Pocas cosas son las que se graban de tus más tiernos recuerdos de infancia, y aquellas que sobrepasan los años, pueden ser vivencias llenas de felicidad, joviales en su remembranza, o tan tristes que se vuelven pesados al revivirlos.
Uno de esos recuerdos que se implantó en la inocente memoria de Mo a sus diez años, fue el funeral de su padre.
Para el infante, fue como simplemente ver a alguien dormir, aun si el rostro de su padre le parecía frío y ausente.
El recuerdo de ese día que sentía tan extraño en sus memorias, se fue hundiendo en su mente, hasta que fue incapaz de verlo;
Ya que desde ese momento, aprendió a negar las cosas,
Aprendió a no reconocer las cosas dolorosas, algo lógico, tomando en cuenta que creció sin las enseñanzas de una familia.
Rechazar la tristeza era su forma de sortear las cosas; y cantar era su desahogo cuando, el pesar y las viejas heridas eran demasiado.
Su delicada y extraordinaria voz, se convirtió en motivo de admiración con sus compañeros, disfrutando en especial las melodías folclóricas.
Sin embargo, las letras de su padre, fueron guardadas para no ser cantadas otra vez, el significado de ellas siempre le formaba un nudo en la garganta;
Mo guardaba aun así, esas letras con recelo.
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El día que el primer celo de Mo se presentó, a sus dieciséis años, no pudo evitar sentirse asustado.
La sensibilidad de su piel, y el agonizante deseo de algo que nadie le había explicado, le confundían.
Las habitaciones de esa casa hogar especializada en Omegas, estaba adecuada para esas situaciones, así que Mo simplemente fue llevado a una habitación anexada a su cuarto.
Durante esa semana, los Betas procuraban que comiera, e incluso Rong le visitaba preocupado por su condición.
Después de terminar su celo, y tras algunas pruebas médicas normales para Omegas después de su primer celo, se pudo medir la fertilidad del Omega; los resultados arrojaron que Mo tenía, un grado de fertilidad muy alto, por lo cual le sugerían el uso de supresores.
En el momento no le explicaron, lo que su increíblemente alta fertilidad indicaba, pero no fue necesario, poco después lo descubrió.
Sus hormonas eran más fuertes y notorias, algo que se evidenciaba en su aroma particularmente irresistible como atrayente a los Alfas producto de su gran fertilidad, incluso difícil de ocultar con los supresores.
Naturalmente, atraía de manera pasmosa a otros alfas, por lo cual, siendo consciente de las características de su cuerpo salía poco. Las salidas para los Omegas estaban permitidas, mientras regresarán a la hora impuesta.
Para Mo, el único lugar de interés, era la florería de su viejo amigo Young, quien actualmente cortejaba a Rong. Otro lugar que frecuentaba, era un parque cercano, donde iba a observar un pequeño estanque con patos, donde pasaba el día alimentándolos.
Y ese fue el lugar donde el adolescente de dieciséis años conoció a un hombre, quien parecía ser un empresario de alguna compañía cercana.
El hombre era joven, de buen porte y de cabellos rubios. El empresario solía frecuentar el parque al igual que Mo, quien detectó inmediatamente que se trataba de un Alfa.
El impresionable Omega, no pudo evitar verse cautivado por lo que parecía ser la epítome de un Alfa.
Sus pupilas se veían guiadas por la figura del hombre, que cada tarde se sentaba un poco alejado del estanque;
Mo nunca se dio cuenta que la afilada mirada del hombre también le seguía, quien inmediatamente noto el poco sutil aroma de rosas del Omega.
Atraído por el instinto y el irresistible aroma natural del Alfa, termino confundiendo una fijación con amor, en parte por su soledad, y por sus intentos desesperados de mantener el recuerdo de su padre, como se había dicho tantas veces.
No fue necesario un cortejo, la poca estabilidad y fuerza emocional de Mo, le hicieron un objetivo fácil para el hombre.
Y Mo creía que eso era amor
Oh, cuanta fe ciega tenía en ello.
Ingenuo como el Omega era, ignoraba el hecho de que muchos Alfas quisieran a los Omegas como una forma de concubinas, a veces teniendo varios, según qué tan distante o desinteresado fuera el Alfa; y muchos Alfas no tenían el interés de formar una familia formal con el Omega;
Les satisfacía el mero hecho de demostrar su capacidad como Alfa a través de numerosos hijos.
Mo tampoco sabía, que el Alfa con el que se enlazó a sus casi dieciocho años, tenía un matrimonio en puerta con una Beta, hija del dueño de un importante consorcio.
El Omega creía que cuando le compro un departamento, era para vivir con él y la intención de formar una familia;
Algo que no resultó así,
La realidad era otra.
Mo justificaba la ausencia de su Alfa, ya fuera diciéndose a sí mismo que su trabajo lo ocupaba demasiado, dejándole solo tiempo de visitarle en sus celos.
Él tenía fe en las promesas infundadas que él se hacía,
Él tenía fe en las palabras del Alfa que apenas lo veía;
Y cantaba por horas junto a un bello ventanal del departamento,
Como una avecilla que llama a alguien a la distancia, entonando una súplica que se perdía en el cielo para no ser escuchada.
Amor mío, ¿A dónde has ido?;
Quizá no me escuchas,
Quizá aún mi voz no te alcanza,
Pero sé que lo hará,
Confío en ello.
Por eso aun debo cantar.
El ruiseñor entonces canto, y canto;
Su cantar no era escuchado, aun así, entonó su dulce voz para alguien que no le quería escuchar.