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Identidades falsas por Naniimine

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Capítulo 1. La colonia.

 

 

No tenía un nombre real. Para los rebeldes, las crías eran sólo números que debían entrenarse. Números que se asignaban a misiones o se enviaban en ataques suicidas a las tropas del gobierno y afectos. Números que de volverse nombres, seguían sin tener identidad. Sólo números. Sólo letras de referencia.

El número doscientos tres, el más prometedor de la décima camada, tenía tres años con la asignación de “Rowen Fox”. Las crías que tenían la suerte de obtener un nombre eran las que sobrevivían más tiempo, las que enviaban a las misiones críticas, las que tenían la savia para fortalecer el grupo. Ellos eran los que entrenaban con el propósito de ser el relevo.

“Rowen Fox” era un nombre que venía acompañado de tragedia; huérfano, de padre árabe y madre rusa desde los dos años por la guerra, sobreviviente, niño soldado. Esa era la historia que figuraba junto a la descripción de sus habilidades. Era la misión más importante, y debía fingir que había sido entrenado para la guarnición especial de las mafias, los “compradores”, porque no tenía otra opción para sobrevivir. Rowen tenía trece años para cuando logró ingresar al ojo del huracán, para lo que había sido entrenado por tantos años.

La mansión Weissbeck, dónde se anidaba el “respetable” Adolph Weissbeck, cabecilla del grupo más importante de la mafia alemana, era su objetivo.

Adolph, junto a un grupo de sujetos de otras provincias, estaba inmiscuyendo las narices en la guerra desde mucho antes que Rowen naciera, suministrando de armas a sus enemigos (el gobierno) y participando en las emboscadas.

Adolph Weissbeck era una amenaza que parecía cosechar fuerzas a medida que sus “aliados” eran eliminados, el efecto contrario a lo que los rebeldes apuntaban. Debían deshacerse del extranjero lo más pronto posible, era la orden. Y ya habían transcurrido dieciocho meses desde entonces.

Rowen luchó por no amañarse a ese ambiente, y se lo recordaba con cada humillación que vivía por el pequeño heredero. Pero también era un niño, y era difícil por la naturaleza de su edad.

El pequeño heredero del “cónsul” Weissbeck era un verdadero dolor de cabeza. El crío de nueve años (bueno, diez desde hacía dos semanas), tenía cambios de humor tan repentinos que le hacían poner los nervios de punta (él no había sido entrenado para eso). Muchos de los arrebatos de malcriadez del pequeño heredero a Rowen le provocaban romperle el cuello, usaba todo su autocontrol para mantener la compostura. Los dos eran unos críos, pero Luke Weissbeck definitivamente era insoportable.

Después de la emboscada, pediría que le diesen al Weissbeck niño de premio, o al menos lo intentaría. Rowen se atrapaba pensando cosas absurdas como que si Luke tuviese un interruptor de humores ya lo habría descompuesto para que se quedara siempre en verde. Por Al-lāh, eso lo haría tan feliz…

 

 

 

 

Por suerte, hoy Luke estaba de muy buen humor. Le habían dado tostadas con chocolate en el desayuno y su padre lo había solicitado a su despacho. No había nada que enalteciera el orgullo del pequeño heredero que ser llamado por su poderoso padre.

Como heredero de la familia Weissbeck sabía que era un acontecimiento importante. Desde hacía unas semanas era oficialmente un niño grande, así que en cualquier momento su padre le pediría formar parte de las reuniones con toda esa elegante gente. De verdad lo esperaba. Quizás para eso le había llamado al final de la tarde, todavía tenía tiempo para prepararse ¿Le pediría demostrar alguna habilidad? ¿Necesitaba algún requisito?

“Eres un Weissbeck, la ansiedad es algo que el vulgo experimenta, no nosotros, Luke”

Luke se vio por última vez en el espejo y salió de su habitación. Paseó por los pasillos de la mansión buscando a su objetivo, con su habitual andar altivo, él era el dueño del mundo, como su padre le enseñaba en las escasas lecciones personales que le confería. Los sirvientes le saludaban, ofrecían ayudarlo con lo que necesitara pero Luke los ignoraba, no estaba interesado en ellos. Adolph le había citado para dentro de muchas horas, así que aún tenía tiempo para molestar a su “guardián”.

Había llegado hacía un poco más de un año, un periodo bastante extenso comparado a lo que sus anteriores cuidadores habían estado. Por lo general no duraban más de cuatro meses, pero Rowen, además de ser el más joven de todos sus guardianes, había resistido sus ataques como una buena cucaracha, levantándose y resistiendo pese a ser aplastado con su bota.

—Rowen ¿Dónde estás? —llamó— ¿Estás otra vez llorando en el baño? —sonrió malicioso. Lo había dicho en voz alta, con todo el propósito del mundo, para avergonzarlo aunque no fuese cierto. De hecho, nunca había visto a Rowen llorar pese a todos los castigos que se había ganado por su causa. Volvió a sonreír satisfecho.

Luke siempre quería sorprender a Rowen haciendo algo prohibido, disfrutaba acusarlo y causarle problemas, era como su actividad favorita después del tiro al blanco. La habitación del muchacho estaba cerca de la cocina, y a pesar de tener todo ese tiempo allí, nunca había podido entrar el tiempo suficiente como para registrarla (Luke registraba las habitaciones de sus sirvientes cuando él quería), y Rowen siempre aparecía o estaba allí como para tomarlo desprevenido y distraerlo.

Como ese momento, en el que justo cuando estaba a punto de levantar la mano para tirar del picaporte, se encontró con su guardián bajando la vista para verle. A veces le provocaba golpearlo para que se bajara y no quedara más alto que él. Porque nadie podía ser más alto que él, mucho menos su sirviente.

 

 

 

 

Rowen cortó la comunicación a tiempo. Agradecía que el pequeño heredero siempre exigiera su presencia a gritos (un intento de amedrentarlo como todo lo que hacía), de ese modo le daba tiempo de ocultar su equipo. Abrió la puerta casi al instante, los ojos de ambos se encontraron. Luke era algo así como una hermosa cáscara pero llena de mierda, pensaba Rowen viendo al atractivo niñato.

—Amo —ese título que daba al pequeño heredero, y que al principio detestaba, ya se le había hecho un hábito— ¿Me llamaba? —preguntó guardándose las manos en los bolsillos.

Luke le sonrió con una mezcla de hastío y superioridad. A Rowen le daba la impresión de que al pequeño rubio no le agradaba ser más bajo, pero era algo que jamás iba a saber.

—¿Dónde está tu reverencia, Pochi?

“¿Pochi? ¿Sigue con eso?”

—Vamos, vuélvelo hacer, pretenderé que no vi nada —tapó sus ojos con una mano aunque dejo un pequeño espacio para espiar.

Rowen arqueó una ceja, el párpado inferior le tembló ligero en un tic que amenazaba en delatar la oleada iracunda, odiaba... Detestaba, cuando ese bastardito se tornaba insoportable. Se imaginaba pasándole por el cuello su cuchillo de campaña y sonrió haciendo una reverencia ligera con la cabeza.

El pequeño heredero caminó hasta él sin ver la reverencia que hizo, le tomó del brazo y lo haló restándole importancia a la acción. Rowen sólo respiró profundo con disimulo, como había aprendido todos esos meses.

—¿Qué haces todavía parado? ¡Vamos Pochi! —comenzó a halarlo de la muñeca, arrastrándolo por diferentes pasillos hasta que llegaron al jardín— Ven, sígueme —lo soltó y empezó a correr.

Rowen le siguió el paso en silencio hasta que llegaron a los límites del terreno de la mansión. El mayor dio un vistazo hacia atrás y volvió a ver al frente pero Luke había desaparecido. Se alertó de inmediato y vio hacia todas partes por la enorme pared cubierta de enredaderas ¿Dónde coño se había metido?

—Amo Luke —le llamó inseguro palpando la pared. Escuchó una pequeña risa desde el suelo y bajó la mirada, a unos cuantos pasos la cabeza de Luke se asomaba por entre las espesas enredaderas—. Amo —frunció el ceño agachándose—, su padre y su madre le reñirán si se ensucia, salga de allí —pidió con un deje de irritación en la voz.

Luke bufó y rodó los ojos.

—Esa mujer no es mi madre, ya deberías saberlo —soltó obstinado—, además, a mí no es al que reñirán —sonrió moviendo la cabeza para indicarle que pasara—, pero —metió la cabeza desapareciéndose entre las enredaderas—, me puedo plantear no decir nada si me ayudas —sonó su voz amortiguada por el lugar en el que se había metido.

—Lo haga o no, igual van a joderme —susurró Rowen negando con la cabeza. A ese bastardito, disfrutaría sacándole los ojos cuando tuviera la oportunidad, pensaba. O tal vez repetiría cada golpe y azote que se había ganado por culpa de este.

Rowen se apresuró a entrar por el agujero en el que Luke se había metido, se arrastró por la tierra unos cuantos pasos y salió a un claro que jamás había visto desde que pisó la mansión Weissbeck. Una enorme pared de maleza y árboles de troncos gruesos se extendía frente a ellos. Donde estaban parados apenas crecía la mala hierba, se notaba mal cortada para permitir estar de pie en ese pequeño perímetro. Más allá, se apreciaban distintos tipos de flores entre rosas, lirios, lilas y jazmines. Los irises bicolores del mayor se ensancharon de la impresión ¿Desde cuándo había estado ese sitio ahí? ¿Cómo es que se le había escapado ese pequeño GRAN detalle?

 

 

 

 

Luke sonreía satisfecho al ver la cara de Rowen. Era notorio lo impresionado que estaba, al fin lo sorprendía con algo, valía la pena jugarle un par de bromas estando allí en ese sitio desconocido para el mayor.

La madre de Luke, su verdadera madre, en vida solía pasearse en ese lugar. Era el jardín especial de la joven, y su entrada había sido clausurada desde hacía más de cinco años. La madre de Luke había plantado cada flor, quitado cada mala hierba, cortado y podaba los arbustos con una dedicación admirable y mantenía todo el sitio sin ayuda de nadie. Luke recordaba muy poco de ella; tenía el cabello castaño claro, siempre llevaba las uñas llenas de tierra y las mejillas quemadas por el sol. Sus ojos verdes brillaban cuando estaba en el jardín, y ese era un recuerdo que él guardaría con fervor en el fondo de su mente.

—¿Qué sucede, Pochi? —había visto que llamaban a un perro así en una de las caricaturas de la madrugada que veía a escondidas, le decía así desde hacía un par de semanas. Sí, desde el día después de su cumpleaños. Rowen no le dio un regalo por tan especial fecha y comenzó a llamarlo así, aunque a este parecía no afectarle— ¿Esto no estaba en tu mapa de espía? —bromeó caminando con el ceño fruncido por la hierba que le llegaba hasta las rodillas— No te recomiendo escapar por aquí, solté a todas mis serpientes mascotas.

Rowen arqueó la ceja y bajó la mirada al otro. Soltó un bufido y negó con la cabeza.

—Perdí la esperanza de escapar desde hace meses —susurró como siguiéndole el juego—, tal vez debería buscar una de esas serpientes…

Luke se volteó mirando con expresión aburrida a Rowen.

—Tu instinto asesino está saliendo, Pochi —se detuvo mirando con el ceño fruncido a la hierba, estaba demasiado alta y el roce con sus rodillas le daba escalofríos—, pero ni siquiera tú eres tan tonto como para matarme aquí —susurró—, así que ven y llévame en tus hombros —hizo un ademán con la mano—, aún nos falta caminar y no me agrada la hierba en mis rodillas.

—Si esa fuera mi intención, lo mataría sin importarme las consecuencias, Amo Luke —respondió tranquilo y se acercó para agacharse frente a él—, suba —agregó inclinándose un poco más.

—¿Entonces tienes otra intención? —lo miró enarcando una ceja antes de tomarlo por su camisa e impulsarse, se subió sin mucha gracia a los hombros de Rowen, halaba un poco su cabello en el proceso para no caerse, acomodó las rodillas alrededor del cuello de este, sentándose en sus hombros—. Esto es más incómodo de lo que se ve en televisión –refunfuñó con el ceño fruncido.

—¿Qué otra intención podría tener? —preguntó poniéndose de pie. Le sostenía de las rodillas para asegurarse de que no se resbalara— ¿Por qué siempre me hace ese tipo de preguntas? Tengo catorce y medio, no soy un asesino —dijo con voz segura— ¿Hacia dónde?

—Y yo tengo diez y mi papa es jefe de la mafia —suspiró apoyando su mentón en la cabeza de Rowen—, he vivido toda mi vida rodeado de asesinos —murmuró—, y sé que no eres un chico normal. No te habrían designado como mi guardián si lo fueras —señaló un punto a la izquierda— Ve por ahí, pero ten cuidado por donde pisas, hace un tiempo coloque unas trampas.

Rowen bufó una especie de risa baja.

—Pero…

No pudo continuar su respuesta, Rowen reaccionó rápido. Se movió por reflejos, asegurando con fuerza el cuerpo de Luke para que no se cayese y con una agilidad superior a la de cualquier chico de su edad, esquivó la rama/trampa que se había soltado contra ellos, levantó el codo para que Luke no se lastimara. El latigazo le rasguñó la mejilla y el antebrazo en consecuencia, el pequeño rubio no recibió daño alguno. Luke se rio y Rowen bufó descubierto.

Rowen, no eres un chico normal.

—No voy asesinarlo —repitió el mayor—, pero estoy seguro que le divierte intentar matarme a mí.

—No más que a cualquiera —soltó quitándole importancia mientras observaba el lugar, iba recordando donde había colocado las trampas más peligrosas—, además las trampas no eran para ti, es para los que quieran meterse aquí sin mi permiso —señaló el frente—, dos pasos más y caerás en un agujero y muy posiblemente terminarás empalado, ve a la izquierda quince pasos y después dos al frente —fruncía el ceño recordando las trampas, había pasado semanas colocándolas entre los viajes de su papá para que no notaran mucho su ausencia, no quería que nadie pisara ese lugar más que él y se aseguró de eso hasta en el último detalle.

—Ya veo. Así que esto es lo que hace en su tiempo libre, usted es un peligro para usted mismo y para su padre —dijo Rowen siguiendo las instrucciones del menor.

—No seas exagerado, ninguna es mortal —bufó—, nadie tiene permitido morir en este lugar —señaló otro punto a la derecha— ve por ahí, diez pasos hasta que veas las azaleas.

—¿Las qué?

—Las flores rosas esas de allí, Pochi idiota –aclaró rodando los ojos mientras agitaba una mano—, después cinco pasos al frente, cruzas cerca de los arbustos de ese sitio y llegamos.

—Claro —murmuró Rowen mientras seguía caminando en la dirección que le indicaba el rubio—, puedo preguntar ¿A dónde vamos?

—Ya lo verás —sonrió ampliamente, no había traído nunca a nadie a ese lugar y por alguna razón le emocionaba ver la reacción de otra persona (pero no cualquier persona), deseaba que tuvieran la misma impresión que tuvo él cuando su madre le enseñó esa parte aún más secreta.

 

 

 

 

A veces le daba algo de inseguridad el que Luke soltara comentarios como los de “¿No estaba en tu mapa?” ó “¿Te comunicabas con tus jefes?”, pero era imposible que el pequeño heredero supiese su identidad ¿O sí? Bueno, seguramente estaría en los sótanos con el resto de los huesos si sí, pensó.

Al llegar al lugar que el pequeño bastardo indicaba, Rowen se detuvo conteniendo el aliento. Nunca, nunca jamás había visto un lugar como ese. Tenía un vago recuerdo de un sitio así, pero no estaba seguro si era una memoria de un lugar donde estuvo o de alguna fotografía. Veía todo el sitio sin querer perderse ni un solo detalle, de repente sentía ganas de correr y echarse boca arriba en el césped.

—¿E-esto estaba aquí? —susurró su pensamiento en voz alta.

La sonrisa de Luke se amplió mucho más al ver la reacción de Rowen. Este último lo vio de reojo por un instante, pero su mirada se disolvía en la hermosura de ese jardín secreto.

—Es hermoso ¿Cierto? Es mi lugar secreto —le palmeó el hombro para que lo bajara—, está un poco descuidado pero sigue siendo bonito.

—Parece sacado de una película de fantasía —murmuró aun sin darse cuenta que el otro le pedía que lo bajara con sus gestos.

—Lo es, y te diré como se llama si me bajas —le apretó las mejillas hasta que hacer que los labios de Rowen quedaran en forma de pez.

Rowen parpadeó y vio hacia arriba, sopló a través de los labios en la forma que Luke se los tenía y se agachó para que el rubio se bajara.

—Ya.

—Muy bien —lo apretó una última vez para después palmearle la cabeza. Se levantó sobre los hombros de Rowen y saltando de ellos, aterrizó perfectamente en la tierra.

—¿Cómo se llama entonces? —preguntó poniéndose de pie. De nuevo sus ojos pasearon ese agradable jardín. Con toda la podredumbre que llevaba Rowen por dentro para sus menos de dos décadas de vida, era lo suficientemente sensible (pese a su entrenamiento), y niño, como para que le encantara un prado y le provocase jugar en él. De hecho, soñaba con vivir en un lugar tranquilo, rodeado de muchas plantas y dos perros. Sí, quería dos perros dóberman con los cuales correr y jugar a la pelota, tal vez algunos animales de corral, un par de caballos café... Sonrió ante la imagen.

—La colonia —respondió Luke sonriente. El pequeño rubio rebosaba de orgullo por lo que podía reparar el mayor, y es que de verdad era un lugar majestuoso, ni si quiera el tiempo era capaz de opacarlo.

Rowen apenas y lo notó, la sonrisa de Luke fue dejando sus labios, ello llamó su atención alcanzando a ver una expresión extraña en el rostro del menor ¿Qué era eso? ¿Tristeza? No parecía estar enojado, o molesto, era algo más. Abrió la boca para preguntar pero Luke se le adelantó.

—No te distraigas Pochi, te he traído aquí por una razón —se alejó unos pasos de Rowen y sacó una pequeña pistola. Lo apuntó sin titubeos.

Los irises bicolores de Rowen le vieron con sorpresa, arqueó las cejas desviando la mirada al arma y lentamente volvió sus ojos, ahora serios, hacia los orbes esmeralda del pequeño heredero. Ladeó la cabeza y se cruzó de brazos esperando por lo que el rubio fuese a decir.

—No te asustes, no te mataré —sonrió bajando el arma— necesito que me enseñes a disparar, sorprenderé hoy a mi padre con mi habilidad cuando... —paró bruscamente lo que sea que fuese a decir— en fin, necesito que me enseñes Pochi —concluyó. Daba la impresión de haber estado a punto de decir algo que no debía.

La mirada de Rowen se tornó suspicaz, relajó imperceptible la postura y arqueó una ceja.

—No tengo permitido por su padre enseñarle esas cosas —recitó—, además, es una irresponsabilidad de su parte venirse a solas conmigo a este sitio dejando a mi disposición un arma —no se movía de su lugar ¿De dónde había sacado esa arma para empezar? ¿Se la había dado su padre?

Luke bufó y rodó los ojos.

—No diré nada, este lugar tiene oculto años y aun nadie se ha dado cuenta —pasó el arma de una mano a otra formándosele lentamente una sonrisa— y tampoco diré sobre las cosas que mantienes ocultas, ya sabes en ese hueco de la pared, cerca de tu cama.

Ahora fue el turno de sonreír para Rowen.

—Así que me has descubierto —este crío es muy listo—, esas son cosas que los ojos inocentes del amo no deben ver hasta no tener la edad —su sonrisa se tornó altiva. Bien, le seguiría el juego al pequeño bastardo.

Luke lo miro aburrido. 

—Tú tampoco tienes la edad —rodó los ojos—, yo vivo rodeado de mafiosos —repitió— además ambos sabemos que ese hueco no existe pero —volvió a apuntarlo— eso no significa que no se pueda hacer y plantar... cosas —sonrió malicioso y bajó el arma—, vivo rodeado de mafiosos después de todo.

Rowen lo fusiló con la mirada, pero de inmediato se contuvo y cerró los ojos. Ese niño… Ese niño estaba roto, estaba tan mal como su padre. Amenazarlo de esa manera, un jodido crío de diez años…

—Amo Luke, primero debe quitar el seguro del arma para ser más convincente —apuntó viéndole de nuevo. Luke podía ser lindo en contadas ocasiones, pero en ese momento… era un maldito gusano lleno de mierda.

—¿Crees que soy tonto? No puedo mover así el arma si no tiene seguro, además no sé usarla, podría matarme —enarcó una ceja.

—¿Y por qué no lo retiró desde que empezó apuntarme? —sonrió divertido ahora.

—Porque no sé usarla —repitió cansino— y no quiero matarte por error en este lugar, jamás me permitiría ensuciarlo de ese modo —siguió con la misma expresión de desentendimiento.

Rowen soltó una carcajada y asintió. Ese pequeño hijo de…

—De acuerdo, de acuerdo —se rascó la cabeza alborotándose más si era posible el enmarañado cabello, estudiaba el arma de nuevo, pensando cómo empezar una lección de tiro. Jamás le había enseñado a nadie a disparar— ¿Trajo silenciador?

—Uhm... No —frunció el ceño— pero desde aquí no llega el sonido de las balas, ya lo probé.

Rowen volvió a arrugar el entrecejo contrariado. Recordó entonces un par de veces que había escuchado un estallido lejano, siempre creyó se trataba de las cacerías que se llevaban a cabo en las afueras de los terrenos Weissbeck, nunca se imaginaría que Adolph fuese un escandaloso al disparar a alguien. No se veía de ese tipo. Pero ahora, el origen de esos disparos se paraba frente a él.

Pero que tonto.

—¿De verdad cree eso?

—No lo creo, lo sé —bufó— tengo cerca de un año haciendo lo mismo y nadie se ha dado cuenta. Y estamos en temporada de cacería, unos cuantos disparos no llamaran la atención —se cruzó de brazos—, estás sólo buscando excusas para no enseñarme, lo mismo hiciste con mi regalo de cumpleaños, Pochi.

—Sólo me pagan por cuidarlo ¿Qué le puede ofrecer de regalo alguien como yo? —rio— Y sí, sí se escucha. Pero está bien, te enseñaré —refunfuñó rodando los ojos.

—No me importa, todos en la mansión me dan un regalo de cumpleaños —frunció el ceño viéndole acusadoramente—, si me enseñas bien, puedo perdonarte... un poco.

—No soy como todos en la mansión, amo Luke —sonrió—, pero se ve adorable haciendo esas expresiones. Tal vez considere ahorrar para el próximo —dijo arqueando las cejas mientras se frotaba la barbilla.

—¡No me digas adorable! ¡Soy un Weissbeck, no puedo ser adorable!  —exclamó dedicándole una mirada cargada de odio—, además tú también eres prácticamente un niño, no te des tantos aires.

—Tengo un tamaño afortunado para mi edad —dijo entre risas—, pero en fin—se aclaró la garganta recomponiéndose—, el amo Luke es un Weissbeck y debe verse amenazador —eso último lo dijo aguantándose la risa. Vamos, parecía un gatito erizado intentando parecer León—, manos a la obra.

—Sí, eres una jodida cucaracha grande —espetó irritado— ¿Qué me enseñaras primero?

Rowen no se mostró impresionado por la grosería dicha por el pequeño heredero, pues no era la primera vez que soltaba una. Siempre exclamaba alguna mala palabra cuando estaban solos. Otro punto más a la lista de cosas adorables que hacía Luke: Intentar hacerse el chico malo y mal hablado en contraste con su apariencia de princesa. Luke lo mataría si supiera que le decía princesa para sus adentros.

—A manipular el arma —respondió Rowen—, para que no se hiera y las cucarachas gigantes no se aprovechen, Amo Luke —saboreó las palabras. Todo el tiempo se mantuvo con los brazos cruzados y se estuvo a distancia prudente, teniendo un arma en frente tenía que controlar sus impulsos para no abalanzarse sobre el menor y arrancársela de las manos. Le explicó la postura y ángulo de los brazos, esto último dependía de la dominancia y estilo de cada quien. Además, Rowen era diestro y Luke zurdo.

—Buscaré unas latas que dejé aquí para practicar —anunció el rubio y guardó el arma en el pequeño gancho que tenía en su espalda, salió corriendo metiéndose entre los arbustos segundos después.

Rowen lo vio salir tan rápido que no le dio tiempo de decir algo. Lo último que vio fue el celaje del niño perdiéndose entre los espesos arbustos.

—¿Y no era que no le gustaba que la grama le diera en las rodillas? —preguntó en voz alta. Se encogió de hombros y se permitió por fin caminar por el lugar; era agradable. Paseó por los alrededores y se quedó cerca de la fuente, en ese momento notó que habían pequeños peces nadando allí ¿También los cuidaba Luke? Para ser un Weissbeck en proceso de amputación de alma, ese detalle se le hacía adorable.

 

 

 

 

Luke había podido responderle a Rowen todas esas claras provocaciones, pero decidió prestar mayor atención a lo que decía sobre la manipulación del arma, ya encontraría otra manera de vengarse después. Diablos, pero odiaba ese tonito de condescendencia que usaba con él, ese tonito que usaban algunos adultos para hablarle a los niños y que dejaran de molestar ¿Quién demonios se creía?

El pequeño heredero Weissbeck había escuchado atentamente las indicaciones que le daba su joven cuidador, ya antes había copiado la postura de varios de los guardias de su papá por lo que no estaba mal en ese aspecto, aunque seguía moviéndose un poco por la potencia del arma cada vez que disparaba.  A diferencia de su padre que apuntaba perfectamente con una sola mano, él prefería usar ambas (y debía también) para tener más precisión. 

Notó que Rowen se contenía con ciertas cosas, ese pequeño segundo de vacilación donde parecía debatirse entre su verdadera técnica y otra, no pasaban desapercibidos por él, viviendo como vivía aprendió a notar los mínimos gestos de cada persona. Rowen sabía mucho más de lo que le decía, pero no le dio mucha importancia, aprendiendo lo básico él podría encargarse de lo demás.

Y ahora venía su parte favorita; disparar.

Luke tenía un escondite en medio de las azaleas. Sacó una pequeña pala que mantenía escondida entre las ramas del arbusto y excavó un poco hasta que encontró una caja de gran tamaño.  Sonrió y se sacó la llave que siempre llevaba pendiendo de una cadena en su cuello, la misma abría la caja que reposaba en sus piernas.

Ahí mantenía escondidas varias cosas; latas, algo de pólvora, sogas, tijeras, un cuchillo de caza, balas, toallas húmedas y comida para peces. Sacó las latas y una toalla húmeda. Volvió a enterrar la caja con el mismo cuidado que la sacó, tenía tanta practica que ya podía hacerlo perfectamente sin dejar la superficie sobresaliendo. Terminó y tomó la toalla húmeda para limpiarse las manos, se la guardó después en los bolsillos. Aseguró el arma que le había robado a su padre y comprobó las balas aun sin atreverse a quitar el seguro.

Quince minutos después, salió de entre la maleza y vio a Rowen observando el estanque de los peces.

—Aqui están –anunció llamando la atención de su guardián. Venía con cinco latas en los brazos.

Rowen levantó la mirada y vio hacia Luke, sonrió al verlo. La sonrisa que le dedicó Rowen le causó irritación a Luke, pero eso no era importante en ese momento.

—Se las arregló para mantener muchas cosas ocultas, incluso este lugar. Aún estoy impresionado porque ni si quiera yo, que paso la mayor parte del tiempo a su lado, lo sabía —comentó el mayor.

Luke se encogió de hombros.

—Todos tienen algo que esconder —dijo despreocupado. Caminó colocando las latas en la base de una estatua, siempre las colocaba ahí porque le gustaba y eso lo hacía esforzarse a no atravesarla con una bala. Un reto, y a los Weissbeck les gustaban los retos.

Rowen sonrió de medio lado y negó con la cabeza poniéndose de pie. Le ayudó acomodar las latas dejando separaciones entre estas.

-¿Amo Luke… Todo esto, lo ha hecho solo desde cuándo? Y… ¿Por qué me revela precisamente estas cosas a estas alturas?

—Lo primero no te importa —respondió dando un paso hacia atrás para ver si las latas estaban correctamente colocadas— y lo segundo… En realidad tampoco, pero te lo diré; no eres ciegamente fiel a mi padre, no lo adulas como los demás ni besas el piso por donde pasa... No entiendo porqué escogiste el trabajo, pero tampoco creo que lo vayas a traicionar —lo miró serio— o eso espero, porque tendría que matarte.

—Me contrataron para servir al amo Luke, y a más nadie —sonrió arqueando las cejas—, lo que el amo Luke crea, ya es su problema.

Luke le devolvió la sonrisa.

—Y por eso eres Pochi, una respuesta muy ensayada… A veces me preguntó quién te adiestró… –movió la cabeza para que se alejaran de las latas— vamos, debemos poner en práctica lo que me dijiste.

Rowen sonreía leve, Luke no le perdía detalle fingiendo que no le prestaba atención.

—Si la verdad le parece ensayada... —murmuró el muchacho encogiéndose de hombros caminando hasta un lado del niño. Se cruzó de brazos de nuevo y le observó mientras disparaba.

El pequeño rubio se acomodó plantando con fuerza los pies en la tierra, subió la pistola a la altura de sus hombros tomándola con ambas manos. Miró el objetivo calculando exactamente el medio de la lata, si se equivocaba dañaría un poco la estatua. Y no, no quería estropearla por nada.

Frunció el ceño mientras quitaba el seguro y disparó.

La bala perforo un lado de la lata.

Rowen silbó.

—Amo Luke, para ser un principiante tiene buena puntería. Un arma más ligera le podría ayudar —comentó viéndole.

Vio a Rowen con el ceño fruncido. 

—No soy un principiante, ni puedo tener un arma ligera, las más comunes son estas.

—Que su padre le consiga una.

Luke hizo una mueca.

—Mi padre me buscara una más pesada —volvió acomodarse para apuntar a otra lata—, los Weissbeck deben poder adaptarse a cualquier situación y salir como los mejores —citó lo que solía repetirle su padre y volvió a disparar, consiguiendo que el disparo fuera apenas unos milímetros mas al centro que el anterior.

 

 

 

 

Rowen tuvo que hacer varios esfuerzos para no reír, se tragó las carcajadas en varias ocasiones por los comentarios de Luke y fingía toser para disimular. Tenía la sensación de que Luke le observaba, de que dudaba, a ese niño no debía subestimarlo y lo sabía, pero joder, se le hacía gracioso. Con cada disparo, el cuerpo de Luke se iba hacia atrás. Flacucho y liviano (además de poco entrenado) no iba a ser capaz de mucho si seguía así. Se acercó a Luke colocándole las manos en los hombros para bajárselos, le palmeó los brazos y le enderezó el ángulo.

—Inténtelo de nuevo de esta forma.

El heredero Weissbeck frunció el ceño por la nueva posición, se notaba incómodo por el gesto de desagrado en su rostro.

—Esto es incómodo —lo confirmó. Luke apuntó y disparo casi acertando al punto que quería.

Luke volvió a fruncir el ceño, no parecía estar satisfecho por su avance. Sabía que al pequeño heredero Weissbeck, por lo general, las cosas le salían a la primera y que ahora no funcionara con el tiro al blanco, debía de irritarlo en creces.

—Pero no se fue hacia atrás por el impacto ¿Lo notó? —dijo Rowen parándosele a un lado, animándolo.

—Igual no le di donde quería —volvió a acomodarse y disparar.

Continuaron así hasta que Luke se gastó unos tres cartuchos, los últimos tiros consiguieron acertar apenas dos blancos donde quería, y seguía sin estar satisfecho.

—Es suficiente por hoy —anunció el menor y guardó la pistola de nuevo en el gancho de su espalda poniéndole antes el seguro.

Esta vez, Luke fue más rápido guardando las latas; volvió a los cinco minutos. Rowen sabía que se le estaba haciendo tarde para la reunión con su padre, más no quiso apurarlo. Era sabido por todos que el pequeño heredero Weissbeck odiaba que lo apresuraran, él tenía su tiempo perfectamente medido, nadie debía insinuar lo contrario, o al menos eso era lo que soltaba de vez en cuando.

—Debemos regresar. Abajo —ordenó sin mirar a Rowen haciendo un gesto con la mano para que se agachara, Luke parecía estar pensando en otra cosa.

Rowen gruñó bajito por la orden de Luke ¿Ni un jodido gracias? Se agachó para que el rubio se volviese a montar en sus hombros y regresó por el mismo sendero que había memorizado evitando las trampas. Alcanzaron el límite del monte cerca del cercado del jardín y pasaron hasta el elegante y soso claro de la mansión Weissbeck. Caminaba detrás de Luke por orden de este, sus orbes bicolores se clavaban en la pálida nuca de este mientras su mente imaginaba las distintas maneras de romperla, incluso pensó en morderlo para sentir el placer de hacerlo directo. Bueno, tal vez no haría algo así, pero siempre que Luke lo irritaba le calmaba imaginar diferentes formas de torturarlo.

Vamos, no podían culparlo. Aunque el pequeño engendro fuese un Weissbeck, el culpable de que continuara la masacre en su tierra era Weissbeck Adolph, el padre de Luke, y su maldito financiamiento entre grupos para probar sus armas junto al puto gobierno.

Rowen estaba atento de su alrededor, cientos de cámaras que ya tenía ubicadas, varios guardias distribuidos en distintos puntos de los cuales ya tenía registrado cambios de turno e identificación. Las salidas, las entradas, los pasadizos de emergencia, empleados e incluso a las prostitutas que metían a escondidas algunos de seguridad. Se dijo que no incluiría aquel jardín, por alguna razón prefirió guardarse esa información. Era el jardín de Luke, La Colonia, y aunque el niño le sacara de sus casillas… era inocente.

Ambos chicos parecían perdidos en sus propios pensamientos mientras caminaban de vuelta, y ambos fueron traídos a la realidad con la interrupción de una voz femenina:

—¡Amo Luke! —levantaron la cabeza para ver a una de las criadas corriendo hacia ellos, lucía agitada— Lo hemos estado buscando desde hace una hora.

—Estaba jugando al escondite con Pochi —sonrió Luke, inocentemente—, pero Pochi es muy malo y terminé casi una hora entera escondido debajo de los bancos —hizo un pequeño mohín y sacudió su ropa.

Buena excusa, pensó Rowen.

Aunque la celebración no le duró mucho. La criada le dedicó una mirada de reproche a él antes de volver, preocupada, al niño. A Rowen se le renovaron las ganas de querer partirle al cuello a Luke ¡A un carajo la maldita inociencia! ¡Es un pequeño cerdo!

—Está bien amo Luke, luego nos encargaremos de él —mierda, pensó Rowen—, ahora debemos bañarlo y arreglarlo, su padre querrá verlo en poco tiempo.

El niño asintió volteándose para ver a su guardián.

—Espero que mañana sí me logres encontrar —hablaba y al mismo tiempo pasaba su dedo índice y pulgar por sus labios y después pasaba su pulgar a lo largo de su garganta. Sonrió como si nada hubiera pasado y se giró siguiendo a la criada.

Rowen apenas hizo un movimiento de sus cejas cuando vio la expresión del otro, negó ligero con la cabeza.

—Como diga, Amo Luke —susurró irritado.

Tenía una tarea que cumplir, luego se preocuparía por la segura riña que recibiría más tarde.

Apenas Luke se perdió en el interior de la mansión, Rowen corrió a su propia habitación. Estaba cerca de los depósitos de la cocina, donde estaba la mayoría de los cuartos de la servidumbre. Se encerró y se apresuró a sacar el pequeño auricular que escondía en el hueco de madera suelto bajo la cama, se quedó en silencio mientras contactaba con la base y escuchó atento lo que le decían.

Está todo enviado desde hace una semana —susurró en su idioma—, ¿En la madrugada? —arqueó las cejas sorprendido, apretó los labios y asintió— en la madrugada será, hasta entonces —musitó. Se sacó el audífono del oído y se lo tragó. Ya no lo necesitaría más de todos modos y no iba a dejar los restos por ahí.

Se rompía su realidad alterna. Había creído que ese día no llegaría, pero estaba claro en lo que tenía que hacer. Sólo esperaba que Luke…

Agitó la cabeza; no existen los lazos para ti, se recordó como soldado, como rebelde, como miembro de Horus.

 

 

Notas finales:

Este es un AU de hace tieeeeeeempo de otra historia que escribí con una amiga.

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Historia realizada en colaboración con Vixed (es la amiga).

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Muchísimas gracias por leer. Saludos =)

En Wattpad: Identidades falsas


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