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040 -Hopekook/Junghope- por Sou-Tan

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Le recordaba como mejor le parecía. Algunas veces sentado en el sofá en una posición imposible, leyendo un libro de esos de Cohelo que él tanto despreciaba. Otras, veía su espalda desnuda, con la piel tostada, la luz del televisor reflejándose sobre ella.

Sin embargo, su favorito era ese donde él usaba sus jeans favoritos, desilachados en los ruedos y rotos a la altura del muslo, lo suficiente para dejarle ver el lunar que tanto le gustaba. Hoseok se reía en ese recuerdo, mostrando todos sus dientes, sus ojos desapareciendo y la peculiar nariz arrugándose. Se reía de una de sus bromas, y era casi imposible no contagiarse.

Hoseok era una chispa imparable, detonadora de toda clase de emociones, capaz de avivar la llama de cualquier corazón. Pero a Jungkook le estaba quemando tanto que se estaba consumiendo.

Si estiraba la mano para alcanzarlo, el recuerdo se desvanecía.

Se preguntaba constantemente si era suficiente lo poco que le conocía además de sus manías como para admitir lo que tanto temía. Jungkook no estaba enamorado de Hoseok, tampoco le dolía cuando estaba con alguien más.

Jungkook era de piedra.

Entumecido.

Pero todo era una farsa: el odio, los comentarios mordaces. No iba a decirlo en voz alta, se quedaría así el tiempo que durase, abrigado en la oscuridad. Hoseok sostendría sus caderas fuertemente y él intentaría escapar. Qué iluso. No había escape más que ceder.

«Sólo un beso»

Sólo era un beso, ¿qué podría salir mal, si esto era lo que siempre había estado deseando?

 

 

 

 

 

 

 

Capitulo 1.

Las suplicas de Jungkook para quedarse en casa no fueron escuchadas esa vez. De hecho, sí tenía un poco de fiebre y malestar, pero no valía como excusa para saltarse el cumpleaños de la abuela, muchos menos cuando el viaje a su casa sólo duraba diez minutos en auto. No le quedó de otra que meter su pequeño trasero en el auto y subirle el volumen a Tony Montana para hacerse sangre los oídos con un buen rap de Min Yoongi, en vez de con las burlas de su hermano mayor y el largo discurso sobre buenos modales que su madre siempre se tomaba la molestia de recitar para ellos cada que tenían una reunión fuera de casa, mientras, su padre asentía a lo que la mujer decía y de vez en cuando les hacía muecas por el retrovisor sin que ella se diera cuenta.

El trayecto no era largo, y por supuesto que con un poco de buena música y nervios revolviéndole el estómago, a Jungkook se le antojó demasiado breve. Chasqueó la lengua al doblar la esquina que les faltaba para llegar, bajando el volumen en la mejor parte de Fatlip e intentando acoplarse a la idea de que debía pasar un par de horas (muchas horas, si se emocionaban con el alcohol) lidiando con los saludos, las anécdotas viejas que no recuerda muy buen y las preguntas incómodas que ni sus amigos más cercanos se atreven a preguntarle porque conocen bien a Jungkook, y sabían que no era de contar sus cosas sino era él mismo quien sacaba el tema. Jungkook tenía quince años, y había sido reservado durante todo ese tiempo, pero a la familia de su padre no terminaba de entrarle en la cabeza que alguien tan joven no fuese un idiota. O algo así.

Se bajó del auto con parsimonia, alargando el momento. Fue el último en cerrar la puerta y comenzar a caminar hacia la entrada de la casa. Se detuvo a un paso de la puerta, para enrollar los audífonos y meterlos en su bolsillo y también para echarle un vistazo a la calle y ver que todos los autos ya estaban estacionados donde siempre. Respiró hondo antes de entrar de una vez por todas, resignado, como si lo hubiesen enviado a las puertas del infierno y no a una simple reunión familiar que sólo sucedía pocas veces al año.

La música no le extrañó ni un poco, ya conocía el gusto de su abuelo por las canciones americanas de los sesenta y setenta. Y a pesar de haber vivido lo mismo cientos de veces, se le formó un nudo en la garganta cuando la tía Jisoo se tiró a sus brazos para darle un fuerte abrazo que él correspondió a medias, mientras su hermano le miraba de lejos con una sonrisa culposa.

Incómodo.

 

—Jungkook-goon, vaya que estas grande — se sorprendió la abuela cuando se acercó a felicitarle, como si no le hubiese visto hace dos semanas, en año nuevo.

 

—Yah, abuela, no es para tanto — le resta importancia, poniendo su mejor sonrisa.

 

La conversación fue corta. Jungkook mantuvo una mano sobre el hombro de la mujer todo el tiempo, sonriendo sin parar, informándole las novedades en su vida con frases cortas, y desviando toda la atención lejos de sí al preguntar por su salud. Entonces el tío Chansung llegó con sus pequeños a felicitar a la abuela y Jungkook fue libre de irse a sentar en un rincón de la sala de estar, donde la música no se escuchaba tan fuerte y pasaría desapercibido toda la noche.

O eso intentó, porque no pasaron muy bien diez minutos cuando Dawon y Shinwoo bajaron corriendo las escaleras y de inmediato le notaron y fueron presurosos hasta él, saludándolo, muy animados, con abrazos incluidos, y Jungkook correspondió con igual grado de jovialidad porque a ellos si les aceptaba el contacto físico casual y despreocupado. De todos ahí, eran los únicos a los que podía llamar amigos. De vez en cuando se enviaban mensajes con memes graciosos, o recomendaciones de libros y música, sobre todo con Dawon, porque últimamente su noona comenzaba a interesarse por las mismas cosas que él y cuando se veían, se la pasaban hablando sobre ello.

 

—Kookie-ah, flacucho amargado, pensé que habías muerto — bromeó Shinwoo antes de lanzarse al otro lado del sofá.

 

Dawon tomó asiento en uno de los sofás más pequeños, quedando frente a ambos chicos.

 

—No, hyung, lo que sucede es que a ti si te dejan quedarte en casa cuando quieres ser el mismo ermitaño que has sido siempre — replica, con una sonrisa porque le salía natural ser amable con ellos — Yo tengo que venir de todos modos, por eso nunca me ves.

 

—Aish, ¿ermitaño quién, eh, mocoso feo?

 

Shinwoo se estiró para darle un zape y Dawon se rió de la cara de loco que puso al hacerlo, él sólo se dejó hacer, pellizcando el brazo del chico de vuelta, comenzando una guerra de golpecitos inocentes que se alargó hasta que alguien les gritó que estaban haciendo demasiado ruido. Tuvieron que aguantarse la risa por unos segundos, hasta que Dawon comentó que 'de verdad pareces un ermitaño, mira esa mierda de cabello que te cargas', refiriéndose al cabello largo del mayor, y se largaron a reír como si acabaran de escuchar la mejor broma del mundo.

Recibieron tantas miradas de odio por parte de todos en el lugar, que simplemente se escabulleron a la cocina, volviendo a reír una vez estuvieron fuera de la vista de los mayores.

 

—Eh, ¿por qué se ponen así?

 

—Están viejos, oppa, entiéndelos — razonó Dawon.

 

La chica se sentó sobre la barra de desayuno con tan solo un brinco y sin mucho esfuerzo. Jungkook asintió, dándole la razón, y se hincó sobre la encimera, apoyándose con sus codos y quedándose en esa posición al lado de la mayor. Shinwoo dijo algunas cosas más que no escuchó bien, porque en ese momento le estaba respondiendo a Yugyeom el mensaje que el chico le mandó cuando iba saliendo de casa, y sólo notó que se quedaron solos hasta que Dawon le sacó la gorra para ponérsela ella y acariciarle el cabello, gesto que le hizo alzar la vista.

Rió por lo bajo, acostumbrado a que su noona lo tratase como un bebé.

 

—Hey, ¿ya leíste el nuevo libro de Harry Potter? — preguntó emocionada, pero pronto su animó decayó — Yo no, tengo miedo de leerlo porque las críticas son muy contradictorias.

 

Le costó un poco enfocarse en dos conversaciones, por lo que guardó el celular en su bolsillo y miró directamente a Dawon, recordando de pronto que El legado Maldito había salido hace un mes y que él tampoco lo quiso leer por la misma razón.

 

—Nope, pero ya lo ordené por internet porque no me puedo quedar con la curiosidad — dijo lo último con indiferencia — Pero no he visto Fantastic Beast, ¿tú sí, noona?

A Dawon se le iluminaron los ojos ante la mención de la película, y luego de negar ligeramente con la cabeza, sacó su celular murmurando un montón de palabras a las que Jungkook no les encontró sentido. Después de unos minutos, la chica le mostró la pantalla del celular. Eran los horarios del cine.

 

—Mira, el viernes en la tarde estoy libre y tú no tienes escuela, ¿Qué te parece si vamos y luego te quedas en casa para un maratón de The Fresh Prince y comida chatarra? — propuso, poniendo la sonrisa más grande que le vio en toda su vida y algo dentro de Jungkook se removió al querer negarse — Mamá estará en el hospital todo el fin de semana y papá esta en Seúl, podremos hacer todo el ruido que queramos. ¡No pongas esa cara!

 

Jungkook no pudo hacer más que reírse y apartar la mirada. Tenía una pequeña batalla mental sobre si debería o no aceptar, y aunque sabía que era mejor declinar la invitación de la manera más diplomática posible, su tonto ser, que en realidad era fácil de manipular, le obligó a asentir con la cabeza, cediendo más rápido de lo que le hubiese gustado admitir.

 

—Está bien, noona, pero sólo esta vez, ¿ok? — aceptó, mordiéndose los labios pero sonriendo de inmediato porque Dawon tenía ese efecto en las personas — Pero la veremos en inglés y con subtítulos.

 

—¡Yah! Eres perverso, sabes que odio los subtítulos, y también sabes que no me puedo negar a tu cara de conejito — gimoteó ella, empujando la cabeza del chico con su dedo índice, sacándole una risa.

 

Jungkook le sacó la lengua de forma infantil, y buscó su celular para mostrarle unas cuantas canciones de Years & Years a Dawon, creyendo que esa sería una manera efectiva de distraerse y no dejar que su mente se centrase en el próximo viernes por la noche. No podría ser tan malo, ¿o sí?

 

Estuvieron un rato ahí, intercambiando canciones hasta que llego Shinwoo, anunciando que era hora de comer y que si no querían ser tomados como meseros, era mejor escaparse por la puerta trasera y esperar allí hasta que las tías terminasen de servir. Eso hicieron, y el chico los acompañó todo el tiempo, contando anécdotas divertidas sobre su primer año en la universidad.

 

Jungkook rio y participó en la charla cuando era necesario, y aun así se veía disperso a ratos, perdiéndose en alguna mancha en el suelo. Por suerte ninguno pareció notarlo, y volvieron a entrar aun escuchando atentamente cómo un día el mayor se despertó desnudo sobre la azotea de un edificio al otro lado de la ciudad sin una pista de dónde se encontraba.

 

—Oppa, ¿seguro de que no estás en las drogas?

 

Shinwoo fulminó con la mirada a Dawon, y Jungkook cacareó por lo bajo, arrastrándolos a ambos consigo hasta el comedor porque se estaban tardando mucho. Ya todos estaban comiendo, pero eran demasiados como para caber en la mesa, pero eso los menores tuvieron que comer en el suelo.

Al contrario de lo que creyó, Jungkook no le dirigió ni una sola mirada, simplemente se dedicó a comer y a pasarle mensajes a Yugyeom todo el rato. No le habló más a Dawon ni a Shinwoo, porque ambos decidieron unirse al grupo de tíos bebedores. El mayor para tomar con ellos, y Dawon para reírse de los chismes que cuchicheaban las tías. A eso de las doce, decidió que (muy a su pesar) se quedarían en casa de la abuela hasta bien entrada la madrugada, y aprovechó que todos estaban muy metidos en la conversación grupal, en sus latas de cerveza y en la música; para escapar a la planta alta, específicamente a la habitación de invitados, que se mantenía siempre limpia para que los nietos de la familia Jeon lo ocuparan cuando quisieran.

Subió las escaleras sin hacer ruido, sin importarle mucho que hubiese música, igual no quería que nadie lo siguiera porque a esa hora Jungkook sólo necesitaba su propia cama y el portátil para ver el nuevo episodio de su anime favorito. Y, además, comenzaba a sentirse mal otra vez.

Encontró a Minseok en la pc, muy entretenido con lo que sea que estuviese haciendo, tanto, que ni volteó a ver quién acababa de entrar. Como sea, apagó las luces y fue a tirarse en la cama individual. Tapó su cuerpo con la cobija y se acomodó en su posición habitual para dormir (tumbado sobre su costado derecho) luego de colocarse los audífonos y poner a sonar Monodrama porque la voz de Jonghyun siempre conseguía hacer que se relajara.

Cerró los ojos, tarareando la canción por momentos. Estuvo así un buen rato, durmiéndose por unos minutos, y siendo despertado por un mensaje de Yugyeom, el estúpido cabeza de coco que no dejaba de mandarle spoilers del nuevo capítulo que él se estaba perdiendo.

 

Eres una rata asquerosa 7.7

Enviado a las 12:43 am.

 

Me amas así, Kookita ;)

Recibido a las 12:44 am.

Lanzó el celular al otro lado de la cama luego de leer el mensaje, decidido a ignorar a Yugyem y a dormir hasta que fuese la hora de regresar a casa. Si, Jungkook se dormía escuchando música, a veces, no era un problema para él.

Comenzaba a sonar Deja Vu cuando una mano sobre su cintura le hizo dar un respingo. Entonces maldijo al cielo, al infierno y a todo lo que existiese que se pudiese maldecir, porque fue hasta ahí a buscar un poco de paz, y evitando precisamente esto, y ahora le tenía aquí, respirando sobre su cuello. Quedó petrificado, sin saber qué hacer, y se sintió estúpido porque ese escenario ya lo había vivido en demasiadas ocasiones y él todavía no sabía cómo reaccionar.

 

Nochu, Dawon noona me dijo que vas a quedarte en casa el fin de semana — escuchó que le decía sobre la piel de su nuca, e inevitablemente jadeó, sacándole una risa sardónica a Hoseok, y tensándose más si es que era posible.

 

No respondió, y sólo hubo silencio por un rato. La mano permaneció cerrada sobre su cintura todo ese tiempo y, cuando el cuerpo de Jungkook se relajó, Hoseok pasó la lengua por su cuello en un rápido movimiento, y se pegó a él sin titubeos. Sin vergüenza, como siempre. Jungkook intentó zafarse del agarre del mayor, pero no era muy fuerte y digamos que tampoco se estaba esforzando mucho, así que lo único que consiguió fue que Seok utilizara su fuerza para voltearlo. La única fuente de luz venia del computador encendido (Minseok ya no estaba), en una esquina de la habitación; con eso era suficiente como para distinguir los rasgos principales de cada uno en la oscuridad.

Hoseok le miró con deseo. El menor le miró con odio, pero se dejó hacer cuando el mayor juntó sus labios en un beso para nada delicado, y comenzó un recorrido por su torso, tocando sobre sus pezones porque ya sabía que eso siempre conseguía que Jungkook se pegara más a él y le correspondiera el beso, abriendo la boca sutilmente para dejar entrar la cálida lengua.

 

—I-Idiota — masculló el menor cuando el chico tomó bruscamente uno de sus pezones, ahora con la mano dentro de su camiseta.

 

Fue callado por los labios ajenos sobre los suyos, que se negaban a dejarle ir. No se veían desde navidad, pero el mayor actuaba como si no lo hubiese visto ni tocado en un año entero, y a Jungkook comenzaba a desesperarle lo tosco que estaba siendo al tocar su cuerpo. Pero era demasiado dócil como para empujarlo lejos, estaba metido en ese juego estúpido y por más que buscaba una salida, siempre que Hoseok se le acercaba toda la fuerza de voluntad que acumulaba se iba al mismo infierno.

Gimió fuerte cuando Hoseok le dio un mordisco en la clavícula y sintió la risa del mayor chocando contra su pálida piel. Maldijo sin contenerse, ya entrando en pánico porque estaban yendo demasiado lejos.

 

—Hoseok... ¡Seok, joder, apártate! — le escupió en un susurro, empujándolo con fuerza.

 

Él otro le miró con el ceño fruncido, cómo reclamándole por hacerle apartado, y Jungkook rodó los ojos, ya sintiendo como la fiebre aumentaba.

 

—Alguien puede entrar y-

 

—Cállate.

 

Rápidamente, Hoseok unió sus frentes y se metió también debajo de las cobijas. Entendió lo que hacía cuando escuchó la puerta abriéndose, y le imitó cerrando los ojos.

 

—¡Jungkookie, Hoseokie, el pasteeeel! ¿Qué rayos hacen con las luces apagadas? — la pregunta hizo que Jungkook se tensara, pero se relajó al sentir la mano de Hoseok acariciando la suya. Las luces fueron encendidas. — ¿Chicos? Oh, ahí están. Aw, qué lindos.

 

Dawon se acercó unos pasos, pero pareció reconsiderarlo y retrocedió, decidiendo que no quería despertarlos. Apagó las luces otra vez y salió de la habitación de invitados, pensando en que sus dos dongsaengs favoritos eran unas ternuritas.

Jungkook pensó que luego de ese susto Hoseok se cansaría de molestarlo y saldría de la habitación para ir a cantar la canción de cumpleaños a la abuela como siempre hacia, pero esta vez, al abrir los ojos, se encontró con sus mirada cargada de lascivia y un momento después ya lo tenía sobre él otra vez. El menor con la espalda contra el colchón y Hoseok mirándolo desde arriba, parado sobre sus rodillas, entre las piernas de Kook.

 

—Esta vez nadie vendrá — dijo, empujando su pelvis hacia adelante, golpeando su entrepierna con la de Jungkook y sacándole un sonoro gemido — Kookie...— suspiró, con un tono de voz cargado de excitación.

 

Hoseok se dejó caer hacia adelante, apoderándose de sus labios con fiereza, y Jungkook posó ambas manos en su espalda, metiéndolas debajo de su camiseta y embistiendo hacia arriba, buscando seguirle el ritmo al castaño. Estaban completamente vestidos, y no buscaron desnudarse, sólo siguieron frotándose uno contra otro en medio de besos húmedos hasta que de verdad fue hora de irse.

Notas finales:

¿que tal?


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