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Veinte Puntos por CrawlingFiction

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Notas del capitulo:

¡Hooooooooooooooooooola! Lamento mucho la demora en actualizar, estaba muy atareada y no me daba chance de escribir el capítulo para esta historia. Peeeeeeeeeero, ya llegué y espero les guste.

Disfruten la lectura y la suculencia.

Veinte Puntos


Capítulo 2: Estúpido rubio bonito


 


Una fuerte risotada resonó en la sala seguido de gritos y burlas.


—¡Ja! ¡Afloja esos billetes, HakYeon! —alzó victorioso los brazos palmeando su mano con la de HongBin que reía encantado.


—¡¿Qué!? —exclamó sin poder creerse que el menor tuviese la suerte y astucia de sacarle semejante as bajo la manga— ¡No le hables así a tus mayores! —con el ceño fruncido contaba el fajo de billetes.


—¡El que tiene el dinero tiene el poder, amigo!  —rebatió entre risas quitándole de un jalón el fajo abanicándose con ellos. Un fortísimo portazo hizo sobresaltar al cuarteto sentado en el suelo, en medio de la sala jugando barajas.


—¡Eh, mira, Ravioli! ¡Mira cuánto le quité ahora a omoni! —jactó orgulloso poniéndose en pie agitando el dinero con las manos.


—¡Mamá no! ¡Hyung! —de un fuerte tirón de orejas regresó a Hyuk al suelo. WonSik sacó el par de zapatillas de su mochila y la lanzó de mala gana al sofá. A zancadas pesadas se acercó al grupo entregándole los zapatos a HongBin.


—¡¿Por qué se rompieron!? ¡WonSik!  —con ojos desorbitados revisaba sus amadas zapatillas deportivas haberse vuelto un amasijo apestoso, mojado y rasgado. Se dejó caer en el suelo suspirando agotado. Todos le miraron preocupados, a excepción de HongBin, que rojo de rabia se concentraba en cómo reparar sus zapatos.


—¿Cómo te fue con el capitán? —preguntó HakYeon estirando con cuidado la mano para posarla sobre su hombro.


—¡Pésimo! Perdí la cuenta de cuantas veces me revolcó en el piso —resopló incorporándose para arrebatarle la lata de gaseosa a JaeHwan y darle un trago— ¡Y de paso tuvo las bolas para burlarse de mí!


—Él es así, un total engreído —entornó los ojos el mayor, prestando mayor atención al poco dinero que le quedaba porque Hyuk aún no se lo había quitado.


  —Pero, ¿qué te dijo?  —inquirió JaeHwan. Se mordió la lengua y apretó la lata de aluminio con el puño hasta deformarla.


 


<<—Levántate, aún no acabamos —ordenó mirándole de brazos cruzados. Encogido en el suelo se frotaba la rodilla. Había intentado quitarle el balón, pero el enredo de las agujetas le hicieron caer como un idiota. El rubio ese del demonio no se reía, en su cara, al menos.


—Y-Ya voy —sin prestarle mucha atención revisaba la zona que seguramente en cuestión de horas tendría un enorme moratón. Su figura le dio sombra obligándole a subir la cabeza. ¿Le estaba ofreciendo la mano?


—Párate —dudoso tomó de su mano, tan suave y cálida como una mantita de bebé. TaekWoon le jaló con cuidado, ayudándole a ponerse en pie. Apenas y podía flexionar la rodilla y la repentina cercanía entre ambos le intimidó. Reparó en sus ojos negros que turnaron su atención a su pierna golpeada y a su cara. Esquivo WonSik se giró y le arrebató la pelota, cojeando dispuesto a seguir jugando. Lo que faltaba, que ese lunático ahora le pusiera nervioso.


—Sigamos con esta mierda —maldijo a lo bajo cerrando los ojos con fuerza, encomendándose a Dios apenas sintió los tumbos de TaekWoon y como volvía a caer al piso atropellado por su aplastante fuerza y agilidad. Le estaba volviendo papilla en todos los sentidos. ¡¿Este loco practicaba básquetbol en una cárcel, o qué?!


—¿No qué eres niño malo?, quítame el balón, pues —retó haciéndola rebotar entre sus manos al suelo. WonSik gruñó apretando los puños— ¿A qué esperas, raperito?, ¿una invitación?  —se le abalanzó encima intentando robarle la pelota, pero haciéndola cruzar entre sus piernas le hizo tambalear y caer de un codazo. Saltó y encestó con fuerza haciendo vibrar el aro de la canasta— Los que son como tú no merecen entrar al equipo. No me vuelvas a hacer perder el tiempo —espetó arrojándole el balón yendo a coger su tablero e irse.


—¿¡Que!? ¡¿Eso es todo!?


—Apaga las luces al irte>>.


 


Una estridente risotada no se hizo esperar.


—Ese día al conserje no le tocó trapear la cancha —carcajeó entre aplausos JaeHwan al imaginárselo— ¡Tú ya le hiciste el favor! —un fuerte golpe en la nuca casi le bota los ojos de las cuencas.


—¡No seas rudo con la larva! —le gritó HakYeon. Tomó un respiro y volvió a templarse con su característica diplomacia— Y ahora, ¿qué harás?


—No sé… ¿Hablar con mis padres? —cabizbajo con el mentón a sus rodillas picaba el suelo con el dedo.


—¡¿Te vas a rendir!? —sobresaltó al grito apremiante de HakYeon— ¡Tienes que presentar el examen con nosotros! ¡Hemos hecho todo juntos desde primaria! —Hyuk y JaeHwan asintieron.


—¿Y cómo hago, HakYeon? —bufó llevándose las manos a la cara.


—¡Ese idiota te tiene idea y ya! —sus corazonadas nunca fallaban, ¿sería eso? — ¡Fuiste capaz de bloquearle y darle pelea! Eso es más de lo que un novato puede hacer.


—¡Te enfrentaste al capitán del equipo nacional de basquetbol del distrito! —concordó Hyuk.


—¿Pero cómo fue tu examen? —preguntó. El chico tiró los irreparables zapatos a lo lejos y suspiró resignado.


—Me hizo preguntas y llené una planilla... —peinó su flequillo con los dedos rascando su frente en lo que recordaba— Y… jugamos uno a uno, pero no termine sin zapatos, pues —murmuró mosqueado frunciendo el ceño. HakYeon dejó rudamente su botellita de leche.


—Ve con el profesor de deporte y denúncialo. Es obvio que te odia y te quiso joder.


—¡Pero ni siquiera lo conozco! —defendió encogiendo de hombros. ¿Cómo podía ser tan cabrón con un inofensivo desconocido? Por más que pensara, no se le hacía conocida esa cara de culo ni su horrible pelo amarillo de ninguna parte— Primera vez que lo veo en mi vida.


—No, que no lo denuncie —convino HongBin tomando del brazo de HakYeon para que le prestase atención— Necesita esos puntos y sólo TaekWoon los da —le recordó para pesar del grupo— Habla con él, quizás todo fue un malentendido.


—Hablar con él... —murmuró tras un pesado suspiro. Un golpe a su frente le hizo irse de boca al suelo.


—¡No la cagues, Kim WonSik! ¡Que me tengo que graduar contigo!


••••••


Tras ese horrible dolor de huesos hubiese deseado que el mundo se acabara al día siguiente. ¿Cómo podía HongBin tener una vida normal jugando ese basquetbol del demonio? Y, además, ni había podido pegar un ojo toda la noche, pensando y pensando qué hacer. Rebobinándose en su cabeza una y otra vez las palabras y miradas maliciosas de Jung TaekWoon. Frustrado se daba vuelta y golpeaba la almohada hundiendo la cara para no gritar y despertar a todos en casa. Se conocía como un tipo tranquilo y sumamente relajado, hasta el borde de la flojera. No se daba mala vida por nada ni nadie. Pero ese sujeto además de pretender romperle las piernas también quería quebrar su forma de ser. No podía ser indiferente ante TaekWoon ni su máscara de angelicales facciones que escondían un jodido carácter. No podía ser indiferente ante la idea de rendirse tan rápido. No podía ser el tranquilo WonSik de siempre ante él. Como bola de demolición le destrozó físicamente el cuerpo y llevó su mente a un colapso de resentimiento, preguntas y misterio. Todo se resumía a, ¿qué mierda le sucede a ese bicho?


No lo iba a admitir, pero, no pudo dormir pensando en eso. En él.


—¿Crees que el tema doce vaya para el examen? —la vocecita vivaz de HakYeon le sacó de su burbuja por cuarta vez en la mañana. Sacudió la cabeza como perro mojado y se frotó los ojos. Se estaba muriendo de sueño.


—¿Cuál tema? —balbuceó sin hacer caso a la expresión indignada del siempre digno Cha.


—¿Qué podía esperarse de la larva esta? —comenzó la cantaleta de todos los días— Dios, ¡ya vamos a ir a la universidad y aún no sabes que es ser responsable! —más que un hyung o una mamá, HakYeon parecía la esposa regañona del grupo, y para su desgracia, estudiaban en el mismo salón, a diferencia de JaeHwan que estaba en la sección de al lado y el dúo de tarados en la otra. Ahí, ahí ya iba su frase estelar: — ¡Tienes que aplicarte sino no podrás graduarte, tonto! —Se la sabía de memoria. WonSik torció los ojos más cerrados que abiertos. Bostezó y miró a costado del pasillo por el cual caminaban. Frunció ligeramente el ceño al notar una sombra tras la pared. Parpadeó ofuscado, deteniéndose en su andar— ¿Por qué no me escuchas? ¡Escúchame cuando te hablo, WonSik! —le insistió obligándole a mirarle.


—Estaba distraído y ya —respondió y rápidamente volvió a mirar.


No había nadie.


—¿En qué tanto piensas? —reprochó cruzándose de brazos— WonSik, te estoy hablando en serio. No estaré toda la vida para salvarte el pellej- —le hizo callar tapándole la boca con la mano volviendo a mirar por la salida del pasillo— ¿Qué te pasa?


—Hay alguien.


—¿Huh? —le soltó corriendo hasta cruzar el pasillo, pero no había nadie. Las escaleras abajo estaban vacías.


¿Qué demonios?


••••••


—No —sin siquiera mirarle siguió golpeando con fuerza la pera de boxeo, a tan rápidas repeticiones que WonSik esperó se quebrase la anilla que la suspendía. Había logrado dar con TaekWoon en el salón de deportes contiguo al gimnasio, reservado para guardar materiales y hacer prácticas puntuales de pesas y boxeo. Estaba vistiendo sólo un holgado pantalón de ejercicio y sus guantes. ¿Este tipo no hacía más que ejercitarse o qué?


—¿Qué? ¡¿Por qué!? —reclamó al ser rechazada nuevamente su petición. TaekWoon se mantuvo callado, escuchándose de golpe en golpe sus jadeos. Parecía estar concentrado en contar cada derechazo, así que hizo acopio de paciencia y aguardó esos condenados segundos. No tenía músculos muy grandes, pero lo terso de estos y su ancha espalda le auguraban que sería capaz de volarle un buen par de dientes si le seguía insistiendo. El sudor resbalaba lentamente de su torso finamente ejercitado, era un espectáculo hipnótico. Parpadeó desviando la mirada a otra parte. Se rascó la mejilla y maldijo. Sólo le picaban por dentro cuando se sonrojaba. ¡El colmo!


—No pasaste el examen de admisión —dijo subiendo el nivel de sus golpes. Su ceño fruncido delataba que estaba molesto— Así que no mereces entrar, punto —espetó golpeando por error más arriba de la pera sucediendo lo previsible. Cayó pesadamente al suelo al partirse la cadena que la sostenía— Esta mierda barata —murmuró entornando los ojos. WonSik boquiabierto retrocedió un paso. Este tipo estaba loco. Volvió a sacudir la cabeza, ¡no podía distraerse de su objetivo!


—¡P-pero si le bloqueé cada pase! ¡Le di pelea! —nervioso hurgó su bolsillo buscando el papel donde tenía anotado lo que le había explicado HongBin. TaekWoon se quitó los guantes colgándoselos al cuello— Y-y hice… ¡un drible en movimiento y le intercepté el balón tres veces! —se detuvo de desvendar sus manos y le miró enarcando la ceja.


—¿Te pasó la tarea o qué? —le sonrió ladino sacándose la cinta del cabello. Lucía ruborizado por el calor, muy adorable para el imbécil con agua oxigenada que era en realidad— Ese mocoso... —suspiró peinando sus cabellos rubios hacia atrás— Mi mejor delantero, una lástima —WonSik abrió los ojos como platos.


—No, no, ¡no lo metas en esto! —sacudió las manos asustado. Si lo expulsaban por su culpa no dudaría en sacarle el corazón del pecho con las manos— Todo es mi responsabilidad, ¿de acuerdo?


—Entonces lárgate —ordenó tomando su envase de agua y dándole un empujón al hombro al cruzar e irse.


Apretó los puños y maldijo.


Estúpido rubio bonito…


¿Bonito?


••••••


Golpeó la mesa haciendo saltar el teclado. Bufó y dio un trago a su lata de refresco. Estiró los pies y miró a la pantalla. Su equipo a veces parecía meros monos con teclados. Entornó los ojos y sorbió más de su refresco esperando el momento justo para atacar. Sí, estaba jugando ese videojuego raro de computadora que HongBin le había enseñado. Estaba muy tenso así que, ¿qué mejor para relajarse que echar disparos a diestra y siniestra con muñequitos 2D? No se consideraba un friki como su amigo, pero qué tanto. Era divertido matar esos bichos pensando en el cara de culo de sus pesadillas. Su ceño fruncido por la concentración, esos jadeos mientras destrozaba la pera de boxeo y el sudor que se le escurría despacito hasta el ombligo…


Escupió la Coca-Cola secándose rápidamente la barbilla con el brazo.


Un portazo le sobresaltó aún más haciéndole quitarse los audífonos y girar la silla.


—Oh, ¡Binnie! —sonriente estiró los brazos al muchacho que con la mochila a rastras y expresión sombría le miraba— ¿Qué te trae por acá?, ¿me viste online? JiWon hará croquetas, quédate y nos echamos una partida —ofreció dándole la espalda para escribir en el tablero de mensajes— Llevo rato intentando pasar este mundo, me viniste como golpe de suerte.


—Te voy a matar… —murmuró cerrando la puerta tras su espalda.


—¿Qué? —se quitó un audífono mirándole extrañado.


—¡Te voy a matar, Kim WonSik! —gritó antes de abalanzársele encima volcando la silla y cayendo ambos al suelo.


Tuvo razón; no le temblaría el pulso en arrancarle el corazón.


¡Estúpido bicho!


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