Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Poetica por l168l

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, espero que les guste esta historia, léanla, compartanla si les agrada y disculpen de ante mano por cualquier error en la ortografía/gramática.

Me llamo Yoongi y ahora tengo 26 años, lo que contaré a continuación sucedió cuando tenía dieciocho. Mi vida nunca ha sido interesante, en ese entonces servía cafés y tocaba un viejo piano ubicado en la esquina de la sala en donde todos los fines de semana se reunían un montón de jubilados y gente extraña, como yo los llamaba, a recitar versos de diversos poemas que revelaban alegrías, tristezas, preocupaciones, miedos y toda clase de ideas que residían en lo profundo de sus mentes. Dentro de estos raros estaba mi abuela, quien era la presidenta del lugar, amaba ir allá para pararse en el podio y expresar lo mucho que odiaba a mi abuelo por ser un alcohólico, por ella es que yo estaba allí, condenado a aguantarme los gritos desalmados de la mayoría de los asistentes. Yo creía que la poesía era una actividad más calmada y bonita pero mucha gente parecía estar desgarrándose internamente cada vez que era su turno de pasar al frente; por lo anterior, le llamé a este lugar El Club de los Lamentos.

 

Al club de los lamentos, que en realidad sólo era un club de poesía, iban adultos y ancianos, un poco bohemios, un poco particulares. Nunca vi un joven, aparte de mí, que estuviese presente en ese lugar y entiendo muy bien por qué, era demasiado aburrido y anticuado para que alguien de mi edad osara de entrar por las puertas color marrón que protegían y silenciaban los gritos y raros chasquidos de dedos que daban en lugar de aplausos. Lo único que veía positivo de toda esta obligación es que podía hacer algo más aparte de estar acostado en mi cama leyendo comics, me habían expulsado de la escuela  hace bastante tiempo y desde ahí decidí no volver a pisar una, de igual manera, nunca aprendí nada los años que estuve así que no lo veía como un problema. Aparte, yo quería ser rapero, se supone que ellos no necesitan estudiar matemáticas ni ninguna de esas mamadas institucionales que me causan migraña. En fin, en ese momento, mi única ocupación era estar presente en el club de los lamentos dando cafés, tocando piano cuando me lo pedían o pasándoles pañuelos a algunos que no podían aguantar los mocos. Lo sé, nada parecido a ser un rapero, patético.

 

“¡Yoongi, hoy estás muy guapo!” una de las ancianas que más frecuentaban el club de poesía me lanzó uno de los piropos que acostumbraba a dedicarme cada vez que tenía la oportunidad. “¿Ese suéter es nuevo?” Siempre me preguntaba por el mismo suéter negro que usaba para trabajar en el lugar, ella tenía alzhéimer pero hacía lo posible por recordar todo lo que pudiera, lo curioso es que mi nombre nunca se le olvidó.

 

“Hoy tienes que quedarte a limpiar.” Mi abuela se acercó alejando a la otra anciana. “Está hecho un desastre.”

 

Mi abuela hablaba con mucha seriedad, era una mujer fuerte y, a decir verdad, daba miedo, pero conmigo era el triple de fría. En fin, esperé que todos los asistentes salieran. De hecho, esperé mucho porque algunos miembros del club se quedaron hablando mientras bebían el café que les había dado anteriormente. Mi cara no era la más alegre, ni siquiera cuando estoy alegre lo es, pero eso ya me estaba sacando de quicio y más cuando ya había anochecido. Afortunadamente, los espanté con mi mirada porque se fueron más rápido de lo que creí. Tomé la escoba, luego fregué el piso, organicé las sillas, lavé las tazas y cuando estaba apunto de terminar, mi furia aumentó exponencialmente.

 

“Voy a cerrar, no entre a menos de que se quiera quedar aquí hasta el próximo fin de semana.” hablé sin subir la mirada, no me importaba quién fuera, sólo quería irme. Sin embargo, el visitante no me hizo caso, tal vez porque su agitada respiración no lo había dejado escuchar mi amenaza. “En serio, me largo de aquí y queda encerrado.” Solté otra amenaza esta vez subiendo la mirada para encontrarme, sorpresivamente, con un joven. Bajé la silla que estaba cargando para cruzarme de brazos “¿Y tú qué quieres?”

 

“Disculpa, iba a dejar este formulario de inscripción y se me hizo tarde. ¿Tú eres el presidente?” habló el chico delgado, tenía una extraña voz que me hizo reír internamente.

 

“Mi abuela es la presidenta de esta cosa.” Respondí terminando de recoger las sillas. Me acerqué a la puerta listo para cerrar, tomé el formulario de las manos del tipo y, sin mirarlo, le dije que se lo daría. Yo sé, mi actitud fue un asco, siempre lo ha sido, pero sólo quería irme.

 

Extrañamente, toda la semana sentí remordimiento de ni siquiera haberme presentado adecuadamente ante el chico. Cuando entró y habló, su voz, aparte de graciosa, fue muy gentil y yo fui un hijo de puta por el simple hecho de tener hambre y sueño. Generalmente no me molesta ser así pero me afectó y no sé por qué.

 

“¿Vas a aceptarlo?” pregunté a mi abuela quien le tiró un plato de comida a mi desaliñado abuelo.

 

“¿A Hoseok?” Se sentó en la silla a mi izquierda y continuó hablando, “aceptarlo atraería más público joven así que sí.” Respondió aventándole una mirada cortante a mi abuelo quien comía con la boca abierta. “Deja de tragar como un cerdo.”

 

El fin de semana llegó, yo volví a mi aburrido oficio con la esperanza de que Hoseok llagara así tendría alguien con quien hablar aparte de la anciana con alzhéimer que sólo hablaba de mi bendito suéter negro. Luego de un tiempo, el chico de la voz extraña no se presentó, el domingo tampoco, mi abuela llamó para confirmar si sí se uniría al club pero no contestó. Tal vez se había arrepentido, tal vez yo lo había espantado y se suponía que ese club era un lugar para sentirse refugiado y apoyado. Siempre hago todo mal pero esa vez realmente pensé que la había cagado.

 

El viernes me reuní con un amigo, íbamos a beber, hace mucho no lo hacíamos pues éramos muy pequeños pero ahora que estábamos un poquito más mayores, podíamos hacerlo con libertad. Mi amigo, Namjoon, había entrado a la universidad hace unos meses y yo nunca logré graduarme de la escuela, qué ridículo.

 

“¿Cómo van las cosas, ya sabes, en la universidad y eso?” pregunté luego de beber lo poco que quedaba de soju. Él tardó en responder pues estaba pegado al celular con una sonrisa pícara. Volví a insistir.

 

“Estoy hablando con unos amigos y van a hacer una fiesta esta noche ¡Vamos!” me comentó con mucha emoción, incluso ya levantándose de su asiento. Yo me quedé sentada tratando de disminuir las ganas que tenía de darle un puñetazo en la cara. Me negué a ir y a él ni le importó, después de todo, eran sus amigos de la universidad por lo que acostumbraba ya a estar con ellos y no conmigo. No me importó eso pero me dolió porque se supone que era una noche para conversar como en los viejos tiempos. Sin embargo, Namjoon había cambiado radicalmente o tal vez el que había cambiado era yo, no sé pero no se sentía igual. Desde esa noche, no volvimos a hablar muy seguido, supongo que el tiempo nos cambió.

 

Mi cabeza estaba palpitando horriblemente el sábado por la mañana, sentía que todos me hablaban más fuerte de lo normal. La maldita resaca me estaba sacando de quicio y quería salir del club de los lamentos directo a mi cama. Mi abuela llegó junto con unas cuantas personas más, iban a hacer una fiesta de aniversario por los dos años que ya llevaba abierto el club.

 

“Hueles a alcohol.” Apuntó mi abuela sin siquiera saludar, no la había visto por la mañana porque me había dicho que debía salir más temprano a comprar unas cosas. “¿Por qué eres como él?”

 

“Lo siento, ayer me reuní con Namjoon y…”

 

“¿Namjoon?” me interrumpió dando un pequeño salto de emoción “¿Cómo está él? Dile que debe ir a visitarnos y dile que te enseñe algunos modales.” Volteé los ojos, si hubiese sabido que Namjoon se fue a una maldita fiesta, no estaría tan feliz pero así le hubiese dicho, no me habría creído porque ella amaba a ese patán, más que a cualquier hijo o nieto. Yo creo que hasta le gustaba.

 

Dejé la flojera atrás para ponerme a ayudar a preparar la fiesta. Colgamos globos, pusimos muchísima comida, música y luces. A decir verdad, no estaba nada mal pero fue muy incómodo cuando empezaron a llegar un montón de ancianos y adultos. Bailaban muy extraño, me resultó gracioso así que me quedé sentado detrás de la barra en la que acostumbraba a servir los cafés a esperar que toda esta fiesta nocturna para mayores terminara. La música era de las de la época de mi abuela así que yo no lograba reconocer ninguna canción. Sin embargo, no estaba muy aburrido pues había alcohol y a mi realmente me gustaba beber.

 

“Lo mejor para la resaca es seguir bebiendo.” Me dije a mi mismo embutiéndome una cerveza a la fuerza.

 

“Disculpa, ¿no tienes agua?” una voz particular interrumpió mi precioso ritual de la bebida, eso me sacó un poco de onda pero tomé un respiro profundo para tratar de no ser grosero. A mi sorpresa, era el chico que había venido hace tiempo.

 

“¡Hoseok!” grité riéndome, tal vez ya me había emborrachado otra vez. “¿Qué te parece un poco de cerveza? Sabe mejor.”

 

El negó con la cabeza dedicándome una sonrisa nerviosa mientras que se alejaba de la barra. Otra vez la había cagado, wow, pero no iba a dejar que mi única opción de amistad en ese lugar se arruinara. Entonces tomé una botella de agua, lo seguí, él se sentó en las sillas de la parte de atrás y yo hice lo mismo tratando de actuar natural y casual. “Sí había agua.”

 

“Oh, gracias.” Respondió con una mirada gentil y no pude evitar sentirme como la mierda. ¿Por qué fui tan duro? “Disculpa, ¿cómo sabes mi nombre?”

 

“Verás… mi abuela es la dueña de esto y” me senté en la silla del lado, “leí tu nombre en los papeles.”

 

“¿O sea que leíste lo que escribí?” preguntó nervioso.

 

“Ummm, no. Sólo leí tu nombre.” En realidad no leí nada, mi abuela me lo dijo y ya pero ahora se me había despertado la curiosidad por saber lo que había escrito. Por su reacción, tal vez era muy personal y yo quería leerlo alguna vez.

 

Él respiraba rápidamente mientras bebía agua. Sin darme cuenta, estaba mirándolo, estaba tratando con todas mis fuerzas de no parecer intimidante y grosero, o sino, me quedaría sin amigos de por vida. Tal vez por eso Namjoon se había cansado de mí, tal vez por eso todos me repudiaban… Pero quería cambiar, estaba intentándolo.

 

Esa noche no hablamos nunca más, él no dejó de beber agua mientras sonreía al ver a las personas bailar canciones ridículas. Yo seguí intentando no parecer un intimidador pero es que mi mirada era muy fuerte y cortante, la solución era sacarme los ojos o algo. Y pues, no podemos ignorar el hecho de que Hoseok realmente no hablaba mucho, ni tenía intensiones de hacerlo, esto lo hacía más difícil para mí.

 

Realmente quería tener alguien con quien hablar, quería un amigo.

Quería que Hoseok fuera mi amigo.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).