Despertó, cuando algunos rayos de sol se colaron por su ventana. Se estiró y levantó con pesadez, lenta y sistemáticamente, tal y como lo hacía cada día. Suponía, serían pasadas las 8, nadie había ido a despertarlo, ni siquiera Will, cosa que le resultaba extraña, pues normalmente, el otro chico se la pasaba más en la habitación de Jem, que en la suya propia.
Una vez vestido, se dispuso a ir a buscar a los otros, no estaba seguro de dónde estarían. Probablemente Henry estaría en su estudio, Jessamine seguiría en su habitación, Charlotte seguro estaría revisando papeles en algún lado, Tessa...Bueno, en realidad no tenía idea de dónde estaría Tessa, pero algo le decía, que William estaría en la Biblioteca....William, el solo hecho de pensar en él, lo ponía nervioso y sentía su corazón acelerarse.
Desidió ir a la biblioteca, y efectivamente, lo entontró allí, sentado en uno de los viejos sillones, junto a la ventana, abstraído en el libro que estaba leyendo; Jem, hizo un leve esfuerzo por ver de qué libro se trataba, en eso, Will levantó la mirada del libro, una leve nota de sorpresa en su rostro, sus ojos azules se clavaron de lleno en los grises de Jem, y una sonrisa burlona se formó en sus labios. Jem intentó sonreír, evitar que su corazón se acelerase más, pero es que, Will era tan hermoso, "Es como un ángel que ha caído del cielo" Pensó por un momento, sin notar la mirada insistente que permanecía sobre él.
-¿Qué sucede, Jem? ¿Por qué me miras así?- Preguntó William, inquisidor, antes de añadir
-Por el ángel, James. Ya sé que estoy jodidamente guapo, pero no me mires tanto ¡Me vas a desgastar!- Dijo de manera dramática, cerrando el libro y colocandolo a un lado.
Al escuchar tal comentario, Jem reaccionó de su ensoñación, un leve sonrojo en sus mejillas, que, claro está, en él, se notaba a leguas.
-Oh callate William. Nadie pensaria eso de ti- Señaló.
-Yo no diría eso, hay muchos que lo piensan- Se levantó, mostrándose orgulloso, Jem susurró algo por lo bajo.
-No todos tenemos tan mal gusto, como Gabriel Lightwood- Dijo Jem, sonriendo, pasando de Will, para tomar el libro que éste había estado leyendo.
William hizo una mueca de disgusto.
-¿Alicia en el País de las Maravillas?-Preguntó sosteniendo el pequeño libro.
-Y alicia le preguntó al conejo blanco "¿Cuánto Tiempo es para Siempre?"- Comenzó a citar Will, pero se interrumpió, jem, continuó la cita en su mente:
-¿Lo conoces? ¿Verdad?-Preguntó Will, con una sonrisa, una verdadera sonrisa.
-¿Por qué lo dices?- Preguntó, más por distraer su mente, que por la respuesta en sí. No podía dejar de pensar en lo hermoso que le parecía William, en preguntarse cómo se sentirían, esos labios sobre los suyos.....
-Lo conoces-Afirmó el pelinegro.
-Sé que lo haces, lo he visto en tus ojos, has completado mí cita en tú cabeza- Adivinó Will, Jem sonrió, claro que lo conocía, lo había leído por will.
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Narra Will.
Al amanecer, fuí a la habitación de Jem, entré sin despertarlo, y acerqué una silla a su cama y me senté ahí, junto a él, observandolo.
Era tan hermoso y tan frágil, me negaba a creer, que antes de que pudiera si quiera imaginarlo, él ya no estaría a mí lado......Que el "Nosotros" pasaría a ser "Yo"
Suspiré resignado, era algo para lo que creía estar preparado, pero el dolor me parecía insoportable, quería besarlo hasta el cansancio, quería decirle que lo amaba hasta que las palabras murieran en mis labios, queria pasar cada segundo a su lado, lo quería a él.
"Pero no es posible" Me recordé a mí mismo, sólo podía herirlo, si lo amaba, sería peor para él. Jem era más que un deseo, más que una tentación, más que mí parabatai, era la persona a la que amaba, era algo que yo jamás podría tener......
-No sabes cuánto te amo, James Carstairs- Murmuré a su oído y me fuí, al único lugar donde me sentía tranquilo, en compañía de los únicos amigos, con los que podía ser sincero, los libros....
Y había estado ahí, perdido en el mundo creado por Lewis Carroll, cuando lo sentí, no hacía falta que lo viera, para saber de quién se trataba.
Un comentario aquí, otro por allá, un leve sonrojo en sus mejillas, que hizo que mí corazón se acelerara, que me obligó a intentar mantener la calma.
Todo pasó tan rápido, no supe qué me pasó, mí lógica pareció irse de vacaciones, sabía que no podía, sabía que estaba mal, pensé que tal vez me odiaria....Pero lo hice, me acerqué a él, lo tomé por la cintura, lo acerqué a mí, él estaba desconcertado, ni siquiera se movió.......
Entonces lo hice, probé sus labios, me dejé vencer por la tentación, era como un dulce veneno. Los labios de Jem, eran dulces, pero yo era veneno para él y aún así, no se alejó, me correspondió el beso, un beso suave, lento, quizá hasta inexperto.
Me separé de él, su respiración estaba más agitada que la mía, su rostro rojo, por la vergüenza, pensé.
Pero eso no duraría de más, tan rápido como nos separamos, Jem prácticamente salió corriendo del lugar, entonces fuí conciente de mí error.
-Joder, bien hecho William, la jodiste de nuevo- Me reproché a mí mismo, pero no fuí tras él, sólo me quedé allí, sintiendome culpable y estúpido. No quería perder a Jem, sólo por un estúpido error.
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