das las señales que todo humano prendado de amor da: Te cuesta trabajo hablarme, cuando lo haces intercalas honoríficos para disfrazar tus ganas de llamarme amor, tiemblas si te tomó por sorpresa incluso cuando nos citamos en mi bar, se te va la cabeza por otro lado cuando te hablo y tus ojos brillan más cuando me ves. No finjas más: Tú me amas.

 

CuentaCuentos se levantó precipitadamente. Entre furia y vergüenza se debatía; no tolero más los sentimientos que termino retirándose sin pensar en el otro que no se molestó en seguirlo.

Sorprendido también de ser aprehendido en ese pequeño, insignificante, desquite de su gusto.

Ni su mente ni pensamientos estaban a salvo de aquel que no podía parar de agredirlo de toda manera posible.

 

Y aun así lo seguía deseando como la primera vez.

 

Llegó hasta el corredor en donde no esperó a ser detenido.

Su diplomacia se quedaría de lado, no regresaría a excusarse. Solo se retiraría sin hacer ruido.

Tal vez daría la vuelta por ahí en vez de esfumarse a su castillo para esconderse bajo la cama que no usa; era Los Ángeles después de todo, la ciudad que no duerme, así que no tardaría en encontrar ocupación hasta que juntara valor para ir a ver a su hermana mayor y contarle todo.

Sabía de antemano lo que le esperaba: Un regaño amoroso y después una caricia en el cabello.

 

Como si con eso curase todo.

 

El único ruido entonces fue un suave taconeo de suelas de zapatos de charol que sonaban contra el mármol. Casi se voltea pero lo último de su orgullo se lo prohibió considerando ya suficiente.

Aun si no estuviera bien eso de… Pensar de esa manera en él; no tenía el derecho de destaparlo de ese modo. Menos de burlarse de lo que siente por este; no podía creer que Lucifer en su soberbia podía hacerle algo así solo para saberse deseado.

Al menos no lo hizo frente a otros como suele hacer, como él se lo hizo hace mucho descubriéndolo frente a todos en el infierno.

Algo ya perdonado pero no olvidado.

Algo por lo que seguía esperando el golpe de regreso.

 Parece que ese fue: Hacerlo ver como un pervertido, menospreciar su amor e insultar lo que representa.

 

En serio lo desea.

Como loco.

 El taconeo paró; Morningstar no parecía ya dispuesto a seguirlo y eso lo lamento Teje sueños que tuvo que parar de caminar para escucharlo, presintió que tenía que escucharlo o lo lamentaría más tarde.

Ya lo hacía.

 

El lucero habló, a la par que encendía un cigarro nuevo. Podía imaginárselo, aun dándole la espalda, como con su pose de hombre dominante ponía el fuego contra la punta de su cigarro que sujetaba entre sus labios.

Quería ser ese cigarro.- No tienes por qué huir. Los hombres no hacen eso.

 

- No soy un hombre, soy un ente y puedo hacer lo que mi propia naturaleza indique.

 

- Pues esta naturaleza no te dejará sobrevivir más…

 

- ¿Más?

 

- Menos si te dice que te guardes lo que piensas y que todo sentimiento sea desechado para ser un autómata.

 

Morfeo miró encima de su hombro, desconcertado.- ¿Eso qué quiere decir?

 

Estrella de la mañana se cruzó de brazos mientras lo miraba fijamente.- Que no tienes trece años para masturbarte con mi imagen. Si quieres algo de mí hazme el favor de comportarte como alguien de tu talle. ¿Qué te cuesta venir a mí como un hombre adulto, apuesto, con etiqueta y un lindo obsequió como algún vino que conseguirás entre los sueños de tu gente? Ven solo, cuando haya cerrado, a ver que logramos de todo esto… Claro, si te acuerdas que si tienes necesidades conmigo es porque también eres hombre.

 

Por unos momentos el silenció imperó.

Morfeo cabizbajo.

Lucifer contrariado.

 

Sueño habló.- ¿Eso es una declaración…?

 

Solo fue una invitación, Oneiros, en una noche de copas pasa cualquier cosa. No necesariamente tiene que ser amor o algo parecido. Ya estamos viejos y no tenemos tiempo de ligoteo ¿qué mejor que un viejo conocido?  –Hablaba el ángel caído mientras regresaba al salón, con las manos extendidas al aire mientras proseguía su explicación.- Si te quiere quedar hoy, bien, tengo una botella bien conservada solo te aviso que estás obligado a traerme algo tan bueno la próxima.

 

El albino no se movió, ni un poco, miraba como el mayor seguía su camino.

Observaba fijamente la espalda del otro.

Los omoplatos que se notaban.

Esa espalda delgada pero fuerte.

 

Tal vez fue la insistencia de su mirada que el otro volteó cuando estaba en el umbral.-… ¿Vienes?

 

Más tardó en decirlo Lucifer que Sueño en encontrarse a su lado. Lo miró, con las estrellas en sus ojos brillando más.- Te prometo traer una buena botella, Lucifer.

 

La mano cálida sobre la suya, templada, provocó ligeros temblores en su persona acallados por la pronta intervención de un beso más caliente en sus labios.- No seré gentil.

 

Otro temblor. Esta vez por la mano en su…No, mejor no decirlo.

 

Dejará que al menos un sueño se haga realidad.

El suyo.

 

 

 

Notas finales:

¿Les ha gustado? Como ven no tenían que saber mucho del cómic, les señale todo lo importante. Espero que les haya ayudado y al menos una se interese por este. 

Les juro que no se arrepienten.

 

 


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