Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Típico cliché por Alex M

[Reviews - 12]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Me sentía engañado. Había puesto todas mis esperanzas, lo último que quedaban de ellas, y todo para nada. 
Claro, tampoco esperaba nada del otro mundo. Por mi cabeza nunca se había cruzado el pensamiento de que quizás él sería mi tan “ansiado” príncipe azul, que por fin había venido a darme un beso de amor eterno y que terminaría despertando del largo sueño. 
Sólo… sólo me hubiera bastado con un simple: “oye, linda noche, ya me voy”.
Era todo. 
Y ahora no sólo me sentía defraudado, sino que también sentía una aplastante vergüenza sobre mí. Ya podía imaginarme la montaña de preguntas que tendrían Leo y Andrés. No, en realidad no quería imaginarme y mucho menos pensar en lo que tendrían por decir.  
¿Qué demonios tenía?
Seguro estaba maldito. Probablemente en alguna vida pasada había hecho algo horrible y ahora estaba pagando por ello. 
Suspire. Tenía que poner la mente en blanco. 
De pronto, la vibración de mi celular me sacó de aquellos turbios pensamientos. Era Julia. 
“¿Listo? ¡Mucha suerte! Nos vemos en la noche.”
Mi mejor amiga de toda la vida siempre sabía el momento justo para intervenir. No podía permitirme aquellos malos pensamientos el primer día en el nuevo empleo.  
Quizás lo mejor era olvidarme del amor por un rato. Porque el amor y yo no estábamos hechos para estar juntos, al menos de momento. 
Por fin el metrobus se detuvo en la tan esperada estación y bajé. 
Respiré profundamente encaminándome hacía el edificio donde dos semanas atrás había hecho mi entrevista. Intente concentrarme en la buena energía que me había intentado trasladar Julia de su cuerpo al mío por la mañana. 
Y fue entonces que los vi. 
Resoplé, sintiendo que – como siempre – la vida quería dejarme en claro que la mala suerte me perseguiría por siempre. 
Frente al alto edificio de cristales donde estaba por comenzar mi vida laboral, se encontraba una pareja. Un chico alto y de cabello negro parecía estar acorralando a una bonita pelirroja contra la pared. 
Opte por ignorarlos y hacer como si no hubiera visto su coqueteo y sus besos a tan temprana hora en la mañana. Y pasé a su lado sin prestar atención, pero entonces lo escuché. 
- Eres preciosa 
Un escalofrió me recorrió entero y antes de darme cuenta me encontré observando a la curiosa pareja. Mis ojos se detuvieron en el chico, mirándolo con intriga. 
No podía ser…
Sin poder evitarlo solté un ruidoso “OH” y entonces el chico se giró, trasladando su atención de la chica hacía mí. Sus ojos se abrieron con sorpresa. 
- Eres tú – dijo sonriendo. 
 
 
Era completamente injusto. 
Mire al tipo frente a mí, el tipo que sería mi superior, ¡el mismo tipo que me había ligado el fin de semana pasado y luego se había esfumado como si no hubiera sucedido nada entre nosotros! 
Evite a toda costa demostrar lo que estaba sintiendo, tenía que relajarme, pensar en mis chakras, poner la mente en blanco y… 
- Que guapo te ves enfadado
- ¡No estoy enfadado! – exclamé, elevando mi tono de voz más de lo que pretendía. Unas cuantas personas se giraron a mirarme con descontento – yo… simplemente estoy sorprendido. 
- Ajá 
Asentí 
Sus ojos no se habían despegado de mi ni por un momento, al menos no desde que la jefa anunció que Alex sería mi superior y que debía rendirle cuentas a él. 
Conclusión: la vida me odiaba. 
- ¿Y bien? ¿Cómo estás? 
Sin poder evitarlo le lance una mirada llena de desagrado. 
- Muy bien ¿y tú? – dije, con claro sarcasmo.
- Pues he tenido días mejores, pero ahora que estas aquí… - me dedico una media sonrisa “sexy” – supongo que van a ser unas semanas realmente interesantes. 
 
 
 
Era una completa tortura. 
Poco a poco sentía que me iba volviendo más y más loco, y mi paranoia llegaba a niveles peligrosos. ¿Por qué?, todo era culpa de Alex. 
- Vamos, no puede ser tan malo – murmuró Julia desde el tapete donde se encontraba contorsionada - ¿estás seguro de que no te lo estas imaginando? 
- No estoy loco – bueno, en realidad ya no estaba tan seguro. 
- Ok, supongamos que es verdad, que Alex te persigue a todos lados ¿Por qué lo haría? ¿no te dejo solo ese día en el motel? 
- Vaya, gracias por recordarme tan terrible momento – sentí que me ruborizaba y volvía a atosigarme la vergüenza de aquel día. 
- Perdona bebé, pero me refiero a que si aquel día se fue porque… no estaba tan interesado… entonces ¿Por qué ahora te persigue? 
- ¿Por placer? ¿Le gusta torturarme? ¿Es una especia de sádico? 
Julia sonrió y por un momento dejo de hacer aquellas posturas tan incómodas, llamadas yoga, y se acercó hasta el sofá, donde me encontraba repantigado, quejándome de lo mala que era mi vida. 
- ¿Qué te digo? – murmuró – quizás, después de todo, no pudo olvidarte. 
 
 
 
Todo había comenzado unos días después del fatídico reencuentro. 
- ¿Podrías traer el café? – preguntó Alex, mostrando un rostro “encantador”. 
Quise fulminarlo con la mirada, pero no quería que supiera que su acoso laboral me estaba afectando. Mi orgullo valía mucho.
Sonreí y cuando estaba por darme la vuelta Alex me detuvo. Por un breve, brevísimo segundo, pensé que había recapacitado y comenzaba a darse cuenta que aquello era algo que no me tocaba hacer. Que, en vez de estar sacando copias, pasando mensajes, archivando, haciendo recados y yendo por café, debería estar escribiendo una gran historia, investigando o visitando la fuente de la noticia.
Pero bueno, estábamos hablando de Alex. 
- Guapo ¿podría encargarte el café de otros compañeros? – dijo, guiñándole un ojo al trío de chicas que se encontraba a sus espaldas. En aquel momento, olvidándome de todo, sí que lo mire con odio. 
- Claro, lo que tú quieras Alex, pero… antes, quería comentarte que hoy tengo que salir temprano – murmuré, intentando mostrar lo apenado que me sentía con aquella petición. 
Alex entrecerró los ojos, captando al instante lo que realmente quería decir. “Un favor por otro”. 
- ¿Qué tan temprano? ¿Y a donde iras? 
- Pues... ¿a las 5?, tengo cita con el médico. 
- ¿Estas enfermo?
- Creo que “alguien” me pegó “algo” hace unas cuantas semanas. Y como no quiero suponer nada, prefiero descartar cualquier cosa. – era obvio que me refería a nuestro encuentro el fin de semana. 
Alex me miró detenidamente. Y entonces sonrió. 
- Claro Noah, tu salud es mucho más importante que todo lo demás – sí, claro que capte su sarcasmo. 
Y, si en aquel momento hubiera estado consciente de lo que me costaría aquel favor, habría sabido que era mejor quedarse callado. 
 
 
 
Fue como si el universo decidiera conspirar en mi contra. Unos días después del “favorcito” que me hizo Alex, el mal karma se me regreso. 
- ¿Guapo? – escuche una ridículamente empalagosa voz a mis espaldas, y sin tener que girarme ya sabía de quién se trataba – necesito un favor. 
Puse los ojos en blanco. 
- ¿Qué? – ya me imaginaba yo. 
- Necesito que te quedes conmigo – explicó.
- Siempre estoy contigo – me lamente. 
- Lo sé, pero esta vez necesito que te quedes después de las 7. 
Me giré, quedando de frente a él, pero al instante salté – junto con la silla- hacía atrás, retrocediendo. 
- Demasiado cerca… - murmure - ¡estas demasiado cerca! ¿si sabes que esto puede ser considerado como acoso laboral? 
Alex hizo una cara de cachorro perdido.
- Y yo que fui tan buena persona y te dejé salir temprano el otro día… 
Suspire.
- Ok, ¿Qué decías? ¿Salir después de las 7? Yo salgo a las 7.
- Lo sé, pero tengo mucho trabajo y necesito que todo esté listo para mañana temprano. 
Entrecerré los ojos y lo miré. No era tonto, sabía lo que estaba haciendo, esto era puro y simple chantaje. Pero en el fondo sabía que no podía negarme, al fin y al cabo, aquel día me había dejado ir, y después de todo, él era en cierto modo mi jefe. 
- Esta bien… 
 
 
 
- ¡Y entonces el maldito se fue y me dejo con todo! – gritaba al teléfono – ¡es tan injusto! 
Escuché como Leo reía al otro lado de la línea. 
- Bueno, realmente tienes mala suerte. Mira que volverte a encontrar a ese tipo y justamente en tu nuevo trabajo – nuevamente escuche risas – pero velo por otro lado, una vez que termines con lo que te dejo, puedes volver a pediré algún favor. 
- Primero muerto
- Bien, entonces nada de favores.
Suspire largamente.
- Me la he pasado hablando todo este tiempo y fuiste tú el que me llamo ¿pasa algo? 
No era común recibir llamadas de parte de Leo, por lo general si quería verte mandaba algún mensaje o iba directamente. Así que cuando tenías alguna llamada suya, sabías que era algo serio, o algo que prefería no decirte de frente.
Quizás por eso no había dejado de hablar. Porque tenía un poco de miedo. 
- ¿Hablando?, más bien te la has pasado quejando – bromeó el rubio. 
- Ya, ya, si quieres decir algo, dilo que estoy super ocupado – gruñí 
Por un momento la línea se quedó en silencio y me pregunté si se habría molestado. 
- ¿Leo?
- Andrés y yo nos vamos a mudar.
- ¿Cómo? 
- Sí, bueno… ya sabes, vamos a comenzar a vivir juntos. 
Antes de darme cuenta comencé a reír. ¿Era una broma? ¿Era algún mal chiste del cosmos solo para fastidiarme aún más? 
- Ya, yo también me reí mucho cuando Andrés lo sugirió, pero lo he estado pensando y… 
creo que es momento de sentar cabeza. 
Detuve mi risa histérica. El silencio inundó la línea del teléfono. 
- Sé que es raro y todo eso, pero realmente lo he pensado mucho y… ¿tú qué opinas? ¿te parece bien?, la verdad es que no estoy del todo seguro, pero ya sabes cómo es Andrés y… 
Entonces noté las lágrimas. 
- ¿Noah?
- Vaya, lo siento, la noticia… me sorprendió demasiado, pero ¿no es increíble?, digo ustedes llevan bastante tiempo juntos y se conocen de toda la vida, era algo obvio que esto iba a suceder. 
- ¿Estás seguro? – preguntó, como si de verdad importará lo que tenía decir - ¿estás bien?
- ¡Claro!, sólo que esto del trabajo me tiene algo agotado. Oye tengo que colgar, pero seguro después festejamos, así me cuentan todos los detalles…- y sin dejarlo decir algo más, colgué. 
Me quedé mirando el teléfono, pensando en la posibilidad de que todo aquello fuera un sueño: la llamada, la noticia de Leo, y mis sentimientos. 
¿Por qué? ¿No se suponía que habían desaparecido? 
Los había enterrado hasta el fondo, hasta donde nadie los pudiera alcanzar, incluso yo. Muy, muy lejos. 
Así que no entendía la razón de mis lágrimas, ni del dolor que repentinamente hizo su aparición. 
Mire a mi alrededor. La oficina se encontraba vacía. 
Entonces me solté a llorar. 
 
 
 
Muy pronto lo entendí. Sólo bastaba con mirarlos, verlos juntos era una clase de revelación y no había que ser tan astuto para darse cuenta. 
Andrés amaba a Leo. Y leo… bueno, a él le gustaba la atención, le gustaba que la gente hablará de él, le gustaba, de algún modo, ser amado.
Y claro que Leo también amaba a Andrés. Pero en ese momento de nuestra juventud no estaba preparado para establecerse. Él era libre, y nadie tenía el poder para detenerlo.
Entonces comprendí que debía ser realmente cuidadoso. Leo daba cariño por igual, sin importarle quién fuera. 
Mujer o hombre, si estaba bien para él, nada lo detenía. 
Por eso Leo no podía saber, no debía darse cuenta de lo que yo sentía. Porque claro, yo no quería arruinar mi amistad, no con Leo, sino con Andrés. 
- Oh vamos, yo tengo otro paraguas en el casillero – dije, animando a Andrés – adelántense – y sin pensarlo los empuje a ambos bajo la cortina de lluvia que parecía no querer detenerse. 
Andrés me miró con una media sonrisa. Lucía realmente apenado, pero en su interior comprendía el trasfondo de mis acciones.
- Bueno, pero prometo regresártelo mañana – dijo y entonces tomó a Leo del brazo, llevándoselo lejos. 
Y yo miré como desaparecían. Leo odiaba mojarse ¿Qué hubiera sucedido si fuera yo el que caminara a su lado bajo la lluvia? 
Odiaba ser tan ridículamente romántico, pero no podía evitarlo. 
¿Por qué mi primer amor tenía que ser tan doloroso? 
 
 
 
- ¿Noah? 
De pronto escuché ruido en la oficina. Miré la pila de papeles frente a mí y luego me volví a hundir en todas aquellas hojas. 
- Oh por dios ¿Noah? – esta vez la voz de Alex sonaba preocupada. Sonreí, satisfecho con su sufrimiento - ¿Qué te paso? 
Alcé mi rostro. 
- Nada, ya terminé. 
- No me refiero a eso si no ¿¡porque estas hinchado!?
Volví a sonreír. 
- ¿Qué haces aquí? – pregunté, olvidando responder - ¿no te habías ido?
- Yo... bueno… me sentí mal por dejarte con tanto trabajo.
Bufé. 
- Ya terminé.
- Ya lo dijiste.
- Ya me voy – y me puse de pie. 
- Oye, oye, tú no estás bien.
Volví a sonreír. 
- ¿Y qué? ¿Acaso te importa? 
Alex abrió los ojos, sorprendido por mi respuesta. 
- Bueno, soy tu jefe. 
Solté una risita. 
- Pues hasta ahora no lo ha parecido, así que déjame en paz, sólo me quiero ir. 
Alex lo medito durante un par de segundos. 
- Primero dime que te pasó. 
Sostuve su mirada, ese tipo hablaba enserio, realmente no me iba a dejar ir hasta que le dijera todo. Vaya, que patético. 
 
 
 
 
 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).