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Reminiscencia: Huellas del pasado por Stephi

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Bitácora dos

 

Rocket suelta un bufido de frustración cuándo se despierta abruptamente en medio de la noche y se da cuenta que de nuevo había tenido una pesadilla. Intenta no gritar por lo fastidiado que se siente al respecto y agudiza más su oído para darse una vaga idea de qué hora es, esperando por algún ruido en cualquier parte del Milano pero nada. Todo estaba en un maldito silencio que le sofocó y le hizo levantarse de la cama.

 

El suelo lo sintió extremadamente frío y pudo sentir cómo su pelaje se erizaba. Qué extraño, pensó. Él no era de aquellos que sentían frío, y mucho menos teniendo un pelaje tan espeso cómo el suyo. Frunció el entrecejo e internamente creyó que alguien le debió bajar la temperatura al Milano, porque pues, justo ahora ya estaba hasta temblando, y aquello, de alguna extraña e impredecible forma, lo hacía sentir agotado.

 

El frío le calaba hasta los huesos y en un vano intento por querer ahuyentarlo de su organismo, se abrazó a sí mismo. Odiaba el frío más de lo que odiaba a los Kree, debido a que éste le traía a su memoria muchos más recuerdos y sensaciones horribles que él no quería ni siquiera saber sobre su existencia. Sintió una sensación bastante fuerte de miedo y quiso concentrarse en el camino que estaba tomando, pero le fue inútil.

 

El miedo y la ansiedad comenzaron a abordarlo y él no pudo pensar en nada más que en aquel lugar dónde había conocido a Groot. Sin saber cuándo, la cabeza había comenzado a dolerle en el instante en que los pasillos comenzaron a parecérsele más a los de la nave Ship y sin saber realmente qué le sucedía, aturdido fue hasta la habitación de la persona que se le vino primero a la mente.

 

Chocaba con las paredes de modo que a veces tiraba cosas al suelo, sentía que sus sentidos estaban nublados y aquello era una sensación nueva y horrible, a decir verdad. Al parecer su cerebro estaba asimilando las cosas de una manera más lenta de lo que debería, haciéndolo sentir mareado.

 

Abrió la puerta con cierta brusquedad, y la cerró de igual forma; su intención era despertar al terrano y que éste se diese cuenta de su presencia.

 

La habitación estaba totalmente a oscuras, pero él podía apreciar a la perfección cómo Quill dormía descobijado y con apenas una mísera prenda de ropa interior cubriéndolo. Rocket no se imaginó el frío que debía de sentir si él, aún y con todo su pelaje, estaba que se le gangrenaban las extremidades.

 

—Quill —le llamó después de haberse aclarado la garganta. Su cabeza había comenzado a doler más y se sentía quizás mucho más mareado que cómo se sentía hace unos minutos. Con el paso de los minutos, su respiración estaba acelerándose al igual que su corazón y de verdad se sintió muy mal.

 

Pensó que quizás era por el frío, pues como sólo se había sentido de aquella manera cuándo estaba en el cuadrante de Keystone, dónde probablemente pudo sentir en carne propia lo que era el verdadero dolor, soledad y enfermedad; el verdadero miedo y sufrimiento, pudo relacionarlo con lo que estaba sintiendo en aquel momento. Las imágenes estaban apoderándose de su mente, la cual, al parecer, daba señales de flaquear próximamente.

 

Y no se permitiría tener uno de los ataques de ansiedad que sólo Groot había presenciado días después de que ambos escaparan de aquel maldito lugar del que quizás él jamás haya realmente logrado huir; después de todo, sentía que todo lo que él pudo haber sido había muerto en la nave Ship. Y no, él mantendría la calma aunque fuese lo último que hiciese.

 

—¿Rocket? —La voz adormilada del rubio se escuchó débilmente en la habitación y el mencionado sólo logra dirigirle una mirada de alivio—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa?

 

El mapache apenas si puede hablar y un escalofrío le recorre entero, haciéndole doler los huesos y suelta un quejido bastante lastimero que hace que Peter se siente extrañado en la cama.

 

—¿Por qué bajas la temperatura del Milano? —pregunta con un hilo de voz. Su garganta se sintió seca de repente y nuevamente tuvo que aclararse la garganta—. Está haciendo un frío del demonio —dando pasos lentos, se acerca al terrano que le mira extrañado desde su cama y suspira frustrado.

 

De verdad odiaba tener frío.

 

—La temperatura del Mileno está igual que siempre Rocket —ahora el confundido era el mapache, quién lo observaba con la cabeza levemente ladeada, interrogándolo—. De hecho, hasta está haciendo calor —Rocket se frustra y frunce el entrecejo, acercándose otro poco al rubio.

 

—Pues yo tengo frío, Quill —sin despegar la mirada del terrano, notó cómo éste estiraba su mano hasta que uno de sus dedos tocó su nariz. Rocket se sobresaltó un poco y sus ojos se abrieron por la sorpresa de la acción. Permaneció inmóvil sin saber qué hacer hasta que el terrano apartó el dedo de su nariz. El tacto le había dejado una sensación cálida que lentamente comenzó a esparcirse por su cuerpo, tomó una profunda respiración sin saber cuándo realmente había soltado todo el aire que había en sus pulmones.

 

—Estás enfermo —dice Peter de repente, sorprendiéndolo. ¿Él? ¿Enfermo? ¿Era en serio?

 

—Yo no me enfermo —responde toscamente y frunce el entrecejo. El terrano suelta una risa entre sardónica y preocupada y le acaricia la cabeza con cuidado, notándolo mucho más caliente de lo que usualmente está.

 

—Tienes fiebre —responde, como si fuese lo más obvio del mundo—. Y tú nariz está seca —agrega, volviendo a tocarle la nariz, ocasionando que el corazón del mapache se acelere con sólo aquel estúpido y leve contacto.

 

—Se supone que me hicieron como para no enfermar… —susurra para sí mismo, sin intenciones de que Quill le escuche, pero falla miserablemente en el intento. El rubio le mira con la duda palpable en el rostro y le toma una de sus patas con cuidado, acariciándolo levemente, queriendo que éste de alguna manera capte su mensaje y que le diga lo que precisamente él quiere escuchar.

 

—¿A qué te refieres? —le susurra, quizás reteniendo en su pecho el miedo que aquellas palabras le habían ocasionado, porque después de todo, por eso era aquel dolor estrujante y asfixiante que se había instalado en su pecho, ¿verdad?

 

—No es nada —la cabeza de Rocket se mueve hacia los lados en señal de negación, dándole el mensaje a Peter de que no debería preocuparse de más. Sin embargo, el terrano sólo se queda mirándolo con tristeza y cierta decepción mezclada en sus facciones por la falta de información que Rocket le ha estado dando con respecto a su vida y se muerde el labio inferior con cierta frustración.

 

Rocket de repente se siente débil y da un paso hacia atrás por la poca fuerza que sus piernas estaban haciendo para sostener su peso y por poco cae al suelo. Quill reacciona con rapidez, y lo atrae hacia él de un tirón, cargándolo y acostándose nuevamente en su cama; pero ésta vez, con Rocket sobre él respirando dificultosamente.

 

Instantáneamente, el mapache siente un cambió casi extremo en la temperatura y un escalofrío vuelve a recorrerlo, haciéndolo sentir considerablemente mejor, aliviándolo muchísimo de su malestar. Internamente, Rocket agradece todo lo que Peter está haciendo por él.

 

Quill suspira con pesadez, moviendo levemente el pelaje de la cabeza del mapache, haciéndolo estremecer casi con fuerza por sentir el aliento del terrano y se siente a gusto allí. Se siente relajado a pesar de que su corazón quizás va a mil por hora y, por primera vez en noches, siente que podrá descansar sin que nada lo agobie. Sin que aquellos fantasmas de su pasado le atormenten, aunque los sienta ahí con él; aunque sienta cómo le acechan y esperan el momento adecuado para cazarle y asesinarlo de la forma más cruel posible.

 

Su estómago tiene las estúpidas y metafóricas mariposas revoloteando y suspira por aquella sensación que está seguro, jamás se cansaría de sentir. Sonríe levemente y suspira.

 

—Lo lamento —dice Rocket de repente, sobresaltando a Quill, quién no se esperaba que éste llegase a hablar más en toda la noche.

 

—¿Por qué? —Sintiendo al mapache temblar, toma la cobija cómo puede y se cubre con ella, cubriéndolo a él en el proceso; y queriendo que éste se sienta más caluroso, le abraza con fuerza, apegándolo todo lo que puede a su pecho y así poder compartirle su calor.

 

Rocket suspira agradecido por aquel acto y duda un momento en contestarle la pregunta. Se siente un poco mal por cuestionarse en si debía o no decirle lo que pensaba en esos momentos, pero al final se rinde. Él ya había estado ignorando todas sus preguntas y era hora, quizás, de comenzarse a abrir con él.

 

Aunque eso implicase que su cordura colapsara totalmente.

 

—Lamento ser un producto de mi pasado, sin datos personales permitidos…


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