Yuki permanecía escondido, observando como se bañaba el gato. Le resultaba divertido, era cierto eso de que los gatos no se llevan bien con el agua, por lo menos éste era un torpe y el chico se reía mucho al verle intentar enjabonarse.
Muchas veces se había quedado con ganas de decirle: “¿Necesitas ayuda?”
Pero seguramente Kyo le mataría si se enterase de que le espiaba.
El libido del ratón comenzó a subir cuando el pelinaranja comenzó a limpiarse literalmente como hacen los gatos, que para eso lo era.
Sin poder evitarlo, Yuki se llevo las manos al interior de sus pantalones, donde le esperaba ansioso su miembro endurecido gracias al esbelto cuerpo de Kyo.
Su mano comenzó a subir y a bajar a un ritmo relajado al principio, acariciando de vez en cuando su glande y soltando un pequeño gemidito, con miedo o mejor dicho, con ganas de que el ratón fuera cazado por el gato.
Sin embargo, sus ojos fueron olvidado poco a poco la imagen de su rival desnudo, y retrocedieron tiempo atrás para mostrarle un perturbador recuerdo:
*Flashback*
Se hallaba escondido de Akito en algún lugar de la casa, porque todos los demás habían salido o miraban hacia otro lado cuando gritaba por las palizas que este le proporcionaba.
-¡Te encontré!
Dijo el pelinegro que se acerco a él despojandose mientras tanto de su ropa.
-Has sido un chico malo huyendo de mí. Creo que voy a tener que castigarte por ello.
Riéndose, le arrancó la ropa al pobre Yuki que lloraba y no podía decir palabra.
Primero, comenzó masturbarse con la mano del ratón, que apartaba la vista de lo que le obligaban a hacer.
Cuando se cansó de que los ojos del chico no le mirasen, le agarró del pelo y bajó su cabeza hasta su miembro para que le hiciera una felación.
Las lágrimas de Yuki no cesaban y podia sentir el roce de su lengua contra ese miembro humedo mientras Akito seguía riendo.
Poco después, volvió a cansarse de ese juego y pensó que disfrutaría más cuando la cosa se volviera dolorosa.
Entonces le dio la vuelta, sujetando con fuerza sus muñecas contra la pared y sin decir absolutamente nada, embistió al ratón haciendo que estallase en un grito de dolor. Esto se repitió varias veces, cada vez de forma más brutal.
Pero el pelinegro sabía que había una cosa que iba a hacer que el ratón sufriera todavía más.
Con la sonrisa de un loco dibujada en la cara y la cabeza apoyada en el hombro de Yuki, deslizó su mano hasta su entrepierna, haciendo que se le erizase la piel, y comenzó a masturbar el sexo del chico. Despacio, con calma, acariciando de vez en cuando su glande. Y a medida que veía que los gritos de dolor se mezclaban con pequeños gemidos de placer, iba aumentando la marcha. Alternado también con pequeños circulitos que hacía en su glande. Todo esto sin dejar de penetrarlo.
Después de pocos minutos, Yuki no podía callarse los gemidos, y gritaba con fuerza, mientras por sus ojos en ningún momento habían dejado de caer las lágrimas. Al final, con unas brutal estocada Akito terminó en su interior y al sentir su interior lleno de ese líquido pegajoso Yuki no pudo evitar venirse también.
El ratón no volvió a ser el mismo desde ese día. Su miedo hacia Akito había sobrepasado la línea. Y después de eso, no consiguió disfrutar cuando intentaba aliviarse, pues las imágenes de escena se apoderaban de él.
No se había dado cuenta, pero al recordar, había pegado un grito y todavía seguía con la mano masturbando su miembro. Por lo que el gato se quedó observandolo sorprendido.
-¿Qué estás haciendo?
Preguntó Kyo, todavía incrédulo por lo que estaba viendo.
-Es..esto… yo…
Yuki intentó salir huyendo, pero el gato le agarró de la muñeca y le abrazó por detrás.
-Un gato no puede dejar escapar a un ratón cuando le ha atrapado.
Y diciendo esto, continuó con el trabajo que había empezado el ratón.