La manera en que se estaba sintiendo en este momento no podía compararse de ninguna forma a alguna otra sensación que hubiera experimentado nunca en su vida. El miedo y la incertidumbre se revolvían en su pecho, dificultando su respiración, provocándole un molesto zumbido en los oídos.
Y vaya que había vivido situaciones peligrosas a lo largo de su vida, principalmente en su juventud. Entre las que se contaban todas las veces que había tenido que huir de la policía, o de los peligrosos mafiosos con quienes había tenido que congeniar para sobrevivir. Entre sus peores y más traumáticas experiencias destacaba aquella ocasión en la que había tenido que mordisquear la cajuela de un automóvil para poder escapar, lográndolo apenas por poco. Y no se diga de los 30 largos y desesperados años en los que había gastado toda su voluntad, tiempo y esfuerzo en tratar de traer a su hermano de vuelta, metiéndose en cosas que aún ahora no entendía del todo. Todas ellas sí que habían sido experiencias que lo habían llevado al tope de las emociones humanas.
Sin embargo nada podría haberlo preparado para aquel horror.
El pueblo que lo había acogido por más de 30 años había sido destruido casi en un parpadeo, en un chasquido de dedos en realidad. Un simple gesto de aquel desquiciado y sádico ser. Los gritos de horror y sufrimiento de los pueblerinos aún eran audibles incluso con la música a alto volumen que llenaba aquel lugar impregnado de locura en donde aquellos mostros de pesadilla (cada uno más horroroso que el anterior) celebraban el triunfo de su jefe.
Aquella entidad de color amarillo y forma triangular se encontraba relajado en su trono de agonía humana, que hacía que Stan se sintiera enfermo tan solo de mirar, disfrutando de toda la locura que había logrado regar por todo el pueblo, y no era más que el comienzo, pues de acuerdo a sus planes pronto toda esa patética galaxia estaría completamente bajo su poder.
-¿Disfrutas de la fiesta Stanley? - Preguntó con voz cantarina al humano que mantenía sentado a su lado.
Stan solo podía observar con los ojos desmesurados a su alrededor, temblando ligeramente. Bill frunció el ceño al no recibir respuesta, más aún al verse ignorado por el otro.
-¡Te hice una pregunta! - Su voz repentinamente se vuelve gruesa y oscura al pronunciar la última palabra. Jala con fuerza la cadena azul brillante atada alrededor del cuello de Stan, obligándolo a poner su atención en él.
Stanley finalmente lo mira, sus ojos llenos de miedo y su cuerpo tembloroso. Bill parece complacido ante la reacción, su único ojo pareciera sonreír al acercarse a Stan.
-Tranquilo, tienes toda la eternidad para aprender a disfrutarlo- dice con tono jovial y suelta una risita cínica mientras acaricia lentamente el cabello gris, tan suave, de su víctima, logrando otro estremecimiento. Stanley cierra sus ojos en un vano intento de escapar aunque sea por un segundo de aquella bizarra realidad que se había apoderado de todo Gravity Falls. ¿Es que no había salvación posible?
(...)