"No jodas, Nathaniel. ¿Estás...?"
El rubio asintió con el corazón en la garganta. Ya no había vuelta atrás, estaba oficialmente embarazado. Ahora su hermana sabía y no había vuelta atrás.
"¿Y Castiel qué..?"
"No lo sabe."
"¿No se lo has dicho?"
"No puede saberlo. Va a odiarme. Debrah le dijo que estuvo embarazada y ahora Castiel fue a ver a su hija. Pero odia a Debrah más que nunca por ello."
"¿Y no crees que te odiará cuando descubra que estás embarazado y se lo ocultas? Estás haciendo lo mismo que esa zorra."
"Pero es diferente. No quiero que Castiel me odie, él no tiene por qué enterarse."
"¿Y qué vas a decirle? ¿A que se supone que viniste a Italia?"
"Le dije que estabas enferma y que vine a cuidarte."
"Grandioso, eres un imbécil."
" ¿Que querías que hiciera. Tengo miedo, Amber. Hay un bebé dentro mío."
"Exactamente. Un bebé no es algo que se tome a la ligera. No le diré nada a Castiel. Pero ¿No tiene derecho a saberlo? Ese niño es producto de sus estupideces, también es el responsable."
"Amber, no quiero tenerlo. Soy demasiado joven para tener un hijo."
"¿Vas a dejar que crezca sin un padre?"
" Ni siquiera sé si va a quedarse conmigo. Puedo darlo en adopción, hay mucha gente que no puede tener hijos y busca uno."
"No puedes privar a Castiel de elegir lo que es bueno para su bebé."
"Ya tiene un bebé, no necesita otro."
"Ese bebé tiene vida. No puedes infravalorarla solamente porque aún no nació."
"Tengo dieciocho años, soy un estudiante. No puedo hacerme cargo de un bebé. Dios mío, Amber. Soy un hombre, no debería estar embarazado en primer lugar."
"Pero lo estás, no puedes hacer nada. Debes hacerte cargo de tus errores."
Amber tuvo la última palabra. Pero es que si hubiese sabido antes que podía embarazarse no hubiese sido tan estúpido. Se habría cuidado, no era su culpa que a su 'pareja' no le gustaran los malditos condones.
La conversación acabó con la llegada del silencio. Los ojos de Amber se llenaron de lágrimas. Nathaniel lloraría si ella lo hacía.
La última vez que había llorado junto a Amber había sido cuando su padre cruelmente les dijo que Santa Claus no existía. Nunca pensó que iba a volver a llorar con ella. Su hermana gritaba más que llorar, y Nathaniel era de los que lloraban en silencio o se aguantaban las lágrimas.
La rubia abrazó a su hermano con fuerza. No lloró, pero casi lo hace.
"¿Cuando te volviste tan madura? Yo era así en nuestra relación."
"No quería seguir comportandome como una niña."
"Gracias, Amber. No sé a dónde iría si me hubieses dejado de lado."
Amber le dejó la habitación de invitados, que tenía vista a la calle.
El viaje le había agotado. Se durmió hasta la hora de la cena. Luego de intercambiar palabras con su hermana sobre su nueva vida, se duchó.
Para luego volver a su nueva habitación para dormir.