Dorian dormía en un banco de parque, en la esquina de la acera. La luz empezó a molestarle, así que con pesadez abrió sus ojos. Miro hacia la calle y vio a alguien medio a medio del paso de peatones. Esa persona, lo miraba fijamente.
Enfoco bien su visión y, asombrado, reconoció a Sam.
-Sam…- susurro. Le picaban los ojos por las lágrimas que recién se empiezan a acumular.– ¿Eres tú?
-Dorian…- Sam le dio a Dorian una de esas sonrisas hermosas que lo ponían a comer de su mano. Dorian devolvió la sonrisa, emocionado.
-Mi amor…estas de vuelta…- Dorian se paró del banco, y se aproximaba hasta el castaño.
-Alejate. – dijo Sam cortante. – No te acerques más.
-Pero mi amor…¿Por qué me haces eso? Sabes que yo te amo…
-No. – lo interrumpió abruptamente – Tu no me amas como yo te amo. Ya no. – las lágrimas se deslizaban libremente por las mejillas del castaño
– desde que heredaste la empresa, me has dejado a un lado. Nos has dejado a todos a un lado. Sin embargo, yo me aferre a ti y nunca me aleje, ¡pero nunca me lo agradeciste, idiota!
-Pero mi amor, me hice una promesa y tú lo sabes…- dijo con voz lastimera.
-Te hiciste una promesa a ti, sin pensar en los demás. –sentencio Sam – ahora, me has perdido, tal vez no para siempre, pero quiero que sepas que a pesar de lo egoísta que has sido, te amo.
-No…- Dorian ya sabía lo que iba a pasar.
-Te amo. – una última sonrisa, antes de que un carro venga a toda velocidad y impacte a Sam.
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25 de Octubre 2016
-¡¡¡NO!!! – Dorian se incorporó de golpe, todo sudado a pesar del frio de la habitación, hiperventilando y con lágrimas corriendo por sus mejillas.
-Sam…- se froto los ojos y volteo a ver el despertador. Eran las 4:22 AM de la mañana. Dorian suspiro. Solo le quedaban 4 horas de sueño. Volvió a tumbarse en la cama, se arropo de pies a cabeza y cerro sus ojos para recuperar algo de sueño.
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El despertador sonó a las 8:00 AM de la mañana. Dorian revoloteo molesto en la cama hasta que perdió la paciencia y lo apago de un manotazo. Otro día mas de su monótona existencia.
Salió de su cuarto y bajo las escaleras hasta la cocina. Tomo un vaso de agua como todas las mañanas y fue a cepillarse los dientes y a arreglarse. La rutina diaria.
Una vez estuvo listo fue a su garaje, ahí se encontraba su auto, se montó en el y lo encendió para dirigirse a su trabajo.
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El joven empresario revisaba unos papeles y contratos en su oficina. Cuando iba a firmar algo, iba a tomar un bolígrafo de la canastita en su mesa, pero no había ninguno. -¿Y mis bolígrafos? – se pegunto Dorian extrañado.
Abrió una gaveta de su escritorio, y se topó con una foto de el y Sam en una playa. Dorian sonrió, recordaba ese momento. Habían ido con sus padres a la playa central para celebrar su graduación de la segundaria. Ahí Sam se le declaro y le pidió ser su novio. A partir de ahí, ellos fueron muy felices…
Dorian volvió a poner la foto donde estaba, se paró de su silla y camino hasta la ventana. Miro hacia un punto indefinido, como buscando algo entre todos los edificios que formaban la ciudad.
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Ya era tarde en la noche y no había mucho tráfico, en un lunes, las salidas de noche eran algo escasas en esta parte de la ciudad. Por eso, la noche era perfecta para alguien como Dorian, que clamaba paz y tranquilidad. El rubio corría de noche para despejarse, para soltar la tensión que acumulaba diario.
Después de correr un rato estaba sediento. Se dio cuenta de que había olvidado su botella de agua. Vio si había un supermercado cerca, y pronto localizo uno en la esquina de la calle.
Entro en el supermercado y tomo su botella de agua. Cuando fue a pagar, se encontró con un rostro algo familiar, pero no lo reconoció, sin embargo se quedó asombrado por la apariencia física del joven que estaba detrás del mostrador.
Tenía todas las características de un albino. Su cabello era de un rubio casi blanco, su piel era blanca como la leche, pero lo que si parecían cosa de otro mundo, eran sus ojos rosa fuerte que parecían tener luz propia, y se movían frenéticamente como si se tratara de ojos plásticos.
-…¿Señor? – pregunto bajito el peliblanco. Dorian salió de su trance - ¿Necesita ayuda?
-Eh…no, lo siento. – Dorian no le preguntaba las cosas así a la gente, pero de verdad tenia curiosidad – Disculpa mi imprudencia pero, ¿Por qué tus ojos se mueven tanto?
-Ah…con que eso estabas mirando. – El joven sonrió. – es nistagmo, se trata de un movimiento involuntario de los ojos.
-Ya veo…- Dorian también le iba a preguntar por el color anormal de sus ojos, pero decidió que eso sería meterse demasiado donde no le importa. Pago la botella de agua y cuando iba a salir del local el joven le hablo.
-Señor, - Dorian paro en seco para escuchar al albino – Si pudieras regresar al pasado, ¿qué es lo que más desearías hacer?
-…Bueno.- Esa pregunta tomo al rubio por sorpresa – Si pudiera volver al pasado, desearía cuidar y pasar el mayor tiempo posible con una persona que fue muy importante para mi…hay muchas cosas que me falto por hacer…junto a el. – Dorian sonrió tristemente – Y hablando de la muerte…- se volteo a ver al joven pero ya no estaba. El rubio se quedó mirando fijamente donde antes estaba el albino, azorado. - ¿A dónde se fue…?
Desconcertado y cuestionándose su cordura, salió del local.
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26 de Agosto 2016
La alarma sonó a las 8:00 AM. Otro dia, otra tortura. Como siempre, Dorian bajo a las escaleras, fue a la cocina y tomo un vaso de agua.
De repente, escucho el timbre. ‘’¿Quién será?’’ se preguntó. Camino hasta la puerta y vio por el hoyito de la puerta. Casi se cae para atrás de la impresión. ¡Era Sam! ¿Cómo es posible? No podía ser…
Sin creer sus ojos abrió la puerta y ahí estaba. – ¡Hola mi amor!- Sam, sonriente, con una bolsa de comida en una de sus manos. A Dorian se le caía la quijada. Sam ladea la cabeza confundido.
-¿…Pasa algo Dorian? – pregunta, tratando de mirar detrás del rubio para ver si le ocultaba algo.
-No, yo… ¡Pasa! Pasa…- lo invito a pasar apresuradamente. Sam pasó y fue a dejar la bolsa que traía a la cocina.
Dorian se acercó al calendario-reloj de su cocina, y vio la fecha. El rubio volvió a quedarse con la boca abierta.
26 de Agosto del 2016, 2 meses antes del fatal accidente.
Entonces Dorian comprendió. No fue ni un sueño, ni una alucinación; era otra oportunidad para pasar el resto de su vida con su amor, para vivir la vida al máximo, y no dejar que se olvide de cuanto lo ama.
En un impulso, Dorian corrió hacia Sam y lo apretujo en un abrazo. - ¡Dorian! – exclamo Sam sorprendido. Por haber sido sorprendido con la guardia baja dejo caer un frasco de mermelada de fresa. Todo el contenido del frasco estaba desparramado por el piso.
-¡Dorian, Mira lo que hiciste! – grito molesto el castaño. El rubio reacciono, y se despegó del más bajo al ver tremendo desastre que había en el piso.
-Oh, lo siento tanto amor…- dijo bajito. – pero solo quería que sepas que te amo. – le sonrió a Sam, y esa sonrisa hizo que todo su enojo se desvaneciera.
-Ya…yo también te amo, tonto. – soltó una risita – Bueno, limpiemos este desastre, para que podamos desayunar.
-¡Sí! – le dio un besito en la mejilla al más bajito, tomaron un balde de agua y unos trapeadores del almacén de la cocina y juntos limpiaron su desastre.
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