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Veinte Puntos por CrawlingFiction

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Veinte Puntos


Capítulo 6: Brindis


 


Jamás olvidaría su último año de eso estaba seguro.


Los meses de estrés, júbilo y risas, de preocupaciones y aventuras habían sido grabadas a hierro caliente en medio de su pecho. Tal como fue el año más memorable también el más impredecible.


Dejaron de tener six packs de leche o refrescos con uno sobrante. Permitió que una mano tomara de la suya y que una sonrisa importase más que ir de fiesta o salir a patinar. Estaba dejando paso con paso a ese jovencito inmaduro que sólo pensaba en sí mismo. Le encantaba ir a las prácticas de su novio, a veces acompañado del grupo u otras veces solo. No entendía un carajo de lo que estaba haciendo, pero sabía que le hacía feliz verle en las gradas. Le encantaba irle a visitar, almorzar en su mesa, jugar con su sobrino y escapar de los chismorreos indiscretos de sus hermanas. Le gustaba desvelarse hablando por teléfono como si no se cansaran de compartirse todo el uno del otro. Le gustaba formar parte de su vida y él de la suya.  Descubrir un poco más de ese chico a primera vista arisco y solitario. ¿Quién diría que semejante sujeto insufrible era en verdad la persona más noble y sensible que había conocido? ¡Así de impredecible es el último año!


Le encantaba todo él.


Y le encantaría también poderlo gritar a los cuatro vientos. Que era su novio y que le quería con locura, pero lamentablemente, la vida real a veces obliga que el amor sincero deba esconderse. Aunque no todo estaba mal, o le gustaba sacar la vuelta divertida a las cosas. No negaría que el trato discreto y cohibido de TaekWoon en público le daba risa. Ni tampoco se negaría a la ración triple de besos y manoseos para nada decentes que le recompensaban el pequeño secreto.


Y es que ese chico era una caja de sorpresas.


Con tal de que sus amigos y padres supieran todo bien. Y que ellos le incluyeran en el grupo era muchísimo mejor.


Ya no eran cinco tontos para arriba y para abajo, sino seis. Y le encantaba que fueran seis.


Deseó lo fueran por mucho tiempo más.


Pero tocaba crecer.


El colegio acabó y las briznas de verano asomaron. Tras la juerga hasta el amanecer, las fotos con el birrete y despedir entre llantos y risas a HakYeon en el aeropuerto le tocó volver al trabajo duro: los exámenes.


Sin embargo, no dejaba de pensar sobre si su noviazgo aguantaría los embates de la universidad y las nuevas ocupaciones. No estudiarían en el mismo lugar ni la misma carrera por asomo. Temía si las cosas no funcionaran entre ellos. No dormía bien ni se concentraba con esa incógnita en la mente. No se atrevió a confesárselo para no parecer insinuar lo contrario. De todas maneras, la incertidumbre le estaba carcomiendo. ¿Era infantil seguir con su relación, aunque estuvieran en una nueva etapa?


            ¡Era mucho que pensar! Y no tenía tiempo para ello, por los momentos. Tenía que sacudírselo de la cabeza y seguir, seguir estudiando y esforzándose.


No desperdiciaría una oportunidad como esa. Se esforzaría hasta quemarse las pestañas de ser necesario. ¡Entraría a la Universidad de sus sueños y con la mejor nota!


Pero del dicho al hecho...


Un fuerte golpe a su cabeza le sacó de sus recuerdos bonitos.


—¡Ay! —chilló— ¡Sí, sí! —se sobó la frente aporreada. Parpadeó detallando el martillo de hule que tenía— ¿De dónde sacaste esa cosa? —vaciló. Seguro se lo había robado a su sobrinito.


—Concéntrate —dijo seriamente hojeando sus cuadernos cuan profesor de kínder diligente— Tienes que estudiar para los exámenes, WonSik.  Mañana es el primero —recordó lúgubremente. El muchacho tragó grueso y asintió. Agradecía la dedicación que ponía su novio en ayudarle, pero recién habían llegado a su cuarto y ya empezaba con sus exámenes orales sorpresa. ¡También quería despejar un poco!


—Qué fácil decirlo cuando entras por beca —entornó los ojos.


JiWon asomó con una sonrisa avergonzada y una bandeja de galletitas. Le dedicó una sonrisa agradecida pero su hermanita miraba nerviosamente al armario. Iba a abrir la boca para preguntar, pero un fuerte golpe con el martillo se lo impidió. La niña se sobresaltó y contuvo una risita.


Se oyeron ruiditos.


—¡Ni te creas, que ayudándote a estudiar pareciera que voy a presentar por dos! —estalló de repente el pelinegro cruzado de brazos. Estiró a tomar una galleta y se la metió a la boca haciéndole una seña de aprobación a su cuñada— Gracias —en medio de risitas burlonas se retiró, dándoles privacidad para el resto de su clase privada. Y no, no sabían que esa risita también tenía malicia.


Bufó hastiado y se pasó las manos por la cara. Una brizna de madurez le llegó y reparó en el plato de galletas y la severidad con la que TaekWoon revisaba los cuadernos y resaltaba con lapicero sus apuntes. Era tan afortunado de tener la familia que tenía, porque sí.


TaekWoon ya era parte de su familia.


—Gracias... —susurró cabizbajo con una galleta entre sus dedos— Por ayudarme. Sin ustedes no sería nada…


—De nada —respondió con simpleza mirándole de reojo tras el cuaderno. Se había sonrojado, algo que le hizo sonreír. Era tan lindo y extraño—  -A ver, ahora —tosió recuperando la seriedad— ¿En qué fecha comenzó la Primera Guerra Mundial? —preguntó blandiendo su arma.


—Cuando matan al tipo este... —dijo con desinterés masticando. Sintió el martillo apoyarse sobre su frente como amenaza.


—Fecha dije —repitió. En otra vida debió haber sido gánster o yakuza…


Intentó excavar entre sus recuerdos, sin embargo, no había fechas ni señores matándose locamente porque sí en ellos.


—¡Basta, es muy aburrido todo esto! —explotó revoleando los apuntes— ¿No hay otra manera? ¿Películas, documentales? ¡¿Barajas!? —TaekWoon tiró su martillo de juguete y alzó la ceja sin dejar su expresión gélida. Con el pie arrimó la silla de rueditas donde estaba sentado WonSik hacia él, a orillas de la cama.


Una mano se posó sobre la cara interna de su muslo y apretó delicadamente haciéndole estremecer.


Diablos, ojalá JiWon no volviera con más galletas.


—¿Y ahora? —le murmuró al oído sobando apenas su muslo. ¿Seguro que era su novio y no un sexy impostor? — Si respondes correctamente sube un poquito… —le ronroneó.


—S-sí señor... —asintió obediente.


—¿La capital de Tailandia? —le preguntó leyendo el cuestionario.


—B-Bangkok —balbuceó. La mano ascendió un palmo y apretó.


—Muy bien —dijo sin siquiera mirarle— ¿Primer presidente de la República de Corea?


—Lee SeungMan —un suave apretón le hizo soltar un jadeo.


—Excelente —la mano ascendió hasta chocar con el pliegue de su ingle. Sintió sus dedos acariciar la hendidura.


—¿En qué fecha comenzó la Primera Guerra Mundial? —repitió.


—1914 —TaekWoon le miró de soslayo haciéndole estremecer. La mano se mantuvo firmemente en su ingle torturándole.


—Dije fecha.


—A-A la mierda con eso —tomó de su nuca chocando los labios con rudeza. Sus lenguas rápidamente se enredaron en danza errática. Malicioso restregaba la mano sobre su regazo, tallando su erección pesada debajo sus pantalones holgados. Vengativo clavó las uñas a sus ingles haciéndole gimotear. Eso era música para sus oídos. WonSik tiró del elástico de sus pantalones deportivos metiendo la mano adentro para tocar la erección despierta del otro sin tapujos. TaekWoon ansioso resopló contra sus labios húmedos. Jaló bruscamente la silla atajándolo entre sus brazos. El menor se acomodó torpemente entre besos y chupones, colando las manos hacia su trasero apretándolo a su antojo.


—No sé qué estás tocando ahí —bromeó burlándose de sí mismo. WonSik por esta vez no se rio, atacando su pálido cuello a besos.


—Me gusta lo que toco, todo de ti me gusta —y no mentía, aquel cuerpo viril le hacía suspirar. Su espalda ancha, diminuta cintura, vientre terso y muslos macizos eran un delirio con el que sólo él podía embriagarse a tiempo completo— Todo —mordió fuertemente, escuchándole gemir.


La entrepierna le dolía. Le deseaba tanto, mierda.


Se incorporó de rodillas, sacándose la camisa sin esperar invitación. WonSik se adentró a la cama e inmediato otra se sumó al suelo. Sus manos y bocas se reencontraron. Tiraba y chupaba de sus labios, atrapaba su escurridiza entre los dientes, enredándose hasta mezclar sus alientos y salivas. Esos labios pequeños y carnosos eran exprimidos hasta la última estela de su respiración. En una confusión de piernas y brazos, le empujó y tiró de sus pantalones con todo y ropa interior. Más prendas se sumaron al lote y revolcándose desnudos en la cama se gestaba una batalla implícita por el control de sus bocas y cuerpos.


Muslos gruesos y pálidos se enrollaban entre las caderas color canela, comenzando a empujarse en simuladas embestidas. Suspiró y rasguñó esas jugosas piernas a su alcance. Debajo de su peso y en dominio de sus labios se removía una y otra vez entre sus piernas, tan obscenamente abiertas; tal cual como le gustaba. Se bamboleaba sobre él


Quería destrozarlo y volverlo a componer a embestidas. Desgarrar esa delicada vocecita que le resoplaba tan sugerente al oído entre lametones y mordidas, a sabiendas de lo arrollador que era eso para su entrepierna, suplicante de hundírsele hasta las costillas.


Contuvo el aliento y cargó de su seductor novio dejándole debajo. TaekWoon aguzó la mirada y frunció el ceño. Sabía lo que eso significaba y ciertamente, no le hacía mucha gracia hacerlo. No obstante, encogió de hombros provocándole con una risita nerviosa. Complaciente se giró y apoyó las rodillas y codos en la cama, meneando con hipnótica coquetería su pequeño y adorable trasero.


Tragó grueso y miró inconscientemente al cielo.


Gracias, hada madrina del sexo.


Sin aliento recorrió esos turgentes muslos hasta golpear su culo de una palmada. TaekWoon apretó los ojos cerrados, picándole la piel y entre las piernas. Volvió a golpear, haciendo enrojecer la nívea piel. Un jadeo excitado se le salió.


—¿Te divierte? —murmuró mosqueado con el rubor hasta las orejas. Debía aceptarlo, así que asintió. Como un conejito juguetón meneó el trasero de nuevo haciéndole salivar de deseo. Coló la mano entre sus piernas comenzando a masturbarle desde atrás. Al roce pareció derretirse. Soltó un gemido sumiso y se dejó caer hasta su pecho, rodillas y mejilla sostenerle en esa sugestiva posición.


¿Quién creería que tendría al serio y tímido ex capitán Jung TaekWoon deshecho a gemidos en su cama?


A besos húmedos cruzó la frontera de su amplia espalda tachonada de lunares. Mordisqueó la carne suave de su culo, haciéndole resoplar más y más ruidoso. Insatisfecho apretó de su erección, chorreando las sábanas bajo su abdomen.


—W-WonSik… —jadeó restregando el pecho tembloroso de espasmos contra la cama y tirando las sabanas con los puños. De repente, se detuvo de masturbarlo. Desconcertado iba a abrir la boca, pero se le adelantó.


—¿Quieres seguir siendo mi novio en la universidad? —soltó tomando de sus hombros para que le mirara. Moría por una respuesta hacía semanas y temía buscar la respuesta de su boca. TaekWoon parpadeó sorprendido. Si bien no habían tocado el tema sabían que mantener una relación entre universidades tan alejadas entre sí sería un reto que no todos querrían asumir de buenas a primeras. Pero él sí quería intentarlo. Lo quería como a nadie en la vida.


Tras un incómodo momento abrió la boca.


—¿P-Por qué…? —musitó cabizbajo. WonSik sintió el corazón quebrársele en pedazos— ¿Por qué…? ¿Por qué preguntas eso cuando estamos desnudos? —subió la mirada con el ceño fruncido— Asqueroso.


            —¿E-Eso es un sí? —insistió nervioso. TaekWoon profundizó el boquete que tenía entre ceja y ceja y de un tirón le calló con un beso profundo que sabía a promesa. Sonrió contra su boca y le abrazó por el cuello— ¿De verdad es un sí?


El chico se limitó a reír contra sus labios. Tras tantos besos y palabras bonitas entre susurros, le soltó para buscar un condón en el cajón y el lubricante de la mesita de noche.


—Apúrate… —murmuró impaciente cuando volvió a la cama y a sus labios.


—Tardaré lo que tenga que tardar —intentó ser gracioso deslizando entre sus piernas los dedos embadurnados de lubricante reanudando la sesión de caricias— Oye… ¿Entonces es un sí, de verdad?


—Para lo que me conviene a mí no —replicó cruel.


Le miró sorprendido.


Se escuchó una risita en la habitación y no, no era de su novio. TaekWoon con los ojos bien abiertos se incorporó de codos.


—Corazón... —ronroneó a sus labios insistiendo con los dedos en su interior lubricado. Suavizó el entrecejo y suspiró. Sin querer aguardar más enredó las piernas a sus caderas y le arrimó más. Separó aún más esas bonitas piernas y se las llevó a los hombros, haciéndose espacio entre ellas.


Se colocó el condón y reemplazó el grosor de sus dedos con su miembro. TaekWoon se cubrió parte del rostro con el dorso de la mano, entrecerrando los ojos al sentir como palmo a palmo entraban en él.


—H-Hah… —alzó las caderas hacia arriba y atrás y engulló toda su extensión. WonSik tenso por la deliciosa presión contenía las ganas de moverse. Debía ser paciente sino quería ser rudo.


Lentamente las caderas de TaekWoon comenzaron a danzar, y sin vacilar fueron acompañadas fundiendo sus cuerpos y labios en algo único. Las piernas bajaron a anudarse a su torso, haciendo mas fácil el besarse entre los gemidos cada vez menos sutiles.


 —¿Entonces sí? —volvió a preguntar entre jadeos recargando su frente a la adversa. TaekWoon asintió torpemente, ido por las arremetidas certeras a su próstata— ¿En serio? ¿Sí?


—¡Ya te dijo que sí, idiota! —alguien gritó exasperado. La pareja se detuvo de golpe.


—¿¡Qué!? —gritó WonSik mirando a todas partes. El súbito silencio se fue al diablo cuando de una patada HongBin abrió la puerta del armario.


—¡Hyuk se tiró un pedo, maldición que asco, te estás muriendo! —chilló cubriéndose la cara ahogado. Dentro del armario había cuatro muchachos apretujados entre bolsas de regalo y paquetes de cerveza.


TaekWoon rojo hasta las orejas se lo sacó de encima de una patada y se cubrió como pudo con las sábanas.


—Eh, ¡sorpresa! —JaeHwan sonriente agitó las manos e hizo sonar la serpentina ¿?


—La sorpresa al final no las llevamos nosotros… —murmuró HakYeon. Lucía ojeroso y agotado. Venía directamente de Japón para la celebración sorpresa que habían planeado para darle ánimos a su amigo en su primer examen.


Y no, no había salido como habían planeado, como siempre.


—Yo creía que el que iba arriba era Taek hyung, demonios —quejó Hyuk como si nada hurgando sus bolsillos para sacar la billetera. JaeHwan sin dejar de sonreír extendió la mano reclamando su pago.


—Yo sí le tuve fe a la larva —HakYeon les dedicó una mirada de asco y salió a empellones del armario y arregló su ropa arrugada. Sentado desnudo en el suelo les miraba aterrorizado, y TaekWoon sepultado entre sábanas apenas asomaba sus ojitos, igual o más abiertos de vergüenza.


—¿¡P- ¿¡Por qué no dijeron nada!? ¡Malditos degenerados! —¡habían visto desnudo a su novio! ¡sus amigos habían visto el hermoso culo desnudo de su novio! —¡Pudieron haber salido antes y detenernos! Y, y, ¡¿cómo cupieron allí!?


—Nos daba risa verlos, lo sentimos —admitió Hyuk encogiendo de hombros y comenzando a comerse la crema del pastel con el dedo— Gimen muy gracioso, hyung —JaeHwan destapó por completo la caja de pastel y se le unió a probar la cremita.


—¡Ahora por tu pésima idea de escondernos aquí se les quedará eso parado toda la reunión, hyung! —le reclamó a HakYeon un HongBin ruborizado y encogido de pánico y vergüenza— ¡¿Por qué nunca pueden ser normales y tocar el timbre!?


—HongBinnie, lo tienes parado —Hyuk señaló al tímido bultito que asomaba de su pantalón. El chico maldijo en silencio y torpemente se intentó cubrir con la camisa— ¿No será que también eres gay? ¿El culito rosado de Taek hyung te gustó? —subió y bajó las cejas repetidas veces ensanchando una sonrisa maliciosa.


De golpe las sábanas de la cama volaron por el aire y un par de manos tomaron a Hyuk y HongBin de la garganta tirándolos al piso.


—¡Eso será lo último que verán en sus jodidas vidas, malditas cucarachas! —gritó ahorcándoles.


—¡TaekWoon, suéltalos!


••••••


Miércoles a las seis y treinta de la tarde.


Miraba insistentemente a la hora en su celular y a la laptop encendida sobre el comedor. La semana pasada había presentado su último examen de admisión. Era su única oportunidad de estudiar. Días atrás las demás universidades donde se había presentado le rechazaron con indiferentes comunicados por correo electrónico. Ya tenía los ojos hundidos de las cuencas de tanto llorar y de tanto no dormir. Sólo le quedaba este resultado, y que auguraba, no sería muy bueno ya que los nervios le destrozaron el día de la presentación.


—Deja de caminar así, harás un agujero al piso —murmuró tranquilamente cruzado de piernas. WonSik negó con la cabeza y se quitó la gorra para peinarse hacia atrás el cabello con la mano.


—¡Tú ya entraste, no tienes por qué preocuparte! —bufó frustrado. Sintió esos ojos negros clavarse en su espalda.


—Me preocupa que no entres —dijo haciéndole sentir un idiota en cuestión de segundos. Se dio la vuelta arrepentido. Tocaron el timbre.


—¡Taek hyung! —escuchó la vocecita chillona y alegre de JaeHwan. Tocaron insistentemente el timbre entre risitas tontas.


—¡Dejen de joder, mocosos! —regañó HakYeon quitándole la mano a Hyuk del timbre.


Los ojitos del pelinegro se clavaron en la puerta.


—Al fin aprendieron a usar el timbre —murmuró resentido— Ya voy —WonSik suspiró y continuó dando vueltas en círculos comiéndose las uñas.


—¡Trajimos pizza para celebrar y películas de adolescentes para ayudarnos a llorar si no hay nada que celebrar! —gritó a modo de saludo Hyuk alzando en lo alto la enorme caja de pizza.


—¡Hola, TaekWoon! ¿Cómo están? —saludó HakYeon con cortesía. Esta sería su última semana antes de regresarse a Japón para aclimatarse a su nuevo hogar.


—Pasen —se dio la vuelta y volvió adentro.


—Oh, aún sigue molesto por lo de que le vimos el culo —le cuchicheó a JaeHwan.


—¿Tú crees? —preguntó realmente extrañado.


—HongBin pasa —invitó Hyuk abriéndole paso— Los chicos en el closet primero.


—P-Para que vine… —miró al cielo suplicando por piedad y entró.


Cuando el cuarteto entró a la casa WonSik les miró impresionado. De verdad no se esperaba su visita.


—¿Q-Qué hacen aquí? —balbuceó.


—Se ve que ya no somos bienvenidos —suspiró JaeHwan con tristeza.


—¡No! No —negó rápidamente con las manos— Pero, pero, ¿por qué?


—Todos ya fuimos aceptados en la universidad así que vinimos a darte apoyo —dijo HongBin. WonSik frunció el ceño.


—Oh… gracias por recordarlo.


—¿Quieren algo? ¿Agua, café? —murmuró esa vocecita desde la cocina. Su voz suave no tenía relación a su bestial cara de culo. Aún le incomodaba y avergonzaba verlos tras lo de la semana pasada.


—No gracias —dijo Hyuk sentándose todos en el sofá y sillones de la sala— Luego es matarratas —murmuró para sí mismo haciendo reír bajito a JaeHwan.


—Si quisiera matarlos no usaría matarratas —les había escuchado— Mata muy rápido… —el par de tontos se erizó al ver su pequeña sonrisa sádica.


HongBin mantenía la mirada al piso jugando con sus dedos. Era incapaz de mirar a los ojos a TaekWoon y sabía que si atrevía a hacerlo se los arrancaría de las cuencas con los dientes.


—¿P-Puedo usarla mientras… hyung? —murmuró señalando torpemente la laptop. Asintió sin hacerle mucho caso. Rápidamente se escabulló a la mesa para no tener que verle.


—¿Aún la página no publica los resultados? —HakYeon se puso de pie y se recargó de la pared iniciando una plática más o menos normal.


—No… Dijeron que, a las seis en punto, ¡y no ponen nada! —se llevó las manos a la cara de frustración y se dejó caer en el sofá al lado de su novio— ¡Ya será un cuarto para las siete!


—Oh, entonces a esperar —sonrió HakYeon— TaekWoon, ¿qué tal todo? ¿el deporte?


—Bien —respondió sentado con las piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas.


—¿Finalmente qué vas a estudiar en la universidad? —le sonrió.


—Educación preescolar —respondió.


—¿Ah, ¿sí?  —asintió gratamente sorprendido.


—Quiere fundar su propio kínder —añadió WonSik dedicándole una fugaz mirada dulce. Su novio con bebés era un espectáculo que disfrutar. Ojalá la vida le durase tanto para verle rodeado de niños por muchos años.


—Que adorable —volvió a sonreír sacando el contenido de las bolsas que habían traído.


—Como su trasero.


—SangHyuk —le fulminó con la mirada. La mano de TaekWoon le picó el estómago.


—Déjame asesinarlo —le pidió.


—No, es nuestro amigo —respondió WonSik tras un suspiro de resignación.


Le entendía, a veces también quería hacerlo. Todo el grupo, en realidad.


—¡La página, la página actualizó! —gritó HongBin. Todos se levantaron de sus asientos y se atropellaron hacia la mesa.


—¡Quítate! —le tiró de la silla y comenzó a revisar con el mouse inalámbrico— Kim WonSik, Kim WonSik… Kim… —las manos de TaekWoon frotaron sus hombros dándole bríos. Estaba con él en esto. Todo este tiempo; tocando su puerta a la mañana para ir a estudiar, preparándole el material, haciéndole sonreír cuando las fuerzas le fallaban. Él era la razón por la que, en primer lugar, estaba allí— ¡WonSik! ¡Kim WonSik! ¡Yo, yo! ¡Soy yo!


—¡¿Qué dice!? —exclamó HakYeon. Dio clic a su nombre y se desplegó su nota y resultado final.


—¡Aprobé, aprobé! ¡Entré a la universidad! —estallaron los gritos de alegría. WonSik se abalanzó a sus brazos, quien le recibió con una enorme sonrisa.


—Felicidades, sabía que podrías… —murmuró a su oreja frotando su espalda. Lagrimeó de dicha. Era tan afortunado.


Los sueños sí se cumplen, sólo tenía que luchar a por ellos. Sólo tenía que creer y él y sus amigos le ayudaron a creer en ellos.


—Gracias a ti… —le estrechó con fuerza sin dejar de sonreír por el dulce besito que le había TaekWoon plantado en la mejilla— A ustedes, ¡gracias a ustedes! —le soltó siendo aplastado entre los abrazos de sus amigos— ¡Voy a estudiar!


—Vamos a brindar —sacó el paquete de seis leches de banana de la bolsa y las repartió. Esa leche era la que había empezado todo, mejor dicho, esa puerta de conserjería y esos diez puntos que se volvieron minúsculos para los demás regalos que la vida le estaba dando de la mano de ellos.


Hicieron un círculo con las botellitas abiertas en la mano. Miró a los lados con lágrimas a los ojos: JaeHwan y Hyuk lloraban y se abrazaban a gritos, HakYeon no dejaba de sonreírle y HongBin cabizbajo mantenía una linda y sincera sonrisa de felicidad por él. TaekWoon apretó su mano y le sonrió. Una sonrisa llena de orgullo y alegría;


Al final del viaje, no habían cambiado tanto.


¿Y lo mejor de todo? Que apenas y era el comienzo del viaje; siendo seis.


—¡Por Kim WonSik, por todos nosotros! —gritó HakYeon con la botellita en alto— ¡Y por esta nueva aventura que viviremos juntos! —entre gritos, besos y tragos de leche dulce celebraron el logro.


—Los quiero, chicos… —se escuchó esa tímida voz decir.


—Es tan adorable cuando no quiere asesinarnos, JaeHwan, me agrada este hyung —dijo Hyuk. Todos rieron y comenzó la verdadera fiesta. Una fiesta por la vida y la amistad.

Notas finales:

Gracias por leer, nos vemos en otra oportunidad!


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