El corazón de Nathaniel bombeaba como loco.
¿Qué debía hacer? Oh, claro. Respirar ¿Cómo se hacía eso?
"Tranquilo." Le decía Amber para relajarlo, mientras tomaba su mano. "Todo va a salir bien."
"Lo dices tú, porque no tienes un bebé de nueve meses, ni te lo están por sacar por cesárea."
Había llegado el momento tan esperado. El rubio no podía dejar de sudar, pensando en esos programas de médicos en los que las cirujias salían mal o las madres mueren en parto.
La cesárea programada le había atormentado durante meses. No estaba listo, si fuese por él la bebé estaría en su vientre para toda la vida. Aunque ¿Cómo no querer verla? Mallorie había estado moviéndose como loca esos meses, reaccionando a absolutamente todo. Nathaniel quería que la niña estuviese en sus brazos.
Era tiempo.
Amber debía quedarse en el pasillo mientras tanto, junto a Salvatore.
No podía creerlo, estaba ocurriendo. Debía decirles a todos.
Primero llamó a Priya, aunque de mala gana, aún trataba de dejar ir todos esos sentimientos negativos hacia la chica.
Ella le respondió alegre que quería hablar con Nathaniel lo más pronto posible y esperaba noticias de la niña.
Luego llamó a Alexy, que se encontraba más que emocionado, abrazando a la gata de Nathaniel como si fuese un peluche. El chico se daría el gusto de avisarle a Kentin, que sabía lo del embarazo con la aprobación de Nathaniel.
Ignoró el número de sus padres. A ellos no les importaba si el rubio estaba embarazado, vagabundo o muerto. No los llamaban nunca, ni en fechas importantes. Ellos no tenían derecho a saber si eran abuelos.
Su vista cayó sobre la letra C, y entre ellos el nombre del padre de Mallorie.
El pelirrojo no tenía contacto con ellos desde que fue a Italia. Amber había pensado que sería lo mejor, hasta ignoró las llamadas. Castiel luego dejó de hacerlas.
Presionó el nombre y luego 'llamar'. Esperó. Luego oyó su voz al segundo tono.
"Amber ¿Qué pasó? ¿Nathaniel está bien?"
"Hola para ti también." Dijo ella, sin saber qué decirle exactamente. Castiel suspiró.
"Lo siento. Es que no me atendían, pensé que era una urgencia."
"Si quieres saber... Nathaniel está en cesárea. Su hija viene en camino. Pensé que tenías derecho a saber, espero no haberme equivocado."
Un silencio le hizo a Amber preguntarse si Castiel seguía ahí. La respiración pesada le respondió.
"Gracias, Amber."
"No me agradezcas. No debería haberte dicho nada, Nathaniel va a matarme si se entera. Ha estado deprimido estos meses, aunque crea que no me doy cuenta. Trata de seguir adelante por la bebé."
"Lo siento mucho."
"No te debes disculpar conmigo."
"Dile a Nathaniel que lo siento."
"Cast-"
Colgó. Como un puto cobarde. Amber quería matarlo. ¿Cómo podía ser tan hijo de puta?
Ese chico no tenía ni un poco de respeto por Nathaniel ni por nada.
Miró a Salvatore, que se había quedado dormido. Él no era ese tipo de chicos, y se alegraba por eso. Ni siquiera recordaba los motivos por los que le gustaba Castiel.
"¿Familiares del señor Nathaniel?"
Una enfermera salió y Salvatore se levantó de su siesta. Ambos se pusieron alerta. La mujer les sonrió.
"La niña ya nació. Está sana, pero deben esperar unas horas para verlos."
"No hay problema, gracias."
Amber y Salvatore se quedaron un poco más en el pasillo, pero la rubia no podía aguantar más. Estaba tan ansiosa.
Su novio la abrazó y le besó el pelo.
"Es tarde, deberíamos ir a casa."
"No puedo, quiero verla."
"Vendremos mañana temprano, Nathaniel no va a poder moverse de aquí hasta mañana por lo menos."
"No quiero que esté solo."
"Dudo que se sienta solo ahora. Vamos, dormimos bien y mañana te traigo bien temprano."
Amber tardó en aceptar, pero lo hizo al final. Estaba muy cansada después de todo. Se dejó abrazar y caminó junto a su novio para irse del hospital.
En la mañana visitaría a su hermano y su sobrina.