Rin.
—Hermano, ¡te odio! —gritó llorando—. ¡Te odio! Eres un insensible. Madre acaba de morir y tú quieres ir a estudiar a otro lugar.
—Es mi decisión y no la cambiaré por ti —declaré sin añadir más a la conversación.
—¡Estúpido hermano!
No me fui esa tarde, pero lo hice un año después. Me mudé de ciudad con mi abuela y Gou se quedó en casa con el abuelo, esperándome cada día y deseando que yo me hubiera equivocado. No sé cuándo se rindió o si no lo hizo, pero la volví a ver en el entierro del abuelo.
Ella estaba grande, había crecido sin que yo me enterara y ahí comprendí que, quizá, jamás debí abandonarla. Sin embargo, ¿qué iba a ser de mí? ¿Cómo se supone que yo iba a sobrellevar la muerte de mamá? ¿Cómo podía seguir respirando sin ellos? Gou era fuerte, lo superó rápido; yo no, yo era débil.
El miedo al rechazo, los estudios y mi carrera de modelo no me dejaron disculparme con mi hermana. Tal vez, sólo me excusaba a mí mismo. Sí tenía tiempo, pude haberla visitado, pude haberle llamado y nunca me atreví. En realidad, Gou no me alejó, fui yo quien se distanció para vivir en paz.
Y ahora estamos los dos dentro de una sala, sentados de frente y sin saber por dónde empezar.
—¿Cómo se llama? —preguntó de repente—. ¿Cuál es el nombre de mi sobrino?
—Sakura Nanase —contesté nervioso y sin mirarla a la cara—. Haru es su padre, el chico que te recibió.
—Es el modelo del cártel con flores de cerezo —comentó con una voz nostálgica—. Todavía recuerdo que llegaste a casa de nuestros papás y dijiste que querías convertirte en modelo porque ellos eran felices. El abuelo te dijo que estabas enloqueciendo, pero nadie te sacó esa idea.
—B—Bueno, era un niño de trece años —balbuceé, avergonzándome de lo ingenuo que era en esa época.
—Oh, es una excusa inusual —murmuró Haru detrás de mí.
—¿Qué haces? —cuestioné, levantándome del sofá—. ¿Por qué estás escuchando las pláticas ajenas?
—Porque Sakura quería conocer a su tía —anunció, encaminándose en dirección a Gou para entregarle a mi hijo—. Rin, cálmate, no le hará mal que ellos convivan. Son familia.
Gou cargó a Sakura con una gran sonrisa en su rostro y lo acunó en sus brazos tiernamente. De inmediato, él comenzó a acariciar sus mejillas, como si estuviera reconociéndola para nunca más olvidarla.
—Es precioso, hermano —susurró emocionada al notar que Sakura la aceptaba—. En serio, es un niño tan lindo y gentil.
—Sí, heredó la personalidad de Rin —canturreó Haru, orgulloso de nuestro pequeño—. La familia Matsuoka debe tener los genes muy fuertes porque el color de cabello no cambia.
—Mamá era pelirroja, pero Rin es igual a papá —explicó mientras jugueteaba con los dedos de mi bebé—. Sakura también será como papá y Rin.
—Eso espero —murmulló Haru.
Quise charlar más con Gou para decirle cuán arrepentido estaba, pero no lo hice. Ella se entretuvo con Sakura mientras Haru preparaba la cena y yo me comía las uñas al pensar en el pasado; ese pasado que sólo me causaba dolor al recordar a mis papás. Si ellos no hubieran fallecido, ¿qué habría sido de mí y de Gou? ¿Me habría enamorado de Haru? ¿Sakura habría nacido?
—Rin. —Rodeó mi cintura y depositó un tierno beso en mi hombro derecho, como si estuviera reconfortándome—. ¿Qué te pasa? ¿Estás cansado?
—¿Te irás hoy? —inquirí, pegándome más a la encimera de la cocina.
—¿Necesito irme? —interrogó, ciñéndome a su cuerpo—. A Sakura no le gusta que me vaya, ¿a ti sí?
—Haru, ya hemos…
—Sí —afirmó, girando mi cabeza para plantarme un beso en los labios—. ¿Me puedo quedar, joven Matsuoka?
—Eres un tonto, Haru —expresé entre risas—. A Sou no le agradará la idea, pero está bien, duerme aquí.
—¿Sabías que te amo? —articuló agarrándome de la cadera para elevarme unos centímetros del suelo.
—¡Haru, no! —vociferé carcajeando, porque sí, era divertido verlo tan juguetón conmigo—. Estás loco, Haru.
—Por ti —aseguró, bajándome—. Estoy loco por ti, Rin —replicó como si no fuera suficiente una vez.
Él ha mejorado su carácter y se ha convertido en un hombre capaz de diferenciar sus pensamientos de los de su mamá o la sociedad. Ha aprendido a valorarme, a pesar de que en innumerables ocasiones me defraudó. Haru no es el mismo chico indeciso que primero pedía la opinión de alguien para responder una simple pregunta. Poco a poco se ha ganado el cariño de Sakura, pero ¿qué hay de mí? ¿Yo qué he hecho? Lastimé a mi hermana y ni siquiera me he disculpado con ella.