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Alter Ego por Alain

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Notas del capitulo:

Hola. Llego con otro capitulo (hacia ya bastante que no actualizaba, creo...) y aunque el nombre no me convence, en estos momentos o se me ocurre nada mejor. Les dejo nuevamente con este relato, y deseando que les sea placentero. No reencontraremos luego...

Alain

 

Capitulo III

Sentía una gran suavidad a su alrededor, pero también la opresión de las sabanas enredadas en el. Se revolvió entre ellas disfrutando de la comodidad que le proporcionaban. Giro bruscamente hacia el costado y choco con algo. Al tacto, estaba frío pero parecía piel, una piel sedosa. Se acurruco contra ella, no sabia donde estaba ni quien era, pero eso no le importaba.

--Me gustaría saber en este momento que hace aquí ese joven y por que demonios no me pediste permiso antes de transformarlo—una voz masculina resonó a su espalda como un trueno--¡Sabes bien que no debes crear nuevos vampiros sin mi autorización!

-- ¿Acaso estas celoso? No, por favor, lo amo pero no por eso te descuidare a ti...

-- Eres un estúpido ¿No te das cuenta de las responsabilidades que tienes ahora? Debes educarlo correctamente, ya es demasiada vergüenza que todos sepan que te he convertido a ti como para que le sumes que por no vigilarte has creado a algún incompetente... ¡Tendré el doble de trabajo, vigilarte y vigilar a ese joven!

William escuchaba esta conversación en el más completo desoriente. ¿Quienes estaban discutiendo? Se sentía totalmente embotado y su mente estaba nublada.

Los parpados le pesaban y tenia sed, una sed horrenda que le provocaba dolor en la garganta. De repente se aparto de el esa piel suave y abrió los ojos.

Lo primero que vio, fueron sabanas rojas, intensas, con una tonalidad que no creía haber visto nunca. Brillaban, como si su material no fuera la tela sino una luz organizada y tenue. Le pareció enormemente bello y se pregunto que lograría tal efecto. Con un leve movimiento de cabeza, las sabanas se deslizaron hasta solo cubrirle la parte baja de la cara. Vio delante de si a un hombre, vestido solo con bóxers. Tenía una piel muy pálida, como la de una persona enferma, con una constitución fuerte que no llegaba ser tosca, pero que recordaba en su forma a la de los príncipes de cuentos infantiles. En su cara ni la mandíbula ni la nariz llegaban a ser demasiado pronunciadas, daban delicadeza y fortaleza a la vez. El cabello, casi negro, caía semi lacio hasta la unión de la espalda y el cuello. Los ojos resaltaban por su brillo ambarino, con apenas algo de verdusco circundando el iris.
William penso que era una persona apuesta, pero un brillo extraño en su mirada le hacia desconfiar. A fin de cuentas, el no sabia que estaba haciendo allí ni quien era ese tipo. Por suerte, su mente estaba dispersando esa niebla mental que le impedía pensar claramente. Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos para que acompañasen a un grito.

-- ¿¡Donde mierda estoy!?

Repentinamente se sentó en la cama, provocándole tal mareo que cayo acostado nuevamente. Sus ojos se cerraron y abriéndolos se sentó, esta vez de forma más delicada y pausada. Observo la escena con terror, nunca se había sentido más nervioso. Y eso no mejoro cuando descubrió que lo único que le cubría eran aquellas sabanas tan extrañas.

Frente a el, parado ante el extremo de la cama, se encontraba otro individuo, que no parecía muy contento. Su piel también era muy pálida, pero su constitución, frágil, con inclinación a debilucha. Su cabello era rubio, tan claro que parecía un frió blanco, y sus ojos tenían un color marrón oscuro con toques verdes. Su cara estaba desposeída de rasgos afilados, lo que le daba un aspecto infantil. Aquel individuo lo miro fijamente, con un tinte de molestia en los ojos. Lo estudio desde la cabeza a la cintura y luego, como si hubiera entrado recién y olvidando que lo habia estado mirando de forma tan austera durante cinco minutos, esbozo una gran sonrisa casi infantil y le saludo...

--Hola, ¿cómo te encuentras? Lamento aun no haberme presentado de la forma correcta. Mi nombre es Aarón, ¿Cómo te llamas?

-- Váyanse a cagar ¡díganme donde mierda estoy!—Soltó William comenzando a sufrir una crisis de desesperación ¿por qué todos querían saber su maldito nombre? ¿Y que importaba que ellos se presentaran? Le daba lo mismo, lo que quería era que lo dejaran salir de allí e ir inmediatamente a... A... Bueno, a su casa, aunque tendría que pedir algún tipo de ayuda para ubicarse ¿¡Donde estaba!?

Mientras deliraba en ese circuito continuo de dudas y preocupaciones que amenazaban su estabilidad mental, William pasaba por alto un pequeño suceso acontecido frente a el que tal vez debería de haberle llamado un poco la atención.

La situación era que aquel tipo llamado Aarón había perdido todo lo que en el se pudiera llamar amabilidad, y forcejeaba con David para lo que parecía ser un intento de homicidio hacia William.

--¡Pendejo de mierda! ¿¡Como te atreves a responderme así!? ¡Eso me pasa por intentar socializar con patéticas excusas de personas como tu! ¡Te arrancare esa sucia lengua con la que osas pronunciar indecentes palabras! Vas a conocer lo que es sentir respeto... —Aarón, fuera de si, mostraba un aspecto amenazante. Sus cejas casi se juntaban en el centro de su frente y el rictus furibundo en sus labios permitía ver unos colmillos afilados. Sus manos se cerraban en puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaban en la palma, produciendo una serie de cortes en las manos, de los que comenzó a manar una pequeña cantidad de sangre. Apenas dos pequeñas gotas habían tocado el suelo cuando el único ser en aquella habitación que todavía producía ruido era Aarón. David y William miraban absortos el pequeño flujo del líquido rojo en un recorrido que iba desde la palma hasta una zona cercana a la muñeca y de allí al piso. Apenas si llegaban a ser gotas lo que salía de las heridas, pero antes siquiera de que Aarón advirtiera que se había lastimado, David se encontraba lamiendo la sangre que le corría por la mano.

--Maldita sea, ¡suelta mi mano! ¡Para ya!—Con una fuerte sacudida, David termino en el otro lado del cuarto.

--Jeje, perdona—dijo David con un brillo notable en los ojos—Es que eres tan sexy cuando te enfadas, y esa sangre carmesí no paraba de llamarme... –Comento mientras miraba con gula la poca sangre que aun quedaba en la mano de Aarón--¿Me permitirías beber un poco mas...?

--Si se te ocurre acercarte nuevamente te eliminare sin dudarlo—Dijo Aarón recuperando la compostura, pero solo un poco, ya que observó que el chico ese de la cama había mirado su sangre del mismo modo que David—Maldita sea, otro pervertido. Pero ¿qué más podía haber traído David? Ahora tendré que estar el doble de alerta si este es igual... —Pensaba mientras se limpiaba la mano con un pañuelo, el cual al terminar arrojo al piso.—David, dile lo básico y no me molesten mas por el resto de la noche. Ah, una ultima cosa... –Miró fríamente a David—Ten cuidado con lo que haces—Dicho esto salio y cerro de un portazo.

 


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