7:30 A.M. Y Akaashi apenas daba el primer bostezo acompañado de un estiramiento que casi le truenan todos los huesos.
¿Es real esto? –decía con cara de frustración. ¡Por Dios! 7:30 de la mañana y yo despertando, me caga el mundo, y yo que quiero dormir más tiempo. (Akaashi es de esas personas que si de despierta, no se vuelve a quedar dormido).
En este aspecto Akaashi era diferente de sus amigos, pues no era una persona madrugadora, todo lo contrario, era nocturnino totalmente.
Si le pedían opinión a Akaashi acerca que la hora ideal para despertar, él respondería que maybe y las 12:00 P.M. Sí, súper sería una buena hora para despertar diario. Obvio exceptuando los domingos, el domingo a las 2:00 P.M. ó 3:00 P.M. sería buena hora.
Akaashi hacía su rutina de ejercicios en la noche, excepto los viernes y sábados, esos días trataba de levantarse temprano y hacer ejercicio en la mañana, ya que Oikawa le dio la idea para así no quedarse sin hacer ejercicio esos días ya que son valiosos para las saliditas en las noches del desestres.
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He decidido no hacer ejercicio viernes, sábados y domingos, estoy harto de no tener tiempo los primeros dos días. Tipo que me influye y ya no se como hacerle porque, cero dejo nuestras saliditas –decía Akaashi a sus amigos mientras comía su blueberry cheescake con calma.
Y convertirte en Honey Boo Boo, por supuesto que no, baby –Decía Oikawa con cara de indignación.
Solo haz un esfuerzo de levantarte tipo a las 10:00 A.M. como cuando vamos al cole y te tienes que levantar temprano, así, y entonces haces a esa hora y listo!.
Hueva madrugar –decía Akaashi con cara de “no me queda de otra”.
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Kenma era el único de acuerdo con Akaashi en eso de levantarse tarde, sólo que Kenma decía que uno debería nunca levantarse de la cama y dormir siempre, tipo Wall-E andar en esas sillas, pero sin ser gordos y llenos de triglicéridos.
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Salió de la cama y se dispuso a cambiarse de ropa a una deportiva y cepillarse los dientes.
No haré cardio, quiero ganar más fuerza –decía para si mismo, mientras salía de su cuarto para adentrarse al del gym que tenían en su mansión ¡Obvio!.
Ya que su mamá era muy Zat-Nam, Namaste (era lo que le decía Viktor siempre). Pidió al arquitecto Larrea que quería el gym con vista al enorme jardín estilo japonés que tenían en su mansión.
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Por favor no maltraten ninguna de mis plantitas hermosas que son todas importadas y salieron ¡CA-RI-SI-MAS! Les decía la madre de Akaashi a los trabajadores que estaban elaborando el jardín.
Y ahí esta el plano del arquitecto, ¿Ok? Porque todo esta planeado para la buena vibra y así, ha y la cascada quedamos con Larrea que quedaría en el centro, ¿ok?.
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Akaashi era del tipo vegano/vegetariano, del “tipo” porque realmente si comía de lo de más, pero sus comidas favoritas eras los vegetales hervidos y algo japonés llamado onigiri.
Quedo prendado de los Onigiris un día que su papá llego a casa de Japón (fue por cuestiones de trabajo) y trajo la receta de los onigiris.
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Mira amor, le decía el padre de Akaashi a su esposa, ven acércate hay que prepararle esto a Akaashi bebé a ver si le gusta (Akaashi tenia unos tres años en este entonces).
Tenia que sacarte a ti, es un picky eater total. –le decía su esposo a la señora.
Una vez acabaron la receta de los onigiris ( que no es que fuera cosa del otro mundo, saben) le dieron a probar a Akaashi bebé (como le llaman sus padres hasta en la actualidad) y quedo prendado de los onigiris en un instante, tanto que se hicieron parte de su comida favorita.
Que bueno que en Superama si venden de ese tipo de arroz y las algas esas –decía la madre de Akaashi mientras lo veían comer y sonreír a la vez.
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Comenzó a poner peso en las barras y se dispuso a realizar su rutina para ganar fuerza. Hizo lo mismo en el aparato de piernas.
Akaashi era delgado, pero musculado y tenia muy buena pierna, aun con su aspecto delgado.
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-Lo heredo de nuestra familia –decía su tía (hermana de su mamá) dándole una nalgada a Akaashi, quien estaba parado frente a ella, mientras la familia discutía quien tenía los mejores genes si por parte del papá de Akaashi o su mamá.
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Una vez terminada su rutina de ejercicio, salió del gym y subió a su cuarto a ducharse, pues sabía que la tina debía estar lista.
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Tengo una queja muy grande ma, Carmen (la nueva sirvienta de ese entonces) no tenía la tina hecha cuando subí a quererme duchar después de mi rutina de ejercicio.
Dicho esto con una cara muy seria y un semblante de molestia.
-Perdón Joven, es que no lo pidió –respondía la muchacha.
-Si tengo que decirte todo lo que tienes que hacer, entonces que flojera, súper uncool tu onda.
La sirvienta salió del comedor sin saber a que se refería con eso último, luego de servirles el desayuno y escuchar el reclamo de Akaashi, y les conto lo sucedido a las demás sirvientas que estaban desayunando en la cocina.
-Enserio, mana! –decía Carmen, ni parecía que estaba haciéndome un reclamo, reía la sirvienta.
-Bueno sí, así es el joven Akaashi muy serio y cariñoso si lo sabes tratar decía Martha otra sirvienta. Pero ten cuidado, que no te sorprenda cuando te diga tus verdades y te deje fría como “la” Frozen, decía Martha con cara de “síguele y no duras ni la semana”.
-Aparte que lo que él diga es como palabra de rey, se tiene que hacer –decía Florentino el anciano Jardinero “pero si lo sabes tratar te dará una sonrisa de vuelta, esa que a pocos le devuelve”
Y Carmen comenzó a reflexionar de su actitud hacia Akaashi.
Entonces el chico es serio y no da muestras de cariño? O como? – preguntaba Carmen.
-Pues conmigo –decía Martha, pasaron 2 años para que diera una sonrisa de vuelta.
-Conmigo solo un año, decía Florentino.
-Conmigo nada, decía Paz, pues desde bebé me devolvía las sonrisas. (Paz era la sirvienta de toda la vida de la familia).
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¡Hola Paz! Le decían todos a la sirvienta que llegaba con el desayuno de Akaashi y sus padres.
A sus papás les llevaba uno chilaquiles con un huevo estrellado encima porque tenían antojo de unos desde hace días, pero no tenían tiempo de ir a un restaurante.
Y a mi buhito hermoso le decía a Akaashi mientras le revolvía el cabello, unos hotcakes (pancakes) con una bola de helado de chocolate.
Gracias Paz, le decía Akaashi esbozando una sonrisa a Paz, quien alegre le tiraba un beso mientras volvía a la cocina,
Estuvo deli el desayuno, le decía Akaashi a sus padres, quienes asintieron.
-Verdad que si? –preguntaba su padre. Y tu madre que quería cambiar a Juan (el cocinero) por el de los Ramos Cárdena.
-¿Y por qué? Si lo corrieron fue por algo, no? –preguntaba Akaashi.
-No, pasa que se van a ir a Monterrey por un año y después regresan, así que despidieron a todos incluyendo al cocinero y como ya he probado sus comidas, pues lo pensé, pero al final creo que al cocinero si se lo llevan he. –decía la mamá de Akaashi con cara de arrepentimiento por querer cambiar a Juan.
-Pues que bueno que no lo cambiaste –decía Akaashi.
-Si, bueno, tu fuiste la primer razón para no cambiarlo, bebé, saber lo que te cuesta comer y ya con Juan estas acostumbradísimo a sus comidas, y comenzar con otro sería muy difícil para ti, mi bebé. –Decía el papá más cool del planeta (así era como Akaashi le decía siempre).
Bueno nos vamos hijo, yo tengo que ir a firmar unas cosas a la empresa y pasare a dejar a tu madre a Casa Tíbet –decía su padre, mientras se paraba de la mesa.
Te puedo acompañar, mami? –preguntaba Akaashi.
Claro bebé, vamos –le contestaba su madre y salieron todos de la casa.