El primer celo que un Omega pasa con un Alfa, es uno de los momentos más importantes para el mismo, y uno de los recuerdos mejor grabados en los primeros recuerdos de ambos;
Mo lo recuerda con cada suspiro triste, como uno de sus momentos con mayor ilusión.
Para muchos Omegas los recuerdos de los días de su celo, eran meras imágenes confusas, aun así, Mo cuidaba cada una con una sonrisa, ese fue después de todo el momento que tuvo intimidad por primera vez;
El momento que entregó no solo su cuerpo, sino todo de si; a quien le daba constantes promesas de cariño.
Su cuerpo fue tomado, y él lo dio todo, sin duda, pero nada le fue devuelto,
Ni si quiera un beso.
Los días de su celo se fueron entre imágenes distantes y mero sexo.
Confundido con un acto supuestamente nacido de puro afecto, el Omega se entristeció; si bien su cuerpo lograba disfrutar, su corazón descansaba vacío tras los placeres de la piel en esos días.
Sediento y triste por el calor del cuerpo de su Alfa en cuanto su celo termino, miro con ojos cristalinos la luz tímida del atardecer que pasaba entre las ventanas; simplemente se sumió nuevamente en sus fantasías, y en felicidad al sentir la marca de su cuello.
Mo nunca había sido egoísta, desconocía ese sentimiento y jamás tuvo la oportunidad de serlo, pero a partir del momento en que fue marcado, deseo,
Y oh,
Cuanto y cuantas cosas deseo.
Sus anhelos y esperanzas, formaban frágiles, como bellísimas ilusiones, formando preciosos castillos de cristal, que se mecen en el viento para un día desaparecer, y eran retenidos apenas por fantasías.
El joven Omega, soñaba con una familia grande, tan cariñosa que lo hacía querer reír al cantar; Mo veía un futuro, donde su Alfa le mirara orgulloso, con sus brazos abiertos, buscando recibirlo con el cariño del que su padre le contó, y que su madre recibió de él.
El Omega veía a su familia con él en sus ilusiones, y agradecería a su Alfa,
De cuán feliz sería.
Y de cuán afortunado era.
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El trato que recibía el Omega era básicamente frialdad e indiferencia, sin embargo, Mo ignoraba eso, era algo que decidió así.
Comprarle el departamento dónde vivía Mo, era una forma del egoísmo del Alfa que lo marco, y de mantenerlo en control sin ofrecer realmente un compromiso.
El Alfa, también aprovecho que el Omega tenía un lugar donde vivir para no visitarle;
El dinero fue otra manera de evitar problemas, usándolo como un sustituto de cualquier tipo de cercanía con el iluso y dulce Omega; cubriendo las necesidades de Mo, acataba todos los requerimientos legales, y evitaba cualquier problema.
El único donde Mo recibía alguna forma de cariño, era durante sus celos, muestras que solo se resumían en algo físico; el Omega ignoraba la ausencia de amor y profundidad en las caricias.
Y esos días donde su mente se nublaba, con su cuerpo sumido en el instinto eran los únicos momentos que su Alfa le visitaba, por lo cual su mente creía en lo que su cuerpo pedía, como en lo que sentía en esos días.
Mo con cada día se formaba más razones justificando lo que no debía ser defendido.
Perdonando que el Alfa a veces ni le saludara, o si quiera le preguntaba por su salud, mucho menos se interesaba en las emociones que el Omega reprimía;
Y Mo nunca se quejaba, nunca pedía nada.
En parte porque temía alejar al alfa, y que terminara negándole de a poca atención que le brindaba. El pensamiento de que fuese abandonado ya de manera definitiva le hacía intentar complacer al otro desesperado.
El Omega creía en todo lo que se le decía, y en cada decisión del Alfa, aunque supiera claramente que eso solo le hacía daño, aun con su dolor, Mo mantenía su fe falsa firme en el otro.
Mo ignora que para el alfa, el solo representa un superficial interés, un mero compañero momentáneo para su desahogo, alguien del que estaba obligado a ocuparse;
El Omega desconocía totalmente sobre el compromiso del Alfa.
Básicamente, para el Omega, el Alfa era un extraño.
Quizá, si no intentase aferrarse al hombre, y si su ingenuidad no fuera tan evidente, las cosas serían diferentes;
Y tal vez no se pararía frente a la puerta esperando hasta el atardecer,
Tampoco sentiría su corazón tan pequeño encogerse con el paso de las horas, y no tendría que usar su negación, como forma de afrontar su soledad.
Probablemente lo único que le mantenía, era el recuerdo de su padre, y que el lograr liberar sus emociones agobiantes al escribir canciones.