Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La boda de mi mejor amigo... Otayuri Yuri on Ice por konohanauzumaki

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No podría seguir siendo solo tu amigo, ¿O sí? 

Tengo dieciséis años, pero me he comportado como un niño. Huir para no afrentar lo que, sabía que me iba a hacer perderte. Pero, aun así, lo hice, y me oculté en esta mansión, solitaria. Mientras pienso que podría marcharme y ya no importaría, pienso que jamás vi las arras de esa cajita. Era mejor así, a machacarme más el alma.

Escuchando a la gente pasar, la música ensayar y el frío a mi alma llegar, percato que el tiempo final ha llegado ya: todo mundo sale al jardín, rumbo a celebrar aquél que será en adelante mi infierno personal. 
Entonces, tomo la decisión. Si de todos modos ya te perdí, ¿Qué caso tiene que siga comportándome como si no quisiera que fueras feliz, como si por hacer este berrinche, en ese altar, dejaras a Mila, así, sin más?

Como si, aún ahora, tú me pudieras amar...

 

Capítulo 4. "Decirte adiós". 

Sin salida o destino que pueda ver en el tiempo y los días, llego al jardín y veo el inicio de la ceremonia, con Mila caminando sobre un camino de pétalos rumbo a Otabek, quien está ahí, mirándola fijamente rumbo a recibirla. Ya no queda decir nada. Tomaré mi lugar, y, ese será el que, me seguirá bajo la misma luna.

La ceremonia da comienzo, y tú me das la espalda. Eso ya le es poco a mi partido corazón. Prefiero no pensar más, y, dejar que este instante se pase... Aunque, al llegar mi turno, no puedo hacer nada. No tengo los anillos, y, tú si, así que me dirijo contigo, subiendo al altar, y dándole por unos momentos la espalda a la novia... Y, no puedo evitar sentir de nueva cuenta ese vuelco y el recuerdo de lo pasado, aferrándose a mi mente, cuando tú, me entregas la caja, y, tomas mis manos entre las tuyas. Tus ojos y los míos, se funden, y es como si todos mis anhelos se reflejaran en tu cara...

—Yuri... —enuncias, y tomo la cajita, queriendo detener de golpe tal ataque a mi interior, y, me quedo mejor mirando la cajita.
—Vamos Yuri, danos las arras, para que Otabek y yo podamos casarnos —dice Mila, y, esa palabra acaba con mi fuerza y corazón...

No puedo más. No cuando se acerca el final. Me inunda el pánico, mi alma voltea a mirarte. Quisiera detener la boda; quisiera que no me doliera tanto el corazón... 
Quisiera que sintieras lo mismo que yo...

—Yuri... —enuncias, pero, no queda más... 
—Otabek... Lo siento...— exclamo, y, soltando mis lágrimas, me echo a correr por el camino de flores, a sabiendas que, te he perdido. Seré siempre tu amigo...

Pero, no quiero ser tu amigo... No cuando, lo único que quisiera es besarte... por primera y última vez. Cuando no quiero dejar de amarte... Cuando quiero solo ir a donde vayas tú...

Corro, con los ojos llenos de más y más lágrimas... No quiero estar más en el lugar donde, al hombre al que amo, voy a perder...

Me tengo que resignar. Esto tarde o temprano, iba a pasar. Porque nunca fuimos nada. Y así, le pido al chofer del auto que me trajo, que me lleve lejos de donde él esté, sin voltear atrás ni querer saber nada más de esa boda, de ese asesinato a mi corazón.

No puedo parar mi llanto, entre la noche que apenas empieza a caer. Aprieto con fuerza la cajita entre mis manos, y, cierro los ojos, recordando cuando se besaron por primera vez frente a todos. O cuando me pidieron ser su padrino de anillos. Todo ese pasado, no lo puedo dejar atrás.

Llegamos a París, y, le pido al chofer que pare cuando diviso cerca la torre Eiffel. Corro, una vez más, y, decido que arriba de ese lugar, podre gritar lo que siento, y dejarlo ir, hasta el final.

Cuando llego arriba, agradezco que casi no haya gente... Y me dirijo, a la ciudad luz, mirar. Duele tanto. Seguro ahora mismo, ya estarás casado. Y yo, jamás tendré ni un pedazo de tu amor...

Me pongo a pensar en todo lo que puedo haber sido y no será, y, a su vez, en lo que seré ahora o tendré que ser, en esta vida que seguirá sin ti.

Es gracioso, porque una vez mi abuelo me dijo que mi mayor bendición y para lo que había nacido, era para patinar... Y, justo ahora, si pudiera, daría a cambio todo mi talento, con tal de echar el tiempo atrás, y, siquiera confesarte lo que siento; tan solo, haber nacido para ti...

Tuve que perderte para comprender que estaba enamorado de ti. Tuve que mirar cómo besabas a otra persona, para sentir el dolor propio de ello en el alma. Beka, te necesito tanto ahora...

Siento como mi cara está empapada en lágrimas, pero no me importa. Hoy por fin dejo salir una parte de mí que siempre quise ocultar, por miedo al mundo y a mí mismo, pero que es tan real como mi alma al transparentarla.

El lugar vacío, y la noche tan callada y de agradable viento, inundada de un plenilunio de color anaranjado, serían aquellos que describiste esa tarde, como "un lugar perfecto". Pero de nada sirve que sea así, no cuando ahora eres el esposo de alguien más, y yo, seré el amigo eterno, que, una tarde frente a este sitio, rechazó tu amor... el que, ahora, desde este punto, solamente puedo, o debo, decirte adiós...

—Perdóname, Otabek... —susurro, con mi voz quebrada, reteniendo en mi mente tu cara sonriente al estar junto a mí, y quemándome todo el peso de los recuerdos de lo que rompí... Me siento tan desesperado, que aceptaría lo que fuera con tal de que este no fuera mi final, y contigo pudiera tener un nuevo inicio. Porque, he tenido casi todo, porque vivo demostrando que no necesito a nadie, y diciendo que el resto me da igual, pero, en toda la soledad que el hielo y la vida me han dado, ha sido tu alma la que ha llenado aquello que contigo he encontrado: mi corazón—. Por favor...

En ese cúmulo de sentimientos, aprieto mis puños, percatando al tiempo que en la derecha aún sostengo la cajita de los anillos. ¡No pueden casarse sin anillos! ¿No? Es como si me dieran una cucharada de oxígeno, que se esfuma al pasarme por la mente que en el mundo hay millones de anillos, pero que, solo existe una persona a la que amo...

Sin pensarlo, abro la cajita, para encontrar una pequeña nota doblada. Siento que se me va la respiración... Tuve semanas esos anillos y nunca me atreví a descubrir lo que tenía dentro la caja, presa del dolor de ver la forma en que ellos se unirían, con algo material. Las manos me tiemblan, y, sin ver las arras, cierro la caja quedándome la nota en las manos. 

¿Acaso será para mí? ¿será para Mila? ¿debo saberlo, o, quedarme con la duda?

Sostengo la nota, y, saco mi mano por el borde de la torre Eiffel, porque igual ya no tiene caso leer eso, no cuando sin importar lo que diga, el hecho de que Otabek y Mila se han ya casado, es una realidad. Pero, me gana la curiosidad, el anhelo de que llegue algo que mi corazón sabe que ya no va a llegar...

Y, al desdoblarla, encuentro una caligrafía perfecta que conozco a la perfección, y que, con tinta negra de pluma fuente, llena ese papel tan delicado... Algo que, solo pudo haber escrito él...

"Sabía que alguna vez abrirías esa cajita, porque eres tan curioso como un pequeño gatito... Lo que no sé es cuando lo harás.
Solo espero que no sea tan tarde que, este pequeño fragmento salido de mi interior no pueda ya importar.

Sé que estas arras representan un compromiso de por vida. Lo que no sabes es que, son mi última forma de poder recuperar lo que rompí aquella tarde. Te sonará tonto, pero, después de aquel día, la ausencia de tu presencia, no he podido soportar, por ello, cuando surgió esta idea, encontré en ella la expiación a mi debilidad. 
Es gracioso, que esto parezca una nueva confesión de amor, antes que un mensaje raro y oculto en los anillos que nos darás en unos días, cuando esté en el altar con Mila, ¿No? Quizás es solo que sí lo es, pero, al final, tu amistad me es lo más importante y no voy a romperla por mi estupidez.
 

Porque, después de ti... ¿Qué más puedo hacer? Me enamoré de ti, sin saber exactamente cuándo pasó, o cómo... Solo me perdí en la vida que tus verdes pupilas me daban, y, entre tus sonrisas, creí que ese palpitar en mi corazón, resonaba en ti y regresaba con la melodía de tu voz a mí... 
Hoy, tras esa tarde a los pies de la torre Eiffel, donde te fallé, sé que no es así...

Y, tengo la extraña creencia de que, cuando mi matrimonio se consume, tú puedas regresar a esas prácticas de patinaje a mi lado durante horas, o a recorrer las tiendas buscando la ropa que a ti tanto te gusta, mientras comemos helados de colores y escuche en tu nombre, el mío... Dejando escondido en mi interior este amor...

Por esto, por favor, entiéndeme y perdóname... Quizás el olvido dure más que este amor, o tal vez el tiempo hará el favor, y me llevará a solo verte como tú a mí, en un futuro que no sé hoy.
Solo quería que lo supieras, en mi cobardía por no poder decírtelo en persona. Y espero que cuando volvamos a encontrarnos, en la boda, podamos ser de nueva cuenta dos amigos a los que el patinaje unió...

Y ahora, solo puedo, como el hombre que de ti se enamoró, decirte adiós..."  

— ¡Otabek! — grito, con desesperación y con todas mis fuerzas mientras sigo llorando presa de tanto dolor, a todo París, a la noche, y a ese jardín donde esa tarde, perdí el amor...

No siento mi respiración. La sangre me hierve y en mis extremidades la percibo con un gran hormigueo que me recorre. Mi vista se nubla, y releo cada palabra, de un mensaje que tuve en mis manos, y que, no leí a tiempo. Mi cabeza me duele, y un frío sube por mi columna, paralizándome. 

— ¿Por qué...? Otabek... No puede, ser... No.... —declaro, atónito, y, sintiendo como se pierde mi vida en un instante... Lo perdí, cuando pude haberlo recuperado, y, ya nunca lo nuestro será... Quiero salir corriendo; quiero ir a buscarlo... Pero, es tarde ya... Me odio, y odio haber sido tan imbécil para no dejarlo marchar, para, esa tarde, no aceptar este amor que, siempre voy en mi a llevar... El precio de haber, a un ángel, sus alas roto al haberle esa tarde podido rechazar...

Mis lágrimas caen, mojando la nota, y, corriendo la tinta, borrando fragmentos de sentimientos que no se pueden recuperar... 
—No, no, por favor... No... ¡No! — exclamo, en ese sitio vacío, donde nadie ve mi sufrimiento, mientras quiero secar la nota, que, empieza a parecer un manchón negro—. No se borren, por favor... Por favor... — pido, mientras me dejo caer al suelo, sentándome y dejando a un lado de mi cuerpo la caja de los anillos, intentando secar el papel, en una acción por demás, inútil. Como es inútil intentar salvar el espacio que dejé entre nosotros...

Te perdí... Nunca serás para mí... Tú, el hombre que amo, Otabek Altin... 
Al que nunca podré dejar de amar...
Tú...

Sin esperanzas, abrazo a mi pecho aquel papel teñido de negro, envuelto en llanto, y sin sentir el alma, cuando, la luz de la noche se esfuma de golpe, y, el manto de estrellas parece ya no alumbrarme... A cambio, unos zapatos llenos de polvo, quedan cerca de los míos, y una mano grande y fuerte, temblando, se posa a mi frente.

—Sabía que alguna vez abrirías esa cajita, porque eres tan curioso como un pequeño gatito... — escucho, de la voz dulce y jadeante de él...
—O, ta, bek... —susurro, subiendo mi mirada, encontrando la tuya... Teniéndote a ti, ahí, frente a mí, con una sonrisa que jamás a nadie le había visto, la cual acumula el éxito, los sentimientos y la esperanza de una persona.
—Y ahora, solo puedo, como el hombre que de ti se enamoró, jamás ya decirte adiós…

Continuará… 

Notas finales:

Gracias por leer!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).