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Matando a mí asesino [Victuuri - Omegaverse] por Xarex Xan

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Un leve movimiento a mi costado me saco de mi profundo sueño, pero no me importo demasiado. Intente pensar en que día era hoy y posteriormente que había hecho ayer. Seguí dormitando mientras pensaba en esas cosas, esperando ese brillo solar que invadía mis mañanas, ese radiante sol que llenaba mi ventana. Abrí los ojos extrañado; no había ventana y no estaba en mi casa.

 

Me pregunte quién estaba a mi lado, si era mi perro o talvez Yurio, pero al intentar recordar él no estaba en mis recuerdos.

 

La imagen de un chico de ojos azules y cabellos plateados, muy guapo y alfa, me veía y me sonreía hasta que se animó a besarme. Luego, muchas cosas se salieron de control.  Recordé que fui besado, que besaba y que lamia algo que precisamente no era una mano. Una cosa llevo a la otra y termine entre los brazos de alguien y este, entre mis piernas.

 

Abrí los ojos de golpe y como si yo fuera un resorte salí disparado de la cama, sentándome en ella. A los segundos un dolor inmenso en mi cadera me hizo crujir los dientes. Estaba desnudo y adolorido, al parecer había tenido sexo.

 

No recordaba mucho sobre ello, las imágenes llegaban a mi mente de modo borroso y confuso.

 

Gire a ver a mi costado rezando que fuera un sueño, una broma y que la cosa a mi lado fuera mi perro. No importaba lo demás por ahora, importaba que esto fuera un sueño y no fuera real. Me equivoque completamente.

 

A mi lado yacía un joven de cabellos largos y plateados. Estaba boca abajo y tenía las manos enterradas en la almohada, sus cabellos estaban por todas partes, cubrían parte de su rostro y espalda, <plateados y largos> pensé contemplándolo. Solo se veían sus labios ligeramente entreabiertos respirando, dormía profundamente.

 

Me moví lo más suave y rápido que me permitió mi espalda, quería huir de ese lugar.

Abrí muchas puertas para intentar entrar en el baño, inclusive la de un ropero que parecía una habitación más, solo la diferencie por la gran cantidad de ropa en ella, parecía una lavandería, una muy fina.

 

No conocía nada de esa casa y sabía que si lo despertaba estaba perdido, jamás lo vería  a la cara, jamás.

 

Luego de cambiarme y dejar todas las puertas abiertas me dispuse a irme. Con el pomo de la puerta en mi mano lo gire suavemente. Antes de salir le dedique una mirada. <“Gracias”> pensé, era lo menos que podía hacer, había pasado la noche de mi vida, al parecer.

 

Salí lo más rápido que pude e intente reconocer el lugar… <“Ginza* cielos donde me metí”>. Luego de ubicarme un poco, tome mi teléfono. No tenía mucho dinero y un taxi sería costoso, necesitaba ayuda, a los segundos entro una llamada.

 

—¡¿DONDE DEMONIOS ESTAS?! — Aturdido, quite el teléfono de mi oído, los estragos de la bebida hacían efecto en mí.

 

—Donde demonios te metes, estaba llamándote desde las cuatro yo debería de estar ahora con... —suspire y lo interrumpí— Ya… Mi cabeza duele… No sé dónde estoy.

 

Yurio se quedó callado un segundo, al fondo  podía escuchar a un Phichit histérico —Estoy bien yo… —Estaba cansado, cero ganas de hablar y moverme.

 

—¿Dónde estás? —Phichit seguía gritando al fondo de la línea. —Ginza. —conteste—. No tengo dinero —añadí para mi mal gusto. Yurio quería matarme, pude intuirlo. ¿Cuándo me volvi tan irresponsable? No lo sabía y no tenía ganas de saberlo.

 

Me quede en la calle viendo la acera y los autos. Busque un café y le envíe mi ubicación a Yurio. Solo pedí agua, realmente me sentía cansado y adolorido.

 

Estaban dando las noticias por el enorme y lujoso televisor del café. Más que prestar atención a ello rezaba en silencio para que Yurio se apresurara. Las lagunas en mi cabeza se hacían cada vez más claras, ayer había tenido sexo y no sabía quién era ese tipo.

 

Respire profundo y seguí bebiendo mi agua, ya casi estaba por terminar esa botella. Daban las 6 de la mañana, era un día hermoso y yo sentía que iba a morir.

 

¿Cuándo fue que me dejaron solo? ¿Por qué me dejaron así? Odie a Yurio y a Phichit. Si no me hubieran dejado ir no hubiera pasado esto. Estaría en casa abrazando a mi perro, con resaca pero con mi perro.

 

Intente calmarme y pensar claramente. Mi vista se ponía cada vez más borrosa por lo que cerré los ojos, un completo error. Los ojos azules de ese chico invadieron mi mente.

 

¿Por qué accedí a estar con él? Mi mente se llenaba de sus imágenes, no estuvo mal, pero si lo estuvo, es un desconocido ¿Acaso me drogo?

 

Yurio dejo de enviar mensajes por lo que intuí que estaba cerca.

 

Termine la botella de agua que pedí y el sueño amenazaba con invadirme ¿Qué demonios me pasaba?

 

—Yuuri —exclamo una voz familiar, arrastro una silla y se sentó frente a mí. Sonreí cuando lo sentí cerca, era “El gato” — ¿Que te paso?

Parpadee muchas veces para verlo, mi vista estaba cada vez peor. Por su voz imaginaba que estaba preocupado.

–Gato yo… no me siento bien —Fue lo único que dije, luego las fuerzas me abandonaron y mi mente se puso en negro.

Era la primera vez que borraba casete.

Notas finales:

Aclaraciones:

* Ginza: Uno de los condóminos más costosos en Tokio.


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