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Entre lobos y omegas [OMEGAVERSE] por Walker_chan

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La misma noche del “pago”…

Cada movimiento que daba al caminar hacia que las heridas en gran parte de su cuerpo le lastimaran, sangrando por las heridas que aun no cicatrizaban en su tórax y brazos principalmente y tal vez alguna costilla rota. Guiado mas por su olfato que por su vista, intentaba dirigirse de nuevo a donde estaba su clan reunido tras el toque de queda.

Los lobos del clan Gris habían huido, esta vez ganaron sobre ellos, pero fueron los del clan Rojo quienes terminaron por llevarse al omega de ese año.

Se sentía frustrado y decepcionado de sí mismo. Era su primera misión como alfa fuera de las instalaciones de su clan y había fallado. No solo era porque el otro alfa con quien se enfrento era mayor y más experimentado que él. Le frustraba mas el hecho de que se trataba de un alfa mestizo, y él, él era un alfa de sangre pura.

Subestimo demasiado su potencial y el entrenamiento que había recibido. Le habían confiado esa importante misión, depositando sus esperanzas y creyendo que por ser un lobo negro puro podría lograrlo. Pero no era más que un chiquillo de once años aún, creyeron que al tener su primer celo antes del tiempo normal era una señal de que ya estaba capacitado para salir a batalla.

Ya podía imaginar el castigo que recibiría y no temía por lo que su líder le haría. Ese tipo le traía sin cuidado, le resultaba sospechoso que aunque fuese el líder, no saliese nunca a vigilar los alrededores o a batalla contra otros lobos; solo se quedaba tranquilamente en casa planeando nuevas estrategias. Está bien, no era malo, tenía muy buenas ideas, pero ese no era el caso.

Tenía miedo del castigo que le iba a dar su padre, suficiente tenia con esa pelea que tuvo como para que al volver a casa, su padre le estuviese esperando para darle más daño físico.

A veces pensaba en dejar el clan entero e irse lejos, hasta otro bosque donde nadie lo encontrara y poder encontrar algo de paz pero era muy joven, si se encontraba otros rivales en el camino como el de esa noche, tal vez no lograría sobrevivir.

Debía entrenar mas, entrenar más duro y sacar todo su potencial. No se rendiría hasta lograr vencer a cuantos lobos alfa o beta se le acercaran.

 

**************

 

Una vez de vuelta al terreno del  clan Azul, acudió con los enfermeros para que trataran sus heridas. Quería hacer el mayor tiempo posible antes de siquiera aparecer cerca de casa, tal vez así su retorcido padre se calmaría un poco. Estaba cien por ciento seguro que la noticia de su derrota ya lo sabía todo el mundo.

— Joven Fushimi —se acerco un hombre beta mientras le estaban vendando la mano izquierda.

— ¿Qué quieres?

— El Líder de Clan Munakata le llama para que vaya hasta su recinto —el menor chasqueo la lengua hastiado, no quería ver a nadie en ese momento. Solo deseaba poder descansar de todo de una vez por todas.

Terminado su tratamiento se encamino hasta la casa del líder que se ubicaba en el centro de la zona.

Todas las casas eran construcciones de madera de un solo piso, que contaba con chimenea, una cocineta, la pequeña sala de estar, y dos habitaciones. Por fuera no lucia ningún adorno o característica distintiva, salvo la nieve que cubría los techos después de una tormenta.

En realidad, la construcción de las casas la habían hecho de manera invertida, una segunda casa estaba bajo el suelo y la cabaña solo era un distractor para mantener a salvo la entrada del verdadero refugio.

Al llegar a la casa del líder, dos alfas le abrieron la puerta para que ingresara y en el fondo de ese enorme cuarto estaba una puerta abierta desde el suelo y con una escalera que llegaba hasta el fondo. A un lado de esta entrada se encontraba una mujer mayor a él de cabello rubio.  

— Bienvenido Fushimi. Sígueme, el Líder esta dentro con alguien más —de manera fría y directa le ordeno al niño que siguiera su paso.

Bajo por los escalones siguiendo los pasos de la muchacha frente suyo. A través del pasillo se veían otras puertas a los lados; la casa del Líder de Clan contaba con una estructura un poco diferente, teniendo una sala de reuniones al final del pasillo.

En el fondo una alta y estrecha puerta se divisaba con una palanca para tocar y anunciar que había alguien afuera. La mujer toco para anunciar que estaba afuera y se quedaron ahí, esperando a que quienes estaban dentro terminasen de discutir con Munakata.

— Entonces dime, pequeño Domyoji ¿conoces a ese omega?

— ¡Claro que lo conozco! ¡Fuimos amigos cuando éramos más pequeños. El y yo solíamos jugar todas las tardes y…!

— ¡Andy! 

El tono de voz que uso el alfa alerto al muchacho que, temeroso agacho su rostro, guardando silencio al instante.

— No era necesario Akiyama —intercepto al ver la situación— entiendo que te hayas alegrado de recordar algunos momentos de tu pasado ¿No es así? Domyoji.

— Así es…disculpe mi comportamiento anterior, Líder Munakata.

El mencionado soltó una leve risa al ver ese comportamiento tan sumiso.

— Solo dime una cosa ¿Cuál es su nombre?

— Se llama Yata Misaki.

Yata…Misaki sonrió de medio lado al escuchar el nombre, aunque la puerta estuviese cerrada podía escuchar con claridad del otro lado, gracias a que tenia bien desarrollado el sentido del oído.

— Gracias por la información, Domyoji. Pueden retirarse —hizo una leve reverencia que fue correspondida por los dos presentes y dirigió su mirada a la entrada para reunirse con el chico que había citado—. Adelante, Awashima.

La puerta se abrió dejando salir a los otros visitantes, camino pasando a un lado de la pareja, el omega caminaba con la mirada en el suelo no podía ver o hablar con otro alfa si no tenía una autorización por parte de éste y si estaba marcado, su dueño debía darle dicho permiso. Ambos alfas se miraron despectivamente, Fushimi era conocido por no llevarse bien con los demás, ya sea alfa, beta u omega, los despreciaba a todos y siempre se le veía solo.

Una vez fuera, el joven omega se disculpo con su alfa por su comportamiento infantil.

— Perdón Himori, no pude evitarlo —mirando hacia el suelo.

— Sabes que no me gusta hacerlo, discúlpame tu a mi —acaricio su cabello y deposito un tierno beso sobre su cabeza—. Regresemos a casa.

Las mejillas del omega enrojecieron y asintió tímidamente, encaminándose hacia la salida.

El interior de la sala tenía una decoración muy particular: era un espacio pequeño completamente cuadrado con una alfombra azul con espirales y aves en plata en el suelo, varios atrapasueños en los mismos colores que colgaban de las paredes, el aroma de incienso era de un pino suave pero al menor le estaba fastidiando. Y en el fondo, sobre varios cojines estaba sentado el líder sobre sus rodillas y en una postura recta mirando fijamente al muchacho a través de los cristales de sus anteojos.

— ¿Para qué me llamo? —pregunto directamente hacia el alfa mayor.

— Ara, ¿ni siquiera un saludo antes? Que chico tan grosero —dijo haciendo una sonrisa cortes en su rostro.

— Tsk. Vaya al grano —desviando la mirada.

— Me entere que te fue mal en la misión y por lo que veo es así —dijo señalando el vendaje en su mano y algunos parches en su cara.

— ¿Va a castigarme acaso? —enfoco su mirada azulina con la violeta del contrario, ese era el punto de haberlo llamado.

— Eso pensaba hacer pero —imitando una posición pensativa— creo que esta vez lo dejare pasar. Tu padre va encargarse de eso ¿verdad?

Sintió un tic nervioso mover su ojo con molestia, detestaba ver en su líder esa sonrisa tan tranquila que te dice “lo es todo y no puedes engañarme” pero detestaba todavía más que el otro supiera del asunto que vivía en casa. Pensaba que se burlaba de él.

— ¿Es todo? ¿Puedo irme ya? —pregunto con un tono de voz enfadado.

— Si, supongo que es todo por ahora —hizo una leve reverencia y dejo que el muchacho se marchara.

El sonido de la puerta cerrándose se escucho dejando a los otros dos dentro del cuarto.

— Si me permite decirle, debería ser más estricto con este muchacho. Comete graves faltas de respeto hacia usted Líder de Clan Reisi —comento la mujer en postura firme y mirada al frente.

— Eso no me corresponde a mí, Awashima. El trato que recibe en casa no es el más adecuado, pero tampoco puedo interferir en ello —respondió calmadamente como si el problema no fuese tan grave.

— Aun así…

— Eso no me corresponde, además…sigue siendo un crío, está en su etapa de pubertad dejémosle crecer un poco —acomodo el marco de sus gafas mientras una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.

 

********************

 

Salió de aquella casa con el ceño fruncido y maldiciendo en voz baja por su mala suerte, en el camino había otros miembros del clan que al verlo, evitaban mirarlo, hablarle o siquiera chocar con el por accidente. A pesar de su derrota sabían que Fushimi era fuerte incluso siendo todavía un niño.

Los lobos negros eran conocidos por ser muy fuertes y peligrosos y el provenía de una familia donde no se permitían cruzas con otras especies, con tal de mantener el linaje.

El niño, distraído de su entorno aspiro el aroma del aire, buscando así la manera de llegar hasta su casa. Su vista empeoraba cada vez más y le era difícil poder ver de lejos, desde aquel castigo que recibió a los diez años.

 — Tu desempeño fue deficiente otra vez ¿Qué crees que dirán los otros si saben que tengo un hijo inútil?

El sonido de un objeto golpeando contra su piel resonaba por toda la habitación y los gritos y sollozos que debían oírse no se escuchaban.

Había aprendido a dejar de llorar si no quería que sus castigos fuesen más severos.

— No te escuche ¿Qué dijiste? —con el látigo en su mano dio otro golpe a la espalda del menor dejando otra marca rojiza y punzante sobre su blanca piel.

— Van a decir…—comenzó en un susurro— que soy un inútil.

— Así es, llevas la sangre de la raza más poderosa de todas y encima naciste Alfa. Nosotros tus padres somos betas, no somos tan fuertes como tú…debes demostrar que eres mejor que los demás.

Sin previo aviso dio otro latigazo sobre su hijo esta vez causando que soltara un alarido y que un par de lágrimas salieran de sus ojos. Estaba cansado del trato que recibía de parte de su padre.

— Hace mucho que no escuchaba gemir de dolor. Pequeño debilucho —dio un paso atrás y giro sobre su eje retirándose del lugar. El pequeño azabache se incorporo lentamente por el dolor de su espalda poniéndose con dificultad la camisa que llevaba puesta.

Antes de salir por la puerta, la figura de su padre apareció de nuevo por esta arrojándole un objeto caliente.

— ¡Aaahhhh! —tirado en el piso buscaba la desesperada manera de aliviar su dolor, mientras que su padre se regocijaba del sufrimiento de su hijo.

— ¡Niki! ¡¿Qué demonios has hecho?! —llego su madre, preocupada por el grito de su hijo.

— Haz lo que quieras, no me importa —empujo a la mujer contra el piso y gateando se acerco hasta el menor.

Niki le había arrojado un trozo de tela en llamas golpeando sus ojos y sintiendo un fuerte ardor en ellos. Su madre, Kisa, le ayudo a curar las quemaduras en su piel y a que sanara hasta que su hijo recuperase la vista que perdió por unos días.

— Tu padre es un enfermo…perdóname por esto, Saruhiko —su madre consolaba a su hijo, mientras lo arrullaba entre sus brazos acariciando sus negros cabellos.

— No te preocupes mama —respondió en un hilo de voz, llevando una de sus manos hasta el vendaje que cubría sus ojos.

Llego a casa y al entrar pudo distinguir el aroma de su madre trabajando en la cocina, la noche había terminado y sin darse cuenta una nueva mañana apareció y con ello trajo a su madre preparando el desayuno, pero el aroma de su padre no lo detectaba por ninguna parte del lugar.

— ¿Saruhiko? —su madre se asomo por el portal acercándose a paso rápido para recibir a su cachorro con los brazos abiertos—. Bienvenido a casa, hijo. Me alegra ver que estas bien.

— Si, si —respondió con fastidio.

— ¿Te duele mucho? ¿Necesitas algo? ¿Quieres comer? —solo cuando su padre no estaba podía ver esa faceta de madre sobreprotectora con él. Cuando Niki estaba cerca no podía interferir, porque ella también sufriría por defenderlo.

— ¿Dónde está él? —con ello, su padre dejo de hacerle caricias y la sonrisa en su rostro desapareció.

— El salió…hmm —desvió su mirada un poco nerviosa— el látigo lo tiro a la basura…dijo que conseguiría algo nuevo con el que lastimarte.

Acaricio el rostro de su hijo por sobre los vendajes sin quitar esa mirada culposa de él.

Basta.

No me mires así, mama.

— Perdóname, hijo— besando su frente.

Tú no tienes la culpa de lo que nos hace ese infeliz.

No me pidas perdón.

 

 

Notas finales:

Disculpen el OoC pero con Kisa era importante xD 


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