-Espere un segundo...¿Cual dijo que era el precio?
-¡300 dinar, Comprar, no encontrar mejor!
Aquí, en el mercado de Argel, Draco pensaba en comprar un poco de fruta y volver al hotel. Pero su paseo se vio interrumpido al pasar por ese pequeño negocio de joyería.
No era mucho en realidad, varias cucharas y relojes finos (Probablemente robados) mas un par de collares.
Entremedio de toda esa chatarra, pudo deslumbrar un pedazo de metal mas sucio que el resto. Un anillo apartado, casi perdido entre la tela y la arena del suelo. El hierro oxidado cubría el anillo haciéndolo irreconocible, pero Draco siempre confió en sus sentidos a la hora de creer encontrar algo.
Al recogerlo y echarle un vistazo noto varias cosas a la vez.
Hacia un calor del demonio.
Un poco de arena se le metió en el zapato.
Ese anillo era de la época antigua romana.
Y el mercader era un ignorante.
Trescientos dinar era el equivalente cercano de dos libras. En otras palabras; Un maravilloso precio.
-Tengo solo cien conmigo- puso su mejor cara de aburrido y dejo que la magia de la escala social se manifestase.
Una de sus características es sacar lo mejor de todo en cualquier lugar y en cualquier momento. Ningún Slytherin se resistiría a eso.
El mercader escucho el precio y vio al ingles de arriba a abajo, y alzo la mano para recibir el dinero. No discutiría, el anillo era muy feo.
Una vez Draco se alejo de allí analizo con mucha emoción el anillo.
Si, era romano, muy antiguo...
...y muy peligroso.
No le cabía en ninguno de sus dedos, pero sintió la reconocible magia negra en el.
La función era muy simple, le colocabas el anillo en el dedo meñique de alguna bruja para detectar si era virgen o no.
El dedo se cortaría en un santiamén. Los romanos eran muy raros en esa época, las vírgenes siempre corrían peligro.
El sello estaba muy borroso por el pasar de los años, pero el arco de laurel era muy simple y famoso para no ser reconocido.
Volvió al hotel satisfecho.
No todos los días encuentras un anillo de la realeza romana, menos aun uno hecho por un mago tenebroso.
Espera...¿Dejo cerrada la puerta antes de salir?
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La vida no podría ser mejor.
Cada semana tenia un monstruo o una corporación malvada para derrotar. Adoraba la sensación de hacer un bien en el mundo.
Muchos decían que el esta casado con su trabajo. Admitía que volvía a casa pocos días a la semana. Pero algo en ese departamento lo deprimía considerablemente.
En cambio pasar tiempo en la oficina y pasar el rato en casa de sus amigos, le gustaba.
Incluso el campamento era un hogar para el.
Ser Harry Potter tenia sus desventajas, pero podía con ello. Desde que el profeta quebró y otros medios lo sustentaron, ya no aparecía en la prensa como antaño.
Lamentablemente aun existían esas jóvenes que rogaban un hijo suyo.
Por lo demás todo estaba bien.
Hasta que se lastimo durante esa misión.
Por primera vez en toda su carrera.
En realidad se a herido otras veces, casi a muerte. Pero siempre sobrevivió.
Lo diferente esta vez era que la lesión seria permanente...
Oh Merlín.
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-Eh... Auror Potter...-Robards llamo su atención.
-Buenas tardes, jefe.
-Hable con los demás, y acordamos de que podrías cubrir un caso en especial.
El auror suspiro con fastidio.
-Sin ofender... pero con mi hombro así no podre ir al campo, y me irrita tener que repetirl...
-Potter, te escuche la primera vez- lo interrumpió- no me confundas con los chicos, a diferencia de ellos yo no pregunto estupideces. Esta no es una misión de campo, es solo de reconocimiento.
El moreno dejo caer su cabeza en el escritorio lleno de papeles.
-Oh bueno! Si con esa estamos te puedes ir despidiendo de tu placa e irte a la casa- Harry levanto el rostro con sorpresa- Si continuas con tu actitud lastimera me veré obligado a pensar que todos estos años no te enseñaron nada.
-Lo siento...-se incorporo y mejoro su postura, aun que todavía no cambio su cara.
-Es mejor que nada, comenzaremos con algo simple. Desde hace un tiempo, un mago a estado incorporando a nuestro país una serie de objetos tenebrosos y de magia negra, naturalmente el a dicho que es una colección sana y a estado yendo al ministerio cada vez que se necesita firmar un papel o un permiso. Tiene la aprobación del departamento de misterio y el de trasporte. Pero nuestro departamento quiere un rastreo para asegurar que no esta asiendo nada ilegal.
Harry abrió la carpeta sin leerla realmente. Cuando su jefe se fue de allí tras un “te lo dejo” la paso de una mano a otra.
Pensaba en irse a tomar algo, algo muy fuerte. Incluso ir a su feo departamento y no leer la carpeta hasta la mañana siguiente.
Pero el destino, que es un ser muy entusiasta (Y algo retorcido) hizo que una foto cayera hasta el suelo. Decir eso es muy poco, la fotografiá hizo un bello camino hasta los estantes y esconderse debajo.
La irritación del mago aumento, lo único que faltaba es que parte de la información se perdiera, sus años en el oficio le enseñaron a no dejar nada para mañana.
Bueno, leer un carpeta puede que si. Pero “buscar un pedazo de papel mañana”. Claro que no.
Solo un adolescente haría eso.
La búsqueda fue ardua, varios libros y pergaminos cayeron encima de su cabeza antes de que finalmente el largo de su brazo rosara las esquina de la foto y extraerla.
Junto con mas basura olvidada. Incluyendo cucarachas muertas y plumas.
La foto estaba sucia. Pero eso no fue lo que hizo que el pobre Harry resoplara un “Genial” muy agotado.
Hacia casi 11 años que no veía a ese tipo. Le hubiera gustado que el tiempo siguiera corriendo.
Ademas tenia que limpiar el desastre que provoco solamente el rostro impreso de aquella persona.
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¿Quien lo hubiera pensado?
¡La joyería era el articulo preferido para las maldiciones!
Un fracasado intento de hacer que los desastres tuvieran estilo, o tal vez era un pensamiento muy repetido de lo épico y lo cursi.
¡Ey querida!¡Estas embarazada!¡Que emoción!¿quieres probarte este collar para que el bebe nazca como el perro del inframundo y yo no tenga que hacerme cargo?
Si, si, si. Al menos el corsé era cómico, de solo imaginar alguna pareja con algún fetiche por los corsés y no esperarse las consecuencias lo hacia reír.
Ahhh... el corsé... lindo articulo.
-Dotyna, Tomyn, Caniby, Tina!
Cuatro elfos domésticos se presentaron frente a Draco.
-Quiero mis maletas desempacadas, limpien el invernadero como usualmente lo hacen solo que esta vez rieguen con la poción del caldero de la cocina, ya debe de estar frio. Solo no rieguen las mandrágoras. Ademas necesito que cocinen una cena especial, a las ocho llega Robert Burke. Procuren de no dejar a la vista ningún tenedor.
Los elfos desaparecieron, cada uno a realizar las tareas que el amo Draco ordeno.
¿Apago el caldero?
Se levanto inmediatamente de su sillón (importado, cosido y con su rastro) y camino a largas zancadas a las cocinas.
Un momento, si no lo apago entonces el elfo lo haría... el riego se retrasaría. Nada apocalíptico.
Mientras caminaba por los pasillos se topo con el estante nuevo, Ohh su sección gastronómica. Tomo un volumen de Julia Child “El arte de la cocina francesa”.
Podría continuar su camino a las cocinas y meterse, así ayudaría con la cena y chequearía el estado del caldero. ¿Lo habrá encendido primero que nada?
El silencio de la mansión le cosquilleaba en las orejas. Un poco de música no estaría mal.
Con un movimiento de varita conjuro un grupo de violines, guitarras y acordeones que tocaron una rutina de danza gitana.
Hace un par de años noto que estar conjurando instrumentos en cada habitación que ocupaba lo agobiaba un poco. Así que se dedico un buen verano en construir una serie de tubos acústicos por toda la mansión para escuchar la misma música mientras se movía. Una idea excelente.
Y si quería silencio solo movía la varita una vez y se detendría enseguida.
¿Que seria mas arduo?
¿Cuatro movimientos de varita al día? ¿O un verano completo de trabajo en tubería?
…
Su muñeca descansaría, eso es lo importante, incluso se divirtió.
Entrar a las cocinas le llenaba de adrenalina, los elfos se movían de un lado a otro, los ingredientes volaban y se cortaban en pedazos por el aire hasta caer en una sarten a fuego vivo.
Si a eso le añadimos a la orquesta conjurada hace dos pasillos la situación era incluso muy festiva. A los elfos no les molestaba.
Podía notar un par de pasos por aquí y por allá mientras cargaban ollas jabonadas.
¡Oh, salsa de vino y zanahorias hervidas!
Se rio de buena gana cuando la elfina encargada de la cocina tenia el mismo volumen que el entre sus feas manos (un poco sucia de harina y mucho mas gastada). Ella daba ordenes con tal fuerza que le recordaba a su madre en época de navidad.
Se acerco a ella y le consulto sobre el menú.
No quería estorbarle por mucho, así que se retiro amablemente y analizo su conversación de un minuto con la elfina.
¡Claro que Julia Child se merece tales elogios!
¿Porque no era tan conocida en el mundo mágico? Incluso escucho que su nombre se estaba opacando en el mundo muggle.
Insensatos.
Esperen... los invernaderos! Nunca estaba de mas chequear también los invernaderos.
Camino una vez mas por los laberintos de pasillos largo y pulcros.
O ya no tan pulcros desde que el actual jefe de la mansión Malfoy pensó que su gran biblioteca no era suficiente para todos los libros que necesitaba, o que le pareciera tan vació como para colocarle un poco de color.
Así que de vez en cuando ves una enredadera, un estante o las cortinas de diferente color. Lss cortinas estaban bien combinadas, quizás la mansión estaba algo cambiada pero jamas dejaría de ser hermosa, tanto por dentro como por fuera.
¿A donde iba..?
¡Oh si, A los invernaderos!
Precisamente hacia allá se dirigida cuando un sonido resonó por encima de la música gitana.
La campana que avisaba la llegada de alguien.
¡Vaya, el tiempo se le paso volando!
Le resulto raro al rubio que aun fuera de día, Robert no llegaba hasta las ocho. Tal vez estaba tan perdido que no se dio cuente de que estaban en verano.
En fin... por suerte su caminata estaba cerca de la entrada principal.
Sus largas piernas lo llevaron direccon hacia su destino, con la varita le ordeno a las rejas del exterior que dejaran pasar al invitado.
Justo cuando bajaba las escaleras un elfo se apareció ante el.
-¡Cuidado Tomyn, la gente muere cuando cae de las escalera!
-¡Lo siento tanto amo Draco! ¡en verdad lo siento! Tomyn lo lamenta, pero el mago que esta en la puerta...
-Tendré que abrirle, mira que el señor Burke es un hombre de edad y no debe congelarse. Espera...¿Tomyn, estamos en verano?
-Amo... estamos terminando el invierno, Pero Amo! Tengo que decirle que...
-¡Y el pobre esta afuera!¿Sabes que fue cazador en su época? ¡Tantos huesos rotos y yo permitiendo que se enfríen!
Corrió hasta la entrada aun con unos alaridos por parte del elfo que no podía entender. Abrió la puerta.
Pero no era Robert quien esperaba afuera. Una figura conocida estaba a punto de llamar a la puerta.
Un matorral de cabello oscuro y unos desagradables lentes redondos.
Harry Potter estaba en el quicio de su puerta.
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Su humor empeoraba a cada paso que daba, odiaba ser rencoroso. No estaba en su naturaleza almacenar sentimientos como esos.
Pero al tratarse de Malfoy se asomaba la costumbre. Cuando estaba en las oficinas estaba aun un poco triste por el asunto de su hombro, así que tomo la noticia de la investigación de Malfoy muy descortesmente. Se tomo toda la tarde para leer las notas que le dejaron.
Las analizo como pudo y tomo algunas cervezas para que el sueño se esfumara. Aun no sabia exactamente porque sospechaban tanto de su ex-compañero. Leyó que también se dedicaba al estudio de la alquimia, pero cuando vio el numero de objetos que incorporo al país sus reservas de compresión se fueron.
Analizaron por lo menos 200 artículos de magia negra y 1200 artículos desconocidos.
¿Que es lo que pretendía Malfoy con todo eso? ¿Un ritual super-mega oscuro para dominar el mundo?¿Venderlos en el mercado negro para su nueva fortuna?
Antes que la noche llegara el necesitaba comprobar con sus propios ojos de que el Slytherin no estaba haciendo nada malévolo.
Así que busco una orden entre todos los pergaminos y cartas de su escritorio para encontrarlo. Era de un caso anterior y se le olvido devolverlo. Pero le serviría para la ocasión.
Con rapidez se apareció fuera del ministerio en un callejón, trato de recordar cual era la serie de puntos de aparición hasta llegar a la mansión, y antes de que culminara el día estaba fuera de los jardines de Malfoy Manor.
Las apariciones le dejaron el hombro adolorido.
Le sorprendió de que le abrieran las rejas, después de presentarse ante la reja estaba planeando como entrar del modo difícil.
Agradeció que se le aceptara el paso, porque mientras caminaba, pensaba en lo desacostumbrado que estaba con los desagradables estirones de su hombro.
Llego hasta la puerta y pudo escuchar una discusión en bajo volumen dentro. Antes de poder tocar siquiera, un hombre cuatro centímetros mas alto que el, con el cabello algo largo cayendo casualmente por cada dirección le abrió la gran puerta de madera rojiza.
El momento duro unos largos segundos para luego trasformarse en confusión.
Sin preámbulos Draco le cerro la puerta a las narices del Auror.