No somos nada
Milo x CamusOne Shot
Milo.
“Some days I feel broke inside
But I won't admit
Sometimes I just wanna hide
'Cause it's you I miss…”
Miro fijamente la pantalla. Aún no he escrito nada, no me nace escribir aún nada. Como lluvia de estrellas, las ideas vienen pero a como llegan se van. Aún no puedo comenzar a teclear el principio de mi historia.
Dirijo mi mirada al reloj de pared. Aún no llegas, estás torturándome. Y el tic-tac de cada segundo que pasa está haciendo que me duela la cabeza y que crezca mi desesperación. Tenías que estar hace unos 10 minutos…y es entonces, cuando una risa oscura atraviesa mi garganta, mi paranoia la provoca aquello que me haces sentir, aunque nunca lo diga, aunque tú no lo creas. Te has convertido en un pedazo de mis obsesiones, en mi anti-droga…y entre tanto pensar y pensar, tocan a la puerta. Las náuseas se apoderan de mi estómago y me levanto del asiento –aunque no muy deprisa- dirigiéndome a abrirte la puerta de aparente de mala gana.; Abro y te veo allí, parado con una sonrisa idiota dibujada en tus labios.
Me llega, entonces, el anti-amor. Ahora ya no te quiero, ahora te odio por que tu sonrisa me dice que te estás burlando de mí…o que te expresas muy bien, quien lo sabrá. ¿Lo harás por fastidiarme?
-Pasa.- te digo lo más secamente que puedo, dándome la vuelta y regresando a mi antiguo sitio, fijando la pantalla en el monitor de la PC aparentando no estar molesto, aparentando no quererte, aparentando queriéndote ignorar.- Cierra por favor…- es lo último que te digo antes de hundirme en el asiento y perderme –imaginariamente- en una Web de cosas tontas.
Mis oídos se taladran cuando pronuncias las primeras palabras de la noche.
-Discúlpame por llegar tarde pero acabo de salir de trabajar. Además, comenzó a helar y…-
-No me des explicaciones que no somos nada.- Interrumpo abruptamente tu excusa, dejando lo que nada hacía.
-Uhm…- murmuras desviando tu vista hacia el televisor, tomando entre tus manos el control remoto.
Me dan unas ganas de tremendas de oír aquella “fabulosa” explicación, pero yo te lo dije y tengo razón: tú y yo no somos nada.
Nuevamente, trato de concentrarme en hacer algo e ignorarte tal y como tú lo haces conmigo pero de la nada, intentas forzar una plática para que yo salga con otra cosa y acabemos mal, como ya está hecho.
-Una tipa que ha pasado por enfrente del trabajo, se ha caído de bruces y nos ha dado mucha risa a los muchachos y a mí, por que seguido alguien se tropieza…-
-¡Vaya! Al parecer pasan y se hacen muchos accidentes allí…- contesté en un total esfuerzo de sarcasmo, rebotado por tu estúpida sonrisa.
-¡Que va!- tu mirada otra vez dirigida al televisor. Supongo que el partido es más importante que intentar hablar, lo que me provoca un fuerte enfado. Y así, pasan los minutos de tu vida y de la mía, ignorándonos por completo. Pero a mi parecer, a ti te cuesta mucho más dar tu brazo a torcer. Y me desespera tanto la situación que me siento a tu lado e intento abrazarte, sentirte mío otra vez, asfixiarte un poco…pero con clase soy totalmente despedido.
-Tú lo has dicho Milo no somos nada. No tienes por qué…-
-Sí, sí…tú como siempre quieres tener la razón…- contesté apresuradamente, alejándome de tu lado.- Ya es tarde ¿no?- dije haciendo alusión a un “ya lárgate” más refinadamente y ese es uno de los mensajes que logras captar con mayor facilidad.
-Bien, me voy…- te levantas del sillón en el que permanecías sentado, claramente molesto.- Luego te veo…- dices lo más fríamente posible para hacerme sentir culpable e intentar provocarme y hacer detenerte en tu escape hacia la calle.
-¡No, no te vayas!- Por supuesto que lo hago. Me aferro a tu brazo con ahínco para después tratar de besarte los labios, otra vez, plan fallido…
-¿Es que acaso tienes algo que decirme?- dices a propósito, siendo conocedor de lo que siento y pienso y que no puedo expresar. Y también, como siempre después de esas palabras yo asiento levemente con la cabeza, mientras suavizo el agarre en tu brazo.
-¿Entonces?- insistes ahora, regocijado de tenerme a tu disposición con tan solo unas cuantas palabras. Por qué si no supieras que me traes como un loco, entonces no tendrías ningún otro motivo para verme.
-Yo te…- digo tratando de ahogar las náuseas que me provoca decirlo.-…quiero.- pronuncio lo más bajito que puedo, por qué yo no quiero oírme diciendo esas ridiculeces, como antes solía llamarles.
-Yo también.- ahora eres tú el que dice las cosas a secas, sin saber yo si en realidad las sientes. Lo más seguro es que no… ¿o que sí?
Y los nervios de mi situación me provocan la risa. La risa más falsa que pudiera salir de mi interior. Te suelto el brazo y abres la puerta, sales y te quedas viendo mi rostro, como comparándolo, como seduciéndolo…como burlándote de él.
-Entonces ya vete…- te digo dolido por la paranoia que a casa instante se apodera más de mí.
-Tú tienes la culpa de que estemos así…- me dices, y te giras y te vas como si nada, como si yo ya no existiera.
Y allí, recargado en el marco de la puerta, perdiendo mi mirada en algún punto vacío de la calle apenas alumbrado, murmuro un simple “buenas noches” ocultando en él, el “te quiero” que nunca quería salir de mi boca, que me forzaba a pronunciar. Y ni tanto, pues en realidad lo sentía.
Pero si es que yo soy el culpable como me has llamado, perdóname vida mía pero no tienes derecho a decirlo…por qué ya no somos nada.