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Entre lobos y omegas [OMEGAVERSE] por Walker_chan

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— Hijo mío, te estás perdiendo el banquete por mi culpa. Sal afuera a cenar, no… —interrumpiéndose a sí misma por una tos fuerte debido a que su salud no mostraba mejorías. Su hijo se acerco a darle un vaso con agua para estabilizarla.

— Muchas gracias mi cachorro hermoso —respirando tranquila recostándose de nuevo en la cama—. No te preocupes por mí ¿de acuerdo?

— No me importa perderme esa tonta cena —respondió desviando la mirada—. Quiero que te recuperes pronto.

— Y lo haré, te lo prometo. Aun eres un niño y debo cuidarte ¿no? —sonrió con dulzura haciendo sonrojar a su hijo.

— Ya no soy un niño.

— Lo eres.

— Que no.

— Que sí.

— Me asquea cuando te pones así de mimosa con él —escucharon la puerta abrirse y una voz conocida hablarles, Saruhiko comenzó a gruñir al notar su presencia.

— ¿Niki? ¿No estabas en la cena?

— Ya está por terminar. Me dijeron que te trajera esto —se acerco con un plato lleno de comida de la cena navideña dejándolo en la mesita de noche.

— Que amables. Gracias.

— Si, si, como sea —giro quedando de espaldas al menor y acercarse a su oído—. ¿No te alegras de verme? Hijo, deja de gruñirme que no te hare nada.

Saruhiko se limitaba a gruñir y evitar mirar a ese sujeto. Kisa sabia del resentimiento que tenía su pequeño hacia su padre y el poco o nulo afecto que se tenían. Pero aun así se esforzaba por mantener a raya a los dos porque sabía que en algún momento terminarían peleando seriamente.

— Niki ¿vas a regresar?

— Si, es mejor que estar aquí con una mujer enferma y un cachorrito rabioso —se acerco a la puerta y miro hacia la cama de nuevo, sonrió de lado al ver la mirada llena de odio de su hijo.

— Saru, ¿Por qué estas enojado con Niki? —alzo sus orejas de lobo para escuchar con claridad que realmente se había ido para poder responder a su madre.

— Estoy seguro que él es responsable de esto.

— ¿De qué cosa?

— De que estés enferma, seguro hizo algo para que enfermaras solo para fastidiarme.

— Hijo, creo que estas exagerando las cosas. No creo que Niki sea capaz de hacerme algo así.

El joven azabache bufo molesto pero ya no respondió nada más. No tenía pruebas de que lo que acababa de decir era cierto pero el tenia ese presentimiento de que Niki estaba detrás de todo eso solo para fastidiarlo de alguna manera.

 

************************

 

La cena estaba llegando a su fin, con la retirada de algunos presentes hacia sus habitaciones y otros ayudando a recoger y limpiar el lugar. Su vista se enfoco en un chico con un color de cabello similar al suyo y algunos años mayor que él retirarse tomado de la mano de su alfa.

Bajo de su silla ignorando el comentario de Kamamoto de retirarse a dormir y camino hacia la pareja del clan azul, desde que lo vio en medio de la ceremonia se había emocionado de encontrar otro conocido además de Totsuka cuando llego al clan por primera vez. Deseaba hablar con él, aunque fuera por un momento.

— ¡Andy! —el omega llego hasta el otro tomándolo del hombro y girarlo hacia él.

— Uh… —giro su rostro un poco asustado por el giro repentino, cambiando su expresión al ver de quien se trataba—. ¡Misaki!

Antes de que pudieran abrazarse un par de brazos apartaron al omega de ojos verdes del de ojos ámbar.

— No te acerques a mi Andy —dijo con voz baja pero demandante. Yata frunció el seño molesto por la actitud del mayor.

— Himori…déjame hablar un poco con él ¿si? —pidió con una mirada suplicante a su pareja. Akiyama era demasiado celoso y no permitía que nadie se acercara a su omega, ni siquiera otros omegas.

Después de pensarlo un poco al final acepto que ellos dos tuvieran su pequeño reencuentro, sentándose a unos cuantos metros de donde los chicos habían tomado lugar para conversar sobre sus vidas. Después de un gracioso e incomodo abrazo, el vientre de Andy era tan grande como el de Totsuka y eso impedía que pudieran abrazarse mejor.

Yata hablaba y hablaba de lo que había sido su vida desde que su amigo se fue del pueblo, -también con la “desgracia” de ser un sacrificio-, de cómo se había sentido al llegar a un lugar desconocido para él y del nuevo y cálido hogar que Tatara le estaba dando. Andy lo miraba con una sonrisa ante los gestos y movimientos de manos que hacia el menor, el también lo había extrañado en ese tiempo estando separados, pues en el clan azul no había muchas personas que fuesen de su edad.

— Perdón —rascando su mejilla izquierda con pena —. No te he dejado hablar.

— Descuida, me alegra mucho verte de nuevo y saber de ti…de mí… —bajo la mirada y acaricio con suavidad su vientre—. No hay mucho que decir, en cuanto llegue al clan azul eligieron un alfa para mí y ahora estamos enlazados y esperando nuestro primer bebé.

— ¿Acaso te obligaron a enlazarte?

— No, no, no, no fue así —corrigiéndose al instante— no me obligaron…yo quiero mucho a Himori y sé que el también me quiere. En nuestro clan las costumbres son muy diferentes a las suyas.

El pequeño pelinaranja pensó un poco en esas palabras, le habían dicho que eran rivales y que hacían las cosas de manera diferente pero aun no podía entenderlas del todo. ¿Por qué no podían ser amigos?

— ¿Y ese collar? Tu pareja tiene uno igual —señalo un pequeño collar hecho con una soga negra y un fragmento de piedra azul en el.

— En el clan azul usamos estos collares para distinguir a las parejas, las parejas de alfa y omega usan el zafiro y los betas un rubí —sonrió al descubrir algo nuevo que los diferenciaba, le gustaba saber más sobre las costumbres del otro clan era interesante la idea de compartir esos conocimientos entre ellos.

— ¿Cómo hacen para tener un bebe aquí dentro? —señalo su vientre y el abultado estomago de Andy, de repente cambio de tema tomando por sorpresa al mayor.

— ¿A…acaso no lo sabes? —su rostro enrojeció un poco pensando en lo inocente que era Yata todavía. El oji-ámbar negó con la cabeza.

No estaba seguro de que responder ante eso sin corromper aun la inocencia de Misaki. Agradeció a Dios en cuanto vio a Totsuka acercarse hacia ellos para llevarse al omega a dormir ya que era bastante tarde y debían ir a descansar. Se despidieron y prometieron verse al día siguiente otra vez, claro que, con el permiso de Akiyama.

 

******************

 

Celos. ¿Celos? Si. Seguramente eran celos.

Al día siguiente, todo su clan era libre de poder realizar las actividades que quisiera luego del desayuno, podían salir a pasear a los jardines, dormir un poco más o en su defecto socializar con el clan contrario pero eso nunca ocurría, básicamente esos días podían disfrutarlos como unas pequeñas vacaciones, ya que al interior del templo estaban a salvo de los enemigos.

El decidió salir a dar una vuelta por los pasillos y ver lo que hacían los demás y de paso tomar asiento en un lugar tranquilo para leer el libro que traía en manos.

Cuando escogió un lugar adecuado no pudo evitar distraerse al ver aquella escena entre Mikoto y su omega. El castaño estaba hablando animadamente con los hijos de Ichigen cuando Suoh se acerco de espaldas para abrazarlo y colocar sus manos sobre su vientre. Su rostro lucia tranquilo y sin ningún cambio que denotara su estado de ánimo pero podía asegurar que estaba feliz solo por estar al lado de Totsuka.

Le molestaba ver a ese chico tan alegre por tenerlo todo lo que no podía. Una familia cálida y una persona a quien amar. Había renunciado a su naturaleza de omega para poder asumir el rol de Líder pero no podía evitar tener esos sentimientos. Prefirió ignorar aquello retirándose a otro lado donde pudiera encontrar algo de paz.

Mikoto por su parte noto que su contrario se retiraba de donde estaba. Ansiaba que los días en que se quedaban ahí terminaran y pudiera irse con su manada, no soportaba a esa persona tan extraña que era Munakata.

— Mikoto ¿pasa algo?

— No, nada —regreso su atención a Totsuka y su conversación con Shiro.

— Así que... ¿Cuándo nace su bebé? —el chico albino se veía muy interesado en el futuro cachorro.

— Estoy por terminar el séptimo mes… es posible que en unos días o un mes más —en su tono de voz se podía percibir ese anhelo de madre por conocer a su bebé.

— Es tan hermoso, le he insistido a Kuro que tengamos un hijo pero siempre me rechaza —mostrándose indignado, mientras que el pelinegro enrojecía de vergüenza y molestia.

— Primero debemos casarnos —respondió en defensa.

— No es tan necesario casarse primero, ¿cierto? Mikoto —canturreo mirando a su alfa con picardía.

— No sé de que hablas.

Los dos omegas reían por la situación mientras que el pelirrojo trataba de ignorar esas palabras.

 

******************

 

Miro con detenimiento las letras grabadas en la urna del cinerario del templo. La tristeza y la nostalgia se grababan en su mirada y un pequeño escozor se formaba en su garganta. Cada año que iban siempre visitaba las mismas urnas hundiéndose en sus pensamientos y en los recuerdos de su pasado.

 

“Aquí yacen las cenizas de
Jin Habari 17xx – 17xx
y su hija Mayu Habari 17xx – 17xx”

Con sus dedos recorría las letras doradas sobre el mármol blanco, cerró los ojos y suspirando con pesadez, sonrió al pensar en aquellas personas. Abrió de nuevo los ojos cuando escucho las pisadas de alguien acercarse a donde estaba él.

— Buenos días, Munakata —sonrió al otro visitante, haciendo una seña para que se acercara.

— ¿Qué hace aquí? Señor Kagutsu —dudo de seguir avanzando pero al final termino adentrándose más quedando a una distancia prudente del otro alfa.

— Visito a mis seres queridos que ya no están.

— ¿Con que es así? —miro de reojo la urna que tenían a su derecha, notando los nombres de quienes eran. Giro el rostro encontrando al otro observarle con una pequeña sonrisa.

— ¿Por qué me mira tanto? Es incomodo.

— Te pareces mucho a…

— ¡No! —interrumpió al alfa de seguir hablando—. Deje de compararme con esa persona —volteo el rostro con notoria molestia.

— No te pongas en esa actitud, Reisi… —apoyado en su bastón giro para quedar del lado de las urnas izquierdas y observar la urna de quien fuera la madre de sus hijos tiempo atrás.  

 

 Yuuko Suoh 17xx -18xx
“En memoria de una mujer fuerte, líder
y por sobre todo, una madre ejemplar”.

 

Soltando un largo suspiro camino a paso lento hacia la salida. — El tiempo pasa muy rápido.

El “alfa” miro con sospecha a su mayor, no era la primera vez que lo encontraba mirando hacia la urna de alguien de su clan, mas especifico a las mismas personas. Prefirió ignorarlo y tomar asiento en una banca que estaba ahí pero antes de poder hacerlo, un fuerte alarido los alerto.

— ¿Qué fue eso?

— Viene del área izquierda, donde están ustedes azules —camino más aprisa al saber de dónde venían aquellos gritos de dolor.

.

.

.

— Himori…tengo miedo… —respiraba con dificultad y sus largos cabellos rojizos se pegaban a su frente por el sudor. Su respiración era agitada al igual que el ritmo en los latidos de su corazón, no sabían que debían hacer ante esa situación que era nueva para ambos.

Sentía mucho dolor en el vientre, señal de que su cachorro estaba por nacer.

—Andy no te preocupes, todo va a estar bien —dio un pequeño beso en sus labios antes de salir a buscar ayuda.

La noche anterior todo se encontraba en paz hasta que en la madrugada, casi entrando el amanecer, el omega empezó a sentir fuertes punzadas que no le permitían seguir durmiendo. Creyendo que podría dar a luz el mismo, empezaron a angustiarse al ver que el tiempo pasaba y los dolores se hacían cada vez más insoportables para el menor.

Empezó a llamar la atención del resto del clan esperanzado de que alguien le ayudase, nadie salvo Kisa Fushimi tenía los conocimientos sobre atender partos pero ella no podía serle de ayuda en esos momentos estando ella tan enferma, unos negaban la ayuda y otros simplemente le ignoraban porque no sabían cómo ayudarlo y solo terminarían complicando la situación.

.

.

.

— Abuela Chieko ¿para qué recoges todas estas plantas? —pregunto Makoto quien ayudaba a su abuela a recolectar algunas plantas medicinales que se encontraban en los jardines del templo, bajo el permiso de Ichigen.

— Pueden servirnos para alguna emergencia.

— ¿Pero no tenemos suficientes ya en casa?

— Nunca están de más —sosteniéndose al brazo izquierdo de su nieta y con una canasta llena de flores y hierbas caminaban de regreso al interior del templo.

De repente escucharon los fuertes alaridos de alguien y alarmadas, se acercaron a donde provenían esos gritos, encontrándose con uno de los alfas del clan azul hablando desesperadamente con su Líder.

— Necesito que alguien ayude a mi Andy, Líder Munakata ¡por favor!

— ¿No se supone que eso es trabajo de un omega?

— Pero está muy asustado, no creo que él pueda con esto.

— Disculpa ¿Qué dijiste? —la pelirroja no pudo evitar escuchar la conversación ajena y molestarse por el comentario del líder del clan azul.

Un poco sorprendido por la presencia de la mujer, le respondió escueto— Que eso es trabajo de un omega, la única persona que puede atender esto está enferma, y ahora mismo no hay nadie en el clan que pueda ayudarle. Lo que puede hacer es tener al bebe él solo.

— No importa si eso es parte de su naturaleza, el chico debe recibir ayuda —le respondió en tono molesto ¿Cómo se atrevía a decir eso?

— Yo soy partera en mi clan, déjeme ayudarle —la omega más vieja del clan rojo era también la matrona de este.

Y sin esperar una respuesta afirmativa o negativa, la mujer se adentro a la habitación seguida por los alfas, dejando a Munakata y a Genji fuera de la habitación. Estaban en una tregua, debían todos llevarse bien y en este caso aceptar su ayuda.

La mujer anciana se acerco al joven que estaba en la cama, retorciéndose y gimiendo de dolor; rápidamente Akiyama se acerco a su lado para estrechar su mano, preocupado por su estado.

— No te asustes…vamos ayudarte con el parto —acaricio su cabeza, en un intento por relajarlo.

— ¿Cómo te llamas? —Makoto por su lado hacia lo mismo que su mayor.

— A…Andy.

— Vamos a revisarte para saber el progreso. Por favor, relájate respirando profundo, todo va a estar bien—el menor asintió todavía confundido, mientras que la pelirroja lo desvestía y ver que tan dilatado estaba el canal de parto.

La sonrisa que traía en su rostro para tranquilizar al muchacho se desvaneció en cuanto descubrió el problema. — ¿Cuántos años tienes? —por curiosidad quiso saber la edad del omega.

— Tiene quince años —respondió su alfa.

.

.

.

— ¡Usted es el causante de todo esto!

— ¿Disculpe? —su atención se enfoco en la mujer pelirroja que caminaba con semblante serio hacia él, había decidió mantener distancia del asunto quedándose unos pasos afuera de la habitación—. ¿A qué se refiere con causante?

— ¡Las malditas costumbres de su clan están poniendo en riesgo la vida de este chico!

— ¿Qué es lo que está intentado decir?

— ¡Su canal de parto no abre! Este omega solo tiene quince años ¿Cómo se les ocurre que pueda ser madre siendo tan pequeño? Su cuerpo aun es inmaduro.

— Makoto no tienes porque molestarte con esto —su abuela la había seguido para relajarla a ella. Entendía que este tipo de cosas para su nieta eran un tema muy serio.

Se había molestado con los primeros comentarios, y lo dejo pasar solo para evitar este tipo de roces.

— ¿Eso no se debería de resolver solo? Después de todo es el trabajo del omega —respondió de forma tranquila, restándole importancia. Su actitud relajada comenzaba a irritarle.  

Al notar el escándalo que se estaba formando en el pasillo, unas personas de entre los curiosos fueron a avisar a Ichigen para controlar la situación. Una pelea entre clanes no sería nada bueno y mucho menos estando en medio de su tratado de paz.

— ¡¿Qué dijiste?! ¡Ese niño no puede hacerlo solo! —Makoto siempre era una mujer aferrada a sus creencias liberales por lo que al estar en contacto con la de los azules no podía evitar molestarse demasiado por ello. Lo dejaba pasar, después de todo, ya eran creencias que se habían establecido mucho tiempo atrás pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo como el Líder del Clan Azul le daba tan poca importancia al asunto. ¡La vida de un omega estaba en peligro!

— Seria adecuado si se tranquilizara un poco, sus gritos están molestando a los demás —haciendo una ligera sonrisa para amenizar el ambiente. Podía notar como Makoto comenzaba a mostrar su lado alfa al sentir un fuerte aroma viniendo de ella.

La mujer gruño completamente frustrada, para ella los omegas eran seres tan importantes como cualquier otro y aunque el clan Azul dijera lo mismo, la manera en que eran tratados no le agradaba para nada. Eran dominados y sometidos a favor de los alfas.

Camino lentamente hacia Munakata con toda intención de dañarlo pero antes de llegar, una suave y cálida mano la detuvo del brazo. Sintió ese aroma dulce y relajante y de a poco iba regresando a la cordura.

— Makoto, no es momento para esto —miro hacia atrás para toparse con una mirada café.

— Totsuka…perdón.

Muchas personas se habían acercado al escuchar gritos, intrigados por lo que estaba ocurriendo. Mikoto llego al lado de Tatara e Ichigen.

— Por favor, hermanos. Estamos en pleno día de Navidad, presenciando la llegada de una bendición en tiempos de guerra. Lo que menos necesitamos ahora es que haya discusiones entre clanes.

— ¿Y que sugiere en todo caso?

— Debemos hacer una intervención un poco arriesgada.

Y ante esto casi todos comenzaron a movilizarse. Chieko pidió que trajeran agua caliente y muchas mantas. Akiyama seguía al lado de Andy para reconfortarlo ya que el también podía sentir el dolor a través del lazo. Makoto se disculpo disimulando aun su enojo contra Munakata. Reisi aceptaba la disculpa y la ayuda del clan rojo para atender el parto, siguió afuera esperando que todo saliese bien.

Totsuka miro que los chicos también estaban cerca de ahí presenciando la discusión; notando la preocupación en el rostro de Yata y la alegría que tenia de poder ver a su amigo de infancia se había ido al escuchar que ahora corría peligro. Pidió a Ayumi que se acercara para ayudar a las pelirrojas en el parto y al resto decirles que salieran y que no se preocuparan.

— Vamos Yata madre pidió que nos fuéramos —Rikio tomo su mano llevándolo a un jardín junto al resto.

— Pero…Andy…

— No te angusties, Totsuka dijo que todo estaría bien. Confía en él —y con una sonrisa tranquila convenció a Misaki de retirarse.

 

*******************

 

Tras unas tres largas y extenuantes horas el parto había terminado y Andy había podido dar a su luz a su cachorro. Era un niño beta, más pequeño de lo normal pero Chieko reviso que estaba completamente sano a pesar de su tamaño.

Tuvieron que recurrir a darle un te calmante y para aminorar el dolor. Y con una navaja hicieron un pequeño corte en el canal de parto y esperar que lentamente se dilatara por su cuenta. Había perdido demasiada sangre en el proceso y se encontraba ahora descansando con su bebe y el padre de este a su lado.

Ayumi salió de la habitación cuando su ayuda había dejado de ser necesaria. Era una pupila de Chieko junto a Makoto, la mujer mayor les enseñaba remedios medicinales y demás conocimientos para atender la salud de los miembros de su clan, siendo así una especie de enfermeras.

Para relajarse de lo que había pasado, salió al jardín para encontrarse con sus amigos que se encontraban haciendo unas luchas entre ellos.

Misaki estaba sentado acariciando las orejas de un lobo dorado recostado sobre su regazo. Cuando noto su presencia, rápidamente se acerco a ella para saber del estado de Andy.

— ¿Cómo esta Andy? ¿Está bien? ¿Su cachorro está bien? Va a vivir ¿cierto?

Sonrió enternecida por la preocupación de Yata, acaricio y despeino levemente sus cabellos antes de responder.

— No te preocupes mas…Andy y su bebé están bien.

— ¡Muchas gracias! —no pudo contener su felicidad y abrazo con fuerza a la muchacha dejándola sorprendida.

— No me agradezcas, Makoto y abuela Chieko hicieron la mayor parte.

— Y ¿Cómo fue? ¿Qué se siente ver un parto? —Chitose se mostraba curioso al tema, secundado por los demás.

— ¿Duele mucho? Porque Andy parecía estar sufriendo.

— Uhm… —pensó un poco en que palabras serian las más adecuadas, no quería asustar a Misaki haciéndole creer que el parto era doloroso y por ende algo malo.

— En realidad…es algo muy bonito. Sabes, a pesar del dolor, la recompensa es mucho más grande cuando tienes a tu bebe en brazos y ves lo lindo y saludable que es —espero que esa respuesta fuera adecuada y lo comprobó al ver un brillo extraño en los ojos ámbar.

— Dile la verdad, el parto es lo peor que le puede pasar a un omega y mas siendo hombre. Yo por eso no tendré hijos —y como era costumbre entre ellos, no podían faltar los molestos comentarios del omega rubio.

— ¡Eric! —Todos giraron asustados por el grito de Fujishima — ¡Me prometiste que tendríamos cinco cachorros! —reclamando, casi a punto de llorar.

— Ah…yo, yo n…nunca dije eso —estaba nervioso, no sabía cómo reaccionar ante el reclamo de quien sería su alfa en su futuro.

— Eres tan cruel, Eric —el lobo corrió hacia dentro siendo perseguido por el omega rubio dejando a los otros confundidos.

— Yo no creo que tener hijos sea tan malo ¡yo espero que mis cachorros sean fuertes! ¿Tú no? —Rikio pregunto de manera indirecta a Yata él como esperaba que fueran los hijos de ellos dos juntos.

Este asintió concordando con lo que dijo Kamamoto. — Pero ¿cómo es que se puede tener hijos?

Un breve silencio y la risa de uno de ellos contagio al resto por excepción de Ayumi y Rikio.

— Los alfas le dan a los omegas una semilla “especial” para que nazcan los bebés —Chitose respondió sin vergüenza alguna.

— ¿Qué clase de semilla puede hacer bebés? —mas confundido aun.

— No corrompan su inocencia todavía, Yata aun no tiene la “charla” con madre —Rikio tapo las orejas de Misaki para evitar que siguiera escuchando cosas que aun no estaban aptas para él.

Por otro lado un lobo negro escuchaba la conversación de afuera, había salido de su habitación a buscar algo de comida para alimentar a su madre que de pronto encontró a esos chicos conversando animadamente afuera.

Le resultaba gracioso lo ingenuo que era ese omega. Regreso por su camino con una ligera sonrisa en su rostro, Misaki era un chico interesante pero también bastante molesto, deseaba acercarse más pero prefirió mantener distancia con él.

 

 

 


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