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El peso de mi libertad por MaggMagg

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Notas del capitulo:

Capítulo 8. ¿Ustedes cómo están? Este capítulo es el principio del fin.

Muchos detalles que desconocíamos de los rusos van a salir a la luz y quizá era de esperar.

¿Eso es una pistola?...

***...Estoy atado a mis propias cadenas; mi orgullo no me permite tocarte, pero mi deseo... se aplacará sólo contigo...

 

Al principio muy lento, conforme pasaban los segundos la dulce droga se dispersaba por su ser todo. La droga era él, ese hombre siniestro y atractivo, peligroso, orgulloso, herido, traicionado, vengativo… él, la cosa más dulce-amarga que había probado en su vida…

-No digas estupideces Brooklyn, suéltame…- en su voz había un dejo de agitación quizá incluso miedo por lo repentino del asunto y la agresividad del otro, sin embargo…

-umm ¿estás siendo sarcástico? No me da la gana… y sé que a ti tampoco, tan sólo hay que ver cómo se te eriza la piel al contacto…- El inglés le acercó el rostro suave, lenta y provocativamente al cuello para probar su capacidad de excitar al ruso.

Era cierto, aterradoramente cierto, para Kai no había habido nada desde la separación. ¿Por qué? Porque nadie le apetecía, nadie le parecía suficiente y ahora redescubría la razón… química corporal o cuestiones metafísicas, qué podía importar, sólo él sentía lo que su examante causaba en su ser.

-Habla claro, ¿a qué has venido?- su voz baja reflejaba lo grave de su situación que sabía no estaba a su favor. Brooklyn lo subyugaba de una forma impensable que no se valía simplemente de la fuerza bruta, se sentía totalmente dominado por ese olor y ese calor tan conocidos. Miles de recuerdos le inundaron la mente y se manifestaron como memorias corporales. Cada que había estado con él su piel ardía y toda sensación se disparaba, eran una explosión incontrolada.

-Simplemente a tomarte, Kai.

Las últimas palabras le quemaban. Era todo lo que había querido escuchar desde el inicio. En ese instante la separación, Wyatt, los días miserables, el dolor y el inconmensurable peso de la libertad parecían lejanos y falsos.

¿Por qué había tenido que separarse de Brooklyn? ¿Realmente eso había pasado?

Aunque no hubiera querido ceder, su cuerpo no habría hecho caso. Impulsivamente se dejó recorrer y besar el cuello, quedándose inmóvil, esperando aquella oleada de placer que sabía se esparciría por su cuerpo. En un punto específico, el beso se detuvo simplemente para succionar su piel deliciosamente. Apenas pudo contener un gemido que era mezcla de placer y dolor, Brooklyn parecía quererlo lastimar.

Por su parte, el inglés se sentía poderoso sobre el ruso que generalmente era quien lo sometía en esos casos. Tenía el poder de hacer con él lo que quisiera, lo podía notar. Conocía todos sus puntos sensibles, sabía qué lo volvía loco y cómo saciarse él mismo. A pesar de todo, Kai peleaba por mantener la boca cerrada pues no quería dejar escapar un sonido siquiera, lo que le pareció hipócrita y le enojó al punto de convencerlo de tener que usar el dolor para escucharlo.

-Aah… no… aah… -Kai sentía los dientes del otro en la carne provocándole una sensación totalmente dolorosa pero muy placentera, de esas sensaciones peligrosas que lo ponían al límite, sólo que no parecía que fuera a parar de incrementar y eso le ponía muy nervioso, también.

-Eso, Kai, eso es lo que busco aquí.

Brooklyn usó su mano libre para desfajar al otro y tocar el torso del ruso, por debajo de la magnífica camisa blanca que lo cubría, que era tan firme como lo recordaba. Parecía cosa de magia pero ese simple toque le excitaba tanto como con ningún otro. Pensó que era más por el peligro y la prohibición del acto lo que condimentaba tan perfectamente todo, aun así esa sensación crecía a pasos agigantados. Las yemas de sus dedos tenían voluntad propia y terminó por rasguñar profunda y largamente el costado, causando mucho dolor. Y rápidamente encontró el camino hacia la cadera del ruso, donde también clavó sus uñas, manteniéndolo contra el piso.

-Esto es demasiado, basta aah… basta…

Kai se debatía entre el dolor y el placer, pues el pelirrojo había acercado mucho su cuerpo, restregándole su pelvis, además esa mano tan cerca de su sexo lo descontrolaba. Las ansias lo nublaban todo, pero entre todas las sensaciones comenzaron a acrecentarse la del dolor y ardor en sus nuevas heridas. Era molesto pues también su mano derecha seguía prisionera en la izquierda del otro a la fuerza. Volteó a ver de reojo al inglés y la mirada que éste puso denotó que no había nada que lo fuera a detener. La locura le daba un brillo especial y una fuerza mayor a la usual.

Al percatarse de la forma en que lo miraba y la violencia que empezaba a brotarle al pelirrojo de los poros, aquella embriagante neblina comenzó a disiparse y todo comenzó a retomar sentido. Así había sido la relación, un dulce y embriagante paraíso plagado de malestar y dolor.

-Agg…- Lo que terminó de despertar del todo al ruso fue un fuerte apretón a la mano prisionera que Brooklyn parecía disfrutar.

-Te ves asustado, querido. ¿No vas a pedirle ayuda a tu perro faldero?

Kai forcejeaba por liberarse, tratando de hacer caso omiso al dolor en la mano, que seguramente Brooklyn podría romper si seguía así. Esta vez las cosas iban en serio, sentía un peligro real que hacía mucho no experimentaba y por tercera vez era frente a ese hombre de ojos hielo. La mirada que tenía Brooklyn la conocía y temía, había deseado jamás volverla a ver y ahora mismo recordaba lo obscuro de ese lugar al que podía llevarle.

-¿De qué diablos hablas?- Kai totalmente había olvidado que hacía nada que Wyatt había salido de la mansión. El dolor que intentaba ignorar se acrecentó nuevamente con un aumento en la presión de su mano, el inglés no tenía límites físicos ni mentales.

-Cuando regrese se va a encontrar una sorpresa, pero esta vez si se queda a ver no va a importarme. Que vea lo que tenemos a ver si le quedan ganas.

-¿Esto es por Wyatt? Aaah- Esta vez estaba casi seguro de haber escuchado un crujido peligroso proveniente de su mano. Qué fácil parecía que era hacerle daño.

-¿Te atreves a decir su nombre en mi presencia? ¡Cómo te atreves! De todas las opciones que el gran Hiwatari tiene, de todas ¡¿te saciaste con él como para meterlo a tu casa?! Hasta yo tengo mis límites, Kai, ni en mis peores días hubiera accedido a tocarlo y tú lo hiciste amo y señor de esta mansión. Aunque a él no lo culpo, porque tú eres muy adictivo. ¡Mírame!-La presión sobre la cadera aumentó dolorosamente.

-No sabes lo que dices. ¡Basta! Aaaah… basta…-esta vez era seguro, le había roto el metacarpianio del dedo meñique, el huso más largo del filo de la palma. El miedo, que usualmente había aprendido a controlar, se le había presentado de súbito. No podía ser, no podía ser que Brooklyn lo hubiera hecho sin querer, o peor aún, realmente no estaba consciente de lo que hacía y entonces sí había que temer.

La respiración del ruso se aceleró aún más. Estaba a merced de un loco, lo sabía y sabía lo que era dejarse arrastrar, ya había pasado por eso antes, aunque no había estado sometido entonces, lo que seguía si no lo impedía tenía tantas posibilidades sin que hubiera alguna buena que se paralizó. Nada de lo que dijera le ayudaría, él no iba a escuchar a menos que tuviera las palabras exactas, como esa vez.

-No te comprendo, Hiwatari, me deseas tanto como yo, deja de resistirte- puso la mano ilesa de Kai bajo su propia rodilla para mantenerlo inmóvil para poder usar su propia mano para abrirle la camisa de un tirón, haciendo saltar dos de los cuatro botones.

-No puedo dejarlo sólo así, Brooklyn. Si vas a hacernos esto, hazlo de una vez. Si tanto deseas una venganza sin importarte nada más, cóbrate.

-¿Ahora vas a rendirte así de simple? No es así como eras, te han cambiado.

-¿Y tú? ¿Desde cuándo tienes que usar la fuerza para complacerte?

-Desde que decidiste ignorarme a pesar de todo, huirme y rechazarme, restregándome lo bajo que soy, lo vil que soy, lo inútil que soy y además de todo entrando en mi vida, metiéndote en mi cabeza, vigilándome. ¿Para qué? Pudiste destrozarme pero me dejaste a la mitad como si fueras el bueno. ¿Qué culpa tengo de mi naturaleza, de mi adicción a ti? ¿De que se grabaran a fuego tus palabras de propiedad? No entiendes, Hiwatari, complacerme no ha sido algo que pudiera lograr desde que todo se cayó.

-No fui yo quien llamó ese día.

-Mentiroso.

-Fue Wyatt. ¡Brooklyn!

-¡¡Mentiroso!! ¿Qué ganabas asediándome? Trataba de dejarte, Kai, estaba en mi derecho, era mi decisión, mi libertad, Hiwatari. No tenía por qué importarme que tú lo supieras. ¡No tenías que saberlo!-El pelirrojo se recargó por completo sobre Kai, aferrándose a su cuerpo con la mano que antes estaba clavada en su cadera, abrazándolo por el torso para atraer sus cuerpos y nuevamente rasgar la piel a su paso.

-Aaahh! –De nuevo aumentó la presión en su mano mala, sin contar con que el peso sobre la otra comenzaba a hacerle daño.-Fue Wyatt. ¿Crees que quería saber que estabas con otro, revolcándote? Me encerré en los negocios. Ya no quería saber de ti, de nada. ¡Escucha, fue Wyatt!

-Y aún así lo recibiste, como premio. Lo dejaste dormir contigo, lo dejaste quedarse contigo. ¿A qué te sabía su cuerpo? ¿A pureza?- La ira, los celos y la desesperación tenían su voz. La única cosa en la que no podía ser mejor que el imbécil de Wyatt era eso. La única cosa que realmente lo había hecho odiarse aún antes de conocer a Kai, la única cosa que sólo él había controlado.

-¡No soy como tú!

-No te cansarás de decírmelo, no podrías perdonarme así que no voy a disculparme.- comenzó a besar desesperadamente el níveo cuello, aprovechando que el otro seguía negándole los labios.

-¡Es que no pude siquiera imaginar tocar a alguien más!-La voz salió claramente impregnada de desesperación sincera y dolor, no sólo físico, aunque también llevaba mucho de eso.

Las palabras del ruso congelaron el tiempo para Brooklyn. No eran tantas, no eran específicas, pero él sabía, a pesar de no querer creer, que Kai Hiwatari no abría la boca a menos que tuviera algo que decir, algo real que decir. Algo cierto. ¿Esas palabras podían cambiar las cosas?

-Aun así, durmieron juntos en el hotel. –Soltó suavemente, disfrazando su nerviosismo, para ver la reacción del otro. Algo de la bruma que nublaba su mente comenzaba a moverse.

-No. Sólo una vez compartimos habitación y yo no pasé la noche allí. Te lo dije muchas veces antes, no soy como tú. No he podido sacarte de mi mente ¿no lo entiendes?- La fuerza que aplastaba su mano disminuyó un poco. ¿Tenía una oportunidad?

-No puedo creerte, él ha estado contigo todo el tiempo, ¿vas a decirme que se contentó con ser tu paño de lágrimas?

-Fue su deseo, yo no tenía ganas de… no podía hacer nada. Cada vez que pensaba que él podría aplacarme…

-¡No puedes hablar en serio!

-¡Escúchame! Cada vez que eso pasaba por mi mente lo desterraba el recuerdo. Masefield, eres mío porque sólo eso ha sido mío. La maldición es que no puedo tener nada más a menos que te deje ir y aún es hora de que no comprendo cómo haces para acercarte a otros. –Notó que la fuerza sobre su mano se aligeraba considerablemente. También se dio cuenta que al poner su otra mano debajo de su rodilla, Brooklyn había desestabilizado su propia postura. Ya no se sentía tan vulnerable a pesar de que la mano siguiera molestándolo.

-No  te creo. ¿Qué hay con Ivanov? ¿Qué hay con Kuznetzov?

-Estás fuera de control. Cuándo vas a entender que ellos ya son una pareja. Lo de Yura y yo es algo pasado, los dos lo dejamos en su sitio para poder seguir adelante. Bryan no tiene nada que ver ni tiene por qué saberlo. ¿Por qué no los dejas en paz? ¿Qué hay de ti? ¿Por qué tenías que presentarte con Mystel a la fiesta si ibas por mí? ¿Qué diablos ganabas con eso?

-No pensaba verte allí.-El pelirrojo se separó de su cuerpo, retirando casi por completo el abrazo para gritarle de frente.

-Eso no es una excusa, te acostabas con cualquiera, ¿qu9é cambiaba si yo no iba o si sabías que iría? No podemos seguir cerca. Tú me odias, nunca confiaste en mí y jamás negaste que quisieras seguir frecuentando a gente como él. ¿También él se conformaba con ser un amigo? Por favor, sé bien con qué pagas la amistad.

-Ya sé que no podemos pero es tu culpa que estemos aquí. Me hiciste adicto a ti y como tal me he resignado a que la adicción termine con ambos.

Kai había reunido la fuerza suficiente para sacudirse al inglés de encima, pagando con un dolor más agudo en la mano a la que Brooklyn trató de aferrarse, pero finalmente logró alejarlo de sí, logrando ponerse en pie para, enseguida, ponerse en guardia y patearlo en el pecho, aventándolo un par de metros por el piso. Hiwatari no soportaba ser el que llevara las de perder y siempre había podido responder muy bien a las agresiones, aunque esta vez el contexto fuera totalmente distinto a lo acostumbrado.

-Pues yo también sé jugar violento, Masefield, te lo recuerdo. Esto estaba mal desde antes pero has cruzado la última línea y ya no tengo por qué ser considerado.

-¿Te vas a rebajar a mi nivel? Qué sorpresa.-El pelirrojo se levantó sintiendo aún el impacto en su pecho.

Kai no había usado toda su fuerza pero tampoco había sido especialmente cuidadoso. Ahora que gracias a la breve plática anterior Brooklyn no había traspasado la línea de la cordura, pero furioso sí que estaba, la situación parecía haberse reducido a una pelea física que el ruso, por su temprano entrenamiento militar, tenía las de ganar. Una vez sintiéndose atacado, sus instintos de pelea afloraban y los sentimientos quedaban disminuidos. Gracias, abuelo, debía pensar más tarde.

-Si me haces esto no tengo porqué seguir cuidándote.-Levantó la mano lastimada para mostrarle, había empezado a inflamarse y mostraba claras marcas rojas.- Tú mejor que nadie sabe lo que es provocarme y lo conseguiste.

Brooklyn se quedó de piedra, realmente no había sido la intención, de hecho trabajosamente podía asumir aquello como acto suyo. Claro que estaba dispuesto a todo para llegar hasta Kai, pero no había pensado en romperle la mano. En ese momento la mano derecha con la que lo había hecho comenzó a reportarle señales de agotamiento intenso. Después de todo, había sido él. Sin embargo, ya no veía más camino que seguir. Sus sospechas habían sido ciertas al pensarse una mala persona y allí tenía las pruebas.

-¿Cuidarme, dices? ¿Quieres decir que el Señor Hiwatari me ha tenido en sus misericordiosas manos y me ha estado cuidando? ¿Desde cuándo eres tan paternalista, Kai?-La voz le temblaba ligeramente porque ciertamente sabía que ya no tenía la ventaja.

-Nadie te ha molestado y no por falta de intenciones, conoces a mis amigos y los negocios que manejamos.- Su respiración tenía otro ritmo, ya no estaba asustado, la adrenalina cortaba eficazmente muchos otros estímulos y respuestas. Podía haber dejado el entrenamiento y la vida que Voltair le había obligado a tener, pero había cosas que no se olvidaban jamás. -¿Crees que Yuri únicamente ladra, o crees que todo cuanto hacías se lo pasaba con agua?

Y como toda pareja disfuncional, claro que había secretos entre ellos, justamente como ese. Yuri nunca había sido para tomarlo a la ligera y en un tiempo, cuando entre la pareja empezaba a gestarse la atmósfera de inseguridad y control, la última vez que Brooklyn había hecho una de sus amenazas abiertamente para delimitar territorio contra Yuri basado en el veneno de los celos, había habido un incidente por el que el ruso pelirrojo no se había quedado de brazos cruzados. Envió a uno de sus hombres al departamento del inglés con instrucciones de dejarle claro con quién se metía, nada que le fuera a costar la vida pero sí un par de costillas rotas, y por una coincidencia afortunada Kai había llegado antes, casi siendo confundido en el ascensor, enfureciéndolo considerablemente. Todo quedó en el intento porque Kai conocía a todos los “empleados” de confianza y había podido interrogarlo. Después de comprobar sin gran esfuerzo que Yuri era el responsable, le había prohibido acercarse, dejando con eso claro que Brooklyn era mucho más importante que cualquier cosa. Ambos se distanciaron. Cuando las cosas se enfriaron lo suficiente, Bryan había ido a mediar las cosas con Kai, quien sabía que realmente había sido culpa del inglés y que su amigo era así, no podía echárselo en cara ahora. Yuri se disculpó sinceramente, cosa rara, pero le advirtió también que no iba a perdonar los arranques del pelirrojo todas las veces. Ante esa disyuntiva, implícitamente acordaron alejarse sin guardar rencor ni olvidar las condiciones y fue una de las grandes razones por las que el ruso aceptó encapsularse para Brooklyn. Otro sacrificio más.

-Estás inventando.-Eso era algo en lo que jamás había pensado ni remotamente. Claro, uno de los negocios principales de las empresas Hiwatari era el comercio de armas lícito, pero no era un secreto que las personas del medio fueran agresivas y violentas  de estricto carácter o que la infancia del heredero ruso estaba plagada de lineamientos impuestos por el abuelo Voltaire, quien quería convertir a su nieto en un peleador completo. De alguna manera nunca había puesto atención en esos detalles y Yuri Ivanov, al igual que Bryan Kuznetzov eran los encargados de empresas menos populares pero igualmente importantes, como era el adiestramiento militar y los servicios de seguridad privada para casos especiales.

-No te vas a volver a acercar a mí, te advierto. Esto te va a costar caro.

-Puedo conseguir protección.-Pensaba en Garland, seguro que él también podría tener algún as en esas partidas, pero el problema era justo ahora.

Kai se había incorporado apoyándose en el escritorio del estudio y había sacado un arma, una automática que siempre había descansado allí por cualquier eventualidad, después de todo él mismo lo había dicho, cosa de negocios. Sin titubear le apuntó al pelirrojo amenazadoramente, justo como había aprendido a hacerlo, sin titubeos, certero y listo para jalar el gatillo. Esos instintos se activaban aún después de años de intentar olvidar los inhumanos entrenamientos en la abadía.

-Se acabó. –Fue lo único que dijo. 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Verdad que tengo un don para volver las cosas una vil telenovela?

Vamos, falta un poco más.


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