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Dimension War por Anotherdim07

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Una mujer de largo cabello rubio y vestimenta oscura caminaba a paso rápido por los pasillos de la gran fortaleza escondida en violáceas nubes, oculta de todo rayo de luz que amenazara con destruirla. Llegó hasta una antigua puerta de madera que alcanzaba el techo del lugar y, sin siquiera tocar, se apresuró a abrirla para ingresar y encontrar a la dueña de la habitación arrodillada en el suelo rodeada de toda clase de objetos totalmente destrozados, probablemente por su causa.

- ¡Lárgate! – le gritó la que se encontraba en el suelo al escucharla entrar, arrojándole lo que parecía un objeto de metal directo a la cara - ¡Que te marches! – repitió al ver como la intrusa lo esquivó fácilmente y se mantenía con el rostro sereno.

- No me iré así que tranquilízate de una vez y deja de lamentarte, Xian – comenzó a acercarse a la otra – que hallas fallado de una forma tan miserable ante la invocación de un pequeño dragón sólo me dice una cosa ¿acaso les tienes miedo? – preguntó mientras colocaba ambas manos en su cintura.

Vio como Xian apretaba los dientes y la miraba desde su posición - ¿Y qué si es así? – gritó, causando una sonrisa en la otra.

- Nunca lo pensé de ti, ¿es por eso que jamás fuiste capaz de convocar un dragón? – le habló con burla.

- Te lo advierto, Grace. – comenzó a levantarse para enfrentarla cara a cara – No estoy del mejor humor para soportarte –

La otra se mantuvo con una sonrisa en el rostro – Descuida, ahora somos aliadas a pesar de que hace un tiempo fuimos rivales – se cruzó de brazos – Además, no es mi intención pelear ahora, si nos dividimos no sacaremos nada de esto y perderemos otra oportunidad. Tengo un plan y necesito que los cuatro colaboremos en él, ordena este basurero y reúnete con nosotros en la sala común –

- ¿Qué intentas hacer? – la miró entrecerrando los ojos.

- Que ansiosa estás por saberlo – respondió mientras movía su índice de un lado al otro frente a ella -  te lo contaré cuando estemos todos reunidos – dijo dándose la vuelta para salir de la habitación.

- Grace… - la otra se detuvo – es en serio ¿qué planeas? -

Sonrió - Si ellos pueden hacer contratos con grandes dragones ¿Qué me detiene a mí para hacer contratos con demonios? – dijo aún de espaldas.

- Un contrato… ¿con un demonio? – habló sorprendida – Grace, ¿sabes lo que eso implica? –

Xian sólo pudo observar cómo Grace giraba levemente la cabeza en su dirección, para enseguida mostrarle una sonrisa que causó que un escalofrío recorriera su espalda. – Lo sé – dicho esto la otra se marchó dejándola estática.

- Grace, nosotros ya no estamos vivos – dijo la otra para sí misma al encontrarse sola en la habitación – Entonces… ¿Qué le entregaste a cambio de poder? – cerró los ojos.

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Casi una hora y cuarenta minutos después del incidente con la comida y de ser prácticamente obligado por los demás a limpiar la sala, pudo sentarse a descansar. Se encontraba en la sala de estar junto a un dormido Mokuba recostado en el sillón del frente que, luego de que los otros huyeran para evadir la responsabilidad de limpiar el desastre ocasionado por su “discusión”, lo había apoyado con la limpieza a la vez que continuaba interrogándolo sobre la invocación que realizó la noche anterior. Debía admitir que le impresionaba la curiosidad del adolescente por esos temas, pero lo atribuía a su necesidad de conocimiento como mago principiante.

Recostó la cabeza en el borde superior del respaldo del sillón y miró hacia el techo, pensando. No sabía cuánta vida tendría para cumplir esta misión, de hecho, no sabía siquiera cuántos guardianes existieron antes que él o los demás fueran escogidos por el concejo de Domino. Ahora que lo pensaba, todo el equipo anterior debe haber muerto si formaron un equipo totalmente nuevo para llegar aquí pues ninguno de ellos había pasado por esto antes. Había demasiado misterio envuelto en esto y no estaba tan seguro de querer conocer la verdad.

- ¡Hey, Jono! – le interrumpió Mokuba al verlo tan concentrado, Jonouchi pegó un pequeño salto en el lugar y levantó la cabeza para mirar al chico que ahora se encontraba correctamente sentado.

- Mokuba, creí que aún dormías. Quedaste algo cansado luego de la limpieza y con lo poco que dormiste después de lo de anoche… -

El otro rio algo avergonzado, rascando su mejilla – No es nada, no puedo dormir de lo emocionado que estoy al llegar aquí y después de ver todo eso que hiciste. Por cierto, Marik dijo que convocar un dragón requiere de mucha energía ¿No deberías estar descansando? – se preocupó el chico.

- Ya descansé lo suficiente en la habitación de Yugi, estoy repuesto. Pero me entra la curiosidad, ¿Por qué te emocionas tanto con ese tema? – rio el rubio, pero se detuvo al mirar la cara de tristeza y un poco de nostalgia que colocó el adolescente frente a él - ¿Mokuba? -

Guardó silencio por un rato mientras miraba el suelo – Cuando era pequeño… – empezó, hablando de manera suave - mi hermano mayor y yo soñábamos con ver un dragón algún día. A diferencia de los chicos, yo ya sabía del rumor acerca de que en Domino existían ese tipo de criaturas porque él lo escuchó una vez que los guardianes hablaban de eso –

El chico tenía una mirada llena de nostalgia, como si esos fueran los recuerdos más preciados que tenía. Por su parte, el rubio no sabía si continuar preguntando debido a que anteriormente ni Mokuba ni los otros chicos habían mencionado a su hermano, quizás había muerto o desaparecido. No quería que el otro se pusiera más triste.

Lamentablemente, la curiosidad pudo más con él - ¿Tu hermano? No sabía que tenías uno ¿Él no está aquí? – preguntó.

Mokuba negó con la cabeza – Él estaba harto de que fuéramos prácticamente humillados por el convocador y los guardianes, no soportaba que nos hicieran sentir inferiores y cada vez que trataban de hacerlo él los enfrentó. Pero siempre ha existido una gran diferencia entre ustedes y los que vivimos en este lugar sin opción alguna –

- ¿Te refieres a la magia? –

El pelinegro asintió – Mi hermano fue el que encontró los libros de magia y comenzó a estudiarlos hasta el punto que no pudieron ofrecerle más conocimiento. Pero no fue suficiente para igualarse a ellos en magia y aún se reían de nosotros pues eran más fuertes – apretó una mano con la otra y cerrando los ojos.

El otro quedó sorprendido, ¿Cómo podía ser que quienes llegaban a proteger a esa gente hicieran algo como eso? Sabía que ninguno de sus amigos tenía una intención como esa - ¿Y qué pasó? –

- Hicimos una promesa – el chico miró con decisión al otro – Yo me quedaría en este lugar a cargo de los chicos y aprendería magia también, pero no volvería a permitir que nos hicieran sentir inferiores si en mis manos estaba hacerlo. Él sabía que no ganaría más conocimiento aquí, por lo que cruzó la puerta a Domino con la esperanza de volverse más fuerte y regresar a ayudarnos –

Esto no sorprendió al otro pues se sabía que aquellos capaces de aprender magia en Azahar cruzaban la puerta escapando de tantas noches de miedo y a veces abandonándolo todo. Aun así, eran muy pocos los que lograban adquirir el conocimiento y aplicarlo de tal manera que les permitiera llegar a la otra dimensión. Por otra parte, aquellos que la cruzaban eran bien recibidos en el otro lado y ayudados a tener una vida más tranquila o eso es lo que creía.

- Si eso pasó, debe haber ingresado a la escuela de magia, pues es el único lugar en el que podría aprender más – dijo llevando una mano a su mentón, pensando si había visto alguna vez a alguien parecido a Mokuba en la escuela.

- Pero él no ha vuelto, – suspiró el otro -  es inteligente por lo que no puedo creer que le haya tomado tanto tiempo volver aquí –

- No es tan fácil, Moki. A diferencia de Azahar, la puerta de Domino está custodiada día y noche por lo que no cualquiera puede atravesarla o esto sería un caos – Se levantó del sillón para ir a sentarse al lado del chico – No es simple volver. La única posibilidad es ser un guardián como nosotros –

El otro le miró con los ojos brillantes, preocupado - ¡Pero él es muy fuerte! Si no lo escogieron es porque algo le ocurrió – se entristeció.

- ¿Cuál era su nombre? Si es tan fuerte puede que haya oído de él – le consoló.

El menor bajó la cabeza y se tomó su tiempo antes de responder - Seto… su nombre era Seto – le dijo mirándolo de nuevo al rostro, preocupándose al instante por ver al otro palidecer y quedarse estático con la mirada perdida - ¿Qué pasa? ¿Lo conoces? – lo tomó de los hombros para zarandearlo lentamente mientras pequeñas lágrimas comenzaban a caer de sus ojos pensando en lo que pudo haberle pasado a su hermano mayor - ¡¿Jono?! –

Al escucharlo casi gritar el rubio volvió en sí, dándose cuenta del estado del menor - ¿Eh? ¿Por qué lloras? – tomó una de las manos que se encontraban en sus hombros.

- Es que tú te pusiste en ese estado cuando te dije su nombre, pensé que lo conocías y le había pasado algo – se secó las lágrimas de las mejillas mientras se separaba del otro.

- ¿Qué?... ¡No! Él está bien, no tienes que preocuparte. Solo me sorprendí al saber que era tu hermano pues no se parecen en nada – dijo quitándole importancia al asunto.

- ¿Entonces lo conoces? – el otro le miró esperanzado.

- Diablos, sí y como dijiste ese sujeto es endemoniadamente fuerte - vio como el otro sonreía contento, cruzó los brazos y cerró los ojos un momento.

- Pero tú eres más fuerte que él si fuiste elegido para venir aquí – rio.

- ¡Por supuesto que lo soy! – le dijo apuntándose a sí mismo, mientras el otro comenzó a reír - ¿Dudas de mí? -

- No, pero estoy feliz. Mi hermano está bien – habló emocionado.

- Moki – le llamó el otro algo serio – tu hermano es parte del equipo de guardianes de refuerzo y, por lo que he escuchado, ellos pronto llegarán aquí –

El otro mostró una gran sonrisa – ¿Es en serio? – el otro asintió - Nos volveremos a ver, ¡Jono, volveré a ver a mi hermano! Cumplirá su promesa – lo abrazó.

- Te tengo otra noticia – el otro lo miró fijamente – él también puede convocar un dragón –

Las mejillas del otro se colorearon de la emoción mientras abría los ojos. El rubio no creía haber visto en su vida un chico más feliz.

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Habían pasado algunas horas desde que había relevado a Jonouchi de cuidar a Yugi mientras dormía, pronto llegaría el atardecer y sabía que tenía que despertarlo para que los ayudara como todas las noches que llevaban ahí. Miró al chico en la cama y suspiró.

Se habían conocido hace algunos años en la escuela, aún lo recordaba al llegar por primera vez a su salón ese día soleado de primavera. Se había presentado tímidamente y ligeramente avergonzado mirando al resto de la clase, sólo había dicho su nombre y un poco sobre él, pero nada de su familia o de dónde venía. Ese día nadie se había acercado a intercambiar palabra alguna con él, pues no poseía el suficiente estatus para llamar la atención, pues al parecer no venía de una familia rica o importante. La gente era demasiado superficial en ese lugar.

Ese día ella había llegado primera luego de comer el almuerzo y lo observó sentado en el último escritorio del salón practicando un par de hechizos de magia completamente concentrado… y solo. Se fijó más en él, notando que esos eran los hechizos que les habían enseñado esa mañana y él ya había aprendido cómo realizarlos, era muy bueno en eso. Se acercó a su lado.

“- ¿Me enseñarías a hacerlo? – le preguntó asustando al chico y haciéndolo sonrojar – lo siento, te asusté. Mi nombre es Anzu – le extendió la mano en modo de saludo, el otro la miró sorprendido unos segundos y la estrechó.

- Soy Yugi – le sonrió.

- ¿Es el hechizo que nos mostraron hoy? – le preguntó mirando la pequeña ave de cerámica que había aparecido en su escritorio.

El otro asintió – es el que hacíamos con el bloque de cerámica, la clave está en imaginar cada detalle de lo que quieres construir en tu mente. Empiezas por algo simple y luego puedes realizar figuras más complejas – levantó el objeto, girándolo en el aire.

- Vaya, te ha quedado perfecto. Tienes habilidad con la magia – le comentó mientras se sentaba frente a él y buscaba en su mochila el bloque de cerámica que había ocupado esa mañana.

- Siempre me ha gustado leer sobre magia, así que comencé a estudiar desde niño los libros que encontraba en mi casa. Es impresionante lo que se puede lograr sólo con un poco de poder mágico – le habló emocionado.

Anzu sonrió y colocó el pequeño bloque sobre la mesa - ¿Crees que pueda lograr hacer lo mismo que tú? –

- ¡Por supuesto! – le animó – Solo debes concentrarte y lo harás –

Se concentró todo lo que su mente le permitía, observando el ave de su compañero a la vez que colocaba una mano a cada lado del bloque. Cuando el bloque comenzó a tomar forma, no pudo descifrar si eso era una especie ave o un trozo de plastilina que un niño había tomado y arrojado al piso.

Bajó la cabeza derrotada – Esto no es lo mío – mencionó, levantando una cabeza al ver un pequeño haz de luz que provenía desde su amorfa figura y, en un instante, el bloque de cerámica aparecía como cuando lo colocó sobre la mesa. Miró al chico frente a ella con duda.

- Inténtalo de nuevo, ya lo lograrás – le animó, causando que la otra asintiera y lo volviera a hacer.

Varios intentos después, logró construir lo que parecía un pequeño animalito a partir del bloque y sonrió – ¡Lo logré! – dijo emocionada – no quedó tan perfecto como el tuyo, pero por lo menos tiene forma – rio con una mano detrás de su cabeza.

- Eres buena, sólo falta un poco de práctica –

- ¿Podrías seguir enseñándome? – le pidió juntando ambas manos delante de él y agachando su cabeza, extrañando al otro.

- No tienes que pedirlo de esa forma, claro que te ayudaré – le dijo con una sonrisa.

Poco después, comenzaron a llegar los demás para reiniciar las clases del día, pero aún seguían sin notar al chico ni hablarle. Unos días pasaron para que Honda y Jonouchi se unieran al dúo, compartiendo cada momento libre en la escuela y riendo por cada ocurrencia del par.”

Suspiró, se levantó del borde de la cama y se acercó a observar a través de la ventana el poco alentador paisaje.

- ¿Anzu? ¿Qué haces aquí? – le preguntó Yugi sentado en la cama mientras se tallaba los ojos.

- Estaba cuidándote mientras dormías – le respondió con una sonrisa, sorprendiendo al otro.

- ¿Cuidándome? Sólo estaba durmiendo – el chico se largó a reír – No puede pasarme a nada aquí, se preocupan demasiado –

- ¡No digas eso! – se enojó la chica causando que el otro parara de reír – Nos tenías a todos preocupados, ¡una flecha atravesó tu pecho! No es algo para reírse – le regañó a punto de soltar lágrimas – cuando te vi en brazos de Jonouchi y sangrando, pensé lo peor. Es una suerte que Ryou pudiera curarte –

- Anzu… lo siento - bajó la cabeza – Pero estoy bien, descansé lo suficiente – le sonrió el chico.

- Desearía que te quedarás en cama otro poco, pero no hay nadie que pueda sustituirte – suspiró – Ve a comer, ya va a anochecer ¿Puedes levantarte? –

El otro asintió para luego bajar de la cama y pararse sin problemas - ¿Los demás están bien? –

- Si, gracias a ti pudimos traer a todos aquí sin ninguna baja, sólo heridos. Fue emocionante ver cómo la gente se reunía con la familia que no habían visto por años –

- Me habría gustado verlo, pero me alegra que estén todos bien. – sonrió y comenzó a caminar a la puerta – ¿Me acompañas? –

- Claro –

Comenzaron a caminar por los pasillos hasta la escalera para ir al piso donde se encontraban las cocinas de la torre. En el camino se encontraron con Marik y Honda, quienes reían luego de la pelea con la comida e imaginándose la cara del rubio mientras limpiaba la sala.

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Tres noches pasaron de aquel día y hoy, con las energías repuestas totalmente, se encontraban sobre la torre para enfrentar al enemigo una vez más. Ahora no eran cinco chicos sino siete, ya que Otogi y Ryou se les unieron luego del incidente para ayudar en el combate y con la mantención de la barrera, respectivamente.

- Comenzaron a aparecer – habló la castaña mientras se giraba a los nuevos del equipo – Chicos, si necesitan ayuda no duden en pedirla –

- Pueden contactar a cualquiera – continuó Marik – iremos apenas lo requieran –

- Descuiden chicos, no nos arriesgaremos de más – contestó el pelinegro.

- Exacto – le siguió Ryou – no queremos ser una carga –

- No lo son, cualquier ayuda para nosotros es bien recibida – mencionó el castaño para girarse al horizonte – han comenzado a aparecer, ¡Prepárense! –

- ¡Sí! – contestaron al unísono y de inmediato los cinco comenzaron a bajar de la torre mientras Ryou y Yugi quedaban en la cima.

Era casi medianoche y el oscuro paisaje sólo era iluminado por la luz proveniente de la torre y el símbolo girando en la parte superior de ella. La cantidad de demonios que comenzaron a aparecer desde que el sol se escondió tras el horizonte era lo suficiente como para mantener ocupados a los cincos chicos y, a medida que eliminaban a uno, lejos de ahí aparecía otro en su lugar.

- ¡Diablos! – dijo el rubio mientras cortaba con su espada al demonio frente a él, una especie de ogro de piel roja y dos largos cuernos sobre su cabeza, un mazo con espinas en su mano derecha y mirada feroz que le sacaba por lo menos una cabeza - ¿es que nunca se cansarán de atacar cada noche? –

- Es como si alguien los creara todos los días, no es posible que salgan de la nada – dijo Marik a su lado mientras disparaba con el revólver a un par de demonios a su lado.

- Nunca se ha tenido certeza sobre quién está detrás de todo esto – Contestó Otogi a unos metros – he vivido toda mi vida aquí y siempre ha sido igual – dijo mientras disparaba pequeñas estacas mágicas de sus manos hacia los demonios cerca de él.

- Chicos, ¡Miren allá! – gritó Honda de repente, llamando la atención de los que estaban ahí y Anzu a unos metros. Incluso los chicos en la cima lo notaron, la aparición de una extraña mujer que parecía rodear los veinte años, de largo cabello rubio y brillantes ojos azules vestida con ropas oscuras y un báculo de oro en su mano derecha. Mantenía una sonrisa perversa en su cara mientras dirigía su mirada a la cima de la torre, específicamente al convocador.

- ¿Quién es ella? – preguntó Ryou a Yugi, quien se encontraba a su lado – es muy diferente de un demonio común, parece un humano como nosotros –

El otro, por su parte, sintió terror al verla. La aparición de esa mujer en medio del grupo de criaturas le hizo recordar cuando hace días la otra le apuntó con una flecha y le disparó, hiriéndolo – Es una de ellos, ninguno la ataca – le tembló la voz al hablar.

- Tienes razón – se sorprendió al ver al otro temblar levemente y abrazarse a sí mismo - ¿Estás bien? Estás temblando – comenzó a acercarse al otro.

- ¡Sí! No te preocupes… – le dijo tratando de tranquilizarlo, pero no podía evitar el continuar temblando por mucho que lo intentara. En ese estado, casi hiperventilando, no podía controlar la barrera completamente por lo que esta comenzó a desestabilizarse.

- ¡Yugi, tranquilízate! – lo tomó de los hombros – si te desconcentras no podrás mantener la barrera hasta el amanecer. Yo puedo ayudarte, pero necesito que estés tranquilo –

- Lo sé, lo siento – contestó algo descontrolado - es sólo que siento miedo al verla ahí porque no puedo evitar recordar la otra noche –

- No te hará nada, no llegará hasta aquí si eres fuerte y la barrera no desaparece – el otro cerró fuertemente los ojos y logró calmar su respiración. – Eso es… ahora concéntrate y … ¿Qué está haciendo? – mencionó en voz baja al ver como la extraña mujer formaba un círculo en el aire con su mano izquierda. Eso le recordaba tanto a…

- No puede ser… ¡Un hechizo de invocación! – mencionó aterrado el tricolor, cuando el círculo se elevó al cielo haciéndose más grande, mucho más que el de Jonouchi.

- No es posible… -

- No es la invocación de un dragón – mencionó el chico sorprendiendo a Ryou – es la de un demonio… mira el círculo, es muy diferente –

Ryou dirigió su vista hacia el círculo en el cielo, dándose cuenta de lo que se refería al otro pues en su interior apareció una estrella de cinco puntas y no una serie de símbolos como había visto hace días.

- ¡Hechizo de invocación! – gritó Grace a todo pulmón mientras juntaba ambas manos frente a ella y un gran tornado la rodeaba, causando que el círculo desprendiera un brillo oscuro. Todos estaban paralizados viendo como de una de las puntas de la estrella comenzó a salir el brazo derecho con un grillete de cadena en la muñeca, de otra punta salió el izquierdo y así ambas piernas terminando en la cabeza. La mujer reía de forma maniática – Veamos si pueden con él, ¡es el demonio más poderoso de su clase! – se dirigió a los chicos enloquecida.

Metros más atrás, Xian observaba la situación en los cielos junto a Hieron y la otra chica, alejados del lugar por órdenes de Grace. – Esa mujer está loca – mencionó – un trato con un demonio ya es peligroso… pero tenía que ser justamente este –

- Grace está decidida a destruir completamente la torre – acotó el chico cruzado de brazos – aunque se le vaya la vida y el alma en ello –

- No durará mucho tiempo después de esto – mencionó la otra chica – El contrato con un demonio de su clase estipula que sólo puedes invocarlo una vez… y luego debes cumplir tu parte -

Xian cerró los ojos al ver las intenciones de Grace y lo decidida que estaba. A pesar de todo era su compañera, cuando la otra se marchara honraría lo último de su memoria y no iba a descansar hasta acabar con todo.

Más adelante, el demonio de grandes proporciones terminaba de aparecer causando terror en los demás, incluso los pequeños demonios en el suelo y en los cielos se habían alejado de él. Era un demonio incluso más grande que la misma torre, de marcados músculos y piel de un tono tostado, exhalando humo por su boca y mostrando sus dientes – Acaba con ellos y cumpliré mi contrato contigo – ordenó Grace a unos metros de él, causando que las cadenas que lo ataban terminaran por romperse - ¡Destruye todo, Exodia! – gritó y el gigante comenzó a moverse eliminando a demonios con cada pisada que daba.

- ¡Se dirige a la torre! – gritó a los demás Jonouchi, observando como Exodia golpeaba la barrera intentando romperla. Comenzó a correr en dirección a la torre, no sabía mucho pero quizás podía ayudar a fortalecer la barrera con su poder. El resto no se movió del lugar, del miedo siquiera habían notado cuando el otro se marchó.

- No puede ser… Si la destruye estamos perdidos. La gente… – mencionó aterrada Anzu.

- Tenemos que detenerlo – habló el castaño.

- Pero ¡¿cómo?! – habló esta vez Marik – con nuestras armas no le causaremos ni cosquillas a eso –

- Estamos perdidos – cayó al suelo Otogi, completamente asustado.

En la cima de la torre, Yugi observaba cómo Exodia golpeaba una y otra vez la barrera causando con ello un pequeño temblor que lo sacudía todo. Si lograba romper la barrera la genta iba a estar en peligro y no podía permitirlo. Tenían que hacer algo y rápido.

- ¡Ryou! – le llamó – entra a la torre y tranquiliza a la gente, llévate a todos a los pisos inferiores –

- Pero Yugi, la barrera no resistirá y tu… -

- ¡No importa! Intentaré aguantar, pero haz lo que te digo por favor. La gente de aquí es más importante –

- Bien – se rindió el otro – haré todo lo que pueda – y se marchó corriendo.

Yugi trató de reforzar la barrera a cada golpe que el otro daba, pero tenía que admitir que estaba aterrado y eso le dificultaba más las cosas. Se puso nervioso, después de tanto golpe de parte del demonio la barrera se estaba agrietando y eso sólo eran malas noticias, la única opción que le quedaba era formar otra barrera más pequeña que cubriera la zona donde había indicado a Ryou conducir a la gente de Azahar. Sólo debía concentrarse de nuevo, pero con los constantes golpes del otro no lo lograba. El gigante dio un golpe más y la grieta se hizo más grande, otro más y la barrera se agrietó por completo, terminando por romperse.

Yugi miró al cielo con los ojos abiertos, en cámara lenta caía a pedazos la barrera que había levantado hace unas horas. Comenzó a levantar sus manos para crear la otra, pero uno de los brazos de Exodia comenzó a dirigirse a él, congelándolo, ese monstruo iba a acabar con él. Trató de retroceder, pero sólo logró tropezarse y caer al suelo de espaldas golpeándose la cabeza, desorientándolo unos segundos. Cuando al fin pudo sentarse, vio que el puño del otro comenzó a abrirse a metros de él sin darle posibilidad de escapar. Cerró los ojos esperando sentir los dedos de aquel demonio apretarse a su alrededor, pero lo único que sintió fue un par de brazos sostenerlo bajo las rodillas y su espalda, para luego levantarlo y alejarlo del lugar. Segundos después escuchó la explosión que causó el brazo de Exodia al chocar con la cima de la torre.

Mantuvo los ojos fuertemente cerrados, estaba temblando apegado completamente al pecho de su salvador y no pensaba moverse de ahí. En ese momento deseó que todo lo que estaba pasando no fuera más que un sueño y que, al despertar, estaría en su habitación de la torre repuesto luego de otra noche rutinaria en ese lugar. Ni siquiera sabía quién era el otro que lo mantenía en sus brazos, protegiéndolo.

No fue hasta que un conocido aroma llegó a sus narices y la calidez del cuerpo del otro lo inundó, calmándolo. Un aroma tan familiar y que en algún momento creyó no volvería a percibir.

Se atrevió a abrir los ojos y miró al rostro del chico que aún lo mantenía protegido en sus brazos, sonriéndole cálidamente. Sintió los ojos humedecerse – Atem… -

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Jonouchi llegó segundos después de la explosión, deteniéndose al ver nublada su vista por el polvo que inundaba el aire luego del golpe. Giraba su cabeza a todos lados tratando de buscar a sus amigos sin resultados positivos, intentó dar un paso pero casi resbala al pisar un trozo de roca. Estaba perdiendo la paciencia y sólo quería que el polvo se dispersara por completo para poder moverse en búsqueda de los otros.

- ¡Rayos! – apretó los puños y juntó sus manos para conjurar algo que lograra que el polvo desapareciera de su vista, pero una conocida voz lo detuvo a media tarea…

- ¡Hey, perro! – una muy conocida voz… - ¿Qué clase de incompetente eres que tuvieron que enviarnos aquí para salvarte? – le habló un chico alto de pelo castaño y ojos azules, apoyado en un gran objeto cilíndrico de metal y sonriendo a su lado – Ahora quítate de en medio que tengo trabajo que hacer – prácticamente se lo ordenó.

El rubio quedó estático en su lugar con los ojos abiertos sin poder creer que aquel chico estaba ahí, sonriéndole de esa forma. Suspiró, iba a ser fastidioso tenerlo ahí pero no podía evitar sentirse feliz por eso.

- Seto… -


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