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Una noche para olvidar (CHERIK) por AlatheaMorwellan

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Era viernes. Charles llegó a su casa esa tarde y se puso a ordenar. Erik le había confirmado que los gemelos estaban ansiosos por ir esa noche así que decidió dejar todo listo para la cena. Limpió el living, dejó la mesa vacía (David y él solían usar la mitad que sobraba para juntar libros, papeles, videojuegos...) Charles volvió a recordar las reglas de su amigo y rió pensando en la cara que pondría al ver su casa así.

Suspiró y se distrajo pensando en como hubiesen sido sus vidas si Erik lo hubiese querido. Tendrían tres adorables niños, y un hogar condenadamente pulcro. Charles sonrió con amargura, y el timbre sonó.

- Raven, David! - Charles los dejó pasar besando a su hijo en la frente, y luego a su hermana. 

Ambos quedaron boquiabiertos a ver la casa tan limpia. El primero en hablar fue David.

- Wow, papá! no veía la casa tan ordenada desde mi cumpleaños pasado! - Charles lo fulminó.

- Bueno, está increíble! - Raven rió por el comentario de su sobrino.

- Iré a dejar mis cosas y a bañarme. - David se fue arrastrando su mochila y abrigo.

- Bueno, veo que te has esmerado mucho para lo de esta noche.- Dijo Raven cuando el niño desapareció. - Faltaría que te pusieras a cocinar y cartón lleno! - Charles se ruborizó y Raven se rió.

- Te hace mal el amor, hermano. - 
- No seas tonta, simplemente intento ser un buen anfitrión. Intentaré hacer pastas, a veces le cocino eso a David y las come. No pueden ser tan malas. - Charles meditó sobre eso y Raven lo miró con ternura.

- Les encantará, y si no siempre puedes ponerlo a cocinar a Erik. Bien, me encantaría quedarme a cenar pero debo declinar tu invitación, mi marido me está esperando para salir, así que me iré.- Charles intentó hablar pero ella lo interrumpió.- Oh, sí. Cierto que nunca me invitaste, pero te lo perdonaré por esta vez! - 

- Si quieren pueden venir mañana, nos encantará recibirlos. - Charles le sonrió y ella asintió con la cabeza. 

- Veremos, veremos. Bueno, adiós hermano y saludalo a David por mi. Los quiero! - Le abrió la puerta y la muchacha salió rápidamente.

Eran las 19:30, se suponía que Erik y los niños llegarían en media hora y él necesitaba una ducha y un cambio de ropa urgente. Entró a su habitación, agarró ropa interior, una remera de algodón azul oscuro y un jean que tenía guardado para raras ocasiones. Decidió que ya que Erik se burlaba de sus atuendos probaría con algo más moderno.
Se duchó, se vistió y salió de su habitación justo cuando sonaba el timbre.

- Yo abro! - Gritó David entusiasmado. 
Charles rió, su hijo había soltado los videojuegos para abrir la puerta, eso ni siquiera ocurriría en un ataque zombie.

Los primeros en entrar fueron Wanda y Pietro. Ambos saludaron efusivamente al joven y luego a Charles. Detrás de ellos entró Erik y revolvió el pelo de David en un gesto afectuoso que ya se le estaba haciendo costumbre pensó dulcemente Charles.

- Charles...- Erik lo recorrió con la mirada y él se ruborizó hasta las orejas. La próxima volvería a su clásica ropa.

- Hola Erik! - Charles le sonrió amablemente.

- Papá, les mostraré a los gemelos mis videojuegos! - Exclamó David alegremente. Charles asintió con la cabeza y los tres se marcharon a la habitación.

- Portense bien! - Erik les advirtió a los gemelos pero no lo escucharon. 
Oyeron de lejos murmullos provenientes de la habitación y supieron enseguida que los niños habían sido poseídos por la Playstation.

- Veo que te has tomado en serio mis consejos sobre tu atuendo. - Erik sonrió picaramente y Charles sintió una corriente por dentro.

- Yo en realidad quería probar si esto era cómodo, pero volveré a mi ropa de siempre. No se como puedes vivir en jeans, se te pegan por todos lados!-.

Erik levantó una ceja de forma instintiva e inmediatamente rió.
Charles lo miró señudo.

- Adelante, disfrutalo. No volverá a suceder.- Se giró para ir a la cocina.

Por supuesto que lo disfrutaré- Pensó Erik mirando el trasero de Charles y se preguntó que demonios estaría sucediendole. 
Lo siguió hasta la cocina y lo escuchó maldecir.

- Qué sucede, te lastimaste? Erik se acercó a Charles preocupado.

- No, no! Quemé la cena! - Charles estaba furioso. - Para qué me esforcé tanto! -

Erik rió a carcajadas y Charles lo fulminó y le dio un golpe en el pecho. - No te rías. Realmente me había costado. -

- Bien, bien. No me burlaré... veamos como resolver esto. -Erik revisó los restos quemados de la salsa y las pastas y tras unos momentos su devolución fue que no tenían salvación.

- Por esto es que nunca cocino! - Charles arrojó el cucharón de madera que había estado usando unas horas antes  en clara señal de frustración.

- Tranquilo, podemos cocinarlo de nuevo. No tardaremos mucho. Tienes los ingredientes? -

- S-si, creo que si. Tengo todo. -Charles agarró los ingredientes de la alacena y los puso sobre la mesada.

- Bien, manos a la obra piromaníaco de cenas.- Erik rió y Charles le pegó con el repasador en la espalda.

- Bien, Charles. Dado que esta es tu cena, cocinaras con mis indicaciones para salga todo bien. - Erik lo miró altivamente y Charles lo fulminó.

- Seguro me pondrás a picar cebolla y tú harás todo el resto verdad? -

- Efectivamente. - Erik sonrió mientras preparaba las cosas.

Charles se arremangó y comenzó a picar la cebolla.

- Dónde tienes pimienta? -

- En la alacena que está a mi izquierda -. Le indicó Charles.

La cocina era muy angosta y Erik pasó por detrás de su amigo rozándolo. Charles dio un respingo y él sintió un cosquilleo agradable.

- Disculpa - Pasó para el lado de la alacena y agarró la pimienta.
Volvió al otro lado de la cocina pasando rápidamente esta vez para no tocarlo. Y vaya que deseaba hacerlo. No estaba seguro de que había cambiado pero la realidad es que deseaba a Charles y esa realidad le pegó como un rayo. ¡Deseaba a Charles! Por qué no lo había visto antes? Lo miró y vio que estaba muy concentrado cortando pero completamente rojo. Habría escuchado sus pensamientos? Se situó a su lado.

- Charles...- Éste lo interrumpió.

- Toma, pon la cebolla en la olla. Y-yo iré a ver a los niños, enseguida regreso.-
Intentó irse pero Erik lo aprisionó contra la mesada tomándolo por los brazos.
Charles se removió nervioso.

- Erik, realmente tengo que ver...- Y no pudo terminar la oración porque Erik rozó sus labios sin preámbulos. El contacto fue cálido y suave. Luego se volvió más exigente. Erik quería que Charles se sintiera tan deseoso como él. Intensificó el beso. Su lengua acarició la de Charles, era aterciopelada y sabía a té tal y como había imaginado. Bajo sus brazos y lo tomó por las caderas, necesitaba sentirlo pegado a él. Presionó las manos sobre la carne y Charles dejó escapar un leve gemido entre sus labios que lo hizo enloquecer. Tenía sus brazos en los hombros y sus manos acariciando su pelo.
Erik besó la mandíbula de Charles mientras este respiraba con dificultad. Trazó un camino hasta llegar a su cuello y apretó con sus labios y lengua la tersa piel de la zona, mientras que sus manos recorrían con firmeza el trasero de su amigo.

-E-erik...- Charles articuló su nombre entre jadeos y él no pudo evitar sentir un escalofrío que le recorrió la espina dorsal.
Pegó a Charles más contra si y el roce de sus miembros le provocó un descarga eléctrica.

- Demonios, Charles...- Volvió a aprisionar los labios de él contra los suyos, uniendo sus lenguas en una danza ardiente. Subió sus manos por debajo de la ropa del joven acariciando la suave piel de su espalda.

- E-erik...debemos detenernos.- Charles tomó aire y como toda respuesta Erik mordió su cuello con ansías, sentía sus manos por todas partes y necesitaba salir de esa nube de deseo.

- Erik estamos con los niños! - Charles lo empujó a duras penas.

- Cierto -. Erik suspiró. Su miembro dolía como el demonio y solo podría calmarlo una ducha de agua fría. O hundirse en Charles, pero esa no era una opción.

- Por supuesto que no es una opción! - Charles lo fulminó. Tenía el rostro bordó.

- Deja de leer mis pensamientos o te asustaras de lo que puedas encontrar. - Erik se acercó peligrosamente y Charles retrocedió a una prudente distancia.

- Prácticamente lo estabas gritando, no entré a tu cabeza. Te prometí que jamás lo haria-.

- Bueno, no entiendo que fue lo que pasó Charles, pero hace semanas que no sales de mi cabeza y hace media hora acabo de darme cuenta que te deseo.- Erik miró los labios hinchados y rosados de Charles a causa del beso y sonrió provocativamente.  - Y luego de esto no pararé hasta conseguirte por completo...-.

Charles se ruborizó.
- Creo que estas delirando, Erik -.

- Ya lo creo - Erik cortó la distancia que los separaba y tomó a Charles por la cintura. Estaba dispuesto a besarlo de nuevo si no hubiera escuchado a los niños acercándose. Charles lo empujó.

- Pa, tenemos hambre.- David se acercó a su padre. - Cuánto falta para la comida? -

- Si, cuánto falta? - Repitieron los gemelos a coro.

- F-falta poco...- Charles hablaba entrecortadamente y Erik disfrutó de desestabilizarlo así.

- Enseguida comeremos niños. Vayan a lavarse las manos que los fideos ya van a estar.- Les dijo Erik.

Los dos pequeños siguieron a David hasta el baño.

- Bien Charles, tú y yo nos encargaremos de terminar la cena. - Erik lo miró sonriendo y Charles lo fulminó.

Luego de que la comida estuviese servida, todos comieron y coincidieron en que estaba deliciosa.

- Te salieron mejor que nunca, papá! - David lo miró sorprendido.

- Sí, Charles! Te salieron geniales! - Exclamó Pietro con la cara llena de salsa mientras su hermana asentía.

Charles sonrió dulcemente a los niños.
- Bueno, debo admitirles que recibí ayuda de Erik.-

Erik hizo un gesto con la mano como restandole importancia a eso.

- No importa papá, Erik podría enseñarte a cocinar. Verdad que si?- David lo miró esperanzado y Erik le sonrió dulcemente.

- Pues nada me gustaría más que enseñarle a tu padre un par de trucos en la cocina -. Erik le sonrió maliciosamente a Charles y este lo fulminó.

- Bien, menos charla o se enfriará la cena.-

El resto de la velada fue tranquila, comieron un postre que habían traído Erik y los niños, el cual encantó a David y éste le prometió que se lo enseñaría algún día. Charles intentaba ignorar los momentos entre Erik y su hijo pero simplemente no podía y le aterraba la idea de tener que decirles la verdad.

- Papi, Charles-. Los gemelos miraron a ambos haciendo ojitos. Eran muy persuasivos cuando querían. - Podemos jugar un rato más a la play con David?-

- Y le preguntaron a David si quiere? - Erik los miró seriamente y David sonrió.

- Pues a mi no me molesta -.

- Que bueno porque a nosotros tampoco! - Los gemelos hicieron una sonrisa angelical y Charles soltó una carcajada.

- Bueno, vayan. Pero sólo un rato, David ya ha estado mucho tiempo hoy y sabe cuál es mi postura. - Charles miró a su hijo fijamente.

- Si, papá... Pero antes de irnos les traeré algo a uds. - David salió corriendo y volvió a los cinco minutos con un ajedrez medio polvoriento. -Tomen! -

Charles y Erik se quedaron observando su viejo ajedrez de la Universidad.

- Dónde lo encontraste? - Charles miró con curiosidad a su hijo.

- En tu biblioteca, en uno de los estantes que nunca tocas -.

- Pues has tenido una maravillosa idea! - Erik despeinó a David y él niño le sonrió alegremente.

- Bueno, vamos a jugar a la play! - David se fue con los más pequeños.

- No creas que me distraerás con el ajedrez, sólo un rato y basta David, eh? - Charles soltó molesto.

- Ya, déjalo ser feliz. - Erik lo miró sonriendo.

- Si tuviera que dejarlo ser feliz cada vez que quiere hacer lo que quiere, jamás iría a la escuela, no haría su tarea, no se bañaria, no comería vegetales, no...- Erik se acercó a los labios de Charles y lo miró picaramente.

- Quieres que te haga callar? -

- N-no. Juguemos ajedrez! - Charles se levantó de golpe y se dispuso a hacer lugar en la mesa.
Erik por su parte lo observó obrar mientras intentaba entender qué demonios se había apoderado de él que no podía dejar de querer abalanzarse encima de Charles.

Charles preparó el tablero, acomodó las piezas y eligió las blancas, como en el pasado.
Comenzaron a jugar en completo silencio. Erik meditaba cada movimiento y Charles intentaba concentrarse pero no podía dejar de preguntarse qué pasaba con Erik. Por qué lo trataba así, por qué se comportaba como si lo desease?

- Charles? - Erik palmeó adelante de su nariz.

- Qué? No hagas eso! Me asustaste. - Charles lo miró señudo.

- Es tu turno, y no estabas aquí. En qué demonios pensabas? - Erik lo miró con curiosidad.

- En nada - Charles movió uno de sus peones sin prestar demasiada atención.

El juego continuó en silencio, Erik movía, y Charles estaba mitad en el tablero, mitad en el huracán que tenía en su mente.
Amaba a Erik, pensó dolorosamente pero no podría soportar sufrir tanto otra vez, así que costase lo que le costase se encargaría de mantenerlo a raya. Por el bien de ambos.

- Jaque - Erik miró triunfalmente a Charles y éste movió su rey intentando ocultarse inútilmente.

Luego de un rato de acorralar al rey de Charles, y de los intentos de este por escabullirse (no prestar atención en el juego traia esas consecuencias) Erik pronunció su Jaque Mate.
Charles intentó mover de nuevo su pieza.

- Charles... Ya gané. Dije jaque mate! - Erik lo miró con una media sonrisa socarrona. - Definitivamente no sé en que galaxia estas.

Charles se ruborizó por la vergüenza. 
- Lo lamento, no te había escuchado -.

- Charles... -

- Iré a poner agua a calentar para un té - Charles no quería oír lo que Erik tuviera para decirle así que se apresuró a salir para la cocina.

Erik maldijo y lo siguió.

- Charles...- Erik intentó otra vez pero se perdió en los ojos azules de su amigo. Se acercó como hipnotizado y Charles intentó retroceder hasta que sintió el frío de la pared en su espalda. Al igual que minutos antes en el ajedrez no tenia escapatoria. Se aferró a todo el sentido común que pudo hasta que sintió los labios de Erik tocando los suyos y sus manos cálidas acariciando su mandíbula. Intentó resistirse pero no podía, su amigo lo besaba sin clemencia. Sintió su lengua introducirse en su boca, exigente, buscando la suya y se rindió completamente a la danza de ese beso apasionado. Las manos de Erik bajaron desde su mandíbula hasta sus caderas, pasando por el resto de su cuerpo. Charles se aferró a los hombros de Erik para no caer, sus piernas se habían vuelto de gelatina. Sintió la presión del miembro de Erik contra su vientre y gimió sin poder contenerse. Erik acrecentó aún más el beso, presionandolo con más fuerza contra la pared. Charles se sentía completo en los brazos de él, hasta que una voz en su cabeza lo hizo salir de la nube. Erik sólo le estaba ofreciendo una hoguera de deseo que se apagaría a la mañana siguiente y él quería más que eso.

- E-erik... Erik basta - Charles tomó aire e intentó separarse de Erik. El otro emitió un gruñido como toda respuesta y se hundió en el cuello de Charles.

- No... suficiente Erik - Charles juntó todas sus fuerzas y lo empujó. La mirada del otro estaba nublada por el deseo y Charles tuvo que mirar hacia otro lado para no caer en tentación otra vez.

- Erik, quiero que quede claro algo -. Charles habló seriamente poniendo distancia entre ambos.
Erik intentó interrumpirlo pero prosiguió.

- No quiero que esto vuelva a suceder. No sé que demonios sucede contigo pero no quiero arruinar las cosas por un revolcon. - Charles recordó con dolor el pasado -. Y creeme Erik que me vale más una amistad que una noche de placer. 

Erik se sintió culpable. Charles tenía razón, él tampoco deseaba estropear el vínculo que tenían.

- Tienes razón, disculpa Charles. - Erik miró el suelo, frunciendo los labios.

- Está bien, sólo me pareció correcto aclarar esto antes de que fuera más alla. - Charles le sonrió con su amabilidad característica y Erik asintió con la cabeza aún sin mirarlo.

- Iré por los gemelos, ya es hora de ir a casa. -

- Te acompaño -.
Ambos se dirigieron a la habitación a buscar a los pequeños en completo silencio. Cuando entraron se encontraron con una escena por demás tierna.
David estaba en el centro de la cama, dormido rodeando con uno de sus brazos a Pietro y con el otro a Wanda que también estaban profundamente dormidos.

Erik y Charles se miraron sonriendo y David abrió sus ojos lentamente, y los miró algo confundidos.

- C-creo que me quedé dormido...- Susurró el niño tratando de no despertar a los gemelos. - Estábamos jugando y se quedaron dormidos y no quise moverlos.-

Erik lo miró enternecido y le acarició el pelo.

- Gracias por cuidar a mis hijos. -

Charles observó la escena y se sintió el peor hombre del mundo. Ellos eran una familia, y él se los estaba impidiendo. Pero tenia tanto miedo de perder a David, y a Erik. Pediría consejo a Raven para abordar el tema.

- Bien, cargaré a los niños. - Erik tomó a Pietro en sus brazos y se disponía a buscar a Wanda cuando Charles lo frenó.

- Deja, tú lleva a Pietro que yo llevaré a Wanda.- La tomó en sus brazos, y pensó que era una niña preciosa. Le hubiera gustado tener una hija también.

Erik asintió con la cabeza, y luego de abrigar a ambos niños salieron a subirlos al auto. Primero colocó a Pietro y luego tomó a Wanda de los brazos de Charles y la ubicó al lado de su hermano.

- Bien, gracias por la velada y por ayudarme con los niños. - Erik sonaba distante y una parte de Charles lo prefirió así.

- No hay de que -. Charles le sonrió y Erik se despidió con un gesto de la cabeza. Se subió al auto y se fue.

Charles deseó con todas sus fuerzas que el destino le diera una segunda oportunidad o que extirpara su amor por Erik de una buena vez.


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