Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paro de emergencia por Shinjimasu

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“-¿Por qué estás llorando?-

-Déjame tranquilo- respondió Yoshio limpiando su rostro.

-Te ves ridículo-

-Idiota…- se quejó levantándose para pasar de largo, pero Shingo lo detuvo por el brazo -¡Suéltame, eres un estúpido!-

-No tanto como tú por llorar por una tontería-

-Ni siquiera sabes lo que me pasa-

-Dímelo entonces- contestó girándolo para verse de frente. Su mirada era fría, pero extrañamente sincera –Quiero saberlo-

-Te burlarás de mí- dijo alejándolo. No caería de nuevo en sus juegos –Si quiero un idiota que se ría de mí le diré a tu novio que lo haga…-

Por supuesto esas palabras molestaron a Shingo lo suficiente como para detenerlo con fuerza y acorralarlo contra la pared -¿Quién te dijo que ese sujeto es mi pareja?- gruñó sin obtener respuesta.

-¡Suéltame ya!- sollozó molesto tratando de soltarse inútilmente -¡No quiero nada que ver contigo!-

-¡Respóndeme! ¿Por eso estás así?-

-¡Claro que no!

-¡¿Entonces?!-

-¡Es por todo!- se quejó -¡Ya estoy harto de todo y de todos! ¡Quiero volver a mi hogar!-

Shingo no cambió su expresión y sujetó el rostro de Yoshio con sus manos –Tu hogar ya no existe- dijo haciéndolo derramar nuevas lágrimas –Pero eso no significa que estés solo…-”

La alarma sonó de improvisto y nos causó un susto a ambos. Shingo se enderezó de golpe haciéndome moverme también al estar durmiendo sobre su brazo, lo que a su criterio fue causa de risa. Era un sábado.

-¿Qué es tan gracioso?- pregunté confundido.

-Hoy será un día terrible- sonrió volteándome a ver –Buenos días Yoshio- me besó antes de hacer lo mismo con mi vientre, levantándose de la cama.

Aún estaba adormilado, así que solo lo miré en su recorrido hasta desaparecer tras la puerta del baño. Verifiqué de nuevo la hora solo para confirmar que en efecto ya era tarde. Sentí algo de frío, por lo que busqué a los alrededores algo para ponerme antes de levantarme y preparar algo para desayunar. Como no le daría tiempo a Shingo, coloqué la comida en un recipiente para que pudiera llevárselo; terminé justo cuando él salía, bañado y arreglado.

-¿Debería poner la alarma antes?- preguntó con una sonrisa llegando a mi lado.

-Deberías empezar a dormir más temprano- respondí dándole el pequeño paquete –A este paso terminarás agotado y enfermo-

-Si así cuidarás de mí entonces continuaré haciéndolo- dijo pasando sus manos por mi vientre –Tendrás que cuidar a dos- sonrió antes de besarme.

 No habíamos tenido relaciones por varias semanas, así que el besarnos era el único desahogo con el que contábamos. Si no hubiera terminado por apresurarlo, habría llegado mucho más retrasado.

–Te veré más tarde- dijo antes de salir.

Correspondí y lo despedí en la puerta. Ahora nos habíamos quedado solos de nuevo.

Comí algo rápido y aproveche el agua caliente de la regadera para bañarme antes de iniciar con mis actividades diarias. Apenas ocho meses desde que me embaracé, ya me había convertido en un amo de casa ejemplar. Estaba orgulloso por finalmente encontrar mi ritmo y ser lo suficientemente independiente como para encargarme de nuestro hogar lo mejor que podía. Incluso tenía tiempo para leer alguno de mis libros de la universidad y pensar en la probabilidad de, quizá, dentro de algunos meses, poder volver a mis clases si todo resultaba bien.

No había olvidado la herencia de mi padre y confiaba que cuando tuviera edad para reclamarla, habría aprendido de primera mano lo que significaba el trabajo duro. El solo pensar que quitaría un gran peso sobre Shingo me daba los ánimos suficientes para superarme. Tenerlo en casa junto a mí era lo que más deseaba; juntos nosotros tres como una familia.

Pensaba en ello mientras hacía mis tareas y cuando menos me di cuenta ya había terminado. Corté algo de fruta para comerla sentado en el balcón de la habitación que daba hacia las escaleras de emergencia y sentir el aire fresco en mi rostro. Me sentí muy bien y tranquilo.

Mi vientre se movió de nuevo, robándome una sonrisa –Estás muy feliz hoy- dije levantándome para lavar mi plato. Justo llegue a la cocineta cuando descubrí el almuerzo de Shingo ahí olvidado. Era increíble que no me hubiera percatado de ello sino hasta entonces. Miré el reloj para confirmar que aún era temprano y decidí llevárselo. Después de todo, caminar un poco no me haría mal e incluso podría pasar a comprar algunos bocadillos de la panadería aledaña.

Tomé mi chamarra, el pequeño paquete  y salí de casa.

Caminé un par de calles. Estaba tranquilo y ligeramente confiado. Sabía que Shingo se alteraría al verme ahí, así que pensaba en las palabras que usaría para calmarlo y asegurarle que podía regresar sano y salvo a casa; me hubiera gustado decírselas.

No supe en qué momento terminé atrapado. Todo fue demasiado rápido y me costó trabajo entender lo que sucedía conmigo en ese momento. Sentí mi espalda chocar con fuerza contra la pared y después un cuerpo frente a mí. Mis ojos tardaron en aclarar las figuras acorralándome, pero la voz de Fukui terminó por adelantárseme.

-Vaya, vaya, qué suerte tengo. Creí que no volvería a verte, Principito- lo escuché –Me ahorraste el tener que ir a buscarte yo mismo-

No pude responder, estaba asustado.

-La última vez que te vi eras un lindo chico ¡Y mírate ahora! Shi se ha hecho cargo de ti con mucho esmero- se burló llevando su fría mano hasta mi vientre. El contacto me hizo estremecer lo suficiente como para hacerlo soltar una risa discreta -¿Te asusté?-

-¿Qué quieres?- me atreví a preguntar rodeándome el vientre.

-¿Qué quiero? ¿De verdad me preguntas qué es lo que quiero?- contestó mirándome de cerca mientras sus hombres nos rodeaban –Bien, para empezar quiero saber por qué ese imbécil de Konoe me estuvo persiguiendo todo este tiempo como si fuera una rata- agregó molesto sujetándome del cuello de la playera –¡Quiero saber por qué tuve que alejarme de mi casa por tanto tiempo y por qué Shi terminó por traicionarme de la forma tan descarada en que lo hizo!-

-N-No sé de lo que hablas- respondí sin atreverme a mirarlo.

-¿Entonces hasta en eso te protegió? No puedo creerlo… Shingo imbécil…- habló para sí aún sin soltarme. No entendía de lo que hablaba, pero sí un poco sobre la razón por la cual no se había aparecido durante todos esos meses.

Intenté moverme, pero antes logró sujetarme por el mentón, obligándome a mirarlo de frente -¿Así que eres tan especial para él? Tan especial…- dijo de manera extraña, como si le hablara a alguien más –Shingo… mi amado Shingo, dominado por un mocoso como éste. Eso no está bien, para nada bien-

Tuve un muy mal presentimiento al respecto –Por favor déjame ir… yo no tengo problemas contigo-

-Tú mismo eres el problema ¿No lo entiendes?- respondió golpeándome las manos. El paquete que había preparado salió volando al suelo –¡Desde que apareciste lo arruinaste todo! Shingo nos abandonó por culpa tuya, eres el parasito que lo obligó a dejarnos… ¡A dejarme a mí!-

-¡Yo no tengo responsabilidad sobre eso!- contesté intentando defenderme –Nunca le prohibí estar contigo si es lo que piensas ¡No tenía por qué hacerlo…!- exclame antes de que él colocara su pie detrás del mío y me empujara por el hombro para hacerme caer al suelo. Mi cadera chocó con fuerza provocándome una sensación extraña.

-Primero te dejaré algo en claro: ese imbécil dejó de interesarme hace mucho tiempo, pero no puedo negar que sus servicios son irremplazables. Shi era de los más hábiles de mis muchachos y perderlo fue una enorme desventaja, así que no vengas a decirme eso tan fácilmente, mocoso idiota- dijo antes de darse la vuelta para salir del callejón.

Creí haberme salvado, sin embargo sus compañeros no se fueron con él. Empezaron a acercarse a mí y antes de reaccionar, dos de ellos me tenían sujeto por la espalda en cuanto los demás me desvestían.

-¡D-Deténganse! ¡Por favor no hagan esto! ¡Paren!- me quejé con fuerza para que alguien afuera me escuchara, pero lo único que gané fue ver cómo uno de ellos me acercaba una navaja al cuello.

-Si vuelves a gritar así te rebanaré la garganta, Principito-

-¡Esperen! ¡Se los suplico! Esto no es necesario… P-Por favor no me lastimen, por favor…- sollocé consiguiendo sus burlas. Era obvio que no me dejarían.

Después todo fue demasiado lento. Sentía sus manos tocándome, haciéndome daño. Nunca me había sentido tan desesperado como en ese momento, lo suficiente para desear que todo sucediera tan rápido como para olvidarlo. Las risas y burlas invadían mis oídos opacando mis súplicas, todo era tan exasperante…

Terminé a su merced semidesnudo, sujetaron mis manos y empezaron a usar mi cuerpo de todas las formas posibles para satisfacerse. Cuando el primer sujeto bajó sus pantalones y presionó su miembro en mi entrada creí que me desmayaría, pero eso habría sido peor aún. Sentí desgarrarme ante cada  movimiento y tuve la sensación de comenzar a sangrar. No me sorprendió.

Mordían y lastimaban mi piel con correas y cadenas sucias. Mis pezones estaban hinchados y adoloridos por todo el uso excesivo al que eran sometidos. Me obligaron a usar mis manos y boca principalmente, regocijándose cada vez que me quejaba, corriéndose sin parar durante todo el tiempo que quisieron; había tragado tanto semen que creí vomitar. Mi mandíbula se sentía pesada y adolorida. Ya no podía más, pero esos sujetos parecían no saciarse. El dolor en mi parte trasera era agudo y se sentía realmente asqueroso, pero la impotencia de no poder defenderme era aún peor.

Invadieron mi cuerpo hasta el cansancio, no había parte de mí que no estuviera cubierta de fluidos o golpes. Presionaban ocasionalmente mi vientre con fuerza, a veces la presión era en mi cuello y todo el tiempo en mi cadera.

Estaba aterrado, quería que todo terminara. Rogaba porque fuera salvado, y nunca antes había deseado con tanto fervor estar con Shingo, pero él nunca llegó.

No había motivos para que lo hiciera.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).