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Dimension War por Anotherdim07

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Apenas seis horas habían transcurrido desde que vio el atardecer a través de las ventanas de la torre y desde entonces no había logrado moverse de ahí. A esa distancia, Mokuba tenía completa perspectiva de lo que estaba ocurriendo afuera por lo que sentía la imparable y constante necesidad de correr y ayudar a los demás, pero entendía que con su poco entrenamiento sería más una carga para aquellos que consideraba sus compañeros.

Poco después, sintió sus manos temblar y un profundo miedo recorrerle la espina en cuanto vio a aquel demonio de gran tamaño, con ese rostro imperturbable que le causaría terror a cualquiera que le viera acercarse. Sin darse cuenta, comenzó a retroceder apenas Exodia dio un paso en dirección a la barrera. Se encontraba solo en medio de los pasillos más externos del lugar y con todas las luces apagadas, pues la mayoría de los habitantes descansaban en sus dormitorios para trabajar al día siguiente.

Un fuerte temblor se sintió una vez que Exodia golpeó por primera vez la barrera, tan fuerte que Mokuba tuvo que sostenerse del ventanal a su lado. Cerca de él las puertas comenzaron a abrirse y las personas asustadas se acercaban la ventana preocupados por la situación, algunos gritando y otros sin habla. Mokuba pudo observar las caras de terror de la gente y como algunos niños comenzaban a llorar al tener tan monstruosa imagen frente a sí.

- ¡Todos, oigan! – escuchó repentinamente el grito de Ryou, quien se acercaba corriendo al grupo de personas apostadas en las ventanas - ¡Deben correr a los pisos inferiores! ¡Es urgente! – algunos tardaron en reaccionar, pero finalmente todos obedecieron a sus palabras.

El pelinegro se fijó en el otro. Ryou se notaba ya cansado, pues había recorrido cada piso para alertar a los demás y entregar las indicaciones del tricolor. Mokuba, preocupado, lo detuvo por la muñeca antes de que echara nuevamente a correr al piso siguiente - Ryou, ¿Qué es lo que está pasando? – el otro se giró hacia él y Mokuba lo soltó - ¿Qué es ese monstruo? –

El otro apretó los dientes, no podía dar explicaciones ahora - No hay tiempo, tienes que correr –

- Pero Ryou…-

- Por favor – rogó el otro - Ayúdame a trasladarlos a todos a los pisos inferiores, si la barrera se rompe no podrá ser reconstruida por completo tan rápido, por lo que debemos agruparnos en un lugar más pequeño. Luego te explicaré el resto – terminó, retrocediendo unos pasos para comenzar a girarse y continuar con lo que hacía.

El adolescente quedó pensativo unos segundos, para comprender que la situación era una verdadera emergencia por lo que decidió cooperar.

- Bien –

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- ¿Estás bien? – escuchó que le preguntaba un preocupado Atem, quien aún lo sostenía protectoramente en sus brazos. El polvo a su alrededor había comenzado a dispersarse para dar mejor visibilidad a los chicos, por lo que ambos pudieron notar como Exodia alejaba un poco su enorme brazo de la torre sin moverse de su lugar.

Yugi observó detenidamente al otro, para luego asentir y bajar la cabeza - Si – le dijo suavemente a la vez que comenzaba a removerse con la intención de apoyar ambos pies en el suelo. Atem no lo soltó por completo hasta que estuvo estable en el piso – Pero Exodia… - mencionó casi desesperanzado al ver que el demonio volvía a dirigir su mano hacia él.

- Descuida…tenemos un plan – habló cruzándose de brazos al momento en que Yugi lo miró - ¿Podrás recomponer la barrera? –

- Si, aún me quedan fuerzas. Pero no puedo hacerlo si una parte de ese demonio se encuentra dentro de ella –

- Para eso estamos aquí, nos haremos cargo de eso. No debes preocuparte – le sonrió conciliadoramente al otro, causándole una extraña sensación y un pequeño sonrojo. A veces no entendía sus propias reacciones.

Atem se giró hacia el otro lado de la plataforma, donde su compañero estaba ubicado metros más allá y le indicó que prosiguiera, por lo que Seto tomó el gran objeto en el que se hallaba sostenido, apoyó la rodilla izquierda en el suelo y lo colocó sobre su hombro derecho, liberando la mira para apuntar y, contando unos segundos, apretó el botón en la parte superior y disparó hacia el demonio.

El cohete dio en la parte más central del cuerpo del demonio y el impacto fue tan grande que lo hizo retroceder un paso, alejándose ligeramente de la barrera.

- ¡Ahora! – indicó Atem al chico a su lado.

Yugi alzó ambos brazos y juntó sus palmas frente a sí, para luego enfocar todas sus energías en sellar el agujero de la barrera. Después de los numerosos intentos de reforzarla para evitar que los golpes de Exodia la destruyeran, su energía había disminuido bastante por lo que reconstruirla requirió más esfuerzo de lo normal. Cerró los ojos un momento para concentrarse totalmente en lo que estaba haciendo.

Por otro lado, Seto dejó la bazuca en el suelo sin ningún cuidado y se levantó sacudiéndose el polvo de los pantalones, como si el tremendo disparo de hace unos momentos no significara nada. El rubio a su lado lo miró algo impresionado, pues no podía creer que con el impacto ni siquiera se hubiese despeinado. El otro lo miró serio e hizo un pequeño conjuro con el que materializó una ametralladora entre sus brazos.

- Es cierto, – pensó el rubio con los ojos entrecerrados – a este tipo le gustan esa clase de armas -  

- Muévete, hay un par de demonios que aniquilar – terminó pasando a su lado y empujándolo levemente con su hombro, causando que el otro se enfureciera.

- ¡Oye, no me des órdenes! Y ten más cuidado – Seto ni siquiera se inmutó con su reclamo, por lo que emitió un bufido y comenzó a seguirlo.

Metros más atrás, Atem se preparó para hacer su parte en la batalla - Iré con ellos, ¿estarás bien? – El otro asintió – Háblame por el intercomunicador si necesitas soporte, vendré de inmediato – segundos después el chico se marchó, dejando a un pensativo Yugi en el lugar.

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- Hey, ¡espérame! – le gritó el rubio unos metros atrás, corriendo tras él algo cansado. Esa noche no habían aparecido más demonios de lo normal, pero ya llevaban seis horas combatiendo contra ellos, además de que subir y bajar la torre dos veces tiene su costo.

Y eso que aún quedaban otras seis o siete horas más.

- Mueve esas piernas y apúrate – le dijo el otro disminuyendo levemente el ritmo, por lo que el otro no lo notó. Notó lo cansado que se encontraba el otro, pero no podría perder el tiempo con Exodia amenazando la estabilidad de la torre. La búsqueda de su pequeño hermano dependía de eso.

- ¿Qué piensan hacer ahora? – dijo el rubio una vez pudo alcanzarlo, tomando unos cuantos respiros a la vez que hablaba.

- Tenemos que reunirnos con los otros – soltó con el mismo rostro imperturbable de siempre – Ahí definiremos un plan de combate -

El castaño apuró el paso una vez pudo ver la espalda de los otros dos que habían llegado esa noche junto a él y Atem. Un chico que parecía tener unos 25 años, piel tostada y pelo plateado en completo desorden hasta sus hombros, con una gran cicatriz que cruzaba su mejilla derecha. A su lado, una mujer que aparentaba la misma edad, piel blanca, rubia y de ojos violetas. Ambos observaban la enorme figura del demonio frente a ellos, tratando con eso de encontrarle algún punto débil para acabarlo.

- ¿Algún plan? – preguntó el castaño apenas llegó, deteniéndose entre los dos. Mientras, el rubio trataba de hablar por el intercomunicador con los chicos, para que entraran al interior de la barrera y se acercaran al grupo.

Antes de que alguno de los dos pudiera hablar, Atem se les unió - Ya sacamos a eso del área de la torre, nos queda derrotarlo - 

- Ya nos dimos cuenta, genio – espetó el peliplateado frente a él con algo de molestia en la voz, mientras el otro entrecerró los ojos en respuesta.

- Akefia, podrías dejar de discutir con el chico alguna vez – contestó la rubia delante de él, sonriéndole.

- Métete en tus asuntos, Mai – la fulminó el aludido. La chica sólo respondió alzando una ceja.

- ¿Qué piensan hacer? – preguntó recién llegando Honda, con los otros tres pisándole los talones. Otogi fue el último en llegar con los otros, deteniéndose de inmediato al ver a la rubia y sintiendo como la rabia comenzaba a apoderarse de él al reconocerla, pero se controló. Esta no era la mejor ocasión para arreglar cuentas, ya lo haría después junto a Ryou.

- Cuando de invocaciones se trata sólo podemos hacer dos cosas, derrotar a la criatura invocada o cortar el vínculo con el invocador, ya sea con un contrahechizo o derrotando al sujeto – mencionó serio Atem.

- ¿Quién es el invocador? – preguntó Mai observando a su alrededor.

- Se encuentra pocos metros tras Exodia, en tierra – habló Marik.

- ¿Exodia? Ese monstruo… ¿Es el Exodia del que nos advertían tanto en la escuela? – preguntó asombrada la rubia, los demás asintieron en respuesta.

- Entonces estamos en problemas – habló Akefia mirando de reojo hacia el gigante.

Seto dio un paso y se dirigió al rubio – Indícame al invocador –

- ¿Podrías siquiera pedirlo por favor? – reclamó el otro, causando que el castaño lo fulminara con la mirada. El rubio suspiró y, pensando que no era la mejor ocasión para discutir, le indicó a los demás la ubicación de la extraña mujer que sonreía en medio de tanto demonio.

- ¿Una mujer? – preguntó Seto levantando una de sus cejas.

- Es la primera vez que la vez que la vemos a ella. Hace unas dos o tres noches apareció otra criatura con forma humana muy similar, ella fue capaz de dispararle a Yugi – mencionó Anzu mirando de reojo al recién llegado tricolor, quien tenía un semblante preocupado luego de lo dicho.

- ¿Humanos? –

- No lo sabemos – contestó la castaña a la vez que miraba al suelo – pero es distinta a cualquier otro demonio, son capaces de hablar y entendernos, pueden realizar el hechizo de invocación y, además, los otros demonios no se dirigen a atacarlos –

- Entonces no sabemos nada sobre ellos – habló Akefia – Pero si hay más como ella tenemos que reunir información –

- Dividámonos en tres grupos – propuso Marik dirigiéndose al grupo – uno que se encargue de la mujer, otro de Exodia y unos pocos que sigan con el resto de criaturas. Aún con el inmenso problema que ese demonio representa no podemos dejar que la masa de demonios continúe debilitando la barrera –

- En el peor de los casos, debemos detener a Exodia hasta el amanecer – mencionó más para sí misma la rubia.

- La única posibilidad de acabar con él es con otra invocación – sugirió Atem – Jonouchi, Kaiba y yo nos encargaremos de él -

- Bien, entonces las chicas nos encargaremos de la mujer – contestó la rubia sonriendo hacia Anzu. La castaña asintió.

- Supongo que el resto nos encargaremos de la escoria – finalizó el peliplateado, girándose preparado para bajar a combatir. Una vez todos estaban de acuerdo, las chicas comenzaron a correr en dirección a la invocadora. Akefia, Honda, Marik y Otogi se dispersaron en las cuatro direcciones para acabar con cuanto demonio se les atravesara en el camino. Los tres restantes se quedaron en el lugar, donde comenzaron a dibujar en el aire el ya conocido hechizo de invocación.

El primero en ascender al cielo fue el círculo del rubio, para luego iluminarse con el número cuatro en su interior simbolizando el nivel de su dragón. Segundos después ascendieron los otros dos, un poco más grandes que el primero y, esta vez, con un número cinco. Así, los tres comenzaron a desprender una intensa luz que iluminó gran parte del desierto alrededor de la torre y destruyendo una gran cantidad de demonios. Tres profundos rugidos se escucharon por todo el lugar y, una vez desapareció la luz, tres dragones se dejaron ver.

En medio de los otros dos, estaba el oscuro dragón de profundos ojos rojos alzando sus alas y elevándose aún más para alejarse de la torre. A su derecha se encontraba un dragón más grande y de un intenso color blanco y ojos azules, mientras que a su izquierda se encontraba un dragón de color rojo, una extensa cola y dos bocas. Eran las invocaciones de Seto y Atem, respectivamente.

Una vez los tres dragones se unieron en el cielo, comenzaron su ataque contra Exodia.

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Metros más allá, las chicas se dirigían hacia donde se encontraba Grace. La mujer estaba de pie con ambos ojos cerrados y media sonrisa en el rostro, sosteniendo su báculo con la mano derecha. Una vez llegaron, decidió abrir los ojos para observarlas.

Anzu y Mai ya se encontraban frente a ella, la primera más agitada que la otra por la carrera, pero igual de decidida a acabar con ella. Grace aumentó el agarre del báculo en su mano, sintiendo la ira recorrerle por todo el cuerpo y haciéndole recordar los tiempos pasados en los que tanto había sufrido. No podía entender las intenciones de las dos chicas y el resto que provenía de Domino, ¿Por qué defendían lo que causaba tanto daño?

Entrecerró los ojos con furia y habló – Si tanto se aferran a la idea de proteger la torre y a cada uno de los que viven ahí, no me detendré y los eliminaré a todos de mi camino – llevó el báculo frente a ella y alzó la cabeza para mirarlas con superioridad – No podrán conmigo – y a su alrededor se formó un círculo de energía lo suficientemente amplio para que las criaturas más cercanas desaparecieran y no interrumpieran la batalla próxima.

Anzu llevó una de sus espadas al frente, apuntándola – No importa si tengo que empeñar mi vida en esto, voy a eliminarte – habló decidida y con algo de rabia en sus palabras – a ti y a tus compañeros – terminó.

- Tranquila, Anzu – trató de calmarla la rubia, causando poco efecto debido a que la castaña ya había iniciado con el ataque utilizando ambas espadas, mismas que fueron detenidas por el báculo de la otra. Entonces, Mai llevó su mano derecha al pequeño bolsillo que se encontraba adosado a la correa en su muslo derecho, tomando una pequeña pero afilada navaja, capaz de reflejar la luz de la luna en ella. Una sensación de Deja Vu la inundó y, mirando a Grace, se lanzó a atacarla superando a la castaña quien sorprendida por lo diestra que era retrocedió unos pasos.

Mai, con tan sólo una pequeña navaja, fue capaz de hacer que la otra retrocediera - ¿Quién eres? – le preguntó a la mujer demonio una vez chocaron ambas armas - ¿Qué es lo que pretenden conseguir? –

- Realmente quieres saber – respondía con burla la otra. Ambas se separaron unos centímetros, pero inmediatamente fue atacada por la castaña.

- No me importa saber cuál es el objetivo que persiguen – gritó – no permitiré que dañen a uno más de mis amigos –

- Suerte con eso, chiquilla – continuó defendiéndose la otra, para luego atacar y alejar a la otra chica – Estoy dispuesta a acabarlos a todos – ladeó la cabeza y rio de manera desquiciada a las dos frente a ella.

Anzu aumentó el agarre de ambas espadas con una mezcla de rabia y terror, mientras Mai trataba de serenarse luego de que una extraña sensación de inseguridad la embargara. Esa mujer era realmente peligrosa. Cerró los ojos en busca de calma y se dirigió a su compañera – Tienes que calmarte, vas a entorpecer la misión con tus impulsos. La prioridad es reunir lo máximo de información y luego acabar con ella – habló bajo para que sólo ella la escuchara.

Anzu apretó los dientes con frustración y asintió lentamente – de acuerdo… -

- Si tanto se empeñan en saber quién soy, les diré… – las interrumpió la otra, asustándolas por haber escuchado la suave conversación – Ahora soy un demonio, de los mejores en su clase debo decir, pero en algún momento fui humana… - dijo la otra sorprendiendo a las otras dos.

- ¿Qué…? – ambas quedaron sin habla.

- ¿Por qué creen que puedo hacer magia? – continuó la otra mirándolas con soberbia, mientras las otras aún no podían ni moverse de la impresión.

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En el interior de la torre, la gente ya se hallaba agrupada en el piso inferior gracias al esfuerzo de ambos chicos. Los ánimos se habían calmado un poco puesto que los temblores habían cesado momentáneamente, pero el temor y la incertidumbre aún podían sentirse en el ambiente del lugar.

Mokuba, luego de que el albino le había explicado la situación, comenzó a acercarse a los distintos grupos de personas para organizarse con ellos y movilizar mejor los recursos en caso de que fuera necesario. Ryou, aún cansado, se dirigió a observar por la ventana lo que ocurría afuera y el estado la barrera, dándose cuenta de que estaba restaurada.

Suspiró. A veces se sentía algo inútil, Yugi ni siquiera había necesitado de él en estos días para mantener la barrera y tampoco le habían pedido ayuda en el combate. Además, si la barrera fue restaurada todo lo que había hecho había sido en vano. ¿De qué le sirvió aprender magia entonces?

- Deberías subir – habló Mokuba tras él – te necesitan allá arriba –

El otro bajó la cabeza, sin ánimo – No es así –

- Ryou, - le llamó el otro mientras tomaba una de sus manos – eres un gran mago, yo te admiro por eso, y también una gran persona. Los chicos nos necesitan, toda esta gente también – le sonrió.

El otro levantó la cabeza, pero no pudo mirarlo a la cara – Soy un inútil, no puedo hacer nada. Trasladarlos aquí no sirvió de nada, la barrera está completa otra vez –

Mokuba aumentó el agarre de su mano – No digas idioteces – le gritó algo enojado – yo apenas puedo hacer magia, me ha costado horrores cumplir la promesa que hice con mi hermano. Pero no me voy a rendir hasta que nos volvamos a encontrar. Tu tampoco debes hacerlo – Ryou lo observó – Vamos arriba –

El chico se tomó unos instantes para pensar en las palabras del otro y asintió, por lo que se dirigieron de inmediato en dirección a la cima de la torre. Llevaban unos metros cuando el mayor se detuvo de repente y el pelinegro, quien iba detrás de él, casi lo choca.

- ¿Ryou…? –

- Ahora lo recuerdo, existe un hechizo de teletransportación – dijo mientras miraba su mano derecha, la cual llevó hasta la pared más cercana para luego apoyarla.

- ¿Teletransportación? ¡Así llegaremos más rápido! – se emocionó el pelinegro.

Ryou cerró los ojos para concentrarse y, segundos después, una luz blanca comenzó a desprenderse alrededor de su mano. Pequeñas ondas comenzaron a dispersarse por la pared, extendiéndose hasta formar un rectángulo lo suficientemente alto y ancho para que ambos pasaran.

- Debemos atravesar esta pared y llegaremos al piso superior – giró su cabeza para observar al otro.

- ¡Eres genial! – le gritó emocionado, avergonzando levemente al otro - ¡Vamos! -

El albino asintió y ambos atravesaron la pared sin dificultades. Cuando llegaron al otro lado, corrieron hacia las escaleras para posteriormente llegar y observar a Yugi, con ambas manos entrelazadas frente a él y el ceño fruncido del agotamiento, tomando grandes bocanadas de aire para respirar.

- ¡Yugi! – se preocupó el albino, corriendo ambos inmediatamente hacia él para sostenerlo - ¿Qué pasa? ¿Estás bien? –

Yugi logró sentarse en el suelo con ayuda del otro, cerró los ojos y negó con la cabeza – Lo siento, pero estoy agotado – habló suavemente y abrió los ojos.

- Déjame ayudarte – habló el otro tomando sus manos y cerrando los ojos. Yugi hizo lo mismo y sonrió.

Mokuba, junto a ellos, observó a su alrededor y se asombró al ver a las criaturas frente a él. No sólo estaba el dragón negro de su rubio amigo sino que junto a él habían otros dos, uno del color del fuego y otro tan blanco como los pétalos de Azahar que florecían en el pequeño campo de la torre, anunciando la llegada de la primavera. Trató de avanzar unos pasos hacia ellos y apreciarlos mejor, pero se detuvo ante la posibilidad de que los dos chicos pudieran necesitar de su ayuda también.

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Los tres dragones lanzaban ataques constantes contra el demonio frente a ellos, causando que éste gastara sus energías poco a poco y fuera alejándose de la torre cada vez más. Unos pocos metros más allá, sólo Jonouchi permanecía quieto en el mismo lugar, como único intermediario entre Exodia y la torre. Tanto Atem como Seto se encontraban sobre su respectivo dragón ayudando en los ataques con su magia.

- Estoy agotado – pensó mientras llevaba una de sus manos a cubrir su cara y se sentaba en uno de los peldaños del edificio – Convocar a un dragón y mantenerlo por tanto tiempo gasta demasiada energía, y yo ya estaba algo cansado – Observó a los chicos mientras peleaban contra el otro – Puede que Red eyes desaparezca dentro de poco – frunció el ceño en señal de frustración.

Esto lo notó el castaño sobre el dragón blanco, quien apretando los dientes comenzó a desviar los ataques dirigidos al dragón negro pues cada daño que éste recibía se convertía en daño para el rubio. Todo mago sabía que un contrato significa volverte uno con la bestia que invocas, por lo que es un arma de doble filo. Si esta resulta dañada en batalla significa un daño para el invocador también.

Atem apareció a su lado junto a su dragón - ¡oye, Kaiba! – le gritó, por lo que el otro no tuvo más opción que mirarle.

- ¿Qué quieres? –

- Tenemos que enfocarnos en alguna parte de su cuerpo, así se irá volviendo inservible –

- Me sorprende que tengas ideas de vez en cuando – levantó una ceja, el otro respondió con un gruñido – su parte más débil es su brazo derecho, lo ha dejado de mover desde hace un rato –

- Bien –

Ambos dragones se unieron con la intención de descargar todo su poder en el brazo derecho de Exodia, Red eyes apoyándolos un poco más lejos. Fueron tres ataques en conjunto los que bastaron para que la zona explotara por completo y Exodia perdiera el miembro derecho, disminuyendo con creces la efectividad de sus ataques.

Pero nadie esperaba lo siguiente que pasó.

Exodia fue girando su colosal cuerpo en dirección de su invocadora, que se encontraba unos metros tras él y con ambas chicas paralizadas frente a ella. Movió el brazo izquierdo y, abriendo el puño a unos centímetros de Grace, la tomó y elevó hasta acercarla a sus ojos. La chica miraba expectante al gigante, con algo de dolor por el fuerte agarre.

- Es hora de que cumplas con tu trato, intento de demonio – Una voz gutural se escuchó por todo el lugar, sorprendiendo incluso a los que estaban más alejados combatiendo. Grace abre los ojos de impresión, jamás se imaginó que el demonio con el que había hecho contrato pudiera hablar o tener conciencia de sí, más aún para reclamar su parte.

- No has cumplido con la tuya, Exodia. El contrato… - se paralizó al ver la macabra sonrisa que mostraba el demonio.

- ¿Contrato? ¿Por qué haría un contrato con alguien como tú? –

- ¿Qué…? – Exodia comenzó a acercarla a su boca y ella comenzó a removerse con la intención de liberarse, sin éxito – Espera, ¡¿Qué haces?! – el demonio abrió su boca - ¡Detente! – el grito de la chica llegó hasta los oídos de todos, quienes no podían hacer nada de la impresión.

También llegó a los oídos de Xian, Hieron y la desconocida. La primera intentó acercarse a la escena para ayudar a su compañera, pero fue detenida abruptamente por el chico.

- Detente, Xian. Grace conocía las consecuencias de hacer contrato con un demonio como Exodia, todos sabemos que ellos nunca cumplen su parte por completo. Ella se lo buscó – decía mientras a los lejos escuchaba los gritos de Grace.

- ¿Cómo dices eso? Es nuestra compañera, no podemos permitir esto – le habló con desesperación, tratando de soltarse. Miró a los dos junto a ella, el chico sólo negó cerrando los ojos sin soltarla y la otra, sólo la miraba imperturbable sin mover un solo dedo.

- Eres un demonio con un objetivo claro, compórtate como tal – la reprendió la otra chica del grupo. Xian se soltó bruscamente del otro y limpió las pocas lágrimas que amenazaban con salir – Nos vamos – desapareció apenas se dio la vuelta, seguida de Hieron y, por último, de Xian.

Por su parte, los chicos miraban con los ojos abiertos desde las distintas posiciones en la que se encontraban, ligeramente perturbados por la escena que acababan de presenciar. Más asustados aun cuando el brazo derecho de Exodia volvió a aparecer. Inmediatamente los otros se aprestaron a atacar.

Los tres chicos en la torre apenas podían moverse - No es posible, como fue capaz… - mencionó en voz baja el tricolor, ligeramente repuesto gracias a la ayuda de Ryou.

- ¿Cómo van a derrotarlo ahora? – le mencionó el otro.

- Es extraño, un contrato es igual a una unión entre ambas almas y cuerpos – le explicó Yugi – por lo que, si uno de los dos es derrotado, el otro sufre un daño severo o desaparece de la misma forma. Si la mujer ya no existe ¿Cómo es posible que Exodia siga aquí? – dijo preocupado.

- ¿Se da la misma situación cuando se trata de demonios? – preguntó Mokuba, ambos lo miraron intrigados – sé que en tu mundo sólo existen dragones por lo que se rigen por esas reglas, pero ¿es igual con demonios? –

- Es cierto – habló Ryou – ¿Por qué un demonio haría un contrato? Ellos no actúan de buena fe, ¿Qué ganan con eso? –

Yugi se tomó unos segundos para pensar – Los dragones, aunque solitarios, suelen hacer tratos con magos no por su poder sino por el lazo que significa. Desde que realizas el contrato hasta la muerte de cualquiera de las partes se establece un lazo afectivo entre los dos, hay una comunicación especial. Pero los demonios… dudo que tengan un motivo como ese –

- Ellos devoran almas, dudo que quieran lazos afectivos con quien planean comerse – habló el pelinegro.

- Con dragones compartes tu vida por igual, pero con demonios debes entregar algo completamente diferente a cambio… creo que alguna vez lo leí en algún lugar –

- ¿Qué es lo que pueden entregar a cambio? ¿Su vida? – preguntó el albino.

El mago negó con la cabeza – No se puede considerar que están vivos, sólo son energía oscura. Un demonio común no vale nada, lo que puede ganar un demonio tan grande como Exodia es muy poco; pero si hablamos de un demonio como esa mujer, capaz de hacer magia tan poderosa como para invocar a otro… -

- Exodia debió utilizar su energía luego de llevarla a su boca, para así poder restaurar la parte de su cuerpo que perdió – habló el menor.

- Su brazo… hay que enfocarse en destruirlo nuevamente para que la energía de esa mujer desaparezca por completo y, por el contrato, Exodia se marche – propuso el albino.

- Pero… si tu energía desaparece por completo de este mundo, todo lo que fuiste también desaparece con ella – mencionó Yugi, con algo de tristeza en su voz.

- Eso significa… -

- Que tu existencia se va con ella, eso es lo que vale más para un demonio. Desaparecerá de los recuerdos de todo aquel que la conoció, excepto magos. Nuestros recuerdos no son manipulables de ninguna forma por nuestra magia – finalizó el tricolor.

- Entonces, les avisaré a los chicos – habló más animado el pelinegro, parándose del suelo para dirigirse donde aún se encontraban los otros peleando con Exodia. Puso ambas palmas alrededor de su boca en busca de que su voz se escuchara a lo lejos - ¡Hey! – gritó con todas sus fuerzas, llamando la atención de los tres dragones. Comenzó a realizar señas con sus manos para que ambos chicos lo miraran, pero se paralizó al ver el invocador del dragón blanco, el cual quedó en el mismo estado al observarlo de vuelta. – Hermano… -

- Mokuba… -

- ¿Tu hermano? ¿Es él? – preguntó Atem a unos metros de él.

Mokiba estaba sorprendido y a la vez emocionado, Jonouchi se lo dijo hace unos días ¡Había vuelto! Tenía tantas ganas de llorar y correr en su dirección para darle un abrazo de bienvenida, pero negó con la cabeza, no era ese momento ahora - ¡Tienen que destruir el brazo derecho de Exodia, así desaparecerá! – gritó.

Los chicos asintieron en respuesta y los tres dragones se enfocaron en atacar a Exodia mientras los seis chicos restantes ingresaron a la barrera para reponer energías. A lo lejos, Honda pudo visualizar a un cansado Jonouchi que se colocaba lentamente de pie y se preparaba para retomar el ataque. Fue corriendo hasta él pues tenía un mal presentimiento.

Tras un ataque constante de parte de los dragones, los dos magos en su lomo y un par de hechizos de Akefia y Mai, Exodia se vio en aprietos. Su brazo derecho fue consumido completamente bajo el poder mágico del equipo contrario y comenzó a desaparecer.

Pero no se iría con las manos vacías, era un demonio de clase alta y no toleraría la derrota de una manera tan simple. Concentró toda su energía en el brazo izquierdo, formando una pequeña esfera de luz violácea oscura.

- ¿Qué está haciendo? – preguntó Ryou al aire.

- ¡Va a atacar con todo su poder! – gritó el tricolor a su lado, alertando a los magos sobre sus invocaciones quienes atacaron una vez más.

El ataque mágico dio de lleno en el pecho del colosal, acelerando su transporte a su lugar de origen. Pero su brazo izquierdo fue lo último que se marchó y, antes de hacerlo, lanzó la bola de energía al dragón que en ese momento estaba más débil.

Seto trató de interponerse en su camino, pero no pudo evitar que el golpe diera al dragón negro detrás de él y causara que desapareciera por completo del lugar. Abrió los ojos y sintió secarse la garganta, reaccionó rápidamente y se bajó del blanco dragón para correr en dirección a las escaleras de la torre.

Honda, separado tan sólo unos metros de su amigo, corrió lo más rápido que pudo para recibir en sus brazos a un inconsciente rubio antes de que éste cayera escalera abajo y se dañara más de lo que estaba.

- ¡Jonouchi! –

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En el castillo, poco a poco las cosas que en algún momento pertenecieron a Grace comenzaron a desaparecer en el aire. La mujer había estado por más de diez años ahí y todo recuerdo de ella fue borrándose.

Toda su existencia fue eliminada, excepto en las mentes de los otros tres que quedaban en el lugar, una más afectada que los otros.

– Me las pagarán…. - 


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