"Dentro de poco va a ser la segunda ecografía. ¿Estás emocionado?" Le preguntó Amber. "Imagínate, podrás saber si es niño o niña."
"No lo sé. He estado pensando mucho en eso..."
"¿Qué te gustaría que fuera?"
"No lo sé..."
"Nathaniel, piensa un poco más en ello. Yo preferiría que fuese una niña, pero no me molestaría tener un sobrino. ¿Tampoco viste nombres?"
"No, Amber. He estado ocupado pensando en que si vamos a Francia vamos a vivir en la calle si no consigo un trabajo."
"Te dije que puedes quedarte hasta que nazca el bebé, quédate aquí en Italia y críalo. Estarás lejos de Castiel, de nuestros padres. Estarás cerca nuestro."
"Tengo a mis amigos en Francia, Amber. No lo sé. Tampoco sé italiano ni he salido de aquí a ningún lugar además del hospital. Te agradezco de todo corazón que me aceptaras en tu casa con este problema, pero no creo que Italia sea el lugar en donde quiero vivir."
Amber parecía un poco decepcionada por ello, pero decidió acabar el tema ahí. Evidentemente Nathaniel quería volver a Francia.
Ella no podía hacer nada para hacer que se quedara, pero estaba segura de que él estaría mejor en Italia.
Pasaron los días en los que Nathaniel se sentía horriblemente mal. Se encontraba muy cansado y adolorido. Ahora, en el quinto mes, ya era mas dificil ocultarlo.
Nathaniel había estado tocando su vientre inconscientemente, pero algunas veces era totalmente consciente de ello. Y le gustaba. Mayormente porque siempre recibía una respuesta.
Al fin llegó el día de la ecografía.
Amber estaba emocionada porque le dirían el sexo del bebé. Pero Nathaniel estaba algo en shock.
Ese bebé ya no sería un extraño para él jamás. Ahora debería tener nombre.
Estaba pensando en ello de camino al hospital. Pero no tenía ningún nombre para él o ella.
No quería llamar a su hijo 'Bebé'.
Llegaron. Nathaniel no quería salir del auto, estaba temeroso, pero algo avergonzado de que miraran su vientre como si fuera un ser extraño.
El procedimiento médico Nathaniel se lo perdió cuando cerró los ojos. Quería abrirlos cuando todo eso acabace.
"Mira, Nathaniel." Le dijo Amber con la voz temborosa. Seguramente estaría llorando. El rubio los abrió poco a poco. "Ese es tu bebé."
El médico le señaló a su hijo. Y esta vez el rubio pudo distinguir cada parte de su bebé.
Sonrió como nunca, con una sonrisa sincera. No sabía si era él o las hormonas.
" ¿Qué es?" Preguntó Nathaniel al médico, pero si despegar la vista de la pantalla.
Era tan feliz en ese momento, aunque no cualquier clase de felicidad. Era una diferente, nunca la había experimentado.
Quería que ese bebé estuviese en ese momento con él. En sus brazos. No en su vientre.
Amber sostenía su mano, y él agradeció que la rubia apretara tan fuerte de la emoción, porque quizás todo eso era un sueño. Aunque no lo era, el dolor de la fuerza de Amber en su, ahora, débil mano, le permitía estar presente en ese momento.
La respuesta del médico cambiaría algunas cosas, pero no los deseos de Nathaniel de tenerlo pronto.
No despegó su vista de la pantalla, ni cuando el médico habló.
"Es niña."