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Retazos de un sueño por khr

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Notas del fanfic:

lean

Notas del capitulo:

Subí algún cap de este fic hace bastante, solo que lo borré porque no sabía como continuarlo...pues bueno, creo que ya se como y tengo algún que otro cap escrito y ahora que tengo tiempo pues hago el experimento de ver si interesaría una historia con personajes de digimon y de kingdom hearts (mi serie y mi videojuego de la infancia unidos).

PRÓLOGO:

Oscuridad…eso es cuanto se ve aquí. Pero no una oscuridad aterradora. Una tranquila. Que te colma de paz y tranquilidad. Pero no es así para todos. Debes estar acostumbrado a vivir en soledad, rodeado de penumbra, para poder entender esta oscuridad embriagadora. ¿Por qué? Simple. Cuando tenemos miedo de algo, no nos paramos a intentar entenderlo. Solo chillamos, corremos, lloramos o pegamos, todo depende de tu verdadera naturaleza.

Y eso exactamente lo que estoy contemplando ahora. A una pobre alma caída directa del paraiso a este camino pedragoso en mitad de ninguna parte. Está llorando hecho un ovillo sobre sí mismo. Es curioso. No es la primera vez que lo veía, pero nunca lo había visto así. Estaba acostumbrado a observarle envuelto en su aura de luz, espada en mano y con mirada decidida, combatiendo a la oscuridad que asola estos mundos…Heartless…así es como se refieren a dicha oscuridad los suyos…los Hikari

 

-¿Quién anda ahí?-gritó a la nada el muchacho. Ha tardado bastante en darse cuenta de mi presencia-respóndeme por favor…no…no quiero estar solo.

-Jeje…-no pude evitar soltar una pequeña risa. Normalmente, a los Mukeino nunca nos eligen como compañía. Y que ahora, después de haber visto a este Hikari en todo su esplendor varias veces, ruegue por mi presencia…despierta en mí un sentimiento ya olvidado desde hace tiempo…nostalgia.

-Muéstrate…por favor…-rogó en mi dirección. Mi risa me ha debido de delatar-quiero estar con alguien.

-Alguien-respondí saboreando la palabra-hace bastante que dejé de ser alguien…para los de tu clase.

-Eres un…-se cortó en mitad de su oración. Normal. Sería un poco raro que después de rogarle a una persona que te ayudase descubrieses que esa persona es uno de los seres a los que has despreciado y cazado por ser diferentes.

-Dilo-pedí con voz pausada. No sé por qué hacía esto. Me recordaba a mí en mis primeros días…

-Mukeino-soltó con desprecio.

-Jaja-no es culpa suya, es lo que le han enseñado siempre-supongo que ya no querrás mi compañía. Bueno, te dejaré llorando solo como antes.

-No por favor!-dijo levantándose y corriendo hacia donde se imaginaba que estaba. Lástima que me hubiese movido más rápido que él y ya estuviese oculto otra vez en la osuridad detrás de él-¿dónde estás?

-En mi sitio…la oscuridad… ¿no?

-…-no respondió. Para bien o para mal, solo había dicho lo que él pensaba.

-La pregunta es… ¿qué haces tú aquí?-pregunté, dado que no tenía intención de responder a mi última pregunta.

-¿Llevas rato observándome y no lo sabes?-preguntó desconfiado.

-Supongo que eso da igual…estás aquí, que es lo importante-respondí acercándome a él. Cuando estuve a su altura, ambos nos vimos cara a cara. Los Hikari siempre han sido atractivos. Y este chico no era la excepción. Aspecto de un adolescente de unos 17 años, pelo castaño en picos y ojos azules…opacados…supongo que antes estarían llenos de luz.

-Eres…normal…-dijo sorprendido.

-¿Qué te esperabas?-dije divertido.

-Pensé que usabáis gabardina y capucha porque no teneis rostro…

-Piensas… ¿o te dijeron que pensases eso?

-…-otro silencio. Al menos es inteligente, y cuando no tiene nada bueno que decir no dice tonterías.

-Anda, sígueme Hikari. Este no es sitio para hablar adecuadamente.

-No me llames Hikari-dijo cabreado.

-¿Cómo quieres que te diga si no sé tu nombre?

-Haberlo preguntado-dijo…sonriendo por primera vez-mi nombre es Sora…

FIN PRÓLOGO

Bip bip-bip bip

Tortuoso sonido. No sé por qué me pongo despertador si siempre me pone de mal humor. Ah sí, ya me acuerdo. El ir a la playa…bueno, no todavía. Mas bien, el planear cómo ir. Más especificamente, de dónde sacar el dinero para ir. Está claro que ir, iremos en tren.

Todavía dormido alargué la mano y apagué el despertador. Me estiré en la cama bostezando a la vez antes de incorporarme. Todavía con sueño abrí la ventana que estaba al lado de mi cama y miré por ella. Villa Crepúsculo se extendía, dejando a la vista sus casas a diferentes niveles fruto de haber construido en una colina a varias alturas.

 

-Otra vez…he soñado con él-solté al aire de la mañana.

 

Todavía hacía bastante calor, asi que antes de salir de casa decidí tomar una ducha fría. Mientras me observaba en el espejo tratando de peinar mis rubios cabellos, no pude evitar rememorar el sueño. Sus ojos azules…eran como los míos…

Y así estuve todo el camino hasta “el lugar de siempre”, pensando en el sueño. No es el primero que he tenido. Es la primera vez que sueño un sueño como este, pero la historia era la misma. ¿Qué cómo lo sé? Pues porque no es muy común que todos tus sueños desde que tienes memoria escuhas términos tan “comunes” (entiéndase la ironía) como Mukeino, Hikari o Heartless.

Es más, lo extraño es que no es la primera vez que sueño con ese castaño. He soñado cómo luchaba con una espada extraña contra criaturas más extrañas todavía…eran criaturas negras, que se ocultaban en las sombras…pero esta vez era distinto. Normalmente el tal Sora irradiaba como…luz, y fuerza. En este sueño estaba muy raro. Como si no fuese él.

 

-ROOOOXAAAAS!!

-¿Qué qué qué?-me sobresalté en  por el grito en mi oído y me caí al suelo, lo que ocasionó la risa colectiva de mis acompañantes.

-¿Cómo que qué?-preguntó mi rubio amigo-pues que has llegado, no has dicho ni mú y te has sentado en el sofá. Y encima no respondías a las cosas.

 

Parpadeé un par de veces. Había estado tan sumido en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que ya había llegado “al lugar de siempre”. El “lugar de siempre” (o Lugar, para abreviar) es un sitio situado en un callejón de la ciudad, con una verja de metal cerrándolo cuando no estamos. No tenemos puerta, es una cortina que tapa lo que tenemos en el Lugar: un par de sofás para tumbarnos a hacer el vago, unos dardos, posters de nuestros grupos de música favoritos, una tele con una consola para jugar videojuegos y una gran mesa para hacer los deberes cuando hay clase. Es donde siempre me junto con mis amigos, a saber: Hayner. Un chico con el pelo rubio claro (no como yo, que lo tengo rubio oscuro), ojos almendrados, tez blanca y cuerpo atlético. Si le tuviese que definir en una palabra, sería…hiperactivo. A pesar de ese “defecto” por llamarlo así, le considero mi mejor amigo. Siempre me saca una sonrisa, como ahora mismo. Es el único que además sabe lo de mis sueños. Y en vez de reírse de mí me animó a escribirlos en papel para tratar de ordenarlos, pues parece que siguen una historia. Por esto no se molesta nunca cuando estoy en las nubes y le ignoro, sabe que le estaré dando vueltas a esos sueños.

Después está Pence, un chico gordito con un gran corazón. Me habría gustado contarle también sobre mis sueños, es bueno en cosas paranormales. Motivo por el cual no lo hice, sería tan pesado que me agobiaría…pero siempre está ahí cuando necesitas algo.

Y por último, Olette. La mamá del grupo, como la decimos en broma. Es una chica de pelo castaño y tez clara que suele tener una sonrisa la mayor parte del tiempo siempre y cuando no la molestes. En tal caso dará miedo. Y la llamamos la mamá del grupo basicamente porque siempre está pendiente de que hagamos los deberes, de que no nos metamos en peleas, de que merendemos, y todas esas cosas que cuando nos estamos divirtiendo a nosotros se nos olvidan…pero no a ella.

 

Y esos son mis tres amigos. Los mismos tres que se siguen riendo por haberme caído de la silla por el grito de Hayner. Al principio traté de parecer enfadado pero al final opté por acompañarles en sus risas mientras Hayner me ayudaba a levantarme guiñándome un ojo en señal de que sabía en lo que estaba pensando.

 

-¿Qué pasa dormiste tan mal que ahora sueñas despierto?-preguntó Pence en broma.

-No es eso Pence. Si fuese eso solo estaría en las nubes hoy, y no tooooodos los días-bromeó Olette.

-Hacía mucho calor esta noche y no podía dormir-me excusé. Todos se lo tragaron excepto Hayner que me pasó el brazo por encima acercando mi cabeza a su pecho.

-Bueno bueno, dejemos estas cosas para después. Vayamos a lo importante ahora que Roxas nos escucha-en un descuido conseguí soltarme y volver al sofá mientras me volvía a peinar. Con una sonrisa en la cara esta vez-la playa. Necesitamos dinero.

-Eso ya lo sabía, no tenía que escucharte entonces-le piqué mientras le sacaba la lengua.

-Ja Ja Roxas. Como se nota que eres rubio-respondió malhumorado.

-Te recuerdo que eres más rubio que él, Hayner-apuntó Olette. Tuvimos que volver a parar a reírnos. Bueno, a Hayner no le hizo tanta gracia, pero aun así se le escapaba la risilla.

-Venga ya en serio-traté de poner orden-lo he estado pensando y la mejor forma de sacar dinero es trabajando un poco.

-Estoy de acuerdo-dijo Olette.

-Yo también-secundó Pence.

-Sí, esa idea está bien si pretendemos ir a la playa dentro de tres años, que es lo que tardaremos en reunir el dinero-se quejó Hayner. Todos suspiramos.

-Hayner ya lo hemos hablado-traté de hacerle entrar en razón.

-Sí, pero esta vez es distinto. Tengo un plan brillante que antes no tenía-dijo mientras se frotaba las manos y sacaba un papel de su bolsillo y nos lo enseñaba.

-¿Campeonato de Struggle?-leeyó Olette-no es nada bueno, todos los años por estas fechas hacen uno, te lo recuerdo.

-Ya ya lista. Mira lo último-dijo Hayner.

-¿Todo ese dinero para el ganador?-preguntamos los tres al unísono.

-Así es. Parece que los organizadores quieren que sea más popular el evento. Y qué mejor manera que poner una suma de dinero tan suculenta como premio.

 

Por una vez, Hayner tenía razón. Era bastante dinero como para irnos a la playa no solo un día, si no un fin de semana entero, pudiéndonos pagar hasta un pequeño apartamento.  Y encima, lo teníamos casi en el bolsillo. No es por alardear pero Hayner y yo somos unos expertos en este deporte. Es algo similar a la esgrima. Te ponen unos petos con sensores de fuerza y te dan una espada de goma dura. Consiste en combatir contra otra persona. Cada vez que das un golpe, el peto suena y te quita una vida. Si pierdes las tres que tienes al principio, has perdido. Es algo así como la esgrima pero más hardcore, pues se juega por todo el pueblo, y puede haber como treinta participantes. Nunca hemos ganado ninguno, siempre nos hemos eliminado mutuamente desde el principio o cuando alguno pasaba llegaba solo con una vida y no tenía posibilidaes de ganar. Pero con un premio así…hasta podríamos aliarnos para llegar los dos a la final y tener el dinero para la playa de seguro.

Y así lo decidimos. El campeonato era mañana, por lo que nos distribuimos el trabajo. Pence y Olette irían a apuntarnos y mientras Hayner y yo nos iríamos a entrenar. Y en ello estábamos, en mitad del bosque al lado de Villa Crepúsculo con nuestras espadas practicando fintas y golpes, sudando al sol de las doce de la mañana.

 

-Aahhhh necesito un descanso-dijo Hayner mientras se tiraba al cesped y tiraba su espada a saber dónde-es imposible que tras tanto tiempo sin practicar sigas siendo igual de bueno. Incluso más diría yo.

-Venga ya, no digas tonterías jaja-dije mientras me sentaba a su lado y le ofrecía del agua que acababa de beber.

-Como no sea por tus sueños-me respondió cuando terminó de beber.

-¿Qué tienen que ver?-pregunté un poco incómodo. Me daba vergüenza cuando hablábamos de mi pequeño problema con mi subconsciente.

-En algunos salía gente luchando con espadas ¿no? Incluso tú mismo-balbuceó mientras se estiraba la espalda.

-Por esa regla de tres sabría japonés a la perfección por ver tanto anime-nos empezamos a reír. Otra cosa que compartíamos era nuestro gusto por los mangas y animes.

-Ahora en serio, deja de bromear. ¿Qué has soñado esta vez?-me preguntó mientras se sentaba y me miraba serio. Suspiré.

-Otra vez con ese chico. Estábamos en un lugar oscuro…pero yo me sentía agusto, era relajante. El no. Estaba triste, pero me pidió que estuviese con él.

-¿Es extraño no? Según otro sueño tuyo el era un Hikari de esos y tú un Mukeino. No os podeis ni ver en teoría…o bueno, en ficción más que en teoría-razonó. Es increíbe que se tome tan en serior mis sueños que hasta se acuerde de ellos.

-Sí. Era muy extraño. Es más, hasta me dijo su nombre-me miró curioso, esperando al nombre-…Sora…

 

Xxxxxx

Punto de vista Takeru

Un…dos…tres…cuatro…y así, hasta sesenta movimientos hacía ese maldito segundero, marcando el tiempo que llevaba esperando ya en esta sala de espera. No es muy común que los Hikari llamen a Tierra de Partida a un Digidestined. No es que no nos tengan estima, solo que esto es lugar demasiado sagrado para ser pisado por gente mitad humana…mitad Hikari también, sí, pero mitad humana, que es lo que les interesa.

Desvié la vista de ese maldito reloj y me puse vista al frente de nuevo. El espejo que cubría toda la pared contraria me devolvió mi reflejo. Me observé. Pelo rubio, piel blanquecina, ojos azules y gesto serio. Vestido con el uniforme de la preparatoria especial al que nos mandaban a los Digidestined, que consitía en una americana verda, camisa blanca, corbata azul y pantalones marrón clarito. Aparté mi vista del espejo. Me recordaba bastante a veces anteriores, hace ya dos años…la última vez que estuve aquí sentado, junto con esa persona …Me salté las normas…y estas son las consecuencias me repetí.

 

-Takeru Takaishi-llamó una mujer con pelo corto azul con pedazos de armadura en sus brazos y formando parte de su falda. Junto con sus botas…Aqua.

 

Me levanté y le seguí. Sonrió al verme hacer esto. He de reconocer que es el Hikari más amable que he conocido, no suelen ser así. Por el hecho de ser entes superiores ya se creen con derecho de mirar al resto por encima del hombro. Nunca me ha gustado esto pero…es otra norma: los Hikari son entes superiores, y como tal se les debe respeto y devoción. Nunca me he custionado que se les merezca respeto pero…eso no significa que tengan que tratarnos al resto como si no fuésemos nada…como si no fuésemos dueños de nuestra vida, como armas.

 

-Takeru Takaishi. Gusto verte-me saludó el hombre sentado en uno de los tres tronos que estaban en el amplio salón de palacio donde me encontraba ahora.

-El placer es mío, maestro Eraqus-saludé agachando la cabeza al Hikari. Un hombre de aspecto mayor y pelo negro largo recogido en una coleta.

-Hacía bastante que no requeríamos de tu presencia. Lamento si tus maestros de la preparatoria han sido muy duros contigo-me respondió de forma comprensiva.

-No se preocupe, es lo justo por saltarme las normas aquella vez…-dije de forma autómata. A fin de cuentas, ya estaba interiorizada esa respuesta tras tantas…”lecciones”.

-Takeru, ¿qué son los Hikari?-me preguntó de forma pausada.

-Los encargados de acabar con la oscuridad que quiere apoderarse de todos los corazones. Son los enviados por Kingdom Hearts para proteger esa integridad de corazones. Coloquialmente se les ha llamado ángeles, señor-respondí. No sé a dónde quería llegar preguntándome cosas que cualquier Digidestined sabe.

-¿Qué es el corazón?

-El alma, señor. Sin él, desapareces. Fue entregado por bondad de Kingdom Hearts a toda la raza humana, para dotarnos de sentimientos y voluntad.

-¿Qué sois los Digidestined?

-Híbridos. Resultado de un pecado de los Hikari al mezclar su luz con el corazón humano. Mis padres cometieron dicho pecado y por ello estoy yo aquí. Las madres de los Digidestined mueren siempre en el parto, y los padres Hikari son privados de sus privilegios y son enviados al reino de la oscuridad sin luz que los proteja-apreté los puños. Todo era verdad, y todo eran normas. Pero no siempre nos tienen que gustar ¿no?

-Por último, ¿qué es un Mukeino?-preguntó curioso de mi reacción.

-Gente que no tendría que existir. Cascarones vacíos sin corazón. Cuando la oscuridad les arrebate el corazón a los humanos, algunos de forma excepcional se convierten en entes superiores también. No son Hikari, no son Heartless…son errores…-eso es lo que eres, viejo amigo…un tremendo error.

-Bien, pequeño Takeru-me dijo mientras me revolvía los cabellos complacido por mis respuestas-parace que ha quedado claro todo tras todo aquel incidente desafortunado.

-¿Para qué me ha llamado?-pregunté curioso.

-En un principio no tenía pensado requerir de tus servicios pero…no nos queda otra. ¿Te acuerdas de Roxas, cierto?-me tensé ligeramente.

-Sí. Murió hace dos años, señor.

-Exacto, y se convirtió en un Mukeino. Lleva en nuestro poder un mes.

 

Me quedé callado…no sabía qué responder. Roxas…era uno de mis mejores amigos de la infancia pero…hace dos años por saltarme las normas, fue atacado por un Heartless y…fue convertido en Mukeino como resultado. No volví a saber de él, fui internado en la preparatoria en aislamiento hasta que interiorizase las normas de este mundo…siendo la primera, la más grave de incumplir…la que incumplí: no revelarás nada de los entes superiores a los humanos.

 

-¿Cómo fue?-pregunté aparentando tranquilidad.

-Eso no importa. Fue una operación de espionaje muy riesgosa pero que tuvo éxito. Está encerrado en Villa Crepúsculo privado de sus recuerdos y con una falsa vida implantada. Estamos estimulando sus recuerdos cuando duerme para encontrar la base de los Mukeino.

-¿Cuál es el problema entonces? No creo poder ayudar.

-Hemos recibido notificación de que los Mukeino han encontrado dónde está. Van a venir a por él.

-Opino más efectivo el que vaya un Hikari a que me envíen a mí a defender el lugar.

-No. Los Hikari capacitados para ese trabajo pondrían en peligro esto. Roxas podría reconocerles y darse cuenta del engaño.

-¿Y no se va a acordar de mí?-somos amigos de la infancia. Es imposible que no se acuerde de mí. Eraqus sonrió. Fue esa sonrisa la que me alertó de una mala noticia.

-Los Mukeino, suelen recordar su vida pasada. Pero Roxas es especial, él no recuerda nada de su vida anterior. Por eso eres el indicado. Lo suficientemente capacitado para defender la posición y una completa incógnita para Roxas.

 

 


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