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Forbidden heart por hannastony

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La cabeza le punzaba a tal grado que sentía que una flecha le hubiera traspasado el cráneo, la garganta le raspaba como si no hubiera bebido agua en semanas y los ojos le ardían a tal grado que la tenue luz le afectaba a pesar de mantenerlos cerrados. Poco a poco Anthony fue abriendo los ojos hasta encontrarse en un lugar totalmente desconocido para su memoria.

—Buenos días guapo —se escuchó una voz femenina a lado de él y al ser tan repentino el sonido fue que dio una gran salto por el susto hasta enfocar con los ojos bien abiertos a su acompañante.

Era una mujer joven, con cabellera rubia y rizada, con piel blanca, ojos color azul cielo y completamente desnuda a lado de él. Tony por supuesto no la reconocía, hasta podía afirmar que era la primera vez que veía su rostro, por lo que rápidamente paseó sus ojos por la habitación en la que se encontraba hasta finalmente sacar una rápida conclusión al respecto.

Se encontraba en un burdel, de buena categoría cabía mencionar.

Tony volteó nuevamente la vista a aquellos ojos azules y suspiro pesadamente. No era la primera vez que aquello le ocurría. No era la primera vez que bebía hasta el grado de perder completamente la memoria y encontrase al día siguiente con un desconocido en una cama desconocida. Lo último que recordaba de la noche anterior era el haber dejado de bailar con Natasha, regresar a su mesa junto con su tripulación y seguir bebiendo como loco, fin de la historia. No tenía la más mínima idea de cómo había llegado ahí pero prácticamente no le importaba en lo más mínimo. No obstante, sí que recordaba una mirada, una mirada azulada en específico, pero al mirar nuevamente los ojos de aquella muchacha desnuda a su lado pudo confirmar que esos ojos azules no eran precisamente los que él recordaba. Quien sabe… probablemente y solo se los había imaginado.

Sin darle demasiadas vueltas al asunto fue que comenzó a agarrar todas sus pertenencias que encontraba esparcidas por todo el cuarto y acomodarse todas sus prendas en el lugar que les correspondían.

No encontró más de uno de sus anillos de oro y debía admitir que una que otra cadena del mismo material también le faltaban, pero a él le daba tremendamente igual, era obvio que al haber estado tan borracho los aprovechados le habían robado sus cosas de valor, pero de verdad a él no le importaba en lo más mínimo, luego conseguiría más. Lo que sí fue lo primero que buscó hasta hallarlo y sentirse totalmente aliviado al encontrarlo fue un collar en específico. Era una cadena de oro, hecha con delicadeza y precisión donde justo en medio se podía encontrar un gran zafiro en forma de círculo que llamaba la atención de cualquier persona que lo volteara a ver. Él siempre lo mantenía oculto, escondido en su pecho bajo todas las prendas que solía utilizar y a pesar de los peligros que conllevaba llevarlo, jamás se lo quitaba, era su tesoro más preciado que contenía muchísimo más que solo un valor material.

Se alegró bastante el que aquella rubia joven que ya lo había visto desnudo no se lo hubiera hurtado o escondido, de verdad se lo agradecía en creces.

Cuando ya estuvo completamente vestido fue que nuevamente se volteó a ver a aquella muchacha notando que ella no le había quitado ni un ojo de encima desde que había despertado de su sueño.

—¿Cuánto te debo? —preguntó el pirata secamente para poder salir de aquel lugar de una vez por todas a lo que inesperadamente recibió una sonrisa satisfactoria.

—Usted no me debe ni un centavo, ya fue suficiente pago con la increíble noche que me hizo pasar —y dicho esto fue que la muchacha se descubrió por completo de las sabanas y comenzó a abrir las piernas lascivamente mientras pasaba delicadamente uno de sus finos dedos por sus labios mayores con seducción.

Tony sintió un pequeño cosquilleo en su anatomía, pero ya había sido suficiente, tenía que regresar con su tripulación y pronto, por lo que con voluntad de acero volteó la mirada hacia otro lado, evitando así, caer en la tentación.

—Bien —fue lo único que respondió sin volver a voltear la mirada para después comenzar a caminar hacia la salida.

—Solo, vuelva pronto —comentó risueña la rubia cuando el castaño ya estaba saliendo de la puerta, alcanzando a escucharla con perfección pero sin inmutarse por aquellas insinuantes palabras.

Tony ignoró con excelencia todos los gemidos y jadeos que salían de las habitaciones  siguientes y salió cada vez con más rapidez hasta encontrarse en la salida.

El sol le calaba en exceso, por lo que tuvo que ponerse la palma de su mano sobre sus ojos brindándole aunque sea un poco de sombra a su vista. Rápidamente pudo sentir el abrasador calor que el sol le brindaba por lo que concluyó que ya era tarde. Se la había pasado toda la mañana holgazaneando como si no fuera el capitán de la tripulación pirata más importante de los tiempos. Tenía cosas que hacer, cosas que atender y personas a las cuales dirigir, por lo que no se la podía pasar perdiendo el tiempo.

Con velocidad se encaminó a lugar en el que se habían quedado los demás tripulantes a pasar la noche, esperando con fuerzas que todos ya se encontraran ahí y no se hallara nadie perdido, sin saber siquiera su paradero, como lo era la situación con él en estos instantes.

Afortunadamente cuando cruzó la puerta ya todos se encontraban ahí: Clint, Natasha e incluso los hermanos cariñosos. Nadie faltaba, con un suspiro aliviado fue que terminó cruzando aquella pequeña puerta, viendo como absolutamente todas las miradas se posaban en él.

No eran miradas cuestionadoras, no eran miradas acusatorias, simplemente eran miradas aliviadas y reconfortadas al tener finalmente a su capitán ahí con ellos. Al parecer solo los estaban esperando a él.

—Jeje, hola —saludó el capitán con una sonrisa un tanto culpable por su irresponsable comportamiento. A pesar de que nadie lo miraba reprobatoriamente él no podía evitar el sentirse mal por haber descuidado la misión por la cual se habían dirigido a aquel lugar precisamente y el haber dejado a todo un equipo sin líder.

—¡Capitán! —gritó la aliviada voz del más joven de la tripulación que hasta el momento se había encontrado hasta atrás, cubierto por los cuerpos de los mayores que se encontraban ahí.

Peter salió prácticamente corriendo hacia su dirección hasta alcanzar a estar frente a él y abrazarlo como si no lo hubiera visto en años. Tony se sorprendió bastante por el repentino gesto por lo que tardó un poco en procesar que tenía alrededor los brazos del joven, apretándolo fuertemente mientras hundía su cara en el pecho del capitán.

—Pensé que le había ocurrido algo malo, los demás me dijeron que no me preocupara por usted, que no era la primera vez que esto ocurría, pero no pude evitar angustiarme por usted —habló el pequeño castaño a la vez de que separaba su rostro del mayor y lo miraba con ojitos angustiados.

 A Tony le enterneció bastante aquella actitud, por lo que no pudo evitar pasar su mano por aquellos mechones marrones parecidos a los de él mientras le dedicaba una genuina sonrisa al menor.

—Siento haberte preocupado Peter. Ya estoy aquí y eso es lo importante —habló con tranquilidad mientras veía como lentamente el cuerpo contrario se separaba de él para después mostrarse un tanto apenado por su atrevimiento. Sin embargo el colorado Peter solo se limitó a asentir mientras volvía a su lugar a lado de los otros integrantes de la tripulación.

—Temía que te desaparecieras todo el jodido día. Ya tengo la información que solicitaste, o al menos la más importante —ahora fue turno de hablar de Loki quien solo mostró una mueca de fastidio por haberlo esperado tanto tiempo. Este iba a continuar hablado de no ser porque un carraspeo lo interrumpió abruptamente en lo que iba a decir.

—¿Disculpa? Un poco de crédito no me vendría mal ¿sabes? —reclamó una ofendida Natasha mientras se posicionaba frente al pelinegro un busca de una disculpa.

Claramente era inútil, Loki no se disculpaba con nadie, ni quiera con el mismísimo capitán, por lo que sencillamente rodo lo ojos con cansancio.

—Está bien, está bien, Natasha, si te hace sentir mejor, puedes infórmale tu misma la información que adquiriste ayer en la noche —respondió Loki mientras le daba el paso a Natasha para que se pudiera presentar frente al capitán.

—¿Ayer en la noche? —preguntó un Tony de lo más confundido mientras miraba a Natasha en busca de una explicación. La pelirroja sonrió con entera satisfacción al poder comenzar a dar su reporte y presumir de cómo sus dotes le habían facilitado la tarea.

—Así es. Capitán, no sé si recuerda haberme visto con un hombre de cabellos castaños. El joven andaba en ropas andrajosas, sin embargo, poseía porte y clase que rara vez se ve en un lugar como esos —comenzó a narrar Natasha con un muy ligero entusiasmo que ella misma contenía.

—Primero, recuerden que ya no soy el capitán, en este lugar simplemente me deben llamar Tony, esto va para ti también Peter —y Tony rápidamente volteó a ver al muchacho para darle a entender aquello, para después dirigir nuevamente su mirada a la única mujer del lugar y poder continuar—. Y segundo, sí que lo recuerdo. Ese sujeto se acercó justo antes de que perdiera la conciencia por el alcohol ingerido. Por cierto, rápida pausa ¿Quién gano el concurso? —preguntó relajado sin importarle que estaban tratando temas más importantes en esos momentos.

—Thor —respondieron todos al unísono mientras volteaban a ver al susodicho y aquel fortachón simplemente encogía sus hombros, restándole importancia al asunto.

—¿Por qué no me sorprende? —respondió Tony con ironía mientras le echaba una mirada al ganador de la noche—. Bien Natasha, prosigue. 

—Bueno TONY, como te decía… —continuo Natasha dejándose de formalismos para poder acostumbrase un poco más. Era verdad que todos se trataban como familia y dejaban los formalismos atrás con su autoridad, pero cuando se trataba de sus trabajos, informes o deberes, todos siempre se dirigían al capitán con respeto y formalidad dándole más seriedad al asunto. Natasha decidió que por ese momento estaba bien dejarse de esas cosas—. Tuve la oportunidad de conocer mejor al sujeto al haber platicado con él de todo lo que a mí me interesara saber. Sé que tú también notaste que él no era un simple plebeyo, él era de familia noble y no nos equivocamos al respecto. Al haber estado un tanto ebrio fue que me confesó todo sin rechistar ni desconfiar ni un poco, por lo que ya tenemos conocimiento de quienes son las familias más poderosas en este lugar.

Natasha continuó relatando con detalle el cómo había descubierto que aquel joven era perteneciente a la familia de los Barnes, familia poderosa que se encontraba viviendo en la capital desde hace años. También le comentó como aquel extraño también le había confesado que su mejor amigo pertenecía a una familia mucho más poderosa que la de él y que apenas el día de ayer había arribado nuevamente a la capital después de unos cuantos años que habían desaparecido. La familia Rogers. Natasha informó que con aquello también se había enterado de los motivos por los cuales aquella prestigiada familia había vuelto, por un matrimonio arreglado con otra familia mucho más adinerada y poderosa que los mismos Rogers.

Sin embargo, fue ahí que la pelirroja paró su relato al comprender que era el turno de Loki para poder explicar mejor a la siguiente familia.

—Tony, en este lugar solo hay una familia con más importancia que los Rogers, así que no fue muy difícil el descubrir con quien los Rogers iban a casar a su primogénito —continuó Loki mientras caminaba hasta quedar frente al capitán.

—¿Y bien? ¿Cuál es la gran familia a la cual nos vamos a enfrentar? —preguntó y Tony bastante ansioso por saber con quienes debían de tratar esta vez. Loki sonrió socarronamente para finalmente responder

—La familia Carter.

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A Steve Rogers de la nada le entraron los nervios hasta hacerlo tragar saliva de lo seca que se encontraba su garganta. No se esperaba que aquel encuentro sucediera tan rápido, tenía la esperanza de que tuviera un mínimo de días para poder disfrutar la capital y procesar lo que sería ahora su inevitable futuro.

Mientras se aseaba y arreglaba para la tan esperada reunión era que sentía como su corazón retumbaba en su pecho de forma inquieta por lo que era el miedo que lentamente lo comenzaba a invadir. No era para menos. Para Steve era más que una simple reunión de negocios y relaciones sociales, para Steve significaba un rotundo paso  una vida completamente nueva, ya sea toda una dicho o toda una condena.

Nadie parecía comprenderlo, las personas que vivían día con día de acuerdo a lo que las reglas les imponían no parecían prestarle realmente importancia a aquel acto como lo era consumir matrimonio. Incluso él sabía que para sus padres todo fue de la misma manera, a pesar de que tuvieron la fortuna de quererse y respetarse, no tuvieron muchas opciones al elegir lo que sería su pareja de toda la vida. No obstante, Steve muy dentro de él seguía sin poder aceptarlo.

Sabía que no podía rehusarse, no podía negarse, por bastante tiempo su único propósito fue el llevar el apellido Rogers a la cima, hacer sentir orgullosos a sus padres y cumplir con lo que desde pequeño se le inculco. Pero, por dentro estaba aterrado con lo que pudiera ocurrir, por dentro no quería ser más que un simple joven que no tuviera que preocuparse por lo que los demás esperaran de él.

Debía de admitir que aunque fuera pequeña, mantenía la esperanza de que aquella dama de la cual sus padres le habían hablado tanto fuera realmente la indicada para él. Que el destino cruzara sus caminos de forma tan más oportuna y que pudiera regocijarse en amor y felicidad junto a su pareja ideal. Aunque fuera improbable, a él le gustaba pensar así, sin embargo, hoy iba a ser el día en el que se decidiera todo, hoy era el día en el que sus esperanzas pudieran brillar un poco más o simplemente se extinguieran por completo. Hoy era el día en el que finalmente la conocería.

Con un gran suspiro fue que terminó de arreglarse la blanca pañoleta en su cuello para finalmente tomar su elegante capa y sujetársela con sus dos botones plata. A él no le gustaba que sus sirvientes lo vistieran a pesar de ser su trabajo, a él le gustaba hacer cosas por sí mismo por lo que no dependía casi de la servidumbre como lo era en la mayoría de los casos con  las familias nobles.

Cuando bajó hacia la sala principal no se esperó que su madre y su padre ya estuvieran ahí, listos y esperándolo para que pudieran partir en cuanto él hiciera presencia.  Al parecer se había tardado demasiado en alistarse al haber estado plenamente sumido en todos sus pensamientos y reflexiones. Él no quería esto, claramente no quería todo lo que le estaba ocurriendo, pero por más que lo deseara no podía aplazar el momento por más tiempo.

Hizo un intento de sonrisa para que sus padres no se preocuparan por él, aunque Steve sabía que a nadie podía engañar con aquel rostro de aflicción completamente reprimido. Su padre solo le dirigió una mirada impasible solo unos instantes, para después voltearse y comenzar a caminar a la salida. Su madre en cambio le dirigió una sonrisa tratando de reconfortar aunque fuera un poco a su hijo. Ella sabía por lo que Steve estaba pasando, el joven se había sincerado con ella al momento en el que descubrió lo de su matrimonio arreglado, no obstante aquella conversación no había servido de nada para el destino del joven caballero. Lady Sarah no podía hacer nada al respecto, ella siempre lo único que buscaba era la felicidad de su único hijo, pero ni ella misma se podía oponer a lo conveniente para el apellido y sobre todo, a los deseos de Joseph Rogers, la cabeza de los Rogers.

Con unas palmaditas compasivas en el hombro de su hijo, fue que lady Rogers le transmitió el único apoyo que le podía brindar en esos momentos.

Steve no quería hacer sentir mal a su madre, él sabía que la situación no estaba en manos de ella por lo que trató de dedicarle la mejor sonrisa que pudo y le brindó su brazo de apoyo, para que juntos se encaminaran al carruaje que ya los estaba esperando y en el cual ya se encontraba su padre dentro.

Steve no tenía ánimos siquiera de montar a Snow, por lo que solo por ese día había aceptado acompañar a sus padres dentro del carruaje.

El camino transcurrió en total silencio. Nadie dijo ni una sola palabra ni nadie se dirigió siquiera una sola mirada, todo estaba en calma mientras cada integrante de los Rogers se encontraba sumido en sus propios pensamientos.

Steve se encontraba mirando por una ventana de aquel ostentoso carruaje, por lo que notó rápidamente cuando ya se estaban acercando a lo que sería el hogar de su prometida.

Al ya encontrase justo a la entrada y ver como los sirvientes les abrían para que el carruaje pudiera continuar su transcurso fue que se pudo dar cuenta que era una propiedad muchísimo más grande que su hacienda ahí en la capital. Los jardines se expandían a lo largo de largas y largas hectáreas adornándose con hermosas fuentes que consistían de varios metros de longitud.  A pesar de ya haber cruzado las rejas de propiedad ajena, el camino en el carruaje continuaba al ser bastante el camino que aún les tocaba recorrer.

Cuando finalmente los corceles que jalaban el carruaje se detuvieron frente a la puerta principal de aquella gigantesca propiedad que estaba constituida de una infraestructura realmente impresionante fue que Steve quedó un poco boquiabierto por la imponencia del territorio de la familia con la cual de ahora en adelante se iba a relacionar.

Rápidamente la servidumbre recibió atenta y cordialmente a los invitados para dejarlos pasar y que se encontrasen con los propietarios de toda la fortuna que se dejaba ver a sus ojos.

Los padres de Steve ya conocían a aquella familia e incluso ya se habían relacionado en más de una ocasión en eventos sociales. No es como si los Rogers  hubieran acordado el trato sin siquiera darse el tiempo de conocer realmente a las personas con las que estaban a punto de hacer negocios, no obstantes, Steve por una u otra razón no había tenido la oportunidad de conocer a la familia Carter. Había escuchado varias historias por sus padres, pero era la primera vez que se encontrara con los pilares de aquella familia y sobre todo, con la hija de familia noble la cual bastantes caballeros pretendían y solo él había sido el elegido para desposarla.

La familia Carter ya estaba en la entrada, esperándolos con bastante puntualidad. Por lo que solo bastó que los Rogers cruzaran aquella gran y ostentosa puerta para poder encontrarse con ellos.

—Lord Harrison Carter —habló el padre de Steve con familiaridad a la vez de que daba los primeros pasos para acercarse y darle un cordial apretón de manos.

—Lord Joseph Rogers —respondió el hombre  a la vez de que mostraba una ligera sonrisa y correspondía el gesto.

Joseph Rogers devolvió la ligera sonrisa para después dirigirse a la dama de mayor edad que estaba justo al lado de Harrison, acompañándolo como su esposa.

—Lady Amanda Carter —saludó mientras se inclinaba en una ademan de caballerosidad y tomaba la mano de la dama para depositar un casto beso en ella.

Amanda Carter sonrió muy discretamente como agradecimiento a la vez de que se agachaba elegantemente para responder el cordial gesto.

Sarah Rogers con pasos tranquilos se acercó a donde estaba la pareja Carter para igualmente saludarlos con educación, permitiendo que Harrison Carter le besara el dorso de la mano y agachándose con delicadeza hacia Amanda Carter para poder mostrar su respeto.

Steve se acercó con inseguridad hacia donde se encontraban los demás, no quería verse descortés al respecto, pero la verdad era desde que había entrado a aquel lugar no había despegado la vista de la señorita que se encontraba detrás de sus padres, esperando también que la presentaran formalmente y mostrando un leve rubor al notar como su mirada y la del apuesto caballero se encontraban.

Steve sabía que era de mala educación el quedarse viendo por mucho tiempo a una dama y más aun sin siquiera haber sido presentados, pero era algo que el rubio no había podido reprimir al saber con exactitud que aquella mujer iba a convertirse en su mujer.

—Me es un honor presentarles al primogénito de la familia Rogers —habló Joseph mientras le daba una muy ligera palmada a la musculosa espalda del joven caballero.

—Steve Rogers, un placer —se presentó Steve mientras se inclinaba cortésmente hacia la familia Carter para después de unos segundos levantarse nuevamente y complementar su gesto con una postura recta y una cálida mirada. 

—Hija mía, ven aquí —dijo Amanda mientras abría paso a su hija y rodeaba levemente los hombros de la señorita con un brazo para darle un poco más de confianza.

—Me es un orgullo el presentarles al tesoro de mi vida, a mi única hija heredera del apellido Carter —complementó Lord Carter mientras alzaba un brazo presentándola aun con más formalidad.

—Sharon Carter, el placer es mío —respondió aquella joven de largas hebras rubias, ojos grandes y obscuros y tez blanca y fina, como si de porcelana se tratase.

Steve no pudo evitar el no quitarle la mirada de encima ni un solo segundo, ahí se encontraba frente a él. Ahí se encontraba su tan esperada prometida que al parecer era incluso más bella que lo que sus padres le habían relatado. Steve debía admitirlo, aquella dama era muy hermosa y la primera impresión que tuvo de ella fue que se trataba de una amable y noble mujer.

Steve sintió como aquella esperanza se incrementaba. Podía ser que después de todo su caso en el amor no estuviera del todo perdido. 

Notas finales:

Quiero aclarar que investigué quienes eran los padres de Sharon y me aparecían ellos, mientras que en el MCU aparecían que ellos eran los padres de Peggy. En mi fic lo adapte para que ellos fueran los padres de Sharon. También aclaro que en este fic no aparecerá Peggy, ella me cae muy bien y el fic es stony así que preferí a usar a Sharon como prometida.

Me da un poco de tristeza el no recibir tantos reviews o leídas :( de verdad espero que no se estén aburriendo con la historia. A las poquitas personas que si me dejan su comentario se los agradezco mucho, el no recibir tantos review solo me corta la inspiración, pero no se preocupen, jamás abandonaría una historia así que no hay que temer. Nos leemos en la próxima ;) 


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