Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La boda de mi mejor amigo... Otayuri Yuri on Ice por konohanauzumaki

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

No podría no haber ido tras de ti, ¿Verdad?

Por más que acelero, no vislumbro en la carretera automóvil alguno, o señal que me haga saber que estás cerca, y que puedo alcanzarte. Me siento desesperado, y sé que daría lo que fuera, con tal de poder encontrarte ahora.

Me siento caer, triste, angustiado, porque he llegado a París y no doy contigo. No puede ser. Si en un lugar apartado no di contigo, menos lo haré en esta ciudad... Y aunque no me rindo, cuando llego a los Campos Elíseos y no te he encontrado, siento que el mundo se me viene encima y sé que he perdido toda oportunidad.

Entre las multitudes y la luna, más te echo de menos. No me queda nada, y, bajo de la moto cuando veo el sitio donde este tormento comenzó: el parque frente a la torre Eiffel... Me acerco, mirando a esta, imponente e iluminada, en una noche solitaria que ha sido sumamente caótica. Mientras veo unas parejas en el lugar, no evito no pensarte y pensar que te diré cuando te reencuentre, que si bien, creo que no será hoy ni mañana, si un día; uno donde quien sabe que pueda pasar...

Capítulo 5. "Cuanto antes..."

El césped y la brisa de la noche me acompañan en mis pensamientos. Pienso en ti, en lo que me has hecho sentir, y el pasado que no volverá, cuando despertaba temprano para poder verte y patinar, con la viva imagen de la libertad en tu figura y el rostro de un ángel volando con cada movimiento que al hielo le podías regalar.

Ojalá todo hubiera podido seguir así. Pero cometí ese error en este lugar, y, ya no hay redención. Me sumergí en la depresión propia del amor no correspondido y me dejé llevar más por mi corazón roto, que por los sentimientos que Mila tenía hacía mí, y los que tú jamás ibas a tener por mí. Fui egoísta y solo quise olvidar lo que sentía, para luego, hacer todo lo posible y no olvidarte, sino recuperarte. Fue un juego cruel que aumentaba con los días y que me hacía caer una y otra vez en mis propias mentiras, al unísono de pasar noche en vela y los días en la espera, de que, cual milagro, lo que había vivido a tu lado, se pudiera repetir.

No tuve valor para decir que "No", ni tuve el coraje para enfrentarte... No tenía alma para darme cuenta de que estaba mal, y no tenía más remedio de aceptar lo que no quería que fuera al final. Ese dolor en el pecho, ese profundo vacío; esas lágrimas en silencio, todo, por el amor al hada que volaba libre y me había dejado preso, en el sentimiento nacido para él...

Al final, solo pude seguir el camino al que mis estúpidas decisiones me llevaron, y terminar, cobardemente, confesándote mis sentimientos en un fragmento de papel con el símbolo de mi unión con alguien más, a quien he causado lo mismo que tú, sin quererlo, hiciste en mí. No puedo dejar que siga así...

Tomo mi teléfono y marco para hablar con la que, en un mundo donde no te hubiera conocido, probablemente sería ahora mi esposa... Uno, dos, cinco timbrados... Pasan diez y no creo que vaya a contestar; creo que...

— ¿Qué quieres?
—Mila... Gracias por responderme.
—Creo que es mera cortesía, al hombre que me ha dejado esta noche en el altar.
—Lo siento —respondo, pero, me extraña la voz apacible de Mila; como si no fuera ella. — Quizás no deba ser yo quien te diga esto, pero, ¿Estás bien?
—Si, lo estoy. Al final, duele y mucho, pero, me siento feliz por otra parte.
— ¿Por qué?
—Porque, me libraste de vivir una vida sin conocer el verdadero amor de una persona a otra —me dice, y suena emocionada. No puedo creerlo—. Al verte partir tras Yuri, entendí que, ese era el verdadero amor, aquél capaz de dejar todo por ir tras esa persona, y con ello, comprendí que ese no eras tú para mí, porque, el corazón me decía desde aquella vez que nos comprometimos, que no era mutuo el sentimiento en mi por ti.
—Lo, siento...
—No tiene caso te disculpes, además, la mayor parte de la culpa es mía, porque ese día que te besé, supe que sufrías por amor, y mi peor error fue creer que podría llenar el espacio que le habías destinado a alguien más. Siempre lo supe. Pero preferí seguir ese idilio, y terminar comprometida con un hombre maravilloso, pero que siempre correrá detrás de aquél al que ama, a aceptar que no era yo la persona para ti. Gracias por no haberme llevado a una vida sin poder conocer el verdadero amor.
—No sé que decirte Mila, jamás quise herirte, y fui un imbécil al creer que podría olvidar, al hacer sufrir al tiempo a alguien más. Perdóname...
—Quien tiene que perdonarse eres tú Otabek, por amar a Yuri al punto de lastimarte de esta manera y no saber detenerte. Pero eres un gran hombre, y, seguro que podrás pasar sobre esto y ser feliz. 
—Gracias Mila —le digo, y siento como una carga de culpabilidad y dolor enorme cae de mi cuerpo.
—No lo hagas, que, pasará mucho antes de que podamos hablar siquiera, pero, solo espero que estés bien. ¿Sabes? Él es un chico muy afortunado, y no lo solo por ser talentoso y majestuoso, sino por tener a alguien capaz de tirar su vida, por entrar a la de él.
—Mila... 
—Cuídate, Otabek, y, espero no te moleste que haga uso del viaje de luna de miel; me acompañará Sarah.
—Descuida; y, espero un día, podamos volver a hablar.
—Así será... Hasta luego...

Cuando escucho la llamada cortarse, guardo mi teléfono y descubro que estoy llorando. Nunca quise herir a Mila, pero jamás quise sentir tanto y aún más por Yuri. Estoy seguro que ella estará bien...Lo sé. 

Me pongo de pie, a sabiendas que es inútil seguir aquí, como estéril es buscar a Yura en un lugar tan enorme... Y, así, he aquí mi alma, mirando las estrellas que no me parecen tener brillo, habiendo perdido mi presente y futuro, pero jurando que, si te volviera a ver, te diría lo que siento, en serio; todo este amor que siento... 

Si supiera donde estás Yuri... Si te encontrara de nueva cuenta... Tan solo, yo...

“¡Otabek!” escucho en grito, y, aunque a la gente le parece no importar, a mi corazón le hace dar ello un vuelco, y, percatar de donde proviene, porque, no es necesario saber de quién es... 

Corro, con todas mis fuerzas hacía la torre Eiffel, y, desesperado, subo en su ascensor, que va lento, mientras me recorre la adrenalina y me siento mareado, pero esperanzado, porque, llegaré hasta ti. 

Cuando salgo del ascensor, noto que el mirador está vacío, y, buscando al rededor, te vislumbro, sentado en el piso, abrazando algo... con lo que, camino lentamente hacia ti, y, al llegar a tu frente, noto la cajita de anillos en el piso, y, que lo que tocas es la nota que dejé en esos anillos... No has percatado mi presencia, y no sé que decirte ahora que la búsqueda terminó... 

Porque, solo sé que quiero tenerte en mi vida para siempre, aunque, no sé si tú a tu vida me dejarás entrar... Pero, no tengo salida, y, tendiéndote mi mano, pronuncio para ti, las palabras que tanto me costaron escribir, pero que, con mi sangre fueron escritas, en la esperanza implícita de que tu interior pudiera tocar...

—Sabía que alguna vez abrirías esa cajita, porque eres tan curioso como un pequeño gatito... — digo, con voz jadeante, pero, sumamente feliz de que el destino nos haya reencontrado, mientras te tiendo mi mano, que siento como tiembla, para que tú la tomes. 
—O, ta, bek... —susurras, subiendo tu mirada, encontrando la mía... Teniéndote a ti, ahí, frente a mí, con una sonrisa perdida que me duele, que me niego a perder.
—Y ahora, solo puedo, como el hombre que de ti se enamoró, jamás ya decirte adiós... —agrego, notando como se dilatan tus pupilas y tomas mi mano, sin soltar el pedazo de papel que, se ha vuelto negro.

— ¿Cómo, me, encontraste? —preguntas, en un hilo de voz, mientras las lágrimas aún se escurren de tus ojos.
—El destino me trajo a ti...
—El destino, ¿Dices? —respondes e ignorando mi mano, te pones de pie, desafiante, mirándome de nueva cuenta, como si el pasado regresara a ambos y nos llevara a ese tiempo donde éramos dos simples patinadores que, se hicieron amigos... a raíz de aquellos ojos de soldado que nunca pude olvidar...
—Si, el destino que me trae a ti de vuelta para, una vez más, y prácticamente en el mismo lugar, entre el viento y el tiempo de esta noche, decirte lo que aquella tarde sentía y jamás deje de sentir...
—Otabek... No sigas —pides, con esa mirada profunda de tono verde, a punto de lágrimas, nuevamente, derramar.
—No Yuri, esto es algo que no puedo callar... No más... No cuando todo lo que siento está latiendo tan fuerte por tenerte a mi frente, no cuando tus ojos pedían a gritos que no me casara, ni mucho menos, cuando el sonido de tu voz me ha traído a ti.
—Entonces, creo que hay muchas cosas necesitas saber Otabek...
—Solo necesito saber una, y si no es la que quiero saber, hallare la manera de que un día, sea aquella que mi corazón quiere saber, Yuri...

Nos miramos, tan cerca, como si el resto no existiera, en un instante donde siento que todo lo puedo lograr y, tomo tu mejilla izquierda con mi mano derecha, tan cerca que, quisiera solo besarte, pero, decido a abrir mi ser, ya que, primero, tengo mucho que decirte...

—La primera vez que te vi, fue como contemplar los tonos del amanecer y del atardecer sobre un campo de primavera en tus ojos, y a su vez, la determinación de un hombre, de un soldado, en un chico tan delicado y majestuoso como tú lo proyectabas, y ello me cautivó. Todo... Tú sonrisa oculta al hacer algo bien, tu confianza y seguridad al patinar; tu libertad. Te admiraba, como aún lo hago. Entonces siempre quise alcanzarte, como patinador, y, como un amigo al que tener, pese a lo lejano que te podía ver. Y así pasó el tiempo, hasta que...
— ¿Hasta que qué? 
—Hasta que, un día al verte patinar, con la gracia, perfección y belleza que siempre proyectas, supe que eras la viva imagen del amor, al unísono de tus cabellos danzar al viento y tu sonrisa vibrar en cada uno de esos movimientos, dulce, eterna, y encontrando a mi ser, dándome las alas que me llevaron a comprender que, no dejaba desde tiempo atrás en ti pensar, o soñarte, o desear poder mirarte así de sublime, una vez más... más allá de la admiración... Allí, en mi corazón supe que era amor— confieso, y puedo ver el brillo en tus pupilas, y tu impacto, mientras sigo la declaración que ya no puedo callar.— Aunque estaba aterrado, lo acepté, pese a que somos hombres, a que éramos amigos, porque no podía culparme por haberme enamorado de ti, pero si me culpo, por no haber luchado por el amor que te tenía, y haberme puesto cobarde, en vez de haberle hecho desde un inicio caso a mi corazón, y vivir este sentimiento, aunque supiera que jamás iba a ser de dos.
—Otabek, eso... —susurras si apenas, temblándote la voz, y enganchado a mi mirada, nuevamente.

Y así, entre el extraño silencio de la noche de Paris, y nuestro momento de verdades, retomo las palabras que solo son la verdad.
—Porque, eres perfecto Yuri, con tu dulzura oculta y tu enorme corazón, y toda esa locura que corre en tus venas; con tu forma de ser ruda la cual oculta ese tierno chico que ama los gatos y estar a la moda; porque eres alegre, y hermoso... Y sé que jamás debí de dejar que mis sentimientos de dolor dañaran a Milla, ni dejar de luchar por ti cuando me rechazaste esa tarde en el jardín a nuestro frente, pero caí en la desesperación al pensar que tendría que dejar de amarte porque ya no podría estar donde estabas tú. 
—No sigas, detente por favor... —me pides, llorando, pero, aunque ello estruja mi corazón, no puedo ocultar ya lo que te amo y, desesperado, ansioso y develando mi ser, termino aquello que debe decirte mi interior.
—No puedo Yuri, no cuando al mirar tus ojos en ese altar, vi ese pequeño destello en tus pupilas, y, pensé en que tu huida no podía tener otra razón que no fuera la misma que le devolvía la esperanza a mi corazón... Por eso, no me importó dejar todo atrás, con tal de llegar contigo cuanto antes... Y cuanto antes, poder confesarte lo que siento... —respondo, y, tomando tu mano derecha, agrego lo que hay en mí, para ti—. Que, te amo Yuri...

 

 

Notas finales:

Gracias por leer!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).