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Faraón por Ckonny Nickole

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Notas del capitulo:

Hola! yo dije que volvería el Viernes y pues aquí estoy :'v tengo ese problema con subir las continuaciones el mismo día que subí el fanfic y ni siquiera me doy cuenta de ello.

Agradezco a todas las personas que se dieron el tiempo de leer el Capitulo 1 y dejar su comentario, me hizo muy feliz.

Ahora aclaro que el fic no tendrá muchos capítulos, siempre 5 o 6 es mi limite porque no sé, siempre escribo One Shot y esas cosas porque suelo perder el hilo de las historias.

Esperando que este capitulo les guste, les agradezco por leer otra vez!

Faraón.

Capítulo 2.

Se sabe que juzgar a un hombre por su apariencia nunca había sido el reflejo exacto de lo que esa persona era en realidad.

Nunca había pensado en ello y muchos menos le había importado ponerlo en práctica hasta que conoció a aquel esclavo que ahora bajo las agua que un par de jarras de oro dejaban caer sobre él mostraba su verdadero encanto y atractivo al verse libre de toda suciedad a la que había sido obligado portar durante mucho tiempo.

Ni siquiera reparó en el hecho de que mantenía la mirada demasiado fija en Naruto mientras este se echaba y echaba agua de estas jarras como si fuera la primera vez que conociera la transparente sustancia.

Naruto cuando creyó que estaba lo bastante limpio y digno se levantó de esa bañera al aire libre en la que su Faraón a sus espaldas le había ordenado asearse. Buscó las prendas que habían dejado listas para él tomándose su tiempo para deleitarse con los detalles de estas.

— ¡Wow! ¡¿En serio es para mí ‘ttebayo?! —Cuestionó emocionado, volteándose hacia el de ojos negros que tranquilamente lo observaba inquisidor, como si quisiera decirle algo. Notó de inmediato que aquellos ojos comenzaban a pasearse por su cuerpo desnudo sin disimulo— ¡Hey, no me veas así! —Gritó cohibido apresurándose a ponerse sus prendas.

El Faraón pestañeó sin inmutarse.

—No tienes la musculatura suficiente para ser digno de llamarse mi protector —Dijo levantándose de su cómoda silla bañada de oro y se acercó al rubio— Desde mañana entrenarás con los guerreros.

Naruto iba a rechistar y quejarse de que quería tener un día libre siquiera para recomponerse de la golpiza que su anterior amo le había dado la noche anterior, pero su estómago hambriento fue el que respondió quejándose a su Faraón.

La situación le pareció chistosa al rubio que no demoró en disculparse avergonzado pero el Faraón chasqueó la lengua como si hubiese cometido una falta grave.

— ¡Enserio lo siento!

—Tú te estás pasando conmigo, extranjero —Advirtió en medio de un profundo suspiro de cansancio— No llevo ni más de dos horas contigo y no has parado de ser insolente ante mí. Debería castigarte.

— ¡Que bastardo!

Le causó regocijo ver a Naruto  intimidarse y encogerse como esperando recibir un golpe a pesar de que no había hecho amago de mover un musculo. Además, ¿Qué era eso de “bastardo”?

Rechinó los dientes y sí le soltó un golpe en la cabeza.

—No estás a mi altura para llamarme así, idiota —Respondió resentido viéndolo como se sobaba el golpe.

Naruto contra todo pronóstico rió— Lo siento, ¡Deberás! Es que… —Bajó un poco la voz y su mirada se volvió más suave— Si bien antes creí que eras una divinidad, aun me cuesta trabajo hacerme a la idea de que el chico que me acompañó ayer es el mismísimo Faraón y mi salvador…

¿Qué era eso? ¿Por qué sus mejillas se tornan calientes por unas simples palabras sentimentales? No, estaba seguro que no eran solo las palabras sino que esa mirada cálida y la sonrisa sincera que las acompañaban.

—Ya muévete, ¿Quieres almorzar verdad? —Cuestionó cambiando el tema y le dio la espalda. Naruto admiró la bella figura de esos hombros anchos de proporción perfecta y armónica con el cuerpo entero de aquél monarca— Me acompañarás solo por hoy, por ser el nuevo.

—Yo creo que es porque quieres estar conmigo ‘ttebayo.

El Faraón tranquilamente se volteó para darle un golpe en los bajos y dejarlo lagrimeando en el suelo miserablemente.

—Te advertí que te estabas pasando. Ahora, andando.

El Faraón jamás admitiría abiertamente que Naruto tenía razón.

Mientras escuchaba al rubio quejarse a sus espaldas sabiendo que este se demoraría en levantarse a causa del dolor en sus partes bajas aprovechó para preguntar si el festín que había ordenado estaba listo y dispuesto en el lugar predestinado para consumir. No se conformó con que le aseguraran de que todo está dispuesto a su gusto hasta que lo vió con sus propios ojos, examinando cada platillo que destilaban olores deliciosos convirtiéndolos en un deleite para todos los sentidos humanos.

Orgulloso por la eficiencia de su personal ordenó que el resto del día de los encargados de cocina hasta la hora de la cena y se dispuso a esperar a Naruto que llegó luciendo todo enojado e indignado.

—Hey, sí que eres cruel maldi… —La boca del rubio se abrió más a causa de la sorpresa de ver los alimentos sobre la mesa elegante en el balcón delantero del palacio que dejaba ver apreciar la ciudad entera- ción… ¿Esto es real? ¿Estoy soñando o morí realmente? —Naruto se acercó a los platillos babeando casi como un perro.

—No es mi propósito dejarte morir. Adelante come —Ordenó el Faraón notando con gracia como Naruto comenzaba a comer de pie, sin usar las sillas elegantes de la mesa y degustaba con ojos llorosos la comida apetitosa.

Por su parte, él se detuvo frente al límite del balcón para admirar la soleada ciudad. Hacia tanto que no admiraba aquel lugar al que estaba destinado a dirigir por el resto de la vida que Osiris le dejara tener. Frunció el ceño.

Naruto quien se entretenía comiendo, notó la falta de comunicación y sobre todo que el otro no estaba acompañándolo a comer por lo que se acercó hasta posarse a su lado y le extendió una presa de pollo que se dignó a poner un pañuelo en el hueso de este para que el otro lo tomara.

—Come conmigo ‘ttebayo —Pidió sonriente, distrayendo al de ojos negros de sus más oscuros pensamientos.

El Faraón lo observó como si estuviera loco, pero Naruto estaba poco dispuesto a dejar que se quedara ahí sin probar nada. No era un malagradecido como para no compartir.

—Es para ti —Aclaró el Faraón para que bajara esa presa de pollo de una vez.

—Y yo te lo estoy dando a ti ¡Anda! ¡Está rico ‘ttebayo! —Insistió el rubio por su parte acercando cada vez más la presa a su bonito rostro de porcelana.

El Faraón frunció más el ceño y solo para que lo dejara de molestar lo cogió con cuidado de la servilleta. La sonrisa luminosa de Naruto no se hizo esperar causándole una sensación incomoda.

—Es una ciudad muy bonita ‘ttebayo —Dijo Naruto mordiendo su propia presa mientras admiraba la ciudad— Mi mamá siempre quiso venir a vivir aquí pero no pudo. Nunca entendí cuál era su fascinación con esta tierra y ahora que lo puedo ver con mis propios ojos creo que entiendo un poco el porqué.

—Si lo entiendes debes proteger estas tierras desde hoy —Soltó el Faraón por inercia. Como si ese discurso lo hubiese dicho en varias ocasiones anteriores.

Naruto siguió masticando ruidosamente mientras observaba la ciudad.

—Realmente, creo que en realidad no lo entiendo —Comentó y el Faraón no pudo evitar pensar que estaba hablando con un idiota que le tomaba el pelo hasta que este añadió— Prefiero no entenderlo si así solo debo encargarme de protegerte.

Sus ojos negros se abrieron sorprendidos.

—Protegiéndome proteges al pueblo. Yo soy el Faraón, soberano de este reino.

—Aun si no lo fueras me gustaría simplemente protegerte a ti. El pueblo no me importa mucho ‘ttebayo.

Sin querer, el Faraón dejó caer la presa que traía en sus manos ante aquella revelación. Naruto se apresuró a recogerla y limpiarla estúpidamente mientras le decía algo que él no entendía.

“El pueblo no me importa mucho” había dicho aquel.

Era lo mismo que él pensaba todos los días de su joven vida.

.

.

.

Su nueva vida en el palacio la sentía como el premio de su larga travesía por el desierto. Su tierra prometida después de las penurias.

Sin duda, todo el sufrimiento que hubiese tenido que pasar durante sus veintitrés años era por fin recompensado.

Se puso a pensar en esto durante todo el tercer día que cumplió en el palacio del Faraón. Precisamente cuando Naruto notó como sus heridas por fin comenzaban a cicatrizar en su piel y ninguna otra nueva aparecía. En ese entonces la felicidad era tanta que entrenó con muchas más ganas con los guerreros de Egipto, fieles servidores a su Faraón Sasuke (cuyo nombre supo gracias a uno de los guerreros) y cuando por fin llegó la noche, lloró en su cómoda cama agradecido de Ra por tanto. En ese agradecimiento, su Faraón era nombrado como su salvador y algo mucho más.

Su Faraón había pasado a ser una persona demasiado importante en su vida. Compartían un tiempo juntos durante el día que agradecía de sobremanera porque para Naruto era importante conversar con el de ojos negros, la sentía casi una necesidad diaria. Quizás se debía a que estaba eternamente agradecido y por eso le invadía una ansiedad enorme cuando no podía encontrarlo durante el día o no sabía cómo se encontraba exactamente. Sin importar la razón que fuese, era importante para él estar con este.

Y porque era importante, se había tomado como meta permanente protegerlo de todo. Para ello entrenaba lo máximo posible, entreteniéndose en ellos pues nunca imaginó lo bueno que podría ser con algunas armas ya que al principio solo conocía las artes de las luchas cuerpo a cuerpo.

Nunca le había llamado la atención los escudos y las espadas o lanzas hasta que Sasuke un día, lo llevó a la bóveda del palacio enseñándole el uniforme que le aguardaba hasta que su formación estuviese lista.

—Este uniforme significa que eres un soldado y debes ser honrado como tal—Había dicho su Faraón tomando con sus perfectas y blancas manos la espada de empuñadura de oro mostrándosela, pero sin dejar que la tocara— Pero si portas esta espada, serás diferenciador entre los guerreros.

No lo había entendido al principio, por lo que cuestionó— ¿Diferenciador? ¿Significa que seré diferente a los demás o algo así ‘ttebayo?

La sonrisa de satisfacción de Sasuke, tan elegante, como si estuviera satisfecho con su ignorancia le respondió.

—Esta espada te convierte en mi protector —Los ojos negros se afilaron hacia su persona— Cuando estés listo, tendrás el honor de ser el primer soldado entre los otros. El único que puede venir hacia mí cuando guste y comandar bajo mi tutela las tropas en el campo de batalla. Tú Naruto.

Sasuke se acercó a él tan cerca que pudo apreciar un cierto nerviosismo en las reacciones de su esbelto cuerpo cubierto por la seda costosa.

—Serás el que lleve a la gloria a mi reino y me mantendrás con vida lo que reste de la tuya.

Esas palabras habían sido el amor éxtasis que había sentido nunca.

Si su Faraón era el mismísimo diablo no le importaba pecar cumpliendo sus deseos. Ra lo había reencarnado y puesto a disposición de aquel maravilloso Dios soberano de su mundo.

Naruto estaba dispuesto a cumplir con el destino que su Dios le encomendara gustoso.

Pasaron los meses y sintió que realmente estaba listo para su posición deseada. Su corazón y cuerpo sentían que había llegado el momento, así que aguardando a la noche y luciendo presentable fue hacia su encuentro con el Faraón a quien le había mandado a avisar que quería platicar un breve momento antes de irse a dormir.

Agradecía que Sasuke siempre estuviera dispuesto a verlo a la hora que quisiese, aunque le hubiese gustado que este se apareciera durante los entrenamientos y así poder exhibir su nueva fuerza hacia este.

Ahora que lo pensaba, nunca había visto a su Faraón salir de las frías paredes de su palacio de arena fortificada durante el día.

— ¡Hey! —Lo llamó al encontrarlo recargado cómodamente en los pilares de su balcón admirando la vista nocturna de la ciudad. Sasuke ni siquiera se volteó a verlo— ¡No te he visto en todo el día, ya creí que habrías ascendido a los cielos en donde te aguarda Ra y los Dioses familiares tuyos! —Bromeó posando confianzudamente una mano en el hombro del monarca que se volteó a verlo sin expresión.

—No me gusta salir de día —Respondió a la broma soltando un suspiro— ¿Querías hablar conmigo de algo importante? Porque estoy agotado.

— ¿El corazón de mi Faraón está agobiado o solo es cansancio lo que te cubre, Sasuke? —Preguntó usando ese tono y buenos modales que el de ojos negros había insinuado que usaba cuando quería obtener algo de él o hacerse el lindo.

Naruto pensaba más bien que hablándole así sonaba más ¿Romántico?

—No me molestes, idiota.

—No lo hago, bastardo —Refunfuñó atreviéndosele a posar ahora su mano en la espalda y frotarla reconfortándolo. Sasuke lo agradeció en silencio pero solo pudo evitar hacer una mueca incomoda por la falta de costumbre a esas muestras de cariño— ¿Quieres contarme qué es lo que sucede? Así podrías sentirte un poco mejor…

— ¿Acaso yo no he insinuado que el cansancio me sigue y que hables rápido por ello? —Le cortó Sasuke— Habla.

Naruto volvió a refunfuñar molesto y solo lo dejó pasar. Sabía que podía irle realmente mal si se metía demasiado en los asuntos del Faraón pero no podía evitar preocuparse por él.

—Quería decirte que estoy listo, Sasuke —Anunció presumiendo los músculos de un brazo— ¡Estoy listo para convertirme en tu guerrero!

El Faraón lo observó unos momentos, analizando sus palabras y su cuerpo, cuyo torso desnudo dejaba ver los músculos ejercitados de un hombre de combate cuyas líneas se extienden hasta la zona de la pelvis oculta bajo la tela de la ropa. Naruto siempre bromeaba con que era un Dios, pero el propio Sasuke era el que realmente creía que su compañero era uno.

—Bien, entonces andando.

Sasuke tenía toda la intensión de ir a la bóveda y rendir los honores a Upuaut para que proteja en la guerra al nuevo guerrero elegido pero Naruto lo tomó del brazo girándolo sorpresivamente.

— ¡No! —Negó— Quiero que me veas combatir antes, Sasuke. Quiero que veas lo fuerte que me he hecho para ti ‘ttebayo.

Las palabras del rubio lo aturdieron pero eso no evito que se soltara del agarre de este con la misma violencia con que lo habían agarrado.

— ¿Qué estás diciendo?

—Que quiero demostrarte que realmente soy digno de ser tu protector —Afirmó seguro de sí mismo y se puso de rodillas implorándole— Mi Faraón, permíteme demostrar que soy digno de tu compañía y de tus ojos. De tu tiempo importante y tus palabras elegantes. Yo Naruto Uzumaki, te lo imploro.

— ¿Por qué sigues tratándome como a un maldito Dios? —Inquirió el Faraón avergonzado con todo esto. Es cierto que todo el pueblo le brinda homenaje y esas cosas, pero nadie con tanta exageración e idolatracion como el rubio— ¿Qué es lo que quieres exactamente?

Naruto se levantó dispuesto a dejar salir de sus labios una propuesta peligrosa, pero no por eso, menos emocionante— Quiero pelear con los mejores guerreros de Egipto y tú me observes vencer.

La propuesta no solo resultó ser emocionante para el propio Naruto, sino que para el Faraón. Sasuke pudo imaginar rápidamente como sería admirar al guerrero en combate, a poner en prueba sus palabras y ver con sus ojos el fruto del esfuerzo que este había dedicado en su nombre.

—Bien, Naruto —Otorgó el Faraón luego de pensársela— Tendrás tu combate.

Sasuke se volteó tan elegante como siempre, dispuesto a salir de aquel lugar para descansar dejando a Naruto observándolo como ido, admirando su figura como siempre no podía evitar hacer a sus espaldas.

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.

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Seguir los deseos que no fueran de él mismo era algo bastante excitante. La sensación de querer hacer algo bien para alguien buscando su reconocimiento no era algo que en su joven vida había experimentado antes pues, era el Faraón.

Todos sus caprichos siempre habían sido cumplidos por otras personas y ahora era él quien debía cumplir un capricho de alguien ajeno.

La gente se amontonó con rapidez a la media noche siguiente luego del anuncio en la mañana de la batalla entre guerreros en su majestuoso jardín delantero rodeado de enormes estatuas de piedra, obra de sus antecesores. Él como evitaba mostrarse mucho en público, se dedicó a esperar el espectáculo desde lo alto de su palacio, en el balcón que tantas veces había servido de encuentro con el rubio en donde se podía apreciar perfectamente todo a su alrededor.

Los gritos de júbilo de sus pobladores hacían eco en el lugar, prácticamente toda la ciudad acudió al encuentro nocturno. Mordió su labio inferior deseoso de ver aparecer al rubio de una vez.

Sasuke no había querido encontrarse con Naruto antes de la batalla  a pesar que este lo buscó durante todo el día. No quería levantar sospechas de que tenía un favorito en cuanto a los soldados y así poder evitar cualquier revuelta en su escuadrón.

Haría cualquier cosa para evitar una revuelta en su contra que incluso su felicidad podría sacrificarla.

El músico del pueblo tocó el enorme tambor anunciando la introducción de la batalla y la presentación de los combatientes. Sasuke admiró a Kakashi, el sujeto que nació en la ciudad siendo el hijo de un predicador del cielo. El rango más alto por años lo había tenido Kakashi como el mejor guerrero y si a este no le había ofrecido el puesto al que Naruto tan fácilmente pensaba dárselo era porque no le emocionaba la idea de pasar tiempo con ese sujeto.

El tambor volvió a sonar y esta vez sus ojos negros como la noche pudieron apreciar la figura de Naruto, el desconocido ex esclavo rebelde del comerciante a quien había mantenido semioculto en su palacio hasta entonces.

La exclamación de los espectadores fue casi la misma que la suya al verlo.

El rubio, tan imponente con su presencia musculosa y varonil, venia vestido con su traje de entrenamiento listo para la batalla. La cabeza en alto y el pecho al descubierto dándole ese aspecto de escultura griega perfecta. 

Esos ojos azules se alzaron buscándolo en su escondite dentro del palacio. Sasuke sintió que se le estremecía el cuerpo cuando sus miradas se encontraron y casi derretir cuando Naruto sonrió llevándose una mano a su pecho para luego alzar el brazo en señal antigua de que esta batalla se la dedicaba a él.  

No necesitaba hablar, solo era él y el espectáculo delante suyo. Naruto contra Kakashi.

El tambor sonó tres veces dando comienzo el encuentro y casi sintió la necesidad de levantarse de su asiento cuando ambos guerreros corrieron hacia el otro enfrentándose con sus armas en busca de su deleite.

— ¡Voy a acabar contigo ‘ttebayo! —Gritó Naruto en medio del ataque de Kakashi que lo había botado al suelo de un movimiento rápido e intentaba golpearle el rostro con sus puños.

—Eres un mocoso avaricioso.

Los gritos de los aldeanos se hacían más fuertes y animados conforme avanzaba la pelea que cada segundo se volvía más peligrosa. Sasuke respingó asustado cuando Naruto volvió a caer al suelo y ahora sí Kakashi logró golpearle el rostro con sus fuertes puños lastimándolo antes de sacar su espada amenazante.

Sintió la imperiosa necesidad de pedir que pararan el duelo para evitar más dolor al rubio, y a él mismo cuyo espectáculo no era de su agrado por la aflicción que le acogía.

— ¡E-esta es mi victoria, yo seré quien lo proteja! —Naruto detuvo el ataque de la espalda con sus manos, deteniéndola antes de que el filo le cortara la cara. Sus manos sangraron y el dolor de la cortadura que se estaba haciendo con esta comenzó a volverse intolerable.

Pensó que no ganaría y que era un estúpido por insistir en pedir esa batalla hasta que volteó a ver a su Faraón viéndolo preocupado desde lo lejos.

“No pongas esa expresión, Sasuke”

— ¡AGH! —Se levantó de improviso, soltándole un golpe en el estómago al guerrero quitándoselo de encima y fue ahora él quien acercó amenazante la espada.

No contó con que el hombre más experimentado, agarrándolo por la cadera con sus piernas lo apretara de forma que pareciese como si quisiera partirlo en dos.

Mierda. Gritó adolorido y le soltó un golpe en el rostro para aturdirlo y así escapar de su agarre.

Kakashi no tardó en incorporarse. Naruto ahora entendía porqué Kakashi era el mejor guerrero del reino. En cuestión de minutos le había demostrado que tenía la fuerza, y la agilidad para derrotar a cualquiera. Sudó frio al ver al mayor mover la espada que había dejado caer al levantarse.

—Mierda —Se quejó observando sus manos ensangrentadas por la cortadura de esa misma espada que su adversario tenía devuelta en su poder. Sus dedos se movían solos a causa del dolor, pero él no podía darse por vencido. Apretó los dientes buscando con la mirada su propia espada sin encontrarla.

No esperó que Kakashi se lanzara hacia él corriendo y solo atinó a ponerse en guardia. Tendría que defenderse con sus manos. Se inclinó cuando el filo de la espada le rozó el cuello y aprovechó para soltarle un puñetazo en el estómago a su adversario. Kakashi se quejó pero sabiendo que tenía la ventana por el arma instintivamente comenzó a moverla de un lado a otro intentando cortar con ella al rubio que no paraba de moverse.

Naruto siempre había sido malísimo pensando en estrategias, por lo que simplemente se limitaba a atacar con sus manos ganándose más cortes pero valió la pena cuando pudo sostener el filo de la espalda lanzándola lejos.

— ¡TOMA ESTO! —Gritó comenzando la guerra de puñetazos en donde ninguno de los dos quería ceder a dar la victoria al otro.

El ojo le dolía por el golpe que acababa de recibir pero aunque quedara ciego, y sus manos dejaran de reaccionar por el dolor de sus cortaduras no se detendría. No sabiendo que Sasuke lo estaba viendo.

Sasuke…

—¡AAAAAGH! —Un fuerte golpe en el estómago casi le quita el aire, pero como si algo dentro de él brotara le soltó un golpe en la quijada con su mano derecha logrando desestabilizar a Kakashi y sin ser consciente realmente se lanzó sobre él para golpearlo con toda la fuerza que tenía— ¡YO GANARÉ ‘TTEBAYO! ¡POR EL! Kuh…—Escupió sangre hacia un lado y tosió por el esfuerzo cuando el otro dejó de moverse.

El cuerpo debajo suyo tuvo una reacción espontánea y él instintivamente alzó el brazo haciendo puño la mano para volver a golpearlo pero Kakashi alzó ambas manos antes de que hiciera cualquier movimiento a continuación.

—Me rindo —Dijo el mayor a duras penas— Lo admito, me sorprendiste.

La expresión del rubio pasó de una incredibilidad hasta la felicidad máxima. Era como si se hubiese perdido en un abismo de rabia y luego lo trajeran de vuelta a una calma infinita, casi como la historia de su vida. A gritos sin poder creerlo corrió alrededor de la gente festejándose a él mismo pues todos habían quedado mudos ante la repentina recomposición de Naruto quien iba perdiendo la batalla.

— ¡GANÉ! ¡GANÉ ‘TTEBAYO! —Gritaba emocionado, tanto que la gente rápidamente se contagió de su emoción y comenzó a gritar con él anunciando una fiesta en su nombre para esa noche.

Sasuke, sintiendo que el aire le regresaba al cuerpo se dejó caer en su silla de oro y sobó sus sienes tranquilizándose.

—Mierda, es un idiota —Se quejó para sí mismo y observó a Naruto abrazar a toda la gente que lo felicitaba animado.

Naruto sintiendo que lo observaban a lo lejos volteó hacia el balcón y le sonrió alzando el pulgar victorioso.

El Faraón sintió como sus mejillas se calentaban y enojado frunció el ceño.

Los preparativos de la fiesta comenzaron de inmediato y las personas no tardaron en traer lo mejor de sus casas para celebrar la victoria del rubio. Una hora después, todo Egipto celebraba la llegada de un nuevo guerrero solo que este se había escapado de la fiesta hace unos minutos pues le urgía ir al encuentro de la única persona a quien le interesaba que lo felicitara. 

Naruto no quería ser desconsiderado, pero no podía evitar ir en busca de su Faraón al notar su ausencia en lo poco que llevaba la fiesta, aunque a ninguno de los pobladores le pareció extraño que no estuviera ahí. Subió por el palacio buscándolo y lo encontró en la bóveda prendiendo unas velas de buen olor alrededor de un pequeño santuario.

—Sasuke —Lo llamó entrando— ¿No vas a festejar?

El nombrado no se volteó a verlo y simplemente siguiendo con su labor respondió— ¿Debería festejar que casi mueres en un combate no obligado impuesto por tu propio ego?

—Sí.

Ahora sí, el Faraón se volteó a verlo sorprendido por su respuesta.

— ¿Es que te gusta jugar con tu vida acaso? —Cuestionó el de cabello oscuro yendo hacia él para tomar sus manos analizando la cortadura cuya cicatriz se había formado rápido.

—No es como si nunca hubiese estado en peligro por mi propia culpa la verdad —Respondió Naruto con una suave sonrisa, orgulloso de su acto reciente— Si hubiese muerto hoy lo habría hecho feliz, pues moriría intentando algo que realmente quería hacer.

— ¿Y qué sería eso exactamente?

—Demostrar lo que puedo hacer por ti ‘ttebayo.

El Faraón no soltó las manos del rubio y aunque su rostro se mostraba inexpresivo el calor dentro de él se extendió rápidamente causándole una incómoda sensación desconocida. 

—Lo vi —Reconoció el Faraón— Fue una estupidez, Naruto. Pero lo vi.

—A que soy un buen combatiente —Le picó el rubio, ahora él aprovechando que Sasuke no le soltaba las manos heridas para tomar esas pálidas manos con las suyas frotándolas con cariño inexplicable.

Sasuke apartó sus manos suavemente, sin replicar.

—Eres un pésimo estratega —Respondió soltándole un pequeño golpe en uno de los tantos moretones que el rubio tenía en el rostro— Se supone que deberías obtener la victoria de forma digna, no luciendo todo demacrado y perdedor.

—Mejoraré ‘ttebayo. Lo prometo.

El Faraón supo, por la determinación en esas palabras que Naruto lo haría sin duda.

Suspiró yendo hacia el traje de guerrero que antes había mostrado al rubio entregándoselo.

—Las ofrendas al Dios de la guerra ya han sido hechas al igual que mis peticiones para ti —Avisó— Naruto Uzumaki, como Hijo de Ra, espero que aceptes el premio que te concierne y aceptes gustoso el honor de ser el general de mis tropas y el guardián de mi vida —Recitó las palabras casi de memoria, como si las hubiese ensayado desde siempre aunque era la primera vez que las pensaba.

Naruto sonrió emocionado, entrecerrando los ojos risueño y se dispuso a ponerse las prendas frente a sus ojos sin ningún pudor por parte de ambos.

Sasuke no pudo evitar pensar en lo bien que le quedaba el traje al rubio. Como si este hubiese nacido para portarlo.

—Siento como si hubiese esperado este momento toda mi vida —Naruto rió con nerviosismo mientras sujetaba la espada y se la acomodaba entre las prendas— No creo haber tenido un honor como tal antes. Poner mi vida por ti, mi faraón. —Se inclinó como siempre lo hacía hacia este— Por ti, Sasuke.

—Que dejes de hacer eso —Se quejó Sasuke por su exageración y lo obligó a levantarse.

—Jeje, ¿Enserio no vas a celebrar ‘ttebayo? —Cuestionó Naruto intentando animarlo para ir con toda la gente a festejar rascando su propia mejilla con el dedo índice. Su felicidad no estaría completa si Sasuke no estaba ahí, pero se arrepintió de haberlo sugerido al ver la expresión casi tortuosa que una fracción de segundo pasó por esa hermosa cara— ¿Qué pasa?

—Nada, ve a festejar.

Naruto supo que Sasuke le estaba ocultando algo y presentía que ese algo tenía que ver con los aldeanos pero no cuestionó al respecto.

—Pero…

Iba a insistir, de verdad que sí. Pero los aldeanos empezaron a corear su nombre llamándolo para que hiciese acto de presencia y se uniera a la fiesta dedicada en su honor interrumpiéndole.

—Ve, Naruto —Fue Sasuke quien le insistió mientras apagaba las velas, dándole la espalda.

Naruto esperó que este se volteara y sujetándole una mano besó el dorso de esta ante la sorpresa del otro.

—Estaré afuera si me necesitas, Sasuke.

Y salió de allí.

Sasuke se quedó con la mano en el aire. A los mismos centímetros en que Naruto la había tomado antes de besarla. El cuerpo tenso mientras escuchaba los pasos de gente en el palacio impidió que se moviera y su respiración se cortó como si temiese que alguien lo encontrara.

Cuando los pasos desaparecieron. Se apresuró a encerrarse en su habitación en medio del bullicio de la ciudad festejando a Naruto.

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.

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Continuará…  

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado, nos vemos el próximo Viernes como a esta misma hora porqué no.

De nuevo gracias por leer y dejar su comentario el cual responderé ahora mismo! <3


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