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El placer del compañerismo. por KuroNez

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Notas del capitulo:

Saint Seiya: The Lost Canvas y sus personajes le pertenecen a Shiori Teshirogi.

El segundo intento realizado por el griego surgió de manera bastante espontánea y divertida, al menos a los ojos de Kardia, quien aquel día se encontraba revoloteando alrededor de un muy irritado rubio, el cual trataba de preparar una ensalada sencilla como almuerzo para luego continuar con su habitual meditación.

 

Ambos hombres se mantuvieron en esa actitud durante unas 2 horas, uno ignorando y el otro observando de cerca, ¿Y porque no admitirlo? También tocando ciertas partes de su compañero demasiado agradables a la vista. Hasta el momento el griego se mantenía bastante contento, pensando que por fin llegaría a tener intimidad con su compañero, y fue por ello que decidió llevar sus traviesas manos a lugares más privados, como el miembro del rubio… Lo único que Kardia fue capaz de percibir luego de su intento fue un codazo directo a sus costillas y un fuerte empujón.

 

— ¡Mierda, Kardia, largo de aquí! —gruñó el rubio mientras se daba vuelta y le lanzaba un tomate al griego, el cual apenas y si pudo esquivarlo.

 

—Eres un malagradecido, bombón. Yo vengo con intenciones buenas, de ayudarte y  entretenerte y mira como me tratas. — se defendió el peli azul, mientras le daba la espalda al hindú y se encaminaba hacia un pequeño lugar lleno de cojines, sobre los cuales se dejó caer.

 

— ¿Intenciones buenas? Me has estado tocando el trasero y los muslos desde que llegaste aquí. —Asmita también se dio la vuelta y retomo su trabajo de cortar los vegetales, siendo el elegido del momento una larga zanahoria. El rubio apretó sus parpados y mordió su labio inferior mientras estrujaba el vegetal entre sus manos, imaginando que este tomaba una forma más gruesa y caliente… La forma de un miembro viril, específicamente el miembro del hombre que se hallaba unos metros a su espalda, aun mirándole el trasero.

 

— ¿Y quién coño no quisiera tocarte ese redondo y buen culo? Por los Dioses, solo hacer eso e imaginarte cabalgando sobre mí hizo que se me parara. — Soltó Kardia con tono mordaz mientras le lanzaba una mirada lasciva al menor. Ante esto, Asmita enrojeció y fue sacudido por una corriente de placer al imaginarse a sí mismo como le dijo el griego… Sudoroso, sonrojado y jadeante, mientras apoyaba sus manos en el amplio pecho del mayor y se auto penetraba con el grueso miembro de su compañero, tomando un vaivén cada vez más frenético hasta finalmente llegar al éxtasis, siendo llenado hasta mas no poder por el caliente semen del peli azul.

 

—Cállate, Kardia… —casi gimió el hindú, apoyando ambas manos en el mesón frente a él y acercando su cadera al mismo, para empezar a frotar su recién adquirida erección. Por supuesto que aquel sensual movimiento no pasó desapercibido para Kardia, quien sonrió con lujuria y se levantó del lugar donde estaba, para llegar hasta su compañero y aferrarse a sus anchas caderas, empezando así a restregar su erección contra el trasero del rubio.

 

—Cállame tú, lindura. — el griego sujetó la cadera del menor con una mano, y la otra la lleva hacia la rubia cabeza, la cual inclinó hasta hacerla topar con el mesón, dejando el cuerpo de Asmita completamente inclinado y a su merced. Estando así, el europeo volvió a tomar la cadera del menor con ambas y jalo hacia sí mismo el bien formado cuerpo, provocando que su erección se clavara aún más en la hendidura de las nalgas del chico. Ante todo esto, Asmita solo pudo soltar un gemido fuerte y enrojecer con fuerza… Muy en su interior sabía que todo esto le encanta, y que lo estaba deseando desde hace mucho tiempo.

 

— ¿Sabes, preciosura?- volvió a hablar el griego, mientras empezaba simular embestidas sobre la delgada túnica del rubio. —Desde que llegue hoy aquí y te vi con esa túnica tan transparente y delgada me dieron ganas de romperla y ponerte contra un pilar… Para luego tocar todo tu hermoso cuerpo y penetrarte, hacerte mío… Luego, cuando me diste la espalda y pude fijarme a través de la tela que no tienes ropa interior, mi excitación aumento aún más; yo quería… No, yo debía hacerte mío. Ahora que se me da la oportunidad créeme que no te dejare ir, Asmita. — un roce más íntimo entre ambos cuerpos excitados, una invitación demasiado tentativa a dejarse caer en las redes del placer y la lujuria, un par de ojos azules sin vida, aunque más brillantes que nunca, lanzando una cegada mirada de sumisión y la completa disposición por parte del hindú fue todo lo que necesitó Kardia para dar rienda suelta a sus bajos deseos.

 

Aun sujeto a la cadera de su compañero, Kardia le hizo dar media vuelta, quedando ambos de frente, sintiendo sus pechos chocar gracias a las alteradas respiraciones que ambos tenían. Muy despacio, quizás demasiado para alguien tan impetuoso como el griego, fue acercando su rostro al del contrario, hasta que finalmente se dieron un húmedo y caliente beso, el cual sería el inicio de una candente batalla de dientes, lenguas y saliva, donde Kardia rápidamente se posicionó como el dominante.

Asmita se dejaba hacer, completamente dócil a las caricias provocativas brindadas por su compañero, gimiendo bajito cada vez que alguna de ellas hacia que una corriente de placer recorriera su cuerpo.

 

Se mantuvieron durante un buen par de minutos en ese “juego”, el hindú gimiendo y retorciéndose de placer cada momento en que los miembros de ambos se rozaban sobre la ropa o cuando Kardia se agachaba a la altura de su pecho para tomar alguno de sus pezones, mordiéndolos y dejando un extenso rastro de saliva, cosa que dejaba a la vista lo rojos y erectos que estaban.

 

— ¡Oh por Buda, continua! — Jadeo Asmita, mientras trataba de sentarse sobre el mesón, desesperado por recibir al griego entre sus piernas. Al notar los movimientos realizados por el rubio, Kardia lo volvió a sujetar por la cadera y lo subió al mueble bruscamente, para luego subir la túnica de Asmita hasta la mitad de su muslo y posicionarse entre sus piernas.

 

—No entiendo como Defteros puedo haber dejado semejante delicia… Es un idiota…— el griego enfocó sus atenciones al cuello del rubio, mordiendo y dejando un camino de marcas y chupones a través de este. En ese mismo instante los gemidos y jadeos de Virgo se detuvieron, así como cualquier tipo de movimiento… Kardia había tocado una fibra sensible en sus recuerdos.

 

—Largo de aquí… —susurró sin mucha fuerza, posando su mirada inerte en algún punto de la habitación, el moreno hizo caso omiso a la petición del chico. — ¡Dije que largo! —exclamó con más fuerza, empujando a Kardia un par de centímetros lejos de su cuerpo y limpiando con el dorso de su mano los rastros de saliva que había sobre él.

 

— ¿Pero qué…?

 

—Pero nada, lárgate de mí templo, no quiero sentir tu presencia por mucho tiempo aquí, escorpio.- el rubio se bajó rápidamente del mesón donde estaba y pasó de manera furiosa junto al griego, maldiciendo en su idioma natal.

 

— ¿¡Quien coño te entiende!? Primero me abres las piernas como una puta, y ahora…

 

— ¡Cállate, solo cállate y lárgate! —el griego dejó escapar un bramido de frustración, para luego darse media vuelta y caminar hacia la salida de virgo… Si, su segundo intento también había sido un desastre

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Horas más tarde, luego de haber recibido un par de golpes y regaños por parte de Dégel, Kardia volvió al templo de la virgen, con la cabeza gacha y el semblante ensombrecido.

En cuanto cruzó la entrada del templo notó que algo iba mal.

El cosmos de Asmita se hallaba sumamente elevado y alerta, cosa que lo preocupó.

Con paso bastante lento, el griego se fue acercando hasta la habitación del hindú, la cual tenía la puerta entreabierta. El ceño del peliazul se frunció profundamente, Asmita no era de dejar la puerta de aquel lugar tan íntimo de esa forma y no era que Kardia fuera el acosador número 1 de su compañero de orden, ¡Por supuesto que no! Pero conocía lo suficiente al rubio para saber que este jamás haría eso.

Con algo de curiosidad y recelo, Kardia se acercó lo suficiente a la puerta ver que ocurría en el interior del lugar, topándose con nada más y nada menos que una charla entre Asmita y Defteros.

 

—Te dije que te fueras de aquí, no quiero que estés en mi templo. — esa era la voz del rubio, la cual tenía un tono bajo pero que a distancia se notaba que estaba enojado. Un fuerte suspiro se escuchó desde el lado más cercano a la puerta, seguido del cambio de peso de un pie al otro realizado por Defteros.

 

—Solo vengo a hablar contigo, a aclarar las cosas. Cuando terminamos todo fue muy confuso y rápido, no nos dimos tiempo de hablar... — el tono del griego era mucho más suave en comparación al que usaba el rubio, pero no perdía esa ronquedad característica del moreno.

 

—Creo que te deje muy claro que no me interesa hablar contigo, Defteros, lo que pasó es algo que ambos debemos olvidar, nada ganamos pensando nuevamente en eso, es una pérdida de tiempo para ambos.

 

—Quizás para ti sea una pérdida de tiempo, pero para mí no. Asmita... fuiste mí primer amor, lo mínimo que te mereces es eso. — un profundo silencio se instaló durante unos segundos en la habitación, pero este rápidamente fue roto por una carcajada llena de sarcasmo y burla por parte del rubio.

 

— ¿Fui tu primer amor?, ¿enserio esperas que me crea esa mentira? Mira, Defteros, es literalmente imposible que de un día a otro hayas decidido luego de estar conmigo durante 2 años que te gusta Aspros. Seamos honestos, me usaste como un reemplazo, pero al notar que tenías la oportunidad de estar con quien realmente querías no dudaste en hacerme a un lado. Debo admitir que fue bastante cruel de tu parte, además de que provocaste un dolor muy grande en mí corazón... Pero ya superé eso. O al menos en parte. —dijo el hindu mientras recordaba el pequeño incidente ocurrido en la tarde con Kardia.

 

—Yo... —susurró el griego, para luego suspirar nuevamente. — ¿No me odias? —aquella pregunta había sido formulada con un tono que demostraba algo de incredulidad.

 

—No, no te odio, pero enserio quiero que te vayas de aquí... A menos que quieras que Kardia siga sabiendo todo lo que pasó entre nosotros. —al oír la mención de su nombre, Kardia se sobresaltó y dio un paso hacia atrás, chocando con algo de fuerza contra la pared que se hallaba a su espalda.

 

Lentamente, la puerta de la habitación de Asmita fue abierta, dándole salida a un muy nervioso Defteros y a un divertido Asmita, quien se detuvo frente a Kardia con una sonrisa plantada en sus labios.

 

— ¿Ahora aparte de intentar profanarme también me espías? Eso es horrible, Kardia. —el griego tragó saliva con fuerza, esperando los gritos del rubio, pero este se mantuvo exactamente en su misma posición, con la misma sonrisa en sus labios.

 

—Yo... Venía a pedirte perdón por lo que pasó hace poco... Es decir, aun me quiero tener sexo contigo, pero también quiero conocerte mejor y eso...

 

Asmita escuchó atento las palabras que Kardia le decía, sonriendo aún más al oír la parte del sexo y asintiendo con la cabeza cuando el griego le dijo que quería conocerlo mejor.

 

—Podemos empezar por algo simple... Siendo compañeros de orden, jamás hemos actuado como tal, ¿te parece?

 

El peliazul se lo pensó por unos minutos, considerando los pro y contra de aquella propuesta... Hasta que llegó a una conclusión.

 

—Bien, seremos compañeros. — dijo alegremente antes de tomar al rubio por los hombres para darle un sonoro beso en los labios.

 

Definitivamente Kardia comprendería con el tiempo cual era el placer del compañerismo.

Notas finales:

Ahora sí, este fic está oficialmente finalizado.

Espero que les haya gustado.

 

¡Nos vemos en el próximo fic!


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