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Sala de castigos por michael manson

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Notas del capitulo:

Bueno, después de pensarlo un rato, decidí que sería mejor continuar la historia como un long fic y no cortos como estaba previsto antes. Sin nada más que decir disfruten del capítulo. 

Hannibal estaba totalmente consciente de que Will le estaba siguiendo los pasos apenas había salido del colegio; para muchos aquel gesto se podía considerar demasiado escalofriante y si se era lo suficientemente valiente se encararía con aquel peculiar acosador, exigiéndole una explicación, incluso mandándole al carajo si era grosero. Él no estaba en la mayoría lo que decidió seguir su camino sin poner ninguna objeción hacia Will ¿Por qué no hacía nada al respecto? Realmente su respuesta era demasiado sencilla: curiosidad.

 

A diferencia de Will, él tenía cierta intriga hacia él hacía tiempo; sin duda cada vez que llegaba a la monótona escuela la presencia del joven de cabellos castaños y claros ojos azules la mantenía en cierta forma menos aburrido de lo que debería ser. Ese chico era demasiado diferente al resto de sus compañeros – lo cual explicaba el motivo de porque siempre estaba solo – que por lo general eran estúpidos y superficiales que se juntaban a él por ser el chico nuevo y rico.  En parte sentía cierta envidia por ser ignorado, él también quería serlo y estar solo, tal vez incluso podría acercarse a él y hablar. Bueno, no todo estaba mal, al menos estuvieron juntos una hora a pesar de que la conversación fue de todo menos alentadora. No era algo que quisiera mantener en su memoria, quería despejar su mente aunque sea un rato.

 

Sin prestarle mucha atención a su acechador, camino a su “humilde hogar”; realmente aquello  era totalmente innecesario, su tío contada con un automóvil con chofer incluido que podía llevarlo y recogerlo sin problema alguna; a pesar de eso, declino la oferta de forma cortes y Robertas no quiso insistir conociendo muy bien el carácter su sobrino. No era porque quería mostrar una faceta de falsa modestia, de hecho no tenía una excusa y tampoco le veía necesidad tener una. Además caminar le parecía algo demasiado calmado, el clima de Nueva Orleans era fresco y no se comparaba en lo absoluto al frio de su natal Lituania, tal vez lo único que necesitaba en su vida era un cambio radical.

 

Solo nadie de su pequeña familia debía de enterarse de su “pequeño problema” en la escuela en la cual estuvo involucrado, reflexiono como un método para conservar aquella fachada de paz que tenía. Después de todo,  aquella información era incómoda para cualquiera, era natural que actuara de esa forma.

 

Cuando al fin llego aquella pequeña mansión que poseía su familia y abrió el portón que le daría el acceso, no pudo evitar mirar por encima de su hombro para asegurarse que su reciente acosador estaba todavía. En efecto, Will estaba ahí, al otro lado de la calle, escondido de forma apropiada detrás de unos arbustos, si no hubiera sabido que le estaba siguiendo, posiblemente no se hubiera dado cuenta. Su auto control hizo que reprimiera sus deseos de sonreír, eso le hubiera demostrado que le había pillado y no quería desilusionarlo con eso, se limitó en entrar de una vez a su casa. Ya lo vería mañana de todas maneras y de solo pensarlo sintió una leve punzada de emoción.  

 

A pesar de que su familia Lecter podía mostrar cierto nivel de ostentación económica, la realidad era más bien otra. La mansión, aunque grande y con un aspecto colonial ya mostraba cierto deterioro por el descuido al no contar con el personal adecuado que pueda salvarlo.  Era lo mejor que podían tener y realmente no tenía una queja sobre eso.  Cuando paso por la sala se encontró con su tío y su esposa Murasaki esperándolo y con solo ver sus facciones se dio cuenta que algo no andaba bien.

 

—Hannibal, necesito hablar contigo— Robertas es el primero que hablar — me llamaron de la escuela sobre la pelea que tuviste con unos chicos.

 

—Si— bueno, eso no le sorprendía, sin embargo,  no lo consideraba correcto ¿es que no confiaba en que no diría nada? En realidad no lo haría, pero eso no cambiaba su idea— yo no lo ocasione— no mentía, realmente no había provocado nada.

 

—Lo sé, Chiyoh nos contó lo que sucedió cuando vimos que llego sola. No te preocupes por eso, voy a ir mañana a que te retiren el castigo, no es justo.

 

—Son dos semanas de detención, puedo manejarlo — negó, lo que menos quería era una intervención — quiero asumir mi culpa, tío, no fue buena decisión responder a su agresión.

 

—Te defendías.

 

—Ellos no lo ven así y creo que lo mejor es mantener las cosas tal y como están, por favor— pidió y al ver que no tenía una respuesta decidió continuar— ¿podría ir a mi habitación? Tengo demasiados deberes que hacer.

 

—Primero— intervino Murasaki yendo con él y sin poder retroceder toco su rostro— déjame ver tus heridas ¿te sientes bien?— pregunto. No se veían muy profundas, pero tampoco era para fiarse de todo.

 

—Sí, estoy bien— se separó de ella— no se preocupen— paso de largo para ir a su habitación, escuchando murmullos de sus tíos, lo más seguro hablando de él y aunque quería saber de lo que hablaban, ahora no era un buen momento para hacerlo y siguió su camino.

 

Cuando estuvo cerca de su habitación se encontró con Chiyoh, la protegida de su tía Murasaki. Ambos se habían vuelto relativamente unidos al punto de considerarse familia a pesar de los nulos lazos de sangre que había entre ellos. Quiso pasar de ella, la quería, pero no quería hablar con nadie en esos momentos. Por supuesto, sus planes no fueron así, la chica se puso enfrente de él.

 

— ¿Estás bien?— pregunto la japonesa y él asintió con la cabeza— Lamento haberle contado todo al señor Robertas, lo que paso fue injusto y pensé que podía ayudarte ¿va hacer algo?

 

—No, le pedí que no hiciera nada — contesto— agradezco tu preocupación, lo valoro, pero no quiero que se metan en mis problemas.

 

— ¿Por qué?— no pudo evitar preguntar, confundida — es darle la razón a esos tipos y no te lo mereces.

 

—Es mi decisión,  quisiera que lo respetaras— corto la conversación y Chiyoh lo sabía. Sin decir nada se puso a su lado y el siguió su camino para por fin llegar a su habitación.

 

La excusa de tener muchos deberes en realidad no era una mentira, por lo que, cuando se encerró se puso a trabajar en ellas con cierta facilidad y disfrutando en cierta parte de aquella actividad pues le alejaba un poco de los demás problemas. Claro, estas no se iban y cuando termino sus obligaciones, este le seguían esperando, fieles para estar a su lado. Solo serían dos semanas, trataba de convencerse.  No era tan malo, posiblemente tendría más oportunidades para  acercarse a Will. Sin duda eso era lo único bueno.

 

Will se maldijo en voz alta cuando se dio cuenta que había llegado bastante tarde al pequeño departamento en el barrio francés, conocido por ser una de las zonas más peligrosas de la ciudad por la gran cantidad de crímenes que se cometían; él sentía que solo estaban exagerado, habían muchos lugares peores y  las rentas eran demasiado accesibles. Su pequeño juego de espionaje le había costado mucho tiempo perdido. Quitando lo negativo de todo, su padre todavía no había llegado del trabajo, o del bar donde era más seguro de donde se encontraba. Eso aliviaba un poco la tensión.

 

¿A quién engañaba? Las cosas no estaban bien, jamás lo fue desde hacía muchos años. Consideraba que la razón principal de que todo se fuera al carajo cuando su madre se fue. Para ser sincero no tenía muchos recuerdos sobre ella mujer, se había marchado cuando era muy pequeño, no obstante, aquellos pequeños fragmentos de su memoria le dictaban que esos tiempos eran mejores. O tal vez todo era un método de defensa, no estaba seguro. Sin importar cual fuera la verdad absoluta, su madre había huido, dejándolo con un padre que se ahogaba en alcohol  y cambiaba de casa cada cierto tiempo y él, bueno solo era un solitario que solo se metía en problemas por su empatía.

 

¿Había hecho bien en seguir a Hannibal? Esa pregunta rondaba por sus pensamientos. Al parecer esa indiferencia que tenía por aquel chico por un año se desvaneció en un solo por una hora. Ese chico parecía de todo menos de alguien que se metía en peleas y mucho menos de alguien que ganara una. Quería saber de él, quien era realmente y que había ocasionado esa pelea.

 

Acosarlo no era una buena idea, razono su sencillo pero atinado sentido común, de hecho, era demasiado espeluznante, incluso para sus propios estándares. Al menos Hannibal no se había dado cuenta y tampoco iba a repetir aquel acoso. No era ningún estúpido.

 

Con calma se dedicó hacer la cena usando las gambas que hacía unos días pesco con su padre. Los mariscos eran más pequeños de lo de costumbre, cosa que no le sorprendió, las industrias que estaban cerca contaminaban el agua. Al menos todavía no eran tan tóxicos y se podían comer sin problemas; decidió cocinarlos secos.  

 

Estando consciente de que su padre no llegaría temprano y si lo hacia lo más seguro era que fuera a plantarse enfrente del televisor con una cerveza a la mano comió primero, dejándole algo por si decidía comer después. Y si no, tendría el desayuno para el día siguiente, no lo iba a desperdiciar. Cuando termino se encerró en su habitación, sumiendo aún más en aquella soledad. Bueno, al menos había roto la rutina con el acoso, reconsidero un poco.

 

 

Si bien en el pasado Hannibal y Will eran unos completos extraños que tenían como único rasgo en común asistir a la misma escuela, todo cambio en tan solo una semana, de una forma tan sutil y secreta que solo ambos conocían y, aunque ellos lo tomaban como si fuera la cosa más natural, la verdad llegaba a ser un poco inquietante.  Will no había cesado el acoso hacia Lecter a pesar a su casa, pensando ingenuamente que todavía seguía sin ser descubierto, incluso, guiado por una falsa sensación de seguridad había tomado la osadía de también seguir sus pasos durante clases – una acción menos arriesgada, tomando en cuenta que tomaban varias clase juntos y eso no lo hacía sospechoso, según él-.

 

No tardó mucho en darse cuenta que todo lo que pensaba de Hannibal antes solo eran prejuicios de su parte, ideas en base a estereotipos estúpidos que en realidad no existían. El joven Lituano a pesar de la gran popularidad que lo rodeaba, no portaba ninguna característica de las personas que tenían esa clase de posición – arrogante, abusiva, superficial y en resumen, un dolor de cabeza- . Era amable en realidad y aunque siempre estaba rodeado de personas, no parecía convivir con ella, en realidad, pareciendo más un espectador. Tampoco era un mártir a pesar de los comentarios soeces contra su persona calificándole de ser solo un estirado que aparentaba lo que no era;  no hacía nada al respecto y eso le intrigaba ¿Qué demonios era él realmente? Eso solo le motivaba más a acosarlo y aunque quería dejarlo, ya no podía.  Por supuesto, eso no lo demostraba abiertamente, incluso las veces que estuvieron en detención, trataba de evitarlo.

 

Una actitud que mantenía decepcionado a Hannibal. Claro, él podía tomar la iniciativa, pero justamente era algo que no le apetencia hacer; Si Will Graham quería hablar con él, entonces tenía que acercarse y hacerlo. Por lo mientras disfrutaría de aquel silencioso juego entre ambos, como le gustaba denominarlo. Nunca espero que acabara demasiado pronto.

 

Era domingo. Will había decidido darle una vuelta a la casa de Hannibal cerca de las cinco de la tarde. Si no tenía mala memoria, recordaba haberlo visto salir a esa  hora pasear solo y posiblemente podría verlo de nuevo. Cuál fue su sorpresa cuando en lugar de Hannibal salió una chica japonesa. A ella ya la había conocido antes de que lo siguiera, su nombre era Chiyoh y vivía con Hannibal, lo que se preguntaba qué relación tenían. Parecía un chica pacifica, no obstante, aquella imagen se esfumo de su mente al ver su expresión totalmente sombría cuando se acercó a él cuando trataba de huir.

 

—No quiero verte otra vez merodeando a Hannibal de nuevo— la joven ni siquiera le había dejado la oportunidad de darle una tonta excusa de porque estaba ahí.

 

—Yo no sé de qué me hablas, solo estaba caminando— Chiyoh solo suspiro resignada, era demasiado obvio que no le creía.

 

—Me he dado cuenta que lo has estado siguiendo estos días, no sé qué piensas con hacer esto, pero será mejor para ti que no vuelvas hacerlo— se acercó a él y aunque era más baja de estatura logro intimarlo— ¿quedo claro?

 

— ¿Él está molesto conmigo?— pregunto, si ella lo sabía lo más seguro es que Hannibal también estaba enterado. Se sentía tan torpe en esos momentos.

 

—No, no le importa de hecho, pero a mí sí, me preocupa que usted le haga algo y  me quiero asegurar que mis temores no sucederán— cualquiera pensaría que estaba siendo irracional, pero solo se encontraba preocupada por alguien de su familia porque un torpe acosador estaba siendo demasiado insistente. Realmente no la culpaba de nada, de haber tenido a alguien a proteger, lo más seguro es que actuaría igual.

 

—Lo siento, no volverá a suceder— las palabras salían automática de su boca en una especia de vomito verbal donde no tenía el control.  Tal vez eso era una señal que debía parar, estaba llegando demasiado lejos. Sintiéndose más idiota de lo usual se fue.

 

Cuando Chiyoh le perdió de vista, decidió regresar encontrándose a Hannibal apoyado en la reja del portón de la entrada ¿desde cuándo estaba ahí? No tenía la más mínima idea y tampoco quería saberlo.

 

—Pensé que insistirá más— comento el rubio mirando a la dirección donde se había marchado Will.  Ni siquiera parecía haberse dado cuenta que le estaba escuchando todo este tiempo, no era tan interesante como había supuesto.

 

—No lo entiendo, Hannibal ¿Por qué has dejado que te acose todo este tiempo?— pregunto. Ella veía a Hannibal como un hermano y pensaba que el sentimiento era correspondido, no obstante, no lograba entender el porqué de la mayoría de sus acciones.

 

—Quería saber a qué llegaría— respondió.

 

— ¿Y te metas en otra pelea como antes?— señalo en reproche pero el solo negó en silencio.

 

—Will no es esa clase de persona— aseguro como si le conociera — no hablemos de esto ¿quieren entrar a jugar?— pregunto y ella entendía a que se refería. Irían a la sala, le vendaría los ojos para después quemar algo y hacer que ella identificara que era solo por el olor. No era lo más entretenido, pero en un domingo por la tarde, era mejor que nada.

 

—Eso estaría bien— accedió y entro a la casa con él.

 

Hannibal oculto lo mejor que pudo la gran decepción que sentía;  estaba defraudado, pero al menos había acabado ese juego que en esos momentos ya lo tomaba como absurdo. Su extraña y silenciosa relación con Will Graham había llegado a su fin tan pronto como empezó. Realmente era una novedad que eso fuera una equivocación de su parte. Eso no había llegado a su fin, apenas iniciaba.

 

Continuará.

 

 

Notas finales:

Nos vemos el próximo año (¿?) Es broma mis queridos lectores fantasmas y pocos lectores vivos, nos vemos pronto. 


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