Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vinculados por koru-chan

[Reviews - 125]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

.

 

Capítulo diez:

 

Reunión

 

.

 

Llevé una pequeña porción de aquella espesa salsa a mis labios, pero rápidamente me arrepentí cuando sentí el corrosivo ardor extendiéndose por todo mi cuerpo como un choque eléctrico. Sólo alcancé a sorber un poco terminando por maldecir a viva voz al sentir como mi lengua perdía sensibilidad y gusto. Abaniqué mi cavidad bucal con mi diestra afirmándome de la mesada junto a la estufa.

 

—Maldición—gemí sacando mi maltratada lengua tras mi torpe descuido culinario.

 

—¿Qué pasó?—me sobresalté al sentir el cuerpo cálido de un extra acariciando mis hombros.

 

—Me quemé—emití revolviendo el contenido de una de las tantas cacerolas sobre la superficie. Lo oí bufar mientras extendía sus manos por mi cintura y me abrazaba aprensivamente.

 

—Te dije, cariño. Debimos salir a comer afuera—rodé los ojos sintiendo como comenzaba a recorrer mi cuello. Con una sonrisa calada en mis labios meneé mi cabeza levemente en forma negativa.

 

—Ya hablamos de esto. Es tu cumpleaños y quería hacer algo especial. Sé que no cocino estupendamente como un chef distinguido de tus restoranes caros y famosos, pero quería hacer esto para ti—ronroneo mientras lo miraba de lado sintiendo como sus labios se adherían a los míos.

 

—Okey—murmuró bajito acercando mis caderas a su entrepierna. Suspiré.

 

—Yuu—emití en protesta.

 

—Es mi cumpleaños...

 

—Y yo trato de hacer la cena. Basta—gruñó ignorando mis estrictos vocablos. Contorneo mis caderas hasta rozar la cara interna de mi muslo de manera sinuosa; desprendiéndose de las caricias inocentes hasta el minuto—. ¡Manos sobre la cintura!—me quejé removiéndome en advertencia escuchando una risita juguetona sobre mi cuello.

 

—Okey—emitió nuevamente liberando mi anatomía para que pudiese desplazarme por la cocina libremente.

 

Dejé algunas guarniciones en recipientes individuales mientras vigilaba que el asado se estuviese cociendo óptimamente en el horno luego de haberle agregado la salsa. Las ensaladas estaban listas y el pastel estaba guardado en la nevera. Únicamente me faltaba una ducha rápida, cambiarme de ropa y poner la mesa. Observé a mi novio mirándome mientras tachaba una lista imaginaria en mi mente.

 

—¿Ocurre algo?—emití curioso dejando un par de utensilios sucios en el fregadero.

 

—Hablé con Yuta—abrí mis labios asintiendo levemente—. Me llamó por mi cumpleaños. Hablamos largamente. Le conté que iba hacer hoy y terminamos recordando las fiestas en la cafetería; me preguntó si aún celebramos así las fiestas. Me dio algo de melancolía, ¿sabes? Mi empresa ha crecido enormemente, y ya las cosas no son como antes…—asentí oyéndolo atentamente—, acudo con frecuencia a los locales; comparto con los empleados, pero ya no trabajo ahí. Ese contacto diario y cómplice con los chicos no se da; ya no es una familia—me sonrió—. Pero la vida continúa y sólo podemos recordar. Y no niego que se siente bien todo lo que he vivido—me aproximé a su torso y enrosqué mis extremidades superiores en su cintura alzando mi mirada, este dispuso uno de mis castaños mechones detrás de mí oreja besando de forma casta y suave mis labios—. Por ello le pregunté si quería venir, no te molesta, ¿cierto?—negué con mi cabeza besando su mentón.

 

—Hay suficiente comida. Será divertido—asintió dubitativo—. Además yo también invité a alguien. Ojalá venga—él me miró sin entender esperando que le dijera de quien se trataba, pero lo único que hice  fue sonreírle—. Fíjate en el horno. Me iré a duchar y a cambiarme de ropa—le guiñé un ojo saliendo de la cocina.

 

.

 

Coloqué los cubiertos en orden milimétrico observando analíticamente para que nada estuviese fuera de lugar sobre la elegante mesa.

 

—Falta una botella de vino…—murmuré terminando de tachar mi lista mental por quinta vez. Después de pulir el último tenedor lo posé sobre la madera adjunto a un tapete sobrio de diseño en patrones en la gama cromática acorde a la elegante vajilla de tonos azules oscuros y amarillo vibrante que se dejaba destacar en aquella mesa para cuatro.

 

Mi corazón palpitó inquieto cuando el timbre sonó; aún más ruidoso de como lo recordaba. Suspiré calmando mi ansiedad. Aún era demasiado temprano y conociendo a mi hijastro—y sí venía—, no llegaría a una hora prudente. Aun así, esperanzado inmiscuí mi mirada hacia el pasillo que daba hacia la entrada del departamento esperando que fuese Akira quien tocaba. Y si era él, necesitaba estar atento para que no se formara una disputa que arruinara todo.

 

Yuu despegó la amplia madera descubriendo un meloso gritito seguido de unos efusivos brazos envolviendo su espalda. Alcé una ceja viendo un cabello largo y oscuro amarrado en una coleta baja. Definitivamente ese no era su hijo.

 

Fruncí mi mandíbula al sentir que aquella expresiva muestra de cariño fue demasiado larga he hice una mueca de medio lado tras ver como se hablaban de forma cómplice mirándose profundamente a los ojos entonando palabras susurradas que no pude oír del todo. El hombre se adentró seguido por el festejado. Yutaka me sonrió y le di un abrazo sutil dejándole la pista libre para que se sentara en la sala.

 

—Wow que linda mesa. Me alegro haber vuelto antes de mis vacaciones—le sonreí.

 

—Iré por algo de beber—dije dirigiéndome hacia la cocina—. No coman demasiados bocadillos—entoné perdiéndome dentro de la cocina—, hay una gran cena después.

 

—Por mí no te preocupes. Ni he almorzado hoy—me guiñó un ojo viendo como se llevaba a la boca uno de los diminutos emparedados mientras me acercaba con una botella de vino y champagne.

 

—¿Qué pasó con tu viaje?—entonó mi novio mientras servía un par de copas con su  ayuda.

 

—Tormentas tropicales. Preferí huir antes que se cerraran los aeropuertos…

 

La perorata banal continuó por varios minutos mientras yo me sentía cada segundo más y más inquieto. La hora de la cena prevista había pasado.

 

—¿Cenamos?—suspiré. Eran las nueve. No vendría—. Tu invitado especial no aparece. Así que…

 

—Sí claro—suspiré—. Iré a preparar todo—me alcé del sofá rellenando mi copa de vino.

 

—¡Oh! ¿Desde cuándo ustedes se tornaron tan abiertos?—lo miré sin entender—. ¡Un trio! Estas esperando al otro chico. ¡Uf, amigos! Si no aparece yo me ofrezco—alzó de arriba abajo sus cejas mientras ocultaba una sonrisita lujuriosa detrás de su copa de contenido borgoña mirando divertido al moreno frente a él.

 

—Uy, interesante… ¿Esa es tu sorpresa?—le di un golpecito en su brazo viendo como se sobaba y yo le regalaba una mala cara a ambos personajes.

 

—Están dementes. Y tú—apunté a mi novio—, no puedo creer que quieras eso…—me sentí algo dolido a pesar que sabía—y esperaba—que era una broma.

 

—¡Amor!—dramatizó mirándome con ojos de borrego.

 

—Iré a preparar los platos para cenar—dije tornando mis talones fuera de la comodidad del sofá.

 

Mientras depositaba crema de zapallo sobre un bonito plato hondo amarillo sonó el citófono mientras oía de fondo risotadas y música provenir desde la sala.

 

—¿Sí?—sonreí oyendo lo que el apático conserje me informaba—. Claro, lo espero—corté el llamado sirviendo un segundo plato.

 

—¡Yuu!—grité oyendo como los tacones de sus suelas se aproximaban—. Ayúdame con estos dos platos—cogió los dos mientras me encargaba de servir un tercero—, yo llevaré este—lo vi desaparecer del umbral oyendo un:

 

—¡Eso se ve increíble! ¿A qué restaurante lo encargaron?—rodé mis córneas llevando mi plato y el de Akira mientras esperaba que pareciera. Yutaka sonrió al ver mi cara de molestia dándome a entender que sólo bromeaba con su gesto facial. Con cuidado puse el cuarto plato sobre el puesto vacío. Mi novio me vio frunciendo su mirada algo descolocado. Y antes de despegar mis labios, el timbre sonó.

 

—Tomen asiento iré por una botella de vino blanco—corrí hacia el recibidor descubriendo al veinteañero con mi credencial en su diestra mientras me miraba con una ceja alzada.

 

—No habrá una próxima vez, así que deja ese lado psicópa…—lo corté rodeando su cuello en un afectuoso abrazo concluyendo por cogerlo de la muñeca adentrándolo a la morada—. ¡HEY! Sólo vine por esto!—gruñó

 

—Gracias, pero debes quedarte. Acabo de servir la cena. Además, estás muy delgado—volvió a alzar una ceja mientras me adentraba a la cocina por la prometida botella de vino. Tomé un jarro y vertí agua fresca de una botella viendo de reojo como el chico cogía el elegante cristal con un bufido. Caminé siendo seguido por el chico de gesticulación infantil, y a regañadientes llegamos al comedor; sin emisión de réplica ni escape de la reunión. Yuu se alzó al ver a su hijo menor completamente impávido—. Pensé que sospechabas al menos que Akira era el invitado sorpresa— le sonreí algo cohibido esperando que no se desatara una guerra verbal.

 

—Pensé que podría ser ese amigo tuyo, ¿Kaolu? despegué mis labios negando mientras veía la expresión jubilosa de Yutaka. Le hice un gesto a Yuu para que se abrazaran por último, mas lo único que conseguí fue un apretón escueto de manos.

 

—Él es Yutaka, amigo de tu papá de hace algunos años…—enmudecí. Olvidé por completo que Yutaka podría conocer a Akira, después de todo el chico tocaba en su local. Fruncí mi mandíbula, no me había percatado de aquel gran detalle que podría lanzar todo aquel intento pacífico de unión a la mismísima mierda. Pero Akira le dio la mano como un completo desconocido; de yukata no tuve ninguna particular expresión. No entendí, ¿no se conocían? ¿Cómo era posible que nunca se hayan visto?

 

—Tú trabajas en 1991—articuló el joven y el moreno invitado asintió con vehemencia. Abrí mis ojos enormemente y tragué en seco.

 

—¿Cómo sabes?—Preguntó su padre.

 

—Acudo al local con frecuencia—se encogió de hombros—. Tocan buenas bandas ahí.

 

—Así es—masculló el dueño del recinto mientras veía con admiración la forma simplona de mentir del chico.

 

Estuvo algo tenso aquella primera instancia, sentía que gracias a Yutaka no se había armado una guerra de improperios.

 

—Así que… ¿Akira es tu hijo menor?—Yuu asintió bebiendo el líquido de su cristalina copa mientras miraba de reojo al rubio de mueca aburrida—. Sinceramente sin ese dato no lo hubiera reconocido como tal.

 

—No nos parecemos mucho.

 

—No, pero si en el carácter—interrumpí ganándome una mueca de odio de mi novio seguida de una sonrisa maliciosa y un toqueteo de su pie contra mi pierna que me hizo sobresaltar.

 

—La verdad creo haberte visto… en el café—emitió el hablador chico de sonrisa imborrable.

 

—Seguramente—secuenció el moreno padre—. Fue un par de veces cuando era pequeño.

 

—Nunca lo vi… —dije sorprendido.

 

—Cuando tú llegaste él se cambió aún colegio más cerca de nuestra casa. Regularmente tenía que llevarlo por un par de horas al café para que esperara a su madre que a veces se le hacía tarde en la oficina. Era complicado para mi exesposa y para mí. Así que lo cambiamos por aquel tiempo—asentí parándome de la mesa para recoger la vajilla—. ¿Te ayudo?

 

—No te preocupes, cariño.

 

—Estaba increíble este platillo. Debes darme la receta—dijo el jovial invitado de Yuu mientras yo asentía servicial a sus palabras.

 

—Es muy simple. Te enviaré la página web donde la saqué. Cambié unos ingredientes nada más—le sonreí direccionando mis pasos hacia la cocina.

 

Mientras sacaba el asado del horno y vertía la salsa por el filete vi por el rabillo del ojo como el menor de los Shiroyama entraba a la cocina.

 

—¿Tú crees que esos dos son tan amigos como se jactan?—continúe deslizándome por la cocina destapando los recipientes los cuales tenía el acompañamiento para terminar de constituir los platos.

 

—Son amigos—oí como emitió un sonido de fastidio muy recalcado tras mí estoica afirmación.

 

—Tú te ves algo incómodo con su complicidad—lo ignoré—. Honestamente creo que esos dos fornican y tú, inocente Takanori, no te enteras—lo miré de soslayo.

 

—Existen los amigos, Akira. No todos son como tú; no todos quieren coger con el primero que se le cruza—me voltee a verlo mordaz—. Debes respetar a las personas, y no hacer cosas indebidas con alguien que tiene las más inofensivas de las intenciones—alzó una ceja jocoso.

 

—¡Mira qué ácido estas hoy!—se carcajeo.

 

—Por favor, deja de inventar historias y lleva estos platos a la mesa, ¿sí?

 

—Conozco a Tanabe, el sujeto es dueño de 1991. Lo veo todo el tiempo por allá y siempre anda con tipos diferentes; no te sorprendas si Yuu tiene alguna infección genital recientemente—rodé mis ojos negando con mi cabeza tras toda esa perorata fuera de lugar—. Okey, pero fíjate en la interacción de esos dos, sus inocentes y amistosas muestras de cariño gritan tención sexual— tomó dos platos bajos surtido de colores y alimentos varios—. No me extrañaría que mi padre estuviera con ustedes dos, sólo recuerda que el cogía contigo cuando estaba con mi madre aún—me quedé con las palabras arremolinadas en mi garganta mientras lo veía desaparecer por la puerta. Contraje mi mandíbula. Sus palabras, sin querer, me estaban poniendo inquieto.

 

.

 

Y sin ser consiente estuve gran parte de la velada viendo como ambos se insinuaban. Sí, eran amigos de años; compartían muchas anécdotas. Su trato íntimo y confianzudo era justificado, pero ¿era normal esa insana proximidad que rompía el canon vital de la amistad sana?

 

No quería etiquetar como era el correcto trato hacia un viejo amigo, pero los toqueteos sinuosos sobre el regazo de Yuu, caricias juguetonas yendo y viniendo sobre el brazo ajeno, el sostener de sus manos y esas miradas que nos hacían desaparecer de aquella escena me estaba haciendo llegar a mi límite y aquella sonrisita de Akira que denotaba un: “Te lo dije” implícito me hervía la sangre.

 

La  hora de partir el pastel llegó. Coloqué la pequeña torta en el centro de la mesilla de la sala y tras soplar las chispeantes velas partí aquel cremoso biscocho el cual comí escasamente; únicamente picotee las frutas que adornaban la superficie de la tarta.

 

Dejé la porcelana sobre el cristal de forma sonora sin inmutar a los dos hombres frente a mí. Resoplé molesto cogiendo una cereza olvidada del plato del rubio viendo como este se colocaba de pie luego de un bramido hastiado hacia los parlanchines hombres. Después de media hora de sentirme completamente excluido en la plática de aquellos dos amigos me alcé del sofá ofuscado murmurando un:

 

—Voy al baño… Ahm ¿quieren algo?—obteniendo como respuesta una mirada de mi novio divertida.

 

—¿Del baño?—Yutaka se giró hacia a mí con una mueca burlista entre sus labios.

 

—No… De la cocina, como me queda al paso…—bufé.

 

—No te preocupes, estamos bien.

 

—Claro—dije entre dientes. Le regalé a Yuu una mirada molesta que al parecer—por el grado etílico en la sangre—, no supo interpretar; mi intento de llamar la atención y ser incluido en aquella excitante conversación falló. Contraje mi quijada.

 

.

 

Al cerrar el grifo del baño oí como se percibían sutiles movimientos en el cuarto del lado. Sonreí hacia mis adentros; había borrado por completo la vitalidad de aquella recámara olvidada del veinteañero.

 

—¿Te aburriste allá?—entoné asomando mi cabeza con cautela al interior de aquel lugar.

 

—Es una agonía—asentí afirmándome del pomo de la puerta observando su reciente posición estática junto a la buhardilla. Pasaron un par de minutos hasta que me atreví a entonar un cuestionamiento menos banal.

 

—Me pregunto, ¿Cómo es que Tanabe no te reconoció? Eres un integrante de una de las bandas que toca en su local. Tú lo conoces de ahí…—bufó.

 

—Nunca he interactuado con él, lo he visto, se quién es, pero pasan tantas agrupaciones por el local que poco o nada hemos visto a los dueños. Se por terceros que él es uno de ellos—alzó sus hombros de forma desinteresada. Formé una “O” con mis labios mientras asentía.

 

—Pero… —resoplé inquieto—, como sea tú lo has visto, ¿quién dice que él no sabe de ti? Podría haberse reservado aquel dato por Yuu; si lo conoce lo suficiente debe saber este rechazo que tiene hacia las artes escénicas.

 

—El tipo está caliente por llevar a tu papito azucarado a la cama, si me conoce o no me vale tres kilos de caca; ya no vivo acá, Matsumoto. Hago la mierda que me da la gana—me crucé de brazos viéndolo de forma reprobatoria.

 

—¿Piensas llevarte algunas prendas? O ¿quieres quedarte a dormir?—cambié de tema viendo como se sentaba en su cama hecha a la perfección—. La última opción me tranquilizaría mucho, sobre todo cuando no sé dónde te estas  quedando.

 

—Sí, me llevaré un par de cosas—miró alrededor—. Ni loco me quedo acá. Tuve suficiente con la mirada de desprecio de mi padre. Irme fue una buena decisión; debía haberla tomado antes— suspiré apoyando mi espalda junto al umbral de la habitación—. Este lugar ya ni parece mío.

 

—¿Te refieres al vertedero insalubre como “tú sello personal”? se carcajeo rodando sus ojos.

 

—Detesto que ordenes mi habitación estúpido, Matsumoto—gruñó posando su espalda sobre el colchón con cansancio.

 

—Me alegro que  hayas venido—dije viéndolo alzar su torso con sus codos—. Ven más seguido. No sé, trae tu ropa sucia para lavarla como pretexto, pero no desaparezcas. Hablo en serio—observé como me miró sin una expresión definida; no estaba molesto ni harto de mi insistencia, ni alegre ni extrañado, ni dubitativo, ni sorprendido. Sólo parecía que debatía mentalmente con algo que rápidamente desechó de su mente frunciendo el entrecejo. Se alzó y busco por los cajones sacando prendas al azar. Me fui en silencio de la habitación regresando a la sala de estar divisando como Yuu y Yutaka continuaban charlando algo más pasados de copas que en un inicio.

 

.

 

Ingresé al cuarto con mi pijama limpio y mi cabello húmedo. Froté mi nuca con una toalla seca sentándome a la orilla de la cama exhalando con desgano oyendo como la puerta de enfrente se cerraba. Cerré mis ojos escuchando erróneas pisadas acercándose a la habitación.

 

—¡Qué… noche!—murmuró el moreno tras mi espalda de forma pastosa y un regusto jubiloso en su tono. Me voltee hacia mi derecha para ver su rostro sonriente  como contorneaba la cama y yo seguía sus torpes movimientos—. ¡Me encantó… todo de esta noche!—continuó algo errado al hablar tras haber bebido de más. Asentí viendo como se sentaba junto a mi desprendiéndose de su camisa fajada con un ahogado exhale satisfecho mientras yo cubría mi regazo con las mantas percibiendo como sus dedos luchaban por desabotonar su prenda superior. Tras una agónica maldición me arrodillé junto a él para ayudarlo con aquella tarea simple pero que sus reflejos no lograban reconocer—. La comida estuvo increíble, la compañía también…—me sonrió bobamente.

 

—Me alegro—se desprendió de aquella tela blanca lanzándola a sus pies para desabrochar su pantalón oscuro el cual no le tomó mayor trabajo—. Pensé que todo iba hacer un desastre—me froté la frente sintiéndome algo culpable por la insistencia de la presencia del veinteañero a aquella reunión; el ambiente estuvo tenso. Todo podría haber terminado muy mal.

 

—Honestamente lo hubiera sido.

 

—Aún tienen que tener una conversación seria. Pero, para romper el hielo, esto no estuvo nada mal.

 

—No me lo esperaba… pero estuvo bien, supongo— Me paré de la cama viendo como apoyaba su espalda contra el colchón de forma horizontal y pesada. Me acuclillé para terminar de quitar su jean. Me levanté observando como parecía estar medio adormilado y cuidadosamente acaricié su brazo posado sobre su abdomen para que despertara y se acostara de forma correcta.

 

—Vamos cariño, levántate—me arrodillé junto a él meneando su hombro recibiendo a cambio un gruñido seguido de una sonrisita lasciva. Acaricio mi cadera mirándome al mismo tiempo que contorneaba sus secos labios con su lengua—. No te hagas el dormido. Ayúdame—tomé la mano que estaba sobre mi anatomía tironeando de esta para que se alzara de una vez.

 

—Quiero mi regalo de cumpleaños—rodé mis cuencas.

 

—Hablamos sobre eso. Iremos al centro comercial cuando tengas algo de tiempo, ¿sí?—lo vi sonreír.

 

—Pero lo que yo quiero no está en un centro comercial. Lo tengo aquí… sobre mi cama con el ceño fruncido—susurró cerca de mi boca—. Hagámoslo—tiró de mi cuerpo sobre el suyo. Negué sintiendo sus labios pasearse por mi cuello mientras intentaba alejarme de sus extrovertidas manos las cuales se paseaban por mi anatomía.

 

—No Yuu…

 

—Vamos, hagámoslo. Estoy caliente—besó nuevamente mis labios de una forma que me desagradó.

 

—¡No! ¡No quiero hacerlo!

 

—Demonios—se detuvo—. ¡¿Por qué gritas?!—bufó viendo como me alejaba de su desnuda piel como si esta quemase. Salté del lecho con urgencia percibiendo como a regañadientes, y algo lento, Yuu se incorporaba nuevamente frotándose el rostro.

 

—No entiendes… Dije no. No quiero hacerlo—mordí mi labio resoplando mientras fruncía mi mandíbula.

 

—¿Por qué estás tan malditamente molesto?—gruñó iracundo. Tragué duro evitando que de mis ojos emergieran lágrimas de impotencia.

 

—Sé qué hace tiempo no te juntabas con Yutaka… Al menos eso quiero creer—las últimas cinco palabras salieron de mi garganta de forma titubeante. Contraje mis parpados por un segundo escuchando en mi mente las palabras de Akira que iban y venían. Cerré mis puños abriendo, con dolor, mis ojos los cuales observaron de inmediato al moreno. Sabía que me estaba adelantando a los hechos, pero era inevitable al ver su descarado comportamiento—, pero estuviste toda la maldita noche coqueteando con él, y no lo niegues. Fuiste tan obvio que me hiciste sentir patético—ahogué un gemido al ver como sus ojos me miraron con… ¿Culpa? Su cabeza descendió; no estaba paranoico después de todo. Bosquejé una escueta mueca en forma de risa la cual carecía completamente de humor e Inspiré hondo tragándome las lágrimas que picoteaban por ser derramadas. Concluí por salir del cuarto, al menos hasta que mi lloriqueo impotente terminara o hasta que aquel hombre, que solía conocer, se durmiera.

Notas finales:

¡Fue un capítulo enorme!

Lo peor de todo es que adoro actualizar, pero ahora tengo que ponerme a escribir nuevamente. AUCH!

Para quienes me comentan: 

Queridos querubines de amor verdadero, un consejo: No den todo por sentado. No asuman que las cosas son así de literales.

Jueguen con sus hipótesis. El mayor postor se llevará un trozo de mi corazón.

Por cierto, ¡las amo! Gracias por regalarme algo de su tiempo leyendo y comentando.

PD: Ya no lean mis fanfics viejos. Me llegó un review a Un verano inolvidable y casi me caigo de la silla. Por favor. No. X’D

¡Nos leemos pronto!

<3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).