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Criminal por Eruka Frog

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Notas del capitulo:

Hola, muchachones.

 

Pues realmente no sabía si este fanfic tendría continuación, pero fue la gozada de mi vida imaginarme posibles situaciones futuras. Como advertencia, les puedo decir que si bien es evidentemente una continuación, también se podría decir que es un fic completamente nuevo. Cuando escribí el primer capítulo tendía ideas super fijas, pero luego me puse a escribir y salió algo completamente diferente, por lo que voy a modificar el primer capítulo par que encaje, pero no mucho, más que nada voy a modificar periodos de tiempo y eso.

 

 

Capítulo 2.

Una de las ventajas de ser una persona absolutamente controlada, era que podía visitar las casas de sus compañeros y ser recibido como un invitado estrella. Las madres simplemente adoraban sus modales, mientras que los padres constantemente mostraban un respeto casi desmedido ante sus logros escolares y extracurriculares, que él dejaba fluir con naturalidad. Si los había, los hermanos mostraban admiración y deleite sólo con observarlo, no importaba el género. Por ello, es que en ese momento podía disfrutar tranquilamente de las pastitas que Kushina-san había comprado en la semana, en la pastelería que él le había recomendado en su anterior visita, mientras Naruto, recostado sobre un libro de biología, dormitaba tranquilo. Pensó en despertarlo para ayudarlo a estudiar, que en teoría era la razón por la que estaba en su casa, pero aunque el rubito era sumamente aburrido dormido, decidió que le convenía más pasar revista de la habitación del rubio, otra vez.

 

Al rebuscar en los cajones encontró lo de siempre: ropa desordenada, algunos videojuegos no demasiado complejos, revistas aquí y allá, fotos de su familia puestas en lugares estratégicos y, más importantes, los materiales con los que Naruto tenía mayor contacto. Revisó su teléfono (el babotas del blondo no pensaba siquiera en poner algún tipo de contraseña) donde no había más que los mensajes que él ya sabía que le llegaban, pues monitorear su teléfono era una rutina para él. Revisó un poco las libretas, asegurándose de que mantenía unos apuntes aceptablemente ordenados (sobretodo gracias a que se él le permitía copiar los suyos), revisó por encima la nota que Iruka-sensei le había enviado a sus padres, informándoles que Naruto había mostrado cierta distracción en los últimos días.

 

Se había planteado darle una paliza al entrometido profesor, pero considero que incluso él, ya bastante curtido, encontraría demasiado patética la imagen de un adulto respetable retorciéndose frente a él. De este modo, había decidido que simplemente dejaría caer frente al docente alguna ambigua referencia sobre el rubio sintiéndose cansado por las actividades extracurriculares, cosa que le dio dos beneficios: Iruka-sensei menos preocupado y sugiriéndole al rubio que no se sobreexigiera. En la agenda de Naruto no había nada extraño tampoco, quizás en parte a que rara vez la utilizaba.

 

Todo en orden.

 

Y es que para Uchiha Sasuke el orden lo era todo. Podrías pensar que mantenía un control sobre Naruto tan enfermizo que rallaba lo cliché,  pero en realidad iba mucho más allá de ello. Más que celos o la necesidad de mantener al menor comiendo de su mano, era una sensación de calma, de que no había nada que pudiese alterar su ordenada y organizada vida. Porque si algo la desordenaba, usualmente ese algo o ese alguien terminaba severamente maltrecho, y prefería curarse en salud.

 

¿Desde cuándo tenía esa necesidad de absoluto control?

No recordaba muy bien, para él, la respuesta sería desde el mismo día que nació, pero entonces pensaba en Itachi, su hermano mayor, sugiriéndole que había maneras más satisfactorias de mantener las cosas en orden, que autolesionarse o pasarse horas intentado arreglar las cosas. Itachi, serio, formal, perfecto, le susurró  a su hermano de seis años que si quería que las personas y las cosas estuviesen en perfecto orden, él podía enderezarlas, que no había necesidad de que se mordiera las uñas hasta hacerlas sangrar o que pasara horas y horas preocupado, sufriendo de una intensa taquicardia por el hecho absurdo de que los demás no pudieran seguir las perfectas líneas que él trazaba.

 

-Hay muchas, infinitas formas de convencer a alguien de… reformarse.

 

Al principio solo enfrentaba a sus compañeros de clases con palabras y miradas gélidas, pero los niños de primaria se impresionan así de fácil. Cuando entró a secundaría las cosas se volvieron más complejas, porque ahí no sólo eran más estudiantes, sino que ya no se dejaban intimidar por tres palabritas bien dichas. Realmente no le dejaron otra opción, si la gente entendiera cuál era su papel en la vida, cuáles las normas de comportamiento y los niveles mínimos de urbanidad, él podría ser un estudiante más. Uno brillante, pero al fin y al cabo uno limitado por su edad y posición.

 

Pero vaya que los adolescentes eran bestialmente incorregibles. Y Sasuke se preguntaba porqué no mantenían un perfecto dominio de sí mismos, porque eran idiotas adrede. En su casa, su padre no había tenido problemas en disciplinarlo, a  veces pegándole con la vara en las manos (y una vez en la cara), impidiéndole salir de su habitación por días o negándole comida o agua en los casos más graves. Y ahí lo tenían, a los cinco años ya era totalmente dueño de su persona, y su padre nunca más había tenido que reprenderlo más que verbalmente por alguna nadería.

Sasuke comenzó a pegarle a sus compañeros siendo perfectamente consciente de lo que hacía. Lo había planeado, cómo aislar como siempre al indeseable de turno, como evitar lastimarse en el proceso de la corrección y las palabras que utilizaría para que quedara bien claro que aquello no era una cuestión de simple abuso, sino que él estaba ahí para corregir una deplorable conducta. Y aunque al principio había encontrado irritable el tener que mantener contacto físico con aquellos entes, terminó disfrutándolo. Aún era una cuestión de corrección, pero también era un pasatiempo tan bueno como jugar shôgi o leer, una actividad que le resultaba placentera.

 

Un favor con múltiples beneficiarios.

 

Naruto se presentó ante él como un gran problema. El muchacho era absolutamente todo lo que debía ser corregido desde la infancia; escandaloso, bobo, generoso y radiante. Por regla general no corregía a nadie en su primer día de clases, pues con los nuevos necesitaba un par de días para saber qué tipo de castigo necesitaba. No obstante, en la cena de esa misma noche, su padre había dicho lo indecible:

 

-Sasuke, en tu escuela debe haber entrado el hijo de los Uzumaki- No era una pregunta, así que Sasuke esperó la orden-Uzumaki Minato es uno de los más grandes abogados que he conocido, cuida de su hijo.

 

Se quedó completamente de piedra. Su padre no le había dicho que cuidara al hijo de un socio, de un político o de cualquier otra persona importante, sino que le había pedido que cuidara del hijo de uno de los “más grandes abogados”. Su padre sólo había utilizado la palabra grande en referencia a la grandeza como adjetivo para calificar a una persona en otra ocasión, cuando su hermano se había graduado con los más altos honores y había comentado que estaba claro que sería uno de los grandes. Para todas las demás personas, sólo tenía adjetivos para realzar su importancia o falta de ella.

 

Le preguntó a su hermano si sabía quién era aquel sujeto, sólo para enterarse de que su hermano también le tenía admiración y aprecio. Decía, con algo muy parecido al afecto, que Minato-san era una mente ingeniosa y un ejemplo de profesionalismo. Bajo aquellas dos grandes recomendaciones, Sasuke pasó días investigando a aquel sujeto, mientras intentaba adormecer a todos los instintos que le inducían a propinarle a Naruto la paliza salvaje que se merecía. Lo que encontró lo dejó por sí mismo alucinado. En efecto, el tal Minato parecía un ejemplar de ser humano. Correcto, formal, con un aura de admiración general imposible de ignorar. Hijo de una familia poco importante, pero brillante en los estudios y en actividades que iban desde el kendo hasta la caligrafía, que lo habían llevado a ser adoptado por la prospera familia Uzumaki luego de casarse con la heredera de ésta.

 

Desde entonces, fungía como consejero en diversas compañías y dividía el resto de su tiempo en su propia compañía y en las decenas de organizaciones caritativas en las que era un miembro indispensable. Uzumaki Minato definitivamente no tenía fallo.

 

¿Por qué Naruto sí?

 

Realmente, incluso con la petición de su padre, le pudo propinar una tremenda paliza porque el rubio seguía siendo tremendamente irritante. Pero en vez de hacerlo, quiso desentrañar el misterio de por qué una persona tan perfecta como Minato podía tener un engendro salvaje como Naruto. ¿Es  que el hombre era un padre terrible incapaz de poner orden en la vida de su hijo? Pero no lo creía, alguien tan formidable como Minato tenía que tener otra explicación para haber criado a un ser humano como Naruto.

 

-… sí, mi papá es siempre así de afectuoso, jajaja- escuchó decir estruendosamente al rubio en una ocasión, hablando con Kiba, otro deleznable ser humano.

 

-Parece agradable, al menos él se controla, deberías ver a mi hermana…

 

¿Afectuoso Minato? Para Sasuke la perfección estaba exenta de sentimientos. Hizo que Sakura le preguntara algunas cosas a Naruto, y lo que la muchacha le contó le hizo sentir nauseas:

 

-Al parecer, el padre de Naruto-kun es un abogado bastante reconocido, habla cuatro idiomas y fue el primero en todos los niveles académicos, además, es campeón de kendo y shôgi. Pero Naruto-kun dice que su padre rara vez habla de eso en casa, pues Minato-san parece ser de la idea de que se debe separar la vida profesional de la familiar…

 

Básico, claro, evidente.

 

Minato  separaba la vida profesional de la privada, normal, pero si era así, ¿significada que Minato sólo era ejemplar como profesional? No. Su padre lo invitó a cenar a casa, y Minato mostró no sólo muestras de camaradería con el impávido Itachi y el ególatra Fugaku, sino que se mostró amable y atento con Mikoto y bromeo un tanto con él. Y en ningún momento parecía fingir, realmente Minato era un sujeto digno de respeto.

-Me parece que no compartes clases con mi hijo, ¿verdad? –le preguntó, casi confidencialmente, en algún momento de la velada. Sasuke negó con perfecto respeto y cortesía-qué pena, me habría gustado que mi Naru tuviera un buen amigo para empezar.

 

“Mi Naru”.

 

No se podía ser más cursi.

 

-Estoy seguro de que Uzumaki-kun no tendrá ningún problema para acostumbrarse a la vida escolar, Minato-sama –aseguró, casi nervioso.

 

-Eso pensarías… pero lo han  expulsado de tantas escuelas ¡es tan apasionado mi delfín!

 

A Sasuke se le heló la sangre sólo de escuchar eso. Minato casi parecía orgulloso de que a su hijo le hubieran expulsado (seis veces, como investigó después). Y le parecía que estaba bien que fuese apasionado. Parecía que Minato no notaba nada incorrecto en la conducta de su hijo, lo que hizo a Sasuke replantearse un par de cosas. Observó atentamente a Naruto, que ahora era directamente irritante con él, es decir, que intentaba fastidiarlo esperando una reacción, pero Sasuke era cualquier cosa menos volátil.

 

Naruto sabía utilizar los palillos de forma correcta, pero elegía no hacerlo por pereza. Naruto no era un buen estudiante, pero al contrario de lo que él había pensado en un inicio, no es que no se esforzara, sino que simplemente él no estaba hecho para sentarse en un aula a escuchar una lección entera, sino que necesitaba constantemente pasar a la acción. Y vaya que era pasional, a las dos semanas de entrar a clases, ya estaba en suspensión por haber defendido a una niña de primer año cuyo nombre ni siquiera sabía, de unos abusones de segundo.

 

Determinó que Minato no había fallado como padre, sencillamente, medía parámetros muy diferentes a los suyos, parámetros en los que le rubio estaba considerablemente aventajado. Naruto era ejemplar en su propia forma de ser. Era consistente, había orden en todo el caos de su su personalidad. Naruto siempre hablaba alto, siempre se molestaba con aquellos que abusaban de su poder, siempre hacía aspavientos con las manos, siempre se movía de un lado a otro como si el piso ardiera, siempre comía de forma ruidosa…

 

Cuando entendió que el rubio quería filmarlo dándole una paliza a un alumno, se maravilló ante el panorama que esto ofrecía. No se molestó en asustarse ante el detalle de que el rubio estaba claramente decidido a mostrarle al mundo su verdadera cara, porque la otra cosa que era estable en Naruto, era lo impredecible de su personalidad. Por eso ni siquiera se sorprendió cuando se dio cuenta de que no saltaba confrontarlo en ningún momento de la paliza que le estaba dando a su amigo, ni tampoco cuando se lo encontró acalorado y evidentemente excitado en los vestuarios.

 

Un poco, eso sí, le sorprendió al encontrarse a sí mismo excitado ante la hilarante idea de que Naruto estuviese excitado precisamente por contemplar lo que más anunciaba odiar: el abuso de poder. Se dejó llevar en todo su orden y calma, sin asustarse ante lo nuevo, sin tratar de adaptarse a una orientación sexual que no había considerado, sino moldeando a su alrededor los hechos y las acciones para que formaran parte de él, y no al revés. Sasuke se comía las situaciones nuevas hasta convertirlas en lo que más le convenían.

 

Simplemente, había encontrado otra actividad placentera y emocionante.

 

 

Naruto soltó un bostezó y miró agobiado su prueba. La mitad de las preguntas le parecían simplemente incomprensibles y la otra mitad consistían en redactar una respuesta de por lo menos seis líneas, y a él el rollo académico no le iba. Con rabia, pensó que la culpa era del hijoeputa de Sasuke, que lo había dejado dormirse sobre sus apuntes en vez de despertarle para ayudarlo a estudiar. El moreno se había limitado a apagar las luces de su habitación y marcharse a casa, mientras que él despertó totalmente adolorido por estar en una posición incómoda toda la noche. Encima, había llegado tarde a la escuela, y aunque ello en otro caso le daría bastante igual, debido a que tenía una prueba, tuvo que saltar (de nuevo) la reja que rodeaba el edificio.

 

Totalmente derrotado, decidió responder a las preguntas con lo poco que recordaba de los apuntes que el mismo Sasuke le había prestado. Aquella de todos modos no era una prueba final, sino una simple evaluación que el nuevo profesor les había impuesto. Al terminar la prueba, y con ganas de irse al techo a echar un sueñecito y perderse la clase de física (que odiaba), Iruka-sensei, el tutor de su clase, entró seguido de un joven de aspecto extravagante.

 

Era pequeñajo, incluso más que él, y todo en él clamaba al cielo la palabra exótico. Tenía una piel sorprendentemente blanca, no como Sasuke que parecía porcelana, o como la de Sai, casi apergaminada, sino blanca como la leche, de aspecto terso que contrastaba con su cabello de un rojo cereza imposible y unos ojos verde agua que miraban todo con completa indiferencia. Iruka-sensei anunció que su nombre era Sabaku no Gaara, y estaba siendo transferido directamente de la escuela secundaria, siendo entonces dos años menor que todos ellos, por lo cual debían cuidar de él y en general hacer de su vida escolar un sueño, etc.

 

El muchachito se presentó con perfecta corrección, y se sentó en el sitio en el que le correspondía por su nombre. En la clase de Naruto sólo había dos sitios vacíos, pues la Academia Konoha era una de las escuelas con mayor demanda de la ciudad. Algunos compañeros tuvieron que cambiarse de sitio para que el pelirrojo ocupara su sitio, pero todos estaban tan fascinados por el nuevo estudiante que nadie se quejó realmente. A Naruto, como siempre, le cayó bien desde que supo que era un estudiante menor, pues por naturaleza era protector y sus instintos fraternales estaban siempre en busca de alguien a quien dirigirse, ya que era hijo único.

 

Todo normal, hasta que observó que Sasuke, unas filas por delante de él, observaba con marcado interés al nuevo estudiante. Con algo de susto, todo hay que decirlo, pensó que quizás estaba planeando desde ya darle una paliza, quizás le irritaba el simple hecho de que Gaara hubiese sido promovido dos cursos por delante. Pero Sasuke, contrario a lo que se pensaba, no era del tipo envidioso. A él no le molestaba que alguien supiese más de algún tema que él, como prueba estaba Sakura, que gracias a su completa dedicación por los estudios, había superado al Uchiha en alguna ocasión, o Neji, de último curso, que era el presidente del consejo estudiantil y un alumno modelo. A Sasuke le molestaba que las personas fuesen… ¿maleducadas? O desagradables, tontas, poco asertivas, con costumbres inusuales y esas cosas que no terminaba de entender, pero usualmente a las personas que consideraba en su mismo nivel académico y con un sistema de valores parecido, les tenía casi respeto. Por poner un ejemplo, a Shikamaru le había dado tremenda paliza casi al iniciar clases, porque este solía quedarse dormido en clases y una vez había osado roncar, lo que desde luego sacó de quicio al moreno, pero cuando había arrasado en las pruebas del primer año, había mejorado su concepto sobre él.

 

La siguiente hora, impartida por el siempre molesto Kakashi-sensei, que encontraba divertidísimo hacer preguntas aleatorias a los estudiantes menos capacitados (a él, sobretodo, pero también se iba contra Kiba y Chouji, aunque este último parecía bastante ajeno a la opinión pública), se dedicó a observar la interacción entre Sasuke y Gaara, sopesando si el moreno mostraba un saludable interés por el otro o si planeaba arrinconarlo en algún lado para meterse con él.

 

No estaba seguro de ser capaz de excitarse viendo como su amigo, amante o lo que sea golpeaba a un chico no solo menor en edad, sino con una constitución tan obviamente delicada.

 

“Si Sasuke se mete con él, estaré cerca”

La perfectísima caligrafía, el trozo de papel perfectamente recortado, le hicieron saber que era de Amane Sai sin necesidad de una firma. No había nadie más en toda la academia que lograra que los kanji parecieran hermosos dibujos. Miró a Ino, quien se lo había pasado justo cuando iniciaba el periodo de descanso, y ella se encogió de hombros. Sai iba dos cursos por delante de ellos, y no lo había visto en todo el día, así que era bastante impresionante que ya supiera de Gaara y encima hubiera logrado colarle una nota.

 

-Naruto, ¿vas a estar mirando a la puta pared todo el día o vamos a almorzar? –interrogó Kiba, sacándolo de su estado de sorpresa. Cruzó una mirada con Sasuke, que parecía demasiado ocupado explicándole un problema a algunos compañeros como para prestarle atención, así que asintió al castaño. Al salir, vio la pequeña figura de Gaara unos pasos por delante, y con decisión lo alcanzó.

 

-Hola,  mi nombre es Naruto y él es Kiba -se presentó con gran entusiasmo. El pelirrojo no se sorprendió en lo absoluto, sólo les dedicó una velada reverencia y se volvió a presentar. Lo arrastraron a la cafetería y luego a una banca a la que le pegaba directamente la luz del sol, para almorzar juntos. Chôji y Shikamaru se les unieron con su usual desgano un rato después.

 

-Vaya cosa, Sabaku… de verdad tienes que ser un genio para que te promovieran dos cursos enteros –comentó Kiba.

 

-No realmente, la decisión fue algo apresurada–respondió cordialmente Gaara. El chico emanaba un aire de gélida indiferencia, pero contrario a Sasuke, no parecía molestarse con la presencia del resto del mundo.

 

-Quizás este sea el año en que desbanques a Shikamaru –picó Naruto, pero Shikamaru estaba demasiado dormido como para prestarle atención.

 

-No creo que sea una competencia, realmente…

 

Las respuestas de Gaara parecían bien pensadas, diplomáticas incluso, y aunque era menor que ellos y era su primer día, no parecía absolutamente perturbado. Casi al final del descanso, Sasuke se unió a ellos acompañado, como era habitual, de algunos miembros de su séquito,  en esa ocasión Sakura, Suigetsu e Ino.

 

-Gaara-kun, es de verdad un placer que estés en nuestra clase –le dijo Sakura con emoción-soy la delegada de nuestra clase, así que si tienes alguna duda, por favor siéntete libre de consultarlo conmigo.

 

-Gracias, Haruno-san-el pelirrojo, pese a la cortesía con la que lo dijo, remarcó su apellido, como para dejar claro que ella debería dirigirse a él con la misma deferencia. De reojo, Naruto observó como Sasuke sonreía de medio lado.

 

Eso le heló la sangre.

 

Se dio cuenta de que llevaba dos años sabiendo que aquel día llegaría. Sasuke provenía de una familia que rallaba en la aristocracia, de modales perfectos y una soberbia avalada por los muchos logros de cada miembro de la familia. Naruto, en cambio, provenía de una familia que si bien tenía un apellido de renombre y abolengo, era considerablemente diferente. A sus padres no les importaba demasiado cosas como los triunfos académicos o profesionales, y en su casa siempre se respiraba un aire de calidez.

 

Además, Naruto era todo lo que a Sasuke le irritaba. Ruidoso, desordenado, poco preocupado por las reglas de urbanidad y la escuela. Lo único que realmente los unía era aquel instinto sexual inducido por el morbo del fetiche vouyerista de Naruto, que incomprensiblemente Sasuke encontraba atractivo.

 

Se quedó unos pasos detrás sin darse cuenta, observando lastimeramente como Gaara hacía un amago de risa ante alguna cosa que Sasuke había dicho.

 

Era tan obvio. Sasuke no había observado a Gaara con la intención de meterse con él, sino con el verdadero interés que una persona siente por otra, que nada tiene que ver con el hecho de encontrar excitante follarse a un chico después de darle una paliza a otro.

 

 

Notas finales:

Y ya está, ojalá les haya gustado este capítulo, y pues sorpresa: este fanfic ya está prácticamente escrito del todo, sólo me falta pulir, literalmente, el último capítulo más un bonus (o dos, si me siento inspirada). Es algo que nunca antes me había pasado, porque quienes me han leído antes, sabrán que yo voy/vengo todo el tiempo y me tardo milenios en actualizar, así que para congrasiarme con ustedes aunque sea un poquito, me aguante las ganas de publicar durante todos estos tres días.

 

Porque esa es otra, me dio como el atacazo artístico y me puse a escribir hasta que me dolían los dedos. Por eso y porque nunca caen mal, les pido que por favor dejen review sobre si hay algún error que haya pasado por alto en mi frenesí de escritora mediocre, para corregirlo y de paso saber si esto tiene sentido.  Como plus, pero no quiero que parezca que estoy condicionando las actualizaciones, porque voy a publicar la historia completa sí o sí, subiré el siguiente capítulo en cuanto tenga algunas opiniones respecto al desarrollo de la historia =D

 

Kissus ^x^


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