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Imperceptible conexión por Ilusion-Gris

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Se levantó la camisa delante del espejo.

"¡Pudo demandarte!", recordó el grito de su tío en el automóvil. Con dificultad reaccionaba al significado de aquellas palabras, apenas y reaccionaba a algo más que al dolor que no se esfumaba.

Observó los moretones dispersos por su piel sin sorprenderse.

"¿En qué estabas pensando?", evocó el reclamo entre lágrimas de su prima. Incluso aquello no logró hacerlo responder, solo la agonía que aún permanecía lograba que emitiera cortos sollozos.

Quiso creer que su reflejo mentía y bajó la mirada para comprobarlo él mismo. Pero no era una ilusión y la realidad comenzaba a tornarse más demente que cualquier indicio de paranoia que el propio Neji experimentara.

El mundo estaba enloqueciendo, o ¿era él quién alucinaba?

No quería pensar, no quería continuar buscando la lógica de aquella situación, se rendía. Ya no tenía fuerzas y ni siquiera quería recuperarlas. ¿Para qué? No servía de nada, desde el día en que sus ojos conectaron con los de Sasuke el mundo se alteró y no quedaba más que adaptarse. Al menos eso era lo único que tenía un poco claro. Nada era nítido por completo. No en ese nuevo mundo.

Se desvistió dejando caer las prendas al suelo, y sin prestarle atención al desorden que comenzaba a invadir su habitación, se metió al baño. También lo que encerraban esas cuatro paredes sufría cambios.

Desnudo, notó que el aire era frío y el agua aún más, pero no le importó. Se colocó debajo de la regadera, las pequeñas gotas cayendo a presión se escurrieron por su cuerpo e ignoró el ardor que provocaban contra su piel. Llevó las manos hasta sus oídos y los presionó con fuerza. Se alejó de ahí, ya no estaba en el cuarto de baño, ni en la casa de su tío, tampoco estaba en la ciudad donde llegó en su adolescencia, ni en el país orgulloso donde nació. Ahora estaba en las profundidades del océano. Y no estaba solo.

[...]

—¿Por qué estás aquí, Neji? —le preguntó.

—Golpeé a un chico —contestó ajeno a sus propias palabras.

—¿Por qué lo hiciste? —Esperó paciente por una respuesta, pero el castaño mantenía la vista enfocada en un punto de la pared y probó con algo más—. ¿Qué fue lo que sentiste en ese momento?

Suspiró, no estaba siendo obligado a estar allí, tampoco es que fuera su idea, pero se lo pidió su tío y negarse había sido imposible considerando que, quizá, realmente ocupaba ayuda psicológica.

—No lo sé. —Fue sincero, la persona que estaba sentada frente a él, comprendió, no tenía la necesidad de entrometerse ni de juzgarlo, al contrario, solo hacía su trabajo y él, aunque quisiera, no podría complicarlo más de lo que ya era—. De un momento a otro perdí la voluntad. Solo sé que tenía que apartar a cualquiera que se acercara al chico rubio. Sentí dolor, del físico y...

Calló, no podía explicar lo mucho que sufrió al sentir que desaparecía.

—¿Fue por celos?

El castaño la miró a los ojos por primera vez.

—Tal vez, no estoy seguro.

Aquello no llevaba a ninguna parte, al menos así lo advirtió.

—¿Podrías ser un poco más claro? —Le pidió con una sonrisa amable.

Ella tenía mil preguntas, pero él tenía más y no podía responderlas. No esperaba que ella lo asimilara tan fácil.

—Dejé de ser yo en ese momento —contestó sin más.

—Bien, Neji, pasemos a otro tema. —Le observó con simpatía, quizá ya acostumbrada a pacientes con situaciones más confusas—. ¿Has sufrido violencia en tu familia, en la escuela, o en alguna otra parte?

—No, al menos no que yo recuerde. Más que a gritos y castigos, me educaron con reglas y valores. Nunca he tenido problemas con compañeros, los respeto y me respetan. Y fuera no he experimentado nada tan grave.

—¿Algunas vez enfrentaste una situación que te hiciera pensar en recurrir a la agresión? Quizá no llegaste tan lejos, pero lo tuviste en mente. —Trató de incentivarlo a escudriñar sus recuerdos.

—No.

Neji estaba siendo paciente, tampoco es que cooperara totalmente, porque continuaba creyendo que nadie podría ayudarlo a resolver el dilema que ahora era su vida.

—La relación que tienes con la familia de tu tío es buena, has logrado acoplarte a ellos, pero ¿con tu padre? ¿Has intentado ponerte en contacto con él?

Le molestó que sacara a relucir aquello, ese hombre nada tenía que ver ahí y hablar de ello tampoco resolvería algo. Así que se limitó a negar con la cabeza.

El tiempo transcurría con lentitud, nada había sido resuelto aún, e inevitablemente, Neji no podía hacer más que continuar en el estado de sopor que mantenía desde su rendición.

—¿Cómo describirías tu carácter? ¿Sueles ser muy explosivo? —Las preguntas parecían no tener fin y estaba seguro surgirían más al abrir sus labios.

—Normal, como todas las personas.

La psicóloga le prestaba atención y abordó de nuevo, en un intento cargado de optimismo, el tema de la pelea.

—Neji, creíste que los chicos se estaban agrediendo y querías intervenir para separarlos. Pero era una discusión de amantes y conocías al chico que golpeaste, ¿qué relación mantienes con él? ¿Por qué no presentó cargos en tu contra?

—Lo conozco de vista, aunque sé quién es... —No quería parecer un acosador y sabía que de hablar más lo haría—. No sé por qué decidió detener al otro chico cuando intentó llamar a la policía.

—Me gustaría que intentes identificar tus propios sentimientos. Con todo lo que pasó, a pesar de que dejaste de sur tú, debió de permanecer una parte de ti y esa parte ¿qué sintió?

Exhaló el aire con lentitud.

—Lo intentaré, pero me llevará tiempo.

—Comprendo, ¿te gustaría hablar de algo más?

"¿Qué más da lo que diga? ¿Me creerá si le digo que estoy profundamente atraído por el chico que golpeé? ¿Pero que en realidad en el momento en que lo hice lo último que me pasó por la mente fue él? ¿Qué jamás había sentido tanta rabia? ¿Qué mi corazón estaba fracturado y fue la única forma de fundirlo de nuevo? ¿Pero ninguno de estos sentimientos son míos? Y la verdad es que desde hace tiempo llevo percibiendo emociones que no me pertenecen. Y ¿creerá si le digo que no solo perdí el control de mi mente? También por un instante me perdí en un mundo extraño y mi cuerpo quedó más lastimado que la cara de Sasuke porque caí y milagrosamente solo los daños superficiales se manifestaron. Pero nunca caí, ni me evaporé en el aire como creí, todo el tiempo estuve en el suelo. Nadie me agredió, nadie me lastimó, fue solo mi imaginación, pero ¿es tan poderosa como para someter mi cuerpo entero? ¿Me creerá si le enseño los moretones? Qué más da lo que diga", pensó con las pocas fuerzas que le restaban y que al final no fueron suficientes para hacerle confesar.

—No —dijo en cambio.

—Dejaremos la sesión por hoy, te espero la próxima semana, Neji. —Le ofreció la mano para despedirse.

• •

[...]

• •

Estaba sentado en una banca del instituto y comía una barra integral que compró antes de entrar a clases. Observaba los campos verdes que en ocasiones utilizaban para jugar torneos o practicar algún deporte, pero el sol estaba en lo más alto y en ese momento nadie a parte de él estaba ahí.

Se sentía ligero, más que las hojas que arrastraba el viento frente a él.

Era extraño, como si alguien hubiera tomado su carga, esa que llevaba sobre los hombros todo el tiempo.

—Hola, Gaara —reconoció la voz dulce tras su espalda.

—Hola —los bordes de sus labios se estiraron un poco—, ¿cómo has estado? —preguntó sin pretender nada más que ser educado.

—Bien, gracias. —Sonrió, pero sus ojos delataron lo contrario—. ¿Y tú?

—Igual. —La observó por un instante y apartó la mirada para no incomodar a la chica.

Ella asintió y se sentó junto a él.

No había sido su intención charlar con el pelirrojo, pero su presencia y la consideración que siempre le tenía, le hizo darse cuenta cuan necesitada estaba de aquello, de un respiro junto a alguien que se lo permitiera.

—La lluvia de anoche dejó el cielo despejado —habló y ante los oídos de la joven, fue como música.

—Sí. —Levantó la vista al cielo y admiró el hermoso azul.

—Probablemente las estrellas y la luna estarán deslumbrantes.

—Espero que así sea —le confesó.

Se dejaron envolver por la armonía que el día ofrecía y Hinata suspiró una vez tras otra sin ser consciente.

—No debe de tardar en llegar. —Le miró de reojo—. Quizá en cinco o diez minutos más.

Leyó sus pensamientos y aquello no le asombró, después de todo se trataba de las pocas personas que conocía que exploraba todo lo que le rodeaba en silencio.

—Gracias.

Esperaba a Naruto, pero hubiera preferido que tardara un poco más, quería continuar contemplando el mundo en aquella banca.

—Ahí está. —Apuntó el mentón en su dirección.

Hinata apretó los párpados y murmuró para sí un: "puedes hacerlo". Dejando a un lado la inseguridad se obligó a levantar el brazo y agitar la mano para saludar al chico.

El rubio imitó el gesto y apresuró sus pasos. Cuando llegó le dedicó una sonrisa a Gaara y luego observó a la chica con atención.

—¿Cómo está Sasuke? —Sin darse cuenta ya estaba hablando y su expresión se tornó triste.

—No te preocupes —dijo con suavidad—, no fue nada grave.

—No contesta mis llamadas. —Trató de contener cualquier indicio de quiebre.

El rubio frunció el ceño y negó varias veces con la cabeza.

—Debe estar ocupado... —inventó una excusa—. Mejor dime, ¿qué pasó con tu hermano? Lucía muy mal.

Hinata bajó la mirada avergonzada.

—Él...

Detuvo sus palabras al notar como sus labios temblaban y al sentir las esquinas de su boca caer.

Naruto se agachó frente a ella y acunó sus manos.

—Él, mi primo... No sé por qué lo hizo. —Sus párpados se volvieron pesados y cerró los ojos. No quería llorar, pero tampoco lo podía evitar. ¿Por qué el castaño había golpeado a Sasuke? Ella nunca le mencionó quien le había roto el corazón.

La miró sin saber qué decir. Aquello era muy confuso para el rubio. Desconocía cómo todo se había distorsionado hasta volver a involucrarlos en una nueva y terrible situación.

—Por favor, no le odien —le suplicó con sus perlas inundadas en lágrimas.

El chico no soportó más y la abrazó. Nunca fue su intención provocar más dolor en su querida amiga.

"Quien quiera que controlara los hilos del destino, debía odiarles", pensó con amargura. Pero ya había sido suficiente de lamentos. Le debía una disculpa y ahí inclinado frente a ella, encontró la oportunidad para liberar un poco de la culpa que le consumía.

—Lo lamento —susurró—, en verdad lo siento.

—Naruto —pronunció su nombre apenas audible y se aferró a él—. No importa, lo nuestro jamás tuvo futuro. Lo sabía, nunca fui adecuada para Sasuke. —Se escondió en el hueco de su cuello.

El rubio sintió que le estrujaban el corazón.

—Fue mi culpa —dijo.

El dolor se transmitió en aquella simple frase.

—No importa. —Con una mano en su pecho le empujó para verle directo a los ojos—. En verdad. —Forzó una sonrisa.

Sus rasgos eran muy similares a los del joven que atacó a Sasuke, y recordó cuando reuniendo todas sus fuerzas, en un impulso que brotó desde su interior, lo empujó lanzándole tan lejos que temió matarlo.

—Creo que entiendo por qué lo hizo. Ambos merecíamos esos golpes.

—No digas eso... Neji ni siquiera...

—¿Neji? —preguntó el pelirrojo que todo el tiempo estuvo ahí.

Los chicos le observaron sin entender a qué venía su pregunta.

No hizo falta que Hinata respondiera, Gaara ya estaba caminando fuera de su alcance.

[...]

Entendió la mayoría de lo que escuchó y vio. Como supuso, el chico que besó a Naruto era el novio de Hinata. Lo demás careció de importancia, pero aquel nombre, Neji, le hizo sentir perdido en cuanto escuchó por primera vez de los labios de la chica esas cuatro palabras.

La tranquilidad se esfumó. Ahora sentía sus músculos entumirse y moverse se volvió una tarea pesada.

Comenzó a sudar frío y sintió ganas de tirarse al suelo. No tenía la energía para continuar caminando, pero se forzó.

«Lamento que me haya cruzado así en tu camino, lamento haberme perdido cuando me miraste... Porque no dejo de buscarte en todas partes, no dejo de imaginar cruzarme una y otra vez en tu vida... y lo que más temo es lo que puedas llegar a pensar, lo que llegues a sentir, que sea disgusto, rechazo o cualquier cosa que no sea lo que yo espero».

A su mente acudieron frases de la carta que encontró y le provocó un fuerte dolor de cabeza. Su tobillo se dobló y cayó. No tuvo tiempo para meter las manos y su boca se estrelló justo en el borde de un escalón.

«No preguntes que espero, porque no lo tengo muy claro... Solo quiero que me mires y veas lo que hay dentro... quiero ser una sensación extraña a tu alrededor, que cuando no esté, creas que nada tiene sentido, porque para mí nada tiene sentido, y que no haya nada más importante que yo, es egoísta, lo más egoísta quizá que escucharás en tu vida».

Lo que leyó continuaba apareciendo en su cabeza, con una voz que nunca antes había escuchado. Escupió la sangre que se acumulaba y comenzaba a tragarse.

«¿Quién es el culpable de esto que me acosa?... Quisiera ser alguien con un significado esencial en la interrogante de tu existencia. Pero... ¿Quién eres? Y... ¿Quién soy yo?».

Neji, Neji, Neji. Tuvo la impresión de oír antes ese nombre.

Todo daba vueltas a su alrededor, pero no le importó y se levantó tambaleándose. Parecía drogado. Así se sentía, con los instintos adormilados.

¿Cuál era el nombre del novio de Hinata?

"Sasuke", recordó. Dedos largos y delgados, como los de un pianista o un pintor, eso fue lo que pensó de él cuando lo vio por primera vez.

¿Por qué a su mente acudía la imagen del chico? Tenía que llegar a casa y se ponía a divagar en tonterías.

¿Llegar a casa?

Se detuvo y un par de adolescentes frente a él le rodeó apartando la mirada para pasar de largo, se notaba el miedo que tenían de ser atacados por el pelirrojo.

¿Para qué quería llegar a su casa? ¿Qué encontraría ahí? Nada le aseguraba que al llegar todo se solucionaría.

Apoyó una mano en la pared junto a él y con la otra se protegió el estómago. Tenía tanto frío, su cara estaba pálida, mucho más de lo normal, su cabeza parecía que explotaría. Ya no quería aguantar más aquella tortura y lentamente descendió hasta el suelo.

Antes de perder la consciencia, una imagen inundó su mente:

Unos dientes afilados se clavaron en su labio inferior, saboreó el sabor metálico de su propia sangre y gruñó cuando le succionó la herida. Con sus manos presionó las orejas del otro y luego agarró en sus puños unos mechones largos para impedirle apartarse.

Notas finales:

¡Por amor al arte! ¡Gracias por leer!


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