— No quería bañarme de nuevo hoy.— Dijo Viktor en tono de berrinche
— No me voy a disculpar.
Yuuri enjabonó la espalda de Viktor y pudo ver las marcas rojas en su cuerpo, de alguna manera se sentía apenado ahora que había pasado todo.
— ¿Te duele, Vitya?
— Yuuri, no. Ahora no.
— Pero, Vit...-
— No- me-llames-Vitya. No ahora. Yuuri, ya te lo dije. Descubrí que me excita que me llames así. Estoy muerto y si sigues no voy a poder controlarme.
Yuuri hubiera querido molestarlo y seguir tratando de provocarlo, pero honestamente él tampoco iba a poder continuar, si Viktor perdía el control de sí mismo, él también. Así que solo por esa noche decidió dejarlo.
Se fueron a dormir y Yuuri se aferró al torso de Viktor. Estaba a punto de quedarse dormido cuando abrió los ojos y elevó la mirada, contemplando a su pareja.
— Oye... Viktor...
Silecio.
— ¡Viktor!
— ¿Hhm?
— Estaba pensando... ¿Makkachin puede oler cuando te pones caliente?
— ...¿Qué?
— Digo que estaba pensando... antes de que apagaras la luz... Makkachin se fue... ¿Sabía que estabas caliente?
Viktor espetó un bufido.
— Yuuri, duérmete.
Al día siguiente en la práctica, Yuuri estaba perfectamente descansado y con la energía suficiente para asesinar el hielo en dos formas. Viktor se ataba los cordones de sus patines en la banca, así que el muchacho se acercó con sigilo por su espalda y la acarició suave y lentamente mientras susurraba a su oído.
— ¿Listo para empezar a calentar... Vitya?
Un furioso sonrojo invadió el rostro del ruso y su primera reacción fue levantarse rápidamente encarando a Yuuri.
— ¡ESO ES TRAMPA, KATSUKI!
— Ah, Viktor... me acabas de dar una de las armas más valiosas que podría tener en mi poder. Tú siempre te sales con la tuya, provocándome en público y al final del día eres tú quien domina ¿no? Nunca creí que llegaría este momento.
Yuuri se adelantó a la pista mirando a Viktor seductoramente, dejándolo estupefacto y visiblemente frustrado.
— Entrenador Yakov, buenos días. Quería darle las gracias.
Yakov lo saludó de mala gana.
— ¿Gracias por qué? Es una pista libre, no tenía otra opción.
— Oh, no lo decía por la pista- y sin más, patinó al centro.— ¡APRESÚRATE, VITYA!
Viktor sabía que no iba a existir manera de detener a Yuuri ahora que sabía del poder que tenía sobre él, y que había sido culpa suya por hacérselo saber.
— ¡Aquí no, Yuuri!
· *Bonus, despertando*
Yuuri despertó primero, y tenía muchas ganas de sexo por la mañana. Su erección estaba volviéndose dolorosa y masturbarse no era opción si tenía a Viktor Nikiforov al lado. Lo sacudió suavemente por el hombro.
— Viktor...
Nada.
— Viktor, despierta. ¡Oye, Viktor!
Y lo único que hizo fue cubrirse la cara con la mano dejando caer sus cabellos plateados sobre ella, y cubrirse con la manta hasta la cabeza.
Lo siguiente que intentó fue estrujar una de sus nalgas con fuerza, clavando las uñas en el proceso.
— Oye, Viktor...
Aún sin conseguir nada, decidió acariciar el bulto creciente en los boxers de Nikiforov.
— Viktor, por favor...
No conseguía respuesta aún.
De repente y como si un coro de ángeles iluminara la habitación con su canto y su luz dorada, Yuuri tuvo una epifanía, su descuido producto de haber recién despertado.
"Ah, claro..."
Se acercó al oído de su amante y pasó la punta de su lengua por su lóbulo.
— Vitya... Quiero...- susurró en algo parecido a un gemido.
Al igual que si le hubieran inyectado adrenalina en grandes cantidades, Viktor se levantó y se giró para quedar de frente a Yuuri, y lo besó con furia, sus ojos brillando no como alguien que se acaba de despertar.
— Maldición, Yuuri. Tú y tu maldita costumbre de encenderme con eso. No voy a pedirte que pares pero por favor contrólate un poco, contrólame un poco.
— Ah, pero... Vitya... te necesito dentro.
Viktor echó fuera de la cama las cobijas y procedió a devorar a Yuuri, pidiéndole que no dejara de repetir su sobrenombre.
A decir verdad no le molestaba en absoluto la nueva forma de ser provocado.