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Belle Erreur por SiluetaDeCera

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Notas del capitulo:

Mil disculpas, no sé cómo compensarles por todo este tiempo.

Tuve problemas porque escribo los capítulos desde el celular y éste se me rompió por lo que estuve mucho tiempo sin poder escribir. Ahora tengo uno nuevo y les traigo dos capítulos por eso.

Quería hacer unos largos para compensarlo, pero se me ocurrió que escribiera unos rápido y, para compensarlo, unos extra luego del final.

Ya se vienen los últimos capítulos. 

 
Nathaniel sufriría un infarto. Pero Castiel no estaba lejos de eso también. Mallorie no comprendía nada, por lo que siguió jugando con el pelo de su padre. 
 
Jaló de más su cabello, haciendo que Nathaniel volviera a la realidad.
 
"¡Ay! No, Mallorie, suelta el pelo de papi." Separó sus deditos del mechón de pelo rubio. Luego volvió a ver a Castiel. "Hola..."
 
"Hola. ¿Puedo pasar?"
 
"Si, si. Lo siento. Pasa." Nathaniel cerró la puerta cuando Castiel entró. No soltó a Mallorie ya que comenzó a llorar cuando trató de llevarla a su cuna. Al parecer la gustaba estar en presencia de adultos.
 
La sostuvo en sus brazos y la meció un poco para que dejara de sollozar. Castiel se le quedó mirando, sin poder creer lo que veía. Era tan diferente a cuando vio a su supuesta hija con Debrah. Sentía que era suya, era algo que no podía explicar.
 
"Bueno..." Empezó Nathaniel, sin saber qué decir. ¿Cómo hablar de ello? Había deseado tanto tenerlo con él, y ahora solo quería que se fuera.
 
El silencio se hizo presente. Ellos no tenían silencios incómodos nunca.
 
Nathaniel sentía que debía hablar, pero no podía. El nudo en su garganta no lo permitía.
 
Castiel suspiró, derribó el muro que los separaba: "Te eché de menos."
 
Nathaniel no podía más. Unas lágrimas traicioneras bajaron por sus ojos al suelo. Estaba enfadado por dejarlas escapar, pero ya no podía hacer nada.
 
Mallorie miró a Nathaniel y luego a Castiel. Ella obviamente no comprendía la situación, pero no se sentía cómoda por alguna razón. 
 
Comenzó a llorar, provocando que Nathaniel tratara de calmarla de forma inmediata. 
 
"Shhhh, shhhh. Mallorie, todo está bien, mi amor. Deja de llorar." Dijo mientras le acariciaba la espalda y trataba de ocultar su cara de la mirada de Castiel.
 
No podía evitarlo, quería llorar junto a Mallorie. Trató de retener las lágrimas el tiempo suficiente. Le dio la espalda a Castiel.
 
"Ya vuelvo." Dijo mientras caminaba a la habitación de invitados, en donde padre e hija dormían. Se sentó en la cama y se llevó a la niña al pecho, en donde le acarició la espalda y besó la cabeza, susurrando que dejara de llorar. Rogando que se tranquilizara.
 
Aunque no lo logró. La niña continuó llorando. 
 
Nathaniel no podía más con ello. Se puso a llorar junto a su hija, sin poder contenerse un segundo más.
 
 Odiaba estar solo, cuidarla solo. Odiaba no poder ser un buen padre para ella, odiaba no poder olvidar a Castiel. Odiaba el hecho de tener que olvidarlo para ser feliz. Odiaba no poder ser completamente feliz a pesar de tener a su hija. Odiaba que su corazón, que en gran parte pertenecía a Mallorie, también perteneciera al pelirrojo.
 
"Te amo, Mallorie. Por favor, deja de llorar. No quiero llorar más tampoco yo. Por favor." 
 
Se quedaba sin respiración, quería llorar hasta secarse por completo. Quería gritar. Eso no podía estar pasándole a él.
 
 ¿Por qué? ¿No había tenido suficiente con su padre? ¿Con Debrah? ¿Con haberse enamorado del chico malo del instituto?
 
Mallorie dejó de llorar, pero no Nathaniel. El rubio besó a su hija, que se había dormido, y la acostó en su cuna. Luego se sentó en el suelo, apoyando su espalda en la cama. Sin dejar de llorar.
 
Cerró sus ojos tratando de olvidarse de todo. Pero unos brazos le recordaron que no podría olvidar nada.
 
Castiel le abrazó con dulzura, algo completamente extraño en él. Pero se dejó abrazar. 
 
Esos brazos cálidos que tanto extrañaba.
 
"Lo siento, Nath." Susurró con una voz dolida. Nathaniel no había escuchado esa voz nunca, y le partía el alma. Le abrazó de vuelta, fuertemente. Ambos se fundieron en un abrazo perfecto. Estaban tan cómodos juntos.
 
"Yo también lo siento." Dijo el rubio soltando unas lágrimas más. Odiaba estar llorando tanto, pero no podía hacer nada.
 
Castiel besó el pelo de Nathaniel y se separó ligeramente del chico. Tanto para mirarlo a los ojos.
 
"Quería venir antes."
 
El rubio negó con la cabeza mientras se limpiaba las lágrimas.
 
"Amber te habría sacado a patadas. Ella no te quiere aquí."
 
 El silencio los consumió. Nathaniel estaba feliz por tenerlo ahí, con él y con Mallorie. Pero no sabía qué sentía Castiel.
 
"¿Tu me quieres aquí?" Preguntó el pelirrojo. 
 
Nathaniel ni lo dudó, no tenía nada que perder.
 
"Te quiero. Y lo que más quiero es que te quedes, pero no voy a obligarte a hacerlo."
 
Mallorie necesitaba a su otro padre, pero Nathaniel sabía cuidarla sin alguien más con él. El rubio podía hacerlo solo, pero no quería. 
 
No sabía qué estaba pensando el otro, y estaba muy nervioso. Y quedó sorprendido cuando los labios de Castiel se unieron a los suyos en un beso tierno y dulce. 
 
Cerró los ojos y disfrutó del efímero beso, anhelando otro cuando se separaron.
 
"Yo también te quiero, Nathaniel. Pero tengo miedo de cargarlo todo."
 
"Yo también tuve miedo, y aun lo tengo. No quiero hacer algo incorrecto, algo que afecte a Mallorie. Tengo miedo de ser mal padre, tengo miedo de no ser suficiente. Pero así son las cosas, y tenemos que superar todo eso."
 
Volvieron a estrecharse en brazos, deseaban ser uno solo. 
 
"Quédate con nosotros..." Susurró como una brisa. Algo hizo presión en el pecho de Castiel.
 
El pelirrojo volvió a besarlo, pero esta vez, como si pudiese atarlo a él para siempre.
 
"Mallorie también quiere que te quedes." Dijo Nathaniel suavemente.
 
Castiel volvió a besarlo.
 
"Yo también quiero quedarme." Dijo finalmente el pelirrojo.
 
Y volvieron a besarse. Hacía tanto tiempo que no sentían los labios del otro. Ese sabor único, ese calor tan inmenso que sentían dentro de ellos. Sus mentes estaba llenas del otro, el mundo a su alrededor no existía.
 
Se sumergían en un mar. Se estaban ahogando en el otro, en sus besos, en sus manos.
 
Pero un llanto les interrumpió. Mallorie últimamente estaba muy llorona, Nathaniel estaba seguro de que ella sentía que él estaba triste y por eso ella lloraba con él.
 
 Se separaron y se levantaron para ir a ver la cuna de la niña. Nathaniel la levantó y meció en sus brazos tratando de calmarla.
 
"Shhhh, Mallorie. Todo está bien, mi amor." La niña no estaba olorosa y le acababa de dar de comer, todo parecía en orden, salvo por ese llanto estruendoso.
 
La niña se calmó cuando encontró el pelo de Nathaniel y comenzó a jugar con él. Ahora el rubio estaba feliz, entonces se rió  otra vez, como cada vez que Mallorie jugaba con cualquier cosa.
 
Castiel veía la escena con los ojos brillantes. Era completamente diferente a Debrah y su hija. 
 
Ellas no jugaban de esa manera, Debrah solo le daba juguetes y le dejaba hacer lo suyo. Si, en algunos momentos jugaban juntas, pero nada comparado a Nathaniel y Mallorie. Ellos parecían los seres más felices en todo el universo. Como si fuesen inseparables, uno solo. Se necesitaban cerca y eso podían notarlo todos. Castiel también lo veía, y lo adoraba.
 
El pelirrojo caminó lentamente a ellos, algo tiraba de él para estar más unido.
 
Nathaniel separó a Mallorie de su pelo. La observó con dulzura, tan hermosa. Luego se acercó más a Castiel y le extendió a la niña, invitándolo a tomarla.
 
Los ojos gris tormenta se vieron algo inseguros, pero al final la tomó en sus brazos para alzarla.
 
Era tan pequeña, Castiel se sintió en paz al sostenerla. Se sintió profundamente conectado a ella, como si la hubiese conocido desde el minuto 0. Estaba enamorado de sus ojos ámbar, su mirada curiosa y sus manos que se movían pidiendo cercanía. Y si Mallorie jugaba con el pelo de Nathaniel porque estaba más largo, enloqueció con el pelo de Castiel, que era de un gran largo.
 
 La niña alcanzó un mechón y tiró de él suavemente. El rojo de su pelo le atraía enormemente porque nadie tenía el pelo de ese color. 
 
Castiel sonrió por la ternura de la bebé. Tenía el pelo negro que él tenía bajo la tintura, y nunca se había puesto a pensar en lo bonito que era ese color. 
 
"Hola, Mallorie." Dijo el pelirrojo con una sonrisa cuando la niña le tocó la cara con ambas manitos. La bebé estaba sonriendo mientras le miraba, luego miraba a Nathaniel, que miraba enternecido la escena, y luego volvía la vista a Castiel.
 
"Soy yo..." Le dijo mientras la niña le tocaba la cara y se entretenía con la barba que comenzaba a creer y apenas se notaba. "Soy papá."

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