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Belle Erreur por SiluetaDeCera

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Nathaniel despertó bastante adolorido. Tenía los ojos pegoteados y las mejillas húmedas. Solo así supo que había llorado dormido.


Pero no había tiempo para pensar eso eso. Miró a su alrededor, aun en el hospital. Había una enfermera revisando vaya uno a saber qué cosa.


"Mi bebé..." dijo en un susurro, apenas si podía hablar. Pero la enfermera le escuchó. Vio que estaba despierto, moviéndose algo desesperado. Ya sentía el vacío en su vientre, necesitaba sentir a su hija en sus brazos o iba a morirse. Sentía que iba a morirse si no la tenía. "Mi bebé..."


"Tranquilo, señor. Ahora mismo la traigo. Le ha estado esperando."


La enfermera se fue. Pero Nathaniel estaba seguro de que él hubiese ido más rápido.


¿Qué hacía aún ahí? Debía levantarse, llevarse a su bebé e irse a su casa. ¿Por qué Amber no estaba ahí? ¿Le había abandonado? Como Castiel. Todas las personas eran iguales. Siempre le dejaban.


¿Por qué la enfermera tardaba tanto? ¿Es que estaría secuestrando a su bebé? ¿Su bebé se había perdido?


Carajo ¿Eso era depresión post parto?


La mujer entró a la sala con un bulto cubierto con una manta rosada. Era tan pequeño que pensaba que debía ser un juguete.


Pero no. La mujer se la entregó y pudo ver que se trataba de una bebé. Su bebé. Tenía las manos diminutas y pelusa de color oscuro en su cabeza. Los ojos cerrados y la boca entreabierta. Respiraba tranquilamente, y se acurrucó entre los brazos de Nathaniel.


El rubio no podía describir lo que estaba sintiendo. Ella era suya, aunque fuese producto de alguien más. Era su hija, no importaba cuanto creciera, con quién se juntara o con quién se casara. Lo supo en el momento en que la sostuvo en sus brazos.


¿Cómo era posible sentir aquello con solo sostenerla?


Sonrió como nunca antes. No podía creerlo. Esa niña tan pequeña...


Quería congelar ese momento para siempre, deseaba tenerlo para toda la vida. Recordarlo a cada segundo.


Apoyó sus labios delicadamente sobre la cabeza de la bebé, aguantando las ganas de estrujarla en sus brazos. Su bebé reaccionó acurrucándose más y moviendo las manitos, como tratando de alcanzar a Nathaniel.


"Mallorie, te amo. Te amo, bebé. Con toda mi alma." Susurró solo para su niña, dejando besitos pequeños en sus manitas y en la cabeza. "Te amo para siempre."


Sintió que lloraba otra vez, y no lo evitaría. Acarició suavemente a Mallorie, reconociendo su pequeño cuerpo. Ella había estado en su vientre durante nueve meses, ella estaba ahora ahí. La misma niña que le pateaba o le hacía vomitar. La misma que reaccionaba a su voz y le daba los antojos más raros del mundo. La misma que le daba sustos increíbles cuando tenía hipo o cuando le despertaba a la noche. La niña que reaccionaba ante el llanto de su madre, el nombre de su padre y la voz de Amber.


Mallorie dormitaba en sus brazos, buscando el calor de Nathaniel como cuando estaba en el vientre.


"Nathaniel..." Dijo la voz de su hermana desde la puerta. Al rubio le costó despegar los ojos de Mallorie, pero lo logró. Miró a su hermana, que estaba llorando de la emoción agarrando la mano de Salvatore.


La rubia se acercó lentamente. Sin despegar los ojos de la bebé.


"Oh, Nathaniel... es hermosa." Dijo la rubia emocionada. No quería tocarla, estaba segura de que Nathaniel la quería con él en ese momento tan importante. Se dedicó a mirarla y estudiar sus movimientos. Reír cada vez que se movía, por ejemplo. Estaba tan feliz.


La enfermera se acercó.


"El horario de visitas a concluido. El señor Nathaniel puede volver a casa mañana."


Amber caminó a la puerta, en donde Salvatore la rodeó con sus brazos.


"Vendré mañana, Nath. Adiós, Mallorie."


La pareja salió y Amber estaba algo frustrada. Quería pasar más tiempo con su sobrina.


"Maldito tráfico, maldita alarma que no sonó."


"Ya, linda. La viste, y mañana podrán volver a casa."


El silencio se instaló en el auto y en el camino. Amber estaba pensando mucho, mucho. Estaba tan feliz por su hermano.


"Salvatore..."


"¿Hm?"


"Yo también quiero un bebé..."


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