Se despertó con mucha hambre.
¿Los bebés podían tener tanta hambre cuando solo tenían un mes y medio?
Estaba seguro de que no.
Tenía tanta hambre que creía que podría comerse cualquier cosa que tuviese su hermana en la casa.
Se levantó y se lavó la cara para despejarse. En la cocina ya estaban Amber y Salvatore, conversando en italiano.
Su hermana reparó en Nathaniel y le sirvió su desayuno en la mesa, junto a ellos.
"Buenos días, Nath."
"Hola." Dijo el rubio un segundo antes de devorar su desayuno.
Realmente estaba hambriento. Nunca había sentido tanta hambre en su vida.
¿Eso era normal?
"Y bien, Nath ¿El médico te explicó como es todo?"
El rubio se terminó el desayuno.
"Dijo que mi cuerpo tarda en procesar lo que me está sucediendo. Que será un embarazo difícil porque aún no estoy 100% preparado para ello."
Pensar en toda la dificultad que tendría le ponía los pelos de punta. Si ya a las mujeres le costaba, un hombre aún no preparado...
"¿Alguna otra cosa en particular?"
"Bueno, que debo cuidarme mucho. Debo ir a ver a un médico especializado en eso. Hay uno aquí, ya lo investigué."
"¿Y sobre Castiel?"
"Olvídalo."
"Puto cobarde."
"Amber, no tengo tiempo para esto ahora. Primero voy a consultarlo con el médico."
"¿Y no con el padre?"
Antes de decir algo, el teléfono de Nathaniel comenzó a sonar. El rubio vio la pantalla para encontrar con una llamada del rey de Roma.
"Es Castiel." Le dijo a su hermana. Ella se vio más enfadada y dejó que su hermano se levantara para ir a la habitación.
Contestó apenas cerró la puerta.
"Hola." Dijo nervioso.
"Gracias por llamar apenas llegaste, eh."
"Lo siento. Lo olvidé por completo."
Sonrió pensando en Castiel preocupado por no haberle avisado de su llegada a Italia.
"Estuve esperando tu llamada. Tenía la ilusión de una conversación...interesante."
Su sonrisa se desvaneció. Claro, lo había olvidado. Solo tenían relaciones sexuales ¿Por qué se preocuparía?
"¿Nathaniel?"
Castiel nunca lo acompañaría. Nathaniel debería enfrentar eso solo. Ese bebé nunca tendría un 'padre'.
"¿Nathaniel? ¿Estás bien?"
No se preocupaba por su bienestar. Solo se preocupaba por su cuerpo, porque le gustaba tener sexo con él.
"¿Sigues ahí?"
Y nunca se preocuparía por su hijo.
Se aclaró la garganta.
"Si, lo siento. Debo irme."
"Pero no hemos hablado nada."
"Amber se siente mal."
Nathaniel se dio cuenta de que la puerta estaba abierta y que Amber estaba apoyada en ella, escuchando la conversación, por lo menos desde la parte de su hermano.
"Está bien. Hablamos luego."
"Adiós."
Y colgó. Amber lo miraba fijamente.
"Cobarde."
"Ve y dile tú a Castiel que estoy embarazado de un hijo que él no quiere y nunca va a querer."
"Eso no lo sabes."
"Claro que lo sé. Castiel solo me quiere por mi cuerpo. Tiene dieciocho y Debrah tiene una hija con él. Le estoy haciendo un favor."
"Solo estás haciendo tiempo. Mientras más pase, más posibilidades hay de que Castiel te odie."
"Cierra la boca. No tienes idea de lo difícil que esto es para mí."
"No, no tengo idea. Pero hay algo que sé: Castiel está odiando a Debrah por ocultarle a su hija ¿No estás haciendo tú exactamente lo mismo?"
La rubia abandonó la habitación, dejando a Nathaniel con el celular en la mano y los ojos llenos de lágrimas.