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Faraón por Ckonny Nickole

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s! Es Viernes de actualización.
Les haré un spoiler de este capitulo: Porno.
Agradesco a toda la gente que le da su apoyo a este fanfic <3 me alegra mucho dado a que hace uuuh que no escribo un fanfic "largo" :'v no escribo fanfic largos de capitulos igual de largos por motivos de *pasédemasiadotiempoescribiendounficquenadieleíaynoloterminéporesohaceaños* EN FIN, esperando que este capitulo sea de su agrado los dejo!

Faraón.

Capítulo 4.

 

Naruto literalmente le había devuelto la vida que creía perdida al haberse vuelto el Faraón.

Todos los días sin falta el rubio acudía a él para ayudarlo y sacarlo a pasear por su reino.

Seguro. Podía asegurar que ahora sí estaba seguro detrás de sus frías paredes del palacio.

Porque Naruto por más que hubiese intentando hacer que saliera, Sasuke seguía rehusándose a mostrarse más de lo debido en público.

— ¿Por qué te escondes? —Le había preguntado el rubio. La voz de este sonando despacio dado a que tenía la boca sobre una pequeña porción de piel de su cuello haciéndole cosquillas con su aliento.

Sasuke se removió inquieto intentando apartar al rubio de él sin conseguirlo.

—No me escondo —Replicó. Los labios del Uzumaki no paraban de moverse intentando hacerle una marca— Para —Gruñó.

—No quiero ‘ttebayo.

Resopló ante la obstinación del otro pero no añadió nada más, simplemente posó una mano en el cabello rubio acariciando con calma esas hebras doradas mientras, siempre pendiente de su alrededor, se concentraba en observar la puerta que daba la entrada a su habitación al traspasar esa hoja enorme de palmera que evitaba que los intrusos observasen.

—Entonces… ¿Saldrás más? —Siguió Naruto ahora viéndolo de frente.

—Te voy a echar a patadas —Advirtió Sasuke ya harto con el tema. Se dejó caer hacia atrás acostándose en su cama observando complacido a Naruto desnudo igual que él sentado en medio de la cama en donde llevaban varios minutos abrazados cómodamente.

Naruto le lanzó una mirada peligrosa y el Faraón afiló la suya antes de alzar su pie derecho haciendo que el rubio de inmediato se acercara para besarlo. Idolatrándolo.

Porque para Naruto, Sasuke era su Dios a quien no dudaría en besarle los pies.

Los labios de Naruto siempre tan calientes y peligrosos besaron con gentileza hasta llegar al tobillo ascendiendo a besos por su pierna deteniéndose sobre su miembro viril en el cual echó el aliento provocándole un rico escalofrío que le hizo temblar.

—Eso es peligroso —Advirtió el Faraón ante la provocación del rubio que solo le sonrió tan alegre como siempre antes de darle un beso en los labios.

Sasuke aprovechando que Naruto ahora sobre él dejaba más fácil acceso a su torso acarició con sus manos aquellos pectorales duros por el entrenamiento militar sacándole un suspiro al rubio.

—No creo que haya algo más peligroso que manchar la sangre de tus genes, mi Faraón —Lo molestó el rubio paseando sus manos bronceadas por el pecho de piel blanca imitando la acción de Sasuke.

Sasuke no admitió nada en respuesta. Nadie más que él era consciente de lo que Naruto estaba diciendo.

—No me estás manchando, Uzumaki —Prefirió replicar buscándose una excusa— Estas adorándome como cualquier aldeano lo hace desde su hogar.

A Naruto no pareció gustarle aquello— Estas loco si piensas que dejaré que otro aldeano te adore como yo.

El Faraón ladeó una sonrisa complacido por el enojo del otro. Naruto no perdió más tiempo y decidió descender con sus manos hacía aquel lugar peligroso que Sasuke nunca antes había consentido que alguien ajeno tocase.

El moreno se tensó al sentir la calidez de esa mano sobre su pene acariciándolo con cuidado, como si Naruto temiese que se molestara. Sasuke estaba lejos de molestarse sin embargo.

La mirada oscura sobre la brillante y azulina del otro. No necesitaban más palabras aparte de las muecas de placer del otro. El Faraón bajó la mirada hacia el miembro del soldado y pasando la mano que antes había descansado en uno de los pectorales del rubio la descendió tranquilamente hacia ese lugar para tocarlo de igual forma como lo hacia el otro con él.

—No deberías…— Musitó Naruto sorprendido por su actuar. Sasuke sonrió a su manera negando suavemente con la cabeza queriendo decirle con ello que no era necesario preocuparse.

Si, era el Faraón, pero también era humano. Que Ra lo castigara si quería pero él no iba a impedir que el compañero a quien había escogido para él se privara de sus toques y caricias que debían ser reservadas para la persona quien sería su futura esposa.

Como si Sasuke fuera a casarse en algún momento sabiendo la desdicha de su vida y la que heredaría su descendencia.

La masturbación era un acto tan natural y normal en aquella época pero él nunca la había experimentado antes, porque  a Sasuke no le había llamado la atención hasta ahora. La mano de Naruto, hábil y ágil se movía de arriba hacia abajo causándole un placer inexplicable, por su parte intentaba seguir el ritmo de esa mano con la suya sobre el miembro de Naruto para hacerlo disfrutar del mismo modo.

Era un acto tan íntimo y peligroso que la adrenalina de compartir su pecado con Naruto aumentaba el placer de la situación.

 —Sasuke…—Le llamó Naruto entre suspiros y el nombrado que antes solo se dedicaba a mirar con atención ambos miembros erectos en medio de gemidos alzó la vista recibiendo un profundo beso del soldado.

Ah, era la dicha. Era lo único que su mente podía procesar antes de sentir que algo explotaba dentro de él transformándose en una humedad desconocida en sus partes bajas y sobre su mano. Naruto también había llegado al límite en medio del beso.

Ignoraba que sus mejillas estaban sonrojadas por la sensación incomoda que le inundó de saberse todo sucio e indigno delante de un aldeano. Sasuke hizo amago de querer levantarse pero Naruto lo abrazó impidiéndoselo. Cuando se volteó para preguntarle por qué Naruto solo sonrió luminosamente como solo él podía sonreír.

—Quédate conmigo —Pidió el rubio.

Sasuke sintió algo incómodo removerse en su estómago.

—Esta es mi habitación —Respondió el monarca— Tú eres el que ha de irse, no su dueño —Le hizo notar.

Naruto hizo una mueca disconforme pero no por eso lo soltó.

—Entonces, déjame quedarme contigo ‘ttebayo.

—Las leyes establecen que la cama del Faraón solo debe ser compartida por la pareja destinada y reconocida ante Ra—Recitó Sasuke en medio de un suspiro cansado. La verdad, no quería moverse y mucho menos prestarle atención a sus deberes como Faraón pero estaba tan acostumbrado a cumplirlas.

Uzumaki se mordió los labios en una expresión extraña que no supo identificar.

—Al diablo tus malditas leyes, Sasuke —Gruñó con voz enojada— Ya hemos roto varias de ellas y una más no traerá la tragedia a alguno de los dos, por lo menos no ahora —Intentó persuadirlo acariciándole la espalda para darle tranquilidad— Pensé que yo era tu pareja destinada ‘ttebayo…

Naruto admiró como esos hermosos ojos negros se abrieron sorprendidos ante sus palabras. Al parecer el Faraón no había pensado tanto en la relación extraña que compartían ambos en esos momentos.

Esperó. Uzumaki esperó cualquier cosa venir de esos labios con un miedo latente golpeándole el pecho. ¿Quién le aseguraba que esa cabeza traumatizada en realidad podía llegar a pensar en otra persona como su compañero de vida?

— ¿No tienes miedo? —Preguntó entonces Sasuke separándolo de sí pero no por eso ninguno se levantó de la cama en la que estaban recostados mirándose mutuamente.

Naruto le vio sin entender, pero a la vez creía que tenía una idea del porqué de esa pregunta.

— ¿Será que el guerrero más fuerte de Egipto debe tener miedo de algo? —Cuestionó de vuelta el Uzumaki— No le tengo miedo a nada si se trata de ti Sasuke.

—Hablas sin pensar —Refutó molesto el moreno— Mi vida es una maldición y si te acepto en ella tú también morirás…

—No me importa —Interrumpió el rubio ahora sí levantándose molesto por la desconfianza del otro. Buscó sus prendas de vestir viendo por sobre el hombro al Faraón desnudo sobre la cama que se apoyaba en un brazo para intentar incorporarse— No sé cuántas veces debo decírtelo para que te entre de una vez, yo daría la vida por ti, Sasuke —Sintió la mano de su faraón en su brazo y la apartó con brusquedad en advertencia— ¿Por qué diablos no me crees?

El monarca bajó la mirada mientras se terminaba de sentar en la cama. Se estaba escondiendo de esa forma al rehuir la mirada.

Naruto creyó que eso significaba que el otro en realidad no le creía y estaba intentando encontrar las palabras para decírselo por lo que no quiso escucharlo y caminó hacia la puerta dispuesto a irse cuando Sasuke volvió a hablar deteniéndolo.

—Porque no quiero que mueras.

El soldado pareció congelarse en su lugar y solo pudo quedarse mirando la espalda del Faraón que no quería mostrarle ante él su inseguridad.

Por fin, Naruto creyó entender un poco más a aquel que naciéndolo teniendo todo en sus manos, temía perderlo de la misma forma una y otra vez hasta que su suerte recayera en la próxima generación que tendría que aguantar las penurias de su vida.

Era una historia triste, pero a la vez tan fascinante y llena de desafíos que Naruto no pudo evitar en pensar ¿Qué pasaría si él lo librase de la maldición de su sangre? ¿Podría un simple súbdito como él cumplir con aquel cometido peligroso?

Como si la respuesta no pudiese encontrarla ni mucho menos expresarla en palabras instintivamente se devolvió al Faraón y tomándolo del brazo sorpresivamente lo alzó de la cama obligándolo a caminar con él fuera de la habitación haciendo oídos sordos a Sasuke quejándose por la desnudez hasta llegar al balcón que tantas veces había servido como punto de encuentro para ambos.

—Aquí Sasuke, mira aquí ‘ttebayo —Le incitó el rubio señalando con su mano todo el reino de Egipto a oscuras por la hora.

Sasuke sin poder encontrarle la lógica iba a reclamar pero la mirada decidida del rubio le impidió hacer cualquier comentario desagradable a las ideas del otro.

—Si ellos han de querer matarte yo los detendré —Empezó Naruto, aquel juramento que saldría de su boca sin siquiera pensarlo antes y que en realidad no necesitaba procesarlo pues lo cumpliría a toda costa—Porque yo soy tu guardián y el compañero de vida que te guiará hacia la gloria eterna —Justo como lo hacía cuando decía algo enserio se inclinó en una rodilla demostrándole el respeto absoluto— Ra es testigo de mi amor y devoción hacia ti, Sasuke.

No sabía si era el aire frio de la noche el que le provocó un escalofrió que le erizó la desnuda piel de su cuerpo o las palabras del rubio que tan majestuoso y honorable había pronunciado sin miedo al destino. Sasuke nunca imaginó toparse con un ser como él, que pese a su condición mortal sin ningún lazo que lo atacara a la divinidad y veneración eterna lograba parecer como si fuese la reencarnación de un antiguo sabio monarca conocedor de los más grandes secretos de la tierra.

Enserio, ¿Su destino podría cambiar si aceptaba a aquel hombre que le invitaba a pecar contra las reglas de la tierra y del creador? Su garganta estaba seca y su boca muda, pero sus manos se posaron cariñosas sobre los cabellos rubios consiguiendo que su portador lo viese examinándolo.

— ¿He de ser yo tan merecedor de tu vida? —Cuestionó Sasuke y Naruto sonrió ampliamente en respuesta.

El Faraón cerró los párpados cuando aquella cabeza rubia se movió hacia adelante y esos labios felices rosaron sus partes bajas desnudas y expuestas a todo Egipto desde aquel balcón.

Un gemido salió ante el toque de placer de la lengua de Naruto jugueteando con él como si disfrutara de un premio que fue le fue otorgado.

.

.

.

El ambiente a fiesta en los últimos meses pareciera rodear la ciudad haciéndole lucir más llena de vida que antes. Todos los días había algún motivo de celebración pero nunca tan importante como la del quinto día de cada mes en el que el gran soldado amado por todos en el pueblo le hacía de frente a cualquier extranjero u hombre que se atreviese a invadir la ciudad y poner en peligro la vida del Faraón.

Naruto en un principio había alegado indignado a Sasuke que su maldita regla de capturar con vida a cualquier infiltrado que atentara contra la seguridad de Egipto para lanzarlo dentro de una pirámide en la oscuridad absoluta privándolo de todo alimento para quitarle la humanidad antes del día de su ejecución era un acto inhumano. Más entendió las razones cuando apiadándose de un sujeto de edad avanzada intentó evitar que se diera la lucha de ese día, descubrió al tipo apuñalando con una cuchilla a una familia sin ningún resentimiento en su alma pues esa era la misión que le habían encomendado.

Naruto nunca sintió tal dolor como saberse responsable de la muerte de esa familia por haber dejado al sujeto sin su castigo, pero nada dolió tanto como la mirada triste y moribunda de Sasuke quien tuvo que hacerle frente al pueblo y pedir disculpas a los Dioses por tal fechoría que debió prevenir.

Desde ese día, el rubio decidió él mismo aniquilar con sus propias manos a todos los castigados y vengar las muertes que estos traían consigo para así evitar más dolor en el corazón de su Faraón que era lo único que le importaba.

Con las manos cubiertas en sangre alzó la cabeza hacia el lugar en donde su Faraón, desde el balcón admiraba el combate que había presentado como si fuera el Cesar juzgando en su Coliseo y le dedicó ese mismo gesto que había hecho el día que venció a Kakashi en ese mismo lugar. Pero esta vez la sintió algo diferente, pues solo podía apreciar los ojos a medias de Sasuke observándolo dado a que por algún motivo desconocido el moreno había cubierto su rostro con una tela negra larga.

El pueblo gritó de emoción y lo proclamaron como el nuevo vengador del reino, mientras los más viejos anunciaban que estarían a salvo de las penurias mientras Naruto siguiera con vida.

Sasuke solía desaparecer apenas el combate terminaba y Naruto en medio de felicitaciones debía correr a su encuentro en algún lugar indefinido del palacio pues el Faraón parecía querer esconderse de él después de cada batalla pero siempre lo encontraba. No entendía esa extraña manía que había desarrollado el Faraón a medida que su relación avanzaba y se volvía más cercana el uno con el otro, pues se suponía que no debía avergonzarse del otro fuera la razón que fuese.

Porque vergüenza era la razón por la que Sasuke se escondía según Naruto, pero era todo lo contrario.

— ¡Hey, Sasuke! —Lo llamó ya harto de dar vueltas por el palacio buscándolo. Esta vez se había oculto bien el muy desgraciado— ¡Estoy cansado ‘ttebayo sale ya!

Un sonido pareció escuchar en su habitación y un tanto asustado se adentró encontrando todo desordenado como siempre, razón por la cual Sasuke solía regañarlo por darle más quehacer a las sirvientas.  Inspeccionó con la mirada la habitación dando con la silueta del Faraón detrás de una cortina de seda blanca cuya luz del sol dejaba translucir a quien estaba detrás de esta.

— ¡Agh! Sasuke bastardo —Se quejó dispuesto a mover esa tela pero la voz de Sasuke lo detuvo.

—Cállate y quédate quieto —Ordenó la ronca voz desde el otro lado.

Naruto refunfuñante se dejó caer sentado a los pies de la cómoda cama de la habitación que Sasuke le había regalado cuando llegó al palacio y se mantuvo allí esperando lo que fuera que el otro tenía planeado.

—Enserio Sasuke, siempre huyes después de cada lucha ¡¿Es porque estoy sucio con sangre?! —Gritó dándose cuenta en medio de su reclamo que podía ser por eso— Agh, maldición. Por qué no me di cuenta antes…

—Te dije que te callarás —Insistió el monarca.

Naruto frunció el ceño y fue hacia el jarrón con agua que le dejaban las criadas para que bebiera a cualquier hora del día echándosela encima de su cuerpo para quitarse cualquier suciedad indigna de este y se secó con un trozo de tela absorbente, la nueva adquisición en el palacio traída por los comerciantes de oriente.

Frunció el ceño al notar que Sasuke aún no salía de su escondite. ¿Qué tanto hacia allí? Estuvo a punto de preguntar cuando la suave tela fue movida por una blanca mano esbelta dejando a la vista del rubio a su majestuoso faraón con el torso descubierto, y una fina tela cubriéndole de la cintura hacia abajo. Las manos llenas de joyas sobre sus caderas en una postura elegante, las joyas adornando su cuello y brazos. Cuando su mirada dio con la de los oscuros ojos notó la tinta dorada decorando esos pálidos parpados  haciéndole lucir como una deidad de la belleza y el pecado.

— ¡¿QU-QUÉ?! —Gritó nervioso Naruto, a causa de la sorpresa de ver al provocativo Faraón que sin inmutarse caminaba hacia él como si trajera consigo los peores castigos— ¿Porqué… tú…?

—Sabes… —Soltaron esos labios perfectos del Faraón— Que cuando el guerrero vence una batalla la pareja debe esperar en el hogar luciendo como el premio obtenido luego de la batalla —Le contó Sasuke, posándose delante de él dejando que el soldado le admirara estupefacto— Es una tradición que no me he atrevido a cumplir dado a las condiciones de nuestros lazos, pues no creí posible de realizar hasta que Ra en sueños apareció para librarme de cualquier preocupación.

Naruto no sabía si estaba entendiendo o no, puesto que la sensualidad del otro lo estaba aturdiendo. Solo atinó a afirmar con la cabeza como si realmente le estuviese poniendo atención pero su mirada repasaba pecaminosamente el cuerpo esbelto del Faraón.

—Naruto —Le llamó el Faraón ansioso.

—Entonces… —El rubio pasó saliva despabilando un poco— ¿Me habías estado evitando para no tener que hacerme un espectáculo o algo así? Joder, Sasuke, ¡Mírate! Wow… —Al rubio no le importaba estar entendiendo mal, simplemente no podía procesar como quería en esos momentos. Sus partes masculinas comenzaban a pensar por él.

Sasuke empujó la cabeza de Naruto que comenzaba a acercarse a su ombligo.

—Te estoy diciendo, guerrero idiota —Masculló— Que yo soy el premio que mereces disfrutar después de vencer en batalla.

Dicho esto, los ojos de Naruto brillaron con una intensidad que no recordaba haber visto antes.

— ¿Seré merecedor yo de… —El rubio mordió sus labios ansioso entendiendo a donde iría todo aquello— tomar su castidad en recompensa a mis esfuerzos? —Se atrevió a decir levantándose de donde estaba sentado para acercar a Sasuke hacia sí pegando su aliento al rostro del otro. Sasuke siempre tan inmutable lo permitió— ¿No hay una regla que dice que debes estar unido en matrimonio para fundirse en un cuerpo ajeno?

— ¿Te importa? —Cuestionó el Faraón con ironía a lo que Naruto sonrió juguetón por ese atrevimiento.

—Cierto ‘ttebayo, ¿Qué importan las malditas reglas?

Deseoso de sentir a gusto aquellos labios que se estaban ofreciendo a ser besados los unió con los suyos deleitándose con su suavidad como siempre lo hacía. Besando con calma y sin prisas quería disfrutar de todo el momento con Sasuke, pues estando en su habitación y no la del Faraón era menos probable que alguien entrara así que no habría problemas.

Acarició los costados del Faraón mientras este se dejaba hacer pendiente de sus movimientos. Eso calentó más al soldado.

—Esta ropa es para bailar —Musitó Naruto entre besos notando con más curiosidad la vestimenta del otro— ¿Me vas a bailar?

El Faraón le jaló de una patilla—Ni que tuvieras tanta suerte.

Pese al mohín disgustado que formaron los labios del rubio no siguió con el tema por miedo a que la oportunidad que le ofrecían se esfumara, pues a pesar de que ya había compartido varios toques y caricias subidas de tono con Sasuke no habían llegado al acto que los convertiría en un solo ser por el miedo y desconocimiento de estas tácticas en personas como ellos.

Ahora parecía no importarle a ninguno, y mucho menos a Naruto que jalando la seda que cubría las partes privadas y piernas del Faraón se dispuso a acariciar la zona con anhelo causando escalofríos y gemidos en el otro que se retorcía a su placer.

El piso era un lugar sumamente incomodo e indigno pero Sasuke no encontraba molesto recostarse allí, al lado de la cama ocultándose con esta de cualquier mirada indecente detrás de la puerta de hojas de palmera mientras sostenía con sus manos la cabeza rubia que succionaba su pene buscando causarle más placer del que ya era capaz de sentir.

—Naruto…—Gimió por lo bajo sorprendido por lo ansioso que parecía el otro al lamer y succionar.

— ¿Te gusta? —Preguntó Naruto seguro de la respuesta provocando que Sasuke frunciera el ceño porque odiaba dejar de sentir aquella boca caliente idolatrando su piel.

—He de admitir que no solo para el combate tienes talento —Fue la respuesta del moreno que se relamió los labios expectante.

—La primera vez que te hice esto parecías tan incómodo retorciéndote —Le recordó Naruto con gracia burlándose de su faraón para molestarlo. Sasuke nunca le había hecho el oral y Naruto lo entendía pues eso para cualquier hombre en la posición del otro sería considerado como algo indigno. No le molestaba en realidad.

¿Cómo podría molestarse sabiendo que él era el responsable de darle placer a su Faraón?

Sasuke le soltó un manotazo en la cara que le hizo gritar adolorido.

—Estábamos al aire libre y hacía frio… kuh, maldición —Se quejó en medio de su reprimenda porque la maldita lengua de Naruto había ascendido desde su pene a su ombligo y ahora a sus pezones en venganza. Los cabellos rubios le hacían cosquillas en la barbilla.

Naruto se rió por la bajo pero sostuvo las manos de Sasuke al reparar que este le iba a golpear por su atrevimiento.

—Pareces más mi enemigo que mi premio —Se quejó el rubio con el aliento sobre los labios de su Faraón mientras se ubicaba entre las piernas de este rozando su hombría despierta con la ensalivada del otro.

—Si no osarás decir tanta insolencia no tendría por qué castigarte, Uzumaki — Advirtió el moreno dejando de poner fuerza para que Naruto lo soltara al sentir el miembro de este rozarse consigo— Toma tu premio mi guerrero —Le instó Sasuke, como si fuera el diablo que incita a pactar a cambio del alma de un mortal.

Y Naruto no dudó en aceptar enterrándose en el cuerpo ajeno para fundirse en uno solo con el ser a quien más quería. Pasó de ser un esclavo a un guerrero reconocido y amado por el hombre más importante de Egipto. El amor de Sasuke que le demostraba al soportar el dolor de la acción le hizo darse cuenta que como él era capaz de soportar cualquier cosa con tal de ver a su Faraón complacido, Sasuke también daría todo por mantenerlo unido a su vida.

Su vida, titulo, y la maldición que podrían lanzarle los Dioses a su historial por romper las leyes divinas.

Todo importaba poco ahora.

Los movimientos rítmicos de la cadera de Naruto moviéndose para encontrar el lugar de infinito placer de su Faraón hacían un sonido que no creyeron escuchar antes pero que a ambos pareció causarle gracia en algún momento porque Naruto se rió y Sasuke solo ladeó una sonrisa en medio del placer antes de besarse retomando el acto.

Naruto siempre pensó que cuando se casara el acto de honrar a su esposa sería todo complicado y quizás no lo disfrutaría tanto al saberse inexperto pero con Sasuke, el mismísimo Faraón, solo se dejaba llevar penetrándolo entre dubitativo y nervioso aunque  el moreno insistía en que lo estaba haciendo bien.

—Agh, mierda. No quiero separarme de ti ‘ttebayo —Pidió Naruto sintiendo su torso mojarse con el semen del otro que con las mejillas coloradas por el calor resoplaba exhausto.

—Yo soy el único que puede conceder esa petición —Dijo el Faraón abriéndose un poco más de piernas que sentía acalambradas por estar en esa posición tanto rato— Y… voy a pensar seriamente en darte el permiso si terminas tu cometido.

 El maldito del moreno pese a toda la situación sabía exactamente como salir digno de todo ello sin importar que un hombre inferior le estuviese satisfaciendo sus deseos carnales de una forma incorrecta.

Continuará…. 

Notas finales:

Espero que tengas todos un buen finde semana <3 Saludos! Gracias por leer y darse el tiempo para comentar.


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