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LO QUE YO MEREZCO (Gafou) por LILITH_HIWATARI

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Capítulo 5: Vuelve el amor

 

“Lefou, eres  el mejor. ¿Cómo es que ninguna chica te ha atrapado?”

 

Como todas las mañanas Elizabeth se levantó justo después que su padre lo hiciera, este seguramente estaba alimentando a los caballos y como de costumbre ella se levantó a traer agua fresca de la fuente del pueblo, no era como si la necesitara realmente, pero lizzie siempre creyó que los caballos merecían agua tan fresca como la que ellos bebían, solía hablar con los caballos y le encantaban muchísimo, ella cuidaba de esos dos animales justo como hacia su madre con los establos de la antigua posada en su pueblo.

 

Así que después de que Lefou se cansara de hacerle entender que ellos no necesitaban que ella fuera a traer agua desde la fuente tan temprano ella estaba en su camino, llevaba un pequeño balde dado que no podía llevar mucho, paso entre las casas que aún estaban algo desiertas siendo recibida por saludos amigables, días antes los cuchicheos a su alrededor no paraban, pero ahora era muy diferente, escuchaba muchos saludos.

 

-          Bonjour – saludo el viejo panadero mientras ella pasaba con su cubeta.

-          Bonjour – respondió por que ante todo era una chica educada.

-          Siempre activa por las mañanas eh Elizabeth – saludo cortésmente la florista cuando paso cerca de ella.

-          Alguien debe ayudar a papá Madame Argent – respondió con una gran sonrisa despidiéndose.

-          Elizabeth querida – llamo otra mujer por lo que educadamente se acercó a ella - ¿quieres un pastel? – le ofreció mostrándole una pequeña pay casero, pequeño justo para una persona, de esos que esa mujer vendía en el la plaza del pueblo. 

-          Me encantaría madame Juliet pero me temo que no tengo como pagarle- se disculpó la niña.

-          Tonterías querida ayer ayudaste mucho cuando empezó a llover y corriste a salvar mis pasteles – sonrió ella, pero la niña aun parecía vacilante – tómalo y que tal si vienes a ayudarme esta tarde, te mostrare como hornearlos – la animo.  

-          Estaré encantada madame Juliet - asintió ella tomando la tarta y metiéndola en su delantal para seguir su camino.

 

Era lo mismo cada mañana, Elizabeth no podía creer que el pueblo pronto se hubiera acostumbrado a ella, en su antiguo hogar todos era tan desconfiados, o al menos tal vez lo hacían con ella, siendo hija de nadie ella siempre llevaba un estigma en la espalda, incluso los niños la molestaban pero aquí todo era muy diferente, su padre era muy amado o algo parecido.

 

Elizabeth no sabía muy bien que sucedía pero algo estaba claro todo esto era por Gastón, escucho muchas veces algunos murmullos que hablaban sobre la pobre criatura que tenía que vivir con el horrible hombre y ella estaba de acuerdo, al parecer su presencia ayudo mucho a la reputación de su padre, no entendía como pero ahora su padre solía decir que era un buen día cuando comían, él siempre hablaba de lo encantado que estaba que todos le saludaran nuevamente y aun que podía ver el descontento en la cara de Gastón no le importo en lo más mínimo.

 

Así que como Gastón predijo la esposa del carnicero fue aquella que saludo a la niña aquel primer día en la ventana, para la tarde ya todo el pueblo sabia de la pequeña niña hija de Lefou que vivía con ellos, algunos sintieron lastima por la niña, al verse sola y con la necesidad de vivir con esos hombres, muchos del pueblo no perdonaban a Lefou todavía, y otros sentían lástima porque ella tuviera que pasar el tiempo junto a Gastón, con el tiempo Lefou fue cada vez más aceptado y ahora todos le saludaban cortésmente, de Gastón bueno tenían suerte si alguien no lo mencionaba durante el día, pues los comentarios hirientes estaban a la orden del día.

 

Elizabeth se esforzó mucho para ser aceptada, siempre sonriendo, siendo amable y que su madre la educara con buen corazón era un ventaja, la niña realmente no lo hacía con mala intención ella si tenía un buen corazón, la misma Agatha lo comprobó un día cuando la niña la miro caer y corrió a ayudarle, Lizzie trataba de ayudar a todos aquellos que tenían problemas, en su pueblo había muchos viejitos abandonados por la guerra, padres de soldados que murieron y no tenían quien los cuidase, ella y su madre les llevaban comida cada que podían, por eso Lizzie siempre tuvo un buen corazón, así que ella era realmente de buena voluntad lamentablemente este estaba opacada por un gran resentimiento, uno que ni siquiera era suyo.

 

Lizzie era agradable, educada y amable con cada persona excepto una, Gastón Legume, ella podía entregar el ultimo pan de su plato a Agatha, una vez lo hizo y después tirar el bastón de Gastón donde no pudiera alcanzarlo, para esa niña el viejo hombre manco era el diablo, el mal encarnado y no merecía ninguna consideración.

 

Extrañamente Lizzie y Gastón eran mucho más parecidos de lo que se veía pues ambos eran tercos, la necedad andante, niños que crecieron con las enseñanzas de sus padres y cuyo buen corazón era opacadas con este, eso lo descubrió un día Lefou.

 

Como cada domingo ambos estaban en la iglesia, Lefou quería que ella encontrara a Dios y su alma fuera salvada, Lizzie creía que era una completa estupidez, ni ella ni su madre fueron nunca a la iglesia, si rezaba todas las noches al señor pero no quería ir a la iglesia en su experiencia solo eran juzgadas por no tener padre ella y su madre por ser una perdida así que lizzie odiaba ir a la iglesia, cuando Gastón bufo dándole la razón sobre ser una pérdida de tiempo ella cambio de idea y jalo a su padre a la iglesia, fue ahí donde tras escuchar el largo discurso que la encontraron.

 

La princesa Bella, Lefou había tenido sumo cuidado de evitarla cuando esta asistía al pueblo, aun la vergüenza de los males pasados grabados en su memoria, por lo que siempre trato de evitarla, mas esa tarde no pudo, Bella se acercó a ellos con cortesía saludo a Lefou preguntando por la encantadora niña que escucho que tenía y no hubo remedio que presentarlas, lizzie fue muy cortes y un perfecto ángel hasta que Bella le ofreció la oportunidad de enseñarle a leer.

 

La escuela para niñas fue algo que empezó como un proyecto personal, el viejo profesor no quería enseñarle a ninguna por lo que ella empezó a enseñar clases en su vieja casa, la acondiciono llenándola de sillas y mesas, con un gran pizarrón y ofreció a cada niña del pueblo la oportunidad de escribir, no muchos fueron aun cuando era completamente gratis a diferencia que la de los chicos, muchos padres seguían creyendo que era una pérdida de tiempo por lo que su clase era escasa, unas tres niñas para ser exactos, así que Bella pensó en ofrecerle la oportunidad  a la hija de Lefou, ella insistió incluso explicando que tendría libros y lápices totalmente en su nombre.

 

-          ¿Para qué necesita una mujer leer? – pregunto Lizzie frunciendo su nariz, su madre no sabía leer y eso nunca la detuvo, leer sería una pérdida de tiempo, sin ella ayudado a su padre este no se daría abasto, sabía que Gastón era demasiado quejumbroso y el viejo soldado no hacía nada por ayudar, no ella debía quedarse en casa  - eso no es importante.

-          Bueno leer es muy importante – le sonrió Bella ya acostumbrada a esos argumentos -  los libros te muestran un mundo inimaginable y podrías conseguir un futuro mejor.

-          No necesito leer para ser una buena esposa – declaro la niña frunciendo su nariz – los libros son aburridos, si alguien debe aprender seria mi futuro marido – dijo cruzándose de brazos.

-          Querida puedes saber leer también, tu esposo podría no saber además eres demasiado joven para pensar en eso aún, el matrimonio no debe ser tu única aspiración.

-          Con todo respeto su majestad, usted está casada.

-          Bueno si pero también se leer.

-          Usted es una princesa debe saber leer, yo soy una campesina, debo saber ser una buena esposa, cocer, cocinar y limpiar, de que otra forma conseguiré un esposo  competente.

-          Lizze – regaño su padre pues jamás había visto a su niña así no desde  ese día frente a la tumba de su madre.

-          Lo siento padre pero no  veo la razón por la que deba aprender a leer.

-          Lo siento mucho princesa Bella – murmuro Lefou – prometo que hablare con ella.

-          Está bien Lefou – sonrió cálidamente la mujer- ella tiene mucho de ti y al parecer mucho de su madre – le despidió cortésmente – si cambias de idea te estaré esperando mañana temprano – termino viendo partir a padre e hija – es como hablar con Gastón – murmuro Bella viendo partir a la niña.

 

Más tarde durante la comida Lizzy no dejaba de hablar de la princesa y su necedad por que quisiera aprender a leer, entonces Gastón estuvo completamente de acuerdo con ella “eso solo le dará ideas a una mujer”  comento casualmente en dirección a la niña “la hará pensar”, la pequeña estrecho los ojos en su dirección y grito que aprendería a leer, ella solo quería llevarle la contra al viejo gruñón y cuando termino de comer corrió a buscar el vestido perfecto para mañana.

 

Lefou suspiro mirándola salir corriendo regreso su atención a Gastón y murmuro “gracias” con una pequeña sonrisa, Gastón rodo los ojos y despidió su atención con su mano ordenándole ayudarle llegara su sillón, cuando este estuvo cómodamente entre los cojines con su pierna mala levantada tomo el brazo de Lefou para evitar que se fuera y murmuro “ sé que es importante para ti” le miro directo a los ojo causando un estremecimiento en su amigo “Que ella aprenda a leer” le soltó para reclinarse y cerrar los ojos.

 

Al día siguiente la niña se había levantado muy temprano para terminar sus tareas antes de ir a la dichosa escuela, se disculpó con la princesa y Bella solo la sentó en un pupitre y entregándole un cuaderno comenzó con la clase, Lizzie lo negara pero se estaba divirtiendo mucho ella no podía esperar a aprender a leer tan bien como la princesa.

 

**********************

Desde que Lizzie llego a sus vidas Gastón odio a la mocosa, lo peor era que esa niña engaño a todo el pueblo, siendo tan encantadora, amorosa, educada y un verdadero mostro con él, esa niña no tenía la más mínima consideración con él y bueno a Gastón poco le importaba,  después de todo pasaba su vida sentado en si amada silla mirando a la chimenea bebiendo la mayor parte del tiempo o cuando Lefou no escondía su licor, todo lo demás era responsabilidad de su amigo, a él no le importaba la mocosa pero no va admitir que escuchar a Lefou hablar de la niña todo el tiempo era molesto.

 

Gastón quería atención, siempre la quiso y pensé que tener a Lefou nuevamente de su lado le daría esa atención pero no, Gastón ahora fue relegado por una mocosa.

 

Así que esa noche Gastón estuvo de acuerdo con Lizzie dijo comentarios que sabía que molestarían a la niña y sonrió internamente cuando ella rápidamente acepto aprender a leer solo para llevarle la contra, la sonrisa en el rostro de Lefou valió totalmente la pena, por un instante el anhelo más, le sostuvo a centímetros de él, podría jalarle y el hombre caería en su regazo como antes, como esas noches en las cantinas, como las noches llenas de licor, como en las trincheras en la guerra, Gastón podría sentir nuevamente  Lefou tan cerca de su cuerpo una vez más, dejándose envolver en esa familiaridad, en ese sentimiento de seguridad, de hogar,  pero no lo hizo le soltó y dejo que el hombre más bajo se alejara por que recordó que el ya no era el gran Gastón, no era merecedor de nada.

 

Cada espejo de la casa fue cuidadosamente guardado por Lefou de lo contrario sería destruido en mil pedazos, las ventanas permanecían casi siempre cerradas, claro que Lizzie abría una que otra para molestarle pero por lo demás Gastón estaba seguro que si no fuera por Lefou el viviría recluido aun en su habitación, al menos ahora podría sentarse y observar a Lefou trabajar tranquilamente.

 

Odiando la sensación de ser tan inútil, odiándose completamente, Gastón no  mentía cuando dijo que prefería la muerte, pues ser un completo inútil no lo complacía, Lefou su bella mejor amiga era lo único que hacia soportable los días, en días peores el alcohol lo era.

 

***********

Lizzie estaba sentada en la mesa intentando leer, la princesa le había dado un libro nuevo con imágenes y palabras fáciles para ayudarle pero ella aun no podía hacerlo, era la única de todas las niñas que aún no podía leer pasar de esa página y era frustrante, tan empeñada en su mundo estaba que no noto a Gastón detrás de ella.

 

-          Gato – murmuro el hombre – ahí dice Gato, ¿acaso no sabes lo que es un Gato?

-          Se lo que es un Gato pero no se cual es esta letra – murmuro señalando la enorme G – no la recuerdo.

-          Esa es la G, G de Gato o de Gastón, la mejor letra de todas- la niña bufo ante esto y paso la hoja al menos ahora no olvidaría esa tonta letra.

-          P…P..e..Pe…- empezó a tartamudear, no recordaba esa letra y había dos iguales ella estaba teniendo problemas.

-          Perro – gruño nuevamente Gastón- Perro, esa es la Erre y cuando están dos juntas debes darle más fuerza.

-          Perro – frunció su nariz  volteando la hoja donde una enorme oración esta – Le gato – empezó a leer la niña – Le perro – aun le costaba pronunciar la R.

-          “El” – gruño Gastón mirando sobre su hombro – cuando la E esta delante de la L es El no Le – murmuro cruzándose de brazos ni siquiera sabía por qué estaba ahí – no puedo creer que no te explicaran eso aun.

 

Ella frunció su nariz molesta por ese insulto, claro que lo había hecho, la princesa Bella era muy buena maestra pero Lizzie no fue hecha para leer, no era importante realmente por lo que ella se sintió insultada guardo su libro y se levantó de la mesa dejándole ahí, Gastón murmuro algo sobre mocosa malcriada y la niña se dijo que leer era una tontería.

 

Entonces Bella les leyó una hermosa historia de un príncipe, magia y castillos hermosas y ella simplemente quiso más, pidió prestado dicho libro, enserio se esforzó y la princesa asintió si con eso la animaba a leer, después de todo la veía ir sin ganas tal vez por obligación así que si prestarle su amado libro le daría el empujón necesario lo haría, Bella no sabía que haría con él no es como si alguien pudiera leérselo cierto.

 

Gastón había estado gritando por cinco minutos en su habitación hasta que recordó que Lefou estaba en la taberna  arreglándose con el posadero, con un gran suspiro y su bastón, el cual odiaba completamente bajo por las escaleras a buscar lo que necesita, el fuego en el horno le decía que pronto estaría el pan recién hecho y Lizzie sentada aun lado de fogón como siempre no le molesto.

 

Hasta que noto que la niña de hecho tenía un libro entre sus manos y su rostro de frustración por no entender lo que decía.

 

-          C…a…cap…capi….t…u...capitulo…. – y la niña parecía frustrada de no reconocer el número, Gastón bebió su vaso de agua y se acercó lentamente ella no lo vio venir nuevamente, por lo que solo arrebato el libro – eso es mío.

-          No, no lo es – le gruño de vuelta, tomándolo y  buscando donde sentarse en su sillón con comodidad – esto no es mío por lo tanto no puedes tener algo así, ¿de dónde lo tomaste?

-          La princesa Bella me lo presto – respondió siguiéndole con los puños apretados – devuélvelo.

-          Tenía que ser ella – rodo los ojos mirando el libro, su dolor de cabeza empezando a asomarse en su sien –  El alba emergió de pronto desde las colinas donde el roció, lagrimas del cielo alimentaban la sed del bosque, mas tan pronto como el sol, que todo lo alegra, que nada puede escapar de el – y Lizzie tardo uno momentos antes de darse cuenta que de hecho Gastón estaba leyendo el dicho libro en voz alta, ella no quiso admitirlo pero estaba mucho más curiosa de saber que decía que enojada por lo que se sentó en el suelo a su lado y escucho atentamente, incluso corrió a buscar agua para calmar la garganta de Gastón y que así siguiera leyendo.

 

Solo fue un rato, el tiempo suficiente para que la cabeza de Gastón empezara a dolerle, el guardo el libro entonces colocando el cordel para evitar perder la página y dejo caer el libro luego cerro los ojos para dormir un rato, Lizzie lo tomo se levantó lentamente y corrió a repasar las hojas intentando leerlo con las palabras aun frescas en su memoria.

 

La siguiente vez ella fue la que se acercó a Gastón y le pidió leerle.

 

Se negó, Gastón se negó diciendo tener mejores cosas que hacer aun cuando solo se sentó frente a la chimenea, Lizzie gruño un insulto y salió de ahí molesta, hasta que su padre la encontró cepillando la crin de Magnifique murmurando sobre lo idiota que era Gastón,  le contó lo sucedido y Lefou le explicó que posiblemente estaba cansado.

 

-          El accidente dejo secuelas en él – murmuro su padre - a veces tiene días buenos donde solo está quejándose y dando órdenes- le recordó-  a veces malos donde el dolor es intenso donde solo está ahí en silencio y otras veces solo es peor – suspiro – la vista de Gastón no es buena y si sigue negándose abrir las ventanas no ayuda mucho, tal vez mañana pueda leerte.

 

Su padre tenía razón nuevamente a la mañana siguiente Gastón estaba quejándose de todo, de la comida, del fuego, de lo mucho que Lizzie tartamudeaba al tratar de leer, le quito el libro y empezó a leerlo en voz alta, ella estaba un poco confundida, más cuando días más tarde Gastón palmeo su rodia y le obligo a sentarse ahí, entonces algo paso, leyó el libro pero le obligo a seguir con su dedo las palabras, le mostro como leer de una forma completamente diferente.

 

Unas semanas después Lizzie leía mucho mejor bajo el cuidado de Gastón, ella se preguntó si acaso el hombre no era tan malo como imagino.

 

 

*******************

 

 

Lefou había visto el cambio sin poder creerlo, ya había viso a Gastón en lo más miserable de su vida, durante la guerra llorando como un niño pequeño, regresando de ella en sus pesadillas, le vio sufrir y costo de muchos halagos convencerlo de que era perfecto, Lefou no supo de qué otra forma ayudar al hombre que amaba que hacerle creer que tenía el mundo a sus pies, le dio tanta seguridad que al final se había convertido en su perdición.

 

Ahora eso era imposible, Gastón se odiaba, había tanto autodespresio que no importo cuando intentara este no quería mejorar, las heridas ya habían sanado, el medico se aseguró de ello, pero las cicatrices jamás se desvanecerían, su pierna nunca serviría como antes, su visión no volvería y su brazo perdido no se recuperaría, el daño era irreparable, intento ayudar lo más que pudo, empujo recibiendo amenazas y palabras hostiles todo el tiempo, se descuidó a sí mismo, paso noches en vela lidiando con los terrores nocturnos de su capitán, paso la otra mitad de su tiempo con su pequeña hija.

 

Estaba agotado, por lo que un día no fue sorpresa alguna que cayera enfermo, fue una desventaja pero a la vez una fortuna, de otra forma no lo hubiera visto venir, no hubiera juntado las piezas en su cabeza,  los pequeños momentos, ese día cuando Lizzie despertó y no había desayuno le prometió ayudarle a mejorarse, la pequeña niña empujo la manta sobre su cuerpo y le obligó  aquedarse en cama.

 

Intento detenerla, convencerla de que estaba bien y un simple resfriado no era gran cosa, pero ella empezó a gritar, hiperventilar diciendo que no podía dejarle morir, Lefou entendió entonces que posiblemente ella había tenido que ver a su madre morir antes y ahora con Lefou en la cama negándose a permanecer en ella le recordaba mucho ese pasado, Elizabeth estaba aterrorizada por perder al único padre que le quedaba, así que se quedó ahí, pidió un poco de té caliente y aseguro que estaba bien.

 

Ella salió en busca de la bebida caliente y cuando Lefou se quedó dormido ella soltó a llorar, busco una esquina en la cocina y dejo salir su frustración al no encontrar lo que necesita, el fuerte ruido de las ollas golpeándose entre sí, la falta de un obvio desayuno y el que Lefou no estuviera ahí molestándole por levantarse de la cama le hizo darse cuenta que algo no estaba bien, Gastón se levantó para encontrar a la hija de su mejor amigo llorando en la cocina.

 

-          ¿Qué estás haciendo? – murmuro el hombre mirando el tiradero en la cocina - ¿Dónde está Lefou? – frunció la nariz molesto pero ante esto la niña solo lloro más fuerte – Deja de llorar y habla – gruño molesto.

-          No hay papas – murmuro ella hipando – y cuando intente atrapar la gallina ella escapo, y ahora no tengo gallina ni papas y no puedo hacer sopa de pollo  madre siempre decía que la sopa de pollo ayudaba cuando uno está enfermo, pero no hay papas ni gallina y ahora no poder hacer sopa de pollo y papá va a morir por que no pude atrapar a la gallina ni tenia papas para la sopa – y empezó a llorar nuevamente la pequeña niña lloro  asegurándose que sus lamentos fueran silenciosos luciendo tan pequeña, tan frágil.

 

Gastón quería estar molesto, esa niña solo había sido un fastidio desde que llego, claro que le gustaban sus momentos de lectura pero en general ella aún seguía escondiendo su bastón o simplemente siendo irrespetuosa con el pero al momento de verla ahí, llorando por que no podía hacer una simple sopa para su padre se dio cuenta de lo realmente joven que era.

 

Elizabeth seguía llorando, sollozando por algo que no era su culpa, no pudo evitarlo se vio reflejado en ella, vio al niño que alguna vez fue empujado a crecer rápido a dejar de llorar y simplemente convertirse en hombre, él tenía a su madre quien le consoló cuando era un niño en secreto a su padre pero Elizabeth no tenía eso, ella perdió a su madre, dejo todo lo que conocía y fue obligada a vivir con alguien tan ruin y egoísta como el, la pequeña niña se empujó para madurar, ella nunca jugaba como un niño de su edad, siempre la vio alrededor de Lefou, ayudando en todo, cumpliendo con las tareas que solo un adulto debía y ahora finalmente Gastón veía lo frágil e indefensa que era porque esa niña temía perder al único padre que quedaba.

 

-          Deja de llorar – gruño arrepintiéndose de inmediato pues ella solo se tensó más – si no hay papas iremos a comprar algunas – su voz se hizo más suave pero de alguna forma ayudo – si la gallina es muy rápida busquemos otra que no lo sea -  trato de sonar tranquilo para no asustarla – ve a buscar tu gorro iremos al mercado.

 

Mientras ella  salía corriendo buscando su dichosos gorro Gastón reviso a Lefou, el hombre que dormía con algo de dificultad en su cama, observo el sudor en su frente y supuso la fiebre por lo que estaba más decidido a  conseguir algo de medicina para el sabiendo bien que su enfermedad era por su causa, por sobre esforzarse en mantener todo ben en esa casa, en medio de esa locura Lefou era su ancla era hora de retribuir un poco.

 

Parecía fácil hacerlo, más al llegar a la puerta mientras Lizzie cargaba su canasta Gastón se congelo escucho los murmullos fuera de esa, las persona que estarían del otro lado, todos ellos le verían, podía sentir el odio en  sus rostros, sus palabras afiladas como dagas clavándose en su espalda, esas personas verían en lo que se había convertido, el desecho de hombre que hora era, simplemente no podía hacerlo, no podía exponerse, el pánico le inundo haciéndole desistir, Gastón miro el pomo de la puerta como si fuera venenoso y se negó a tocarlo.

 

Lizzie  jalo su pantalón entonces, la niña había traído  su vieja chaqueta marrón y su sombrero empujándoselo para que lo usara, pero él no comprendía aun del todo, su brazo no estaría ahí, su enrome cicatriz en su ojo no se ocultaría con un sombrero su cojera seria obvia sin el bastón, ella frunció la nariz molesta por la indecisión de Gastón y le obligo a agacharse, puso el sombrero entonces en la cabeza de Gastón no sin antes peinar sus cabellos con su mano y dejando una caída sobre su ojo malo, puso la chaqueta en sus hombros, tomo su mano y ella abrió la puerta con cuidado.

 

Fue aterrador, esos primeros pasos se hicieron eternos, lo fue aún más cuando la primera persona saludo a Lizzie y sorprendido noto que era Gastón quien lo acompañaba, Lizzie volvió a tomar la mano de Gastón que había soltado y le obligo a seguirle en un ritmo lento pero decidido hasta el mercado.

 

-          Monsieur Gastón – saludo el viejo  mercader sorprendido de ver finalmente a Gastón ahí, muchos murmullos se escuchaban  a su alrededor y el hombre parecía querer entrar en  pánico.

-          Monsieur Pierre – llamo Lizzie la atención al notar la aprensión de Gastón – podría darme unas papas, por favor.

-          Oh pequeña Lizzie – sonrió el hombre dejando de mirar a Gastón – ¿tu padre no te acompaña ahora? – pregunto curioso dando miraditas al hombre tenso a su lado.

-          Papá está enfermo – dijo con tristeza- por esos necesito papas, una buena sopa de pollo ayudara y Monsieur Gastón ha sido tan amable de acompañarme – sonrió empujando a Gastón para que dijera algo.

-          Eso es bueno querida – llamo el hombre colocando las papas en la cesta y entregándosela a Gastón más Lizzie la intercepto y volvió a empujar a Gastón para que pagara cuando este finalmente asintió e hizo lo debido – espero que tu padre se mejore pequeña – despidió el viejo comerciante.

 

Y Lizzie arrastro a Gastón a otros tres puesto más antes de que compraran un pollo que no fuera tan rápido, regresar más aun a la casa pues Gastón no quería seguir escuchando saludos y preguntas sobre el bienestar de Lefou ni ver cómo la gente le miraba con lastima al notar su brazo faltante, se dejó caer a su sillón  demasiado cansado de la interacción humana y Lizzie corrió a hacer la dichosa sopa, horas más tarde cuando Lefou despertó y comió su plato alabando lo deliciosos que era y después de que Lizzie contara su grandiosa aventura para ir al mercado, el suave gracias que Lefou lanzo en su dirección le hizo definitivamente valer la pena.

 

Para Lizzie  Gastón era el hombre arrogante que su madre siempre describió, egoísta y creído de sí mismo pero cuando le vio esa tarde, cuando sus ojos siguieron a los de Lefou y le miraron con esa calidez, anhelo y angustia se dijo que tal vez su padre tenía razón y no todos los hombres malos debían ser castigados, tal vez solo necesitaban algo de amor en su vida, ella no quería admitirlo pero si ese hombre podía preocuparse tanto por su padre le daría una oportunidad, solo una y aprendería a lidiar con él.

 

 

*************

 

Era domingo nuevamente y como cada domingo Lefou invito a su amigo a la iglesia y como era costumbre este negó gruñendo sobre ser inútil, así que era otra vez Lefou y su pequeña hija, ella casi nunca prestaba atención los sermones del padre Robert más por alguna extraña razón esta vez lo hizo, fue bueno realmente, pues era un sermón lleno de muchas cosas positivas, las palabras sobre el perdón a nuestros enemigos, sobre ayudar a los que no querían ser ayudados y sobre todo mantener amor incluso a aquellos que no parecían merecerlo le dieron algo que pensar a Lizzie, ni siquiera saludo a la princesa como todos los domingos desde que se unió a la escuela, claro que no, ella tomo la mano de su padre y se apresuró a casa donde convenció después de mucho rogar hacer un picnic a las afueras del pueblo incluyendo a Gastón, quien no quería hacerlo pero en fin ahí estaba obligado a ir.

 

Se convirtió en una costumbre, cada domingo sin falta, ellos tres tomarían la carreta Gastón quejándose todo el tiempo y peleando con Lizzie, mientras Lefou intentaba que no se “mataran” unos a otros, comían a la sombra de algunos árboles y terminaban el día con Gastón leyendo un libro y Lizzie escuchando atentamente tejiendo coronas de flores para su padre y ella, nunca Gastón, eso era solo algo de su padre y ella.

 

Por lo que sucedió un Domingo, Gastón aun  no gustaba de acompañarles en la iglesia, en su lugar les esperaba en casa terminando los últimos detalles para su picnic cuando Lefou entro llamándole, cuando este pregunto por Lizzie sus alarmas se dispararon, sin importarle nada Gastón salió junto a Lefou de la casa en busca de la niña, incluso hablo con la gente algo que detestaba, finalmente unos niños confesaron que ellos discutieron con la niña, al parecer Lefou se distrajo un poco en la iglesia con Stanley mientras Lizzie se adelantaba a casa pero en el camino se encontró con varios niños idiotas que lo molestaron y llamaron de nombres por no tener madre y vivir junto a su padre con Gastón quien había intentado asesinar al príncipe, Lizzie defendió al hombre que aprendió a odiar desde niña y en algún momento ella fue obligada a ir al bosque a buscar al príncipe para escuchar la historia por su propia boca, ella salió por su voluntad  decidida a saber la verdad porque no quería escuchar las mentiras   que su padre le daría.

 

Así que Lefou entro en pánico al saber que su pequeña niña estaría en peligro en ese atemorizante bosque.

 

-          Mi hija Gastón – murmuro el hombre tras escuchar eso – está en el bosque con los lobos – jadeo asustado – y si la encuentran y  la matan y sí.

-          ¡Basta Lefou! – gruñido el hombre sacudiendo su hombro – nada malo le sucederá a Lizzie iré a buscarla.

-          Iré también – asintió el viejo hombre viendo como de hecho Gastón había aprendido solo a montar con una mano, no era difícil y le costó mucho pero finalmente lo hizo porque si Lizzie lo reto a hacerlo.

-          De eso nada – le negó – iras a buscar ayuda y me alcanzaras – ordeno.

-          Es mi hija – insistió con desesperación.

-          No voy a dejar que le pase nada – Gastón le miro con firmeza – confía en mi Lefou- suspiro finalmente – no dejare que nada le pase a Elizabeth – dijo totalmente serio, y el hombre más bajo asintió paso fusil a Gastón para verle partir a caballo mientas el buscaba a sus otros amigos, solo esperaba que ninguno de ellos empezara a beber temprano como solian en domingo.

 

Gastón cabalgó lo más rápido que pudo hasta que entro en el bosque, entonces grito a todo pulmón el nombre de la niña esperando que esta respondiera, al encontró sentada bajo un árbol lloriqueando, aliviado que estuviera bien solo tenía que llevarla de vuelta pero la niña se negaba a dejar y entre gritos Gastón acepto intentar de hecho destruir el castillo del príncipe.

 

-          ¿Por qué? – pregunto la niña - ¿Por qué atacar al príncipe?

-          Porque estaba herido – confeso finalmente – porque ella lo eligió en lugar que a mí.

 

Lizzie miro a Gastón, el dolor en su rostro y simplemente  no lo comprendió, no entendía por qué debía tenerla.

 

-          ¿Porque ella? – pregunto sorprendiéndole.

-          Por qué era lo que se esperaba de mi – suspiro el hombre derrotado – porque ella era lo mejor.

-          Y el gran Gastón solo merece lo mejor – murmuro la niña, las palabras de su madre resonando en su cabeza.

 

Gastón la miro abrió la boca para decir cualquier otra cosa, cuando el rugido de una bestia le sorprendió, un enorme oso apareció de la nada asustando al caballo empujado a Lizzie mas cerca de la bestia, Gastón no lo pensó entonces salto sobre la bestia rodeando su cuello con su único brazo pero siendo imposible domarle así, Lizzie grito aterrada mientras Gastón solo le gritaba correr, ella se congelo un poco al ver como el hombre era empujado contra un árbol como un trapo viejo.

 

El oso volvió a rugir pero su atención ahora estaba en Gastón, sus zarpas se lanzaron hacia su pecho pero este rodo para esquivarla, busco su arma con brazo pero esta había caído momentos antes y Gastón no tenía con que defenderse, Lizzie se escabullo detrás de la bestia tan concentrada en su presa tomo la escopeta y disparo a un costado del oso, el animal se giró entonces gruño para atacar a la niña y esta blandió la arma como un palo para defenderse.

 

Gastón volvió a saltar entonces ahora el cuchillo en su mano se clavó en la espalda del animal mientras daba un manotazo a la niña lanzándola contra el suelo, las garras del oso se clavaron en la espalda de Gastón y lo tiraron a sus pies, el oso se levantó rugiendo, sus garras listas para destrozar la carne del hombre cuando un par de disparos atravesaron la cabeza del animal.

 

El enorme y pasado oso cayó sobre Gastón que apenas si tuvo tiempo de esquivarlo.

 

Lefou apareció entonces, junto a el Dick, Tom  y Stanley sostenían sus rifles humeantes, unos cuantos hombres más aparecieron detrás, los pobladores que parecían realmente preocupados por la niña, Lefou se lanzó entonces abrazo a su niña dando gracias al cielo, mientras Stanley se acero a ayudarle casi con miedo, temor que este los empujara lejos como siempre hacia al sentirse herido.

 

-          Gracias – dijo en su lugar Gastón como un susurro al hombre que revisaba si estaba bien.

-          Jamás creí ver el día en que Gastón agradeciera – le respondió Stanley con una sonrisa – pero tampoco creí que algún día mataría a un oso.

-          Hey  - dijo Dick – ayudamos también -  Tom a su lado asentía con firmeza.

-          Como si pudieran matar un oso – gruño Gastón.

-          Acaso no ve la prueba mi buen señor – Stanley se defendió pateando al oso muerto.

-          Solo pudieron hacerlo porque yo le canse – gruño Gastón levantando la barbilla en alto  con arrogancia.

 

Todo se quedó en silencio entonces y Stanley empezó a reír, seguido de todos los demás  entendiendo la broma de Gastón, las risas no pararon hasta que Elizabeth corrió de los brazos de su padre a Gastón para abrazarle con fuerza y murmurar un lo siento entre lágrimas, el viejo hombre se sorprendió, Lizzie jamás le había tocado a si y algo cálido floreció en su interior, incluso las heridas de su combate dejaron de dolerle en aquel momento, Gastón solo acaricia la rubia cabeza de la niña y murmuro un “está bien, todo está bien ahora”.

 

Después de la aventura con el oso Gastón tomo más confianza en si mismo, Lizzie ayudo mucho obligándole a salir de la vieja casa, incluso en la taberna por alguna cerveza invitado por sus tres amigos que contaban como el viejo Gastón tenía razón sobre pelear con un oso con una sola mano, al principio fue un poco tenso cuando Stanley recordó la falta de su brazo pero Gastón solo empezó a reír y todo el ambiente se aligeró.

 

Enseño a Lizzie a disparar, ella hablo sobre lo importante que era que pudiera sostener un arma y disparar por los posibles peligros, Gastón secundo eso aun cuando Lefou murmuro sobre jamás dejarla salir al bosque nunca más, al final incluso Gastón aprendió a disparar con una sola mano, se estaba volviendo bastante bueno a hacer todo así, aun con su vista deficiente Gastón volvió a entrenarse para lo peor.

 

Así fue como empezó a verse a Gastón en la plaza del pueblo junto a Lefou nuevamente, la pequeña niña a su lado corriendo de aquí por allá insistiendo que sería una gran cazadora como Gastón y al parecer dejando de lado el casarse, o al menos hacerlo con alguien que fuera tan fuerte como ella.

 

Lefou empezó a darse cuenta de algo realmente curioso después de eso, cuando el ánimo de Gastón estaba feliz, cuando el viejo hombre sonreía y bromeaba con lizzie nunca cojeaba, podía jurar que su visión era mucho mejor y el dolor en sus huesos no le molestaban, cuando Gastón tenía el ánimo por los suelos, cuando peleaban por cualquier cosa podía oírlo sisear de dolor, verlo fruncir sus cejas ante el dolor de cabeza y tirar los libros por que no podía ver bien, sabia incluso que la cicatrices en su cuerpo dolían como nunca, era extraño, algo que simplemente tenía que ser su imaginación pero Lefou no podía pensar que tal vez había algo más detrás de ello.

 

Simplemente lo dejo pasar.

 

Y todo parecía estarlo, hasta que ya no lo fue más.

 

*****************

 

-          ¡Papá! – llamo Lizzie asustada.

 

Era un paseo como cualquier otro, un viaje en carreta hacia el castillo, Gastón lo odiaba, detestaba ir a ese lugar que tan malos recuerdos le traía pero Lizzie era feliz hablando con Bella y si tenía que enfrentarse nuevamente al odio de todos los habitantes del castillo para ver feliz a la mocosa, así seria, Gastón suspiro en resignación y se dejó llevar por Lefou en la carreta.

 

Algo salió mal, tal vez fue una serpiente, o un algo que asusto al caballo, no puede recordar que diablos erra solo que el caballo salió corriendo de pronto perdiendo el control, cuando este quiso doblar ente los árboles y la carreta cayo rompiéndose de inmediato, Lefou salió volando hacia un árbol golpeándose en el proceso, el caballo corriendo a quien sabe dónde, la niña y Gastón quien había abrazado Lizzie para protegerla de cualquier golpe resbalaron por un jodido precipicio colgando a una muerte segura.

 

Corrió, simplemente corrió para ayudar a esas dos personas más importantes de su vida llegando a tiempo para tomar a cada una de sus brazos, una solución temporal que no iba a ayudarle mucho.

 

-          ¡Papá! – grito nuevamente la pequeña niña totalmente asustada, Gastón la miro, vio como Lefou difícilmente podía mantenerlos  en el aire y tomo una decisión.

-           Suéltame – ordeno al hombre más corto cuyas mejillas estaban rojas del esfuerzo.

-          ¿Qué? – confundido le miro – no digas tonterías- murmuro reprimiendo un grito cuando sintió que el peso le jalaba hacia el precipicio.

-          Suéltame o ambos caeremos – insistió Gastón golpeándole con su muñón donde estaría su brazo y pensando en si nunca lo hubiera perdido podría solo tal vez podría salvarse a sí mismo y a Elizabeth, pero su brazo no estaba lo había perdido por su arrogancia por su estupidez, él no iba a dejar que Lefou perdiera a su hija por alguien como él  – salva a tu hija idiota – gruño más Lefou se resistió rechino los dientes agitando la cabeza con fervor negándose a dejarlos caer,  a tener que elegir entre uno de los dos.

-          No voy a dejar morir a ninguno- insistió pero ya podía sentir como su sus extremidades eran arrancadas, el peso de su pequeña era poco, pero Gastón realmente tenía problemas con él.

                                                                                                                                                    

Gastón lo sabía, maldijo nuevamente su suerte, la brillante idea que tuvo al ir al castillo, de sentirse seguro e independiente miro a la niña que sollozaba sosteniendo con ambas manos del brazo de su padre.

 

Elizabeth había sido una molestia desde el primer día que la vio, la hija de Lefou, de su Lefou, al principio había sentido cierto rechazo a ella, reticencia por ser el secreto escondido de su mejor amigo de aquél que creía que lo sabía todo, si lo pensaba bien tenía más sentido que alguien como él tuviera hijos regados a través de la guerra que su tímido compañero y sin  embargo quiso la suerte que fuera Lefou quien no solo engendrara una hija en la única noche que paso con una mujer sino que además esta muriera dejándole con tal carga.

 

Gastón había pensado en un principio en ella, la mujer que había mirado una vez y le había rechazado como Bella, había visto lo destrozado y roto que estaba intuyendo en lo que se convertiría e había intentado con palabras bonitas y suaves alejar a Lefou de su compañía, recuerda haber sonreído con gusto cuando este negó sus afectos y monto su caballo junto a él,   la mirada que le dio la mujer  llena de odio había valido totalmente la pena solo alimentando más el ego de Gastón al haberle arrebatado a Lefou, por que este era suyo, solo de él.

 

Ahora se sentía como una burla, cuando ella murió y dejo a la pequeña niña para ser cuidada por Lefou para conseguir toda la atención que el necesitaba, para intentar arrebatarle lo único que le quedaba, Gastón veía en Elizabeth al fantasma de su madre, la burla de aquélla mujer por realmente ganarle en algo, así que la había odiado, detestado cada que ella llamo Padre a Lefou, gruñido cada que ella pidió la atención, cada que el hombre más corto se alejó de Gastón para atender a su niña, Gastón había hervido en cólera, porque ahora que lo había perdido todo esa niña tonta venia arrebatarle lo único bueno que le quedaba en su penosa vida. 

 

Su preciosa Lefou, tuvo que caer desde lo más alto de la torre de un castillo y casi morir, perder su brazo izquierdo y la visión de un ojo para darse cuenta de lo importante que era el hombre para él, de que su padre estaba realmente mal, de que simplemente  ese pequeño hombrecillo era mucho más de lo que se merecía.

 

Gastón había odiado a Elizabeth desde el fondo de su corazón, desquito su ira en ella, empujo todo su dolor y odio en su dirección usándole como pretexto solo porque no quería ver la realidad, solo porque no quería ser consciente que se odiaba a sí mismo, el un capitán de la guerra condecorado, un soldado que vivió a través  de una cruel batalla y sobrevivo no había querido aceptar que estaba asustado de que esa niña lograría lo que su madre no pudo, arrebatarle a Lefou.

 

Y sin embargo aun después de todo ese odio, de lo mucho que había deseado deshacerse de ella ahora todo era diferente, porque de alguna forma esa niña había logrado no solo ganarse a todo el pueblo, había terminado por en su interior, esa pequeña logro ver la parte más horrenda de Gastón, su momento de mayor debilidad y sonrió con una calidez que rivalizaba con  Lefou en toda su palabra.

 

El simplemente no podía dejar que esa niña muriera, no cuando era una parte de Lefou, no cuando ella pedía cada noche una historia nueva sobre sus tiempos de guerra, no cuando Elizabeth hacia tan feliz a su Lefou, Gastón era un ser egoísta por naturaleza, lo fue toda su vida y eso le había causado mucho dolor a su alrededor no iba a pasar otra vez.

 

-          Vas a estar bien – murmuro lo más calmado que pudo a la niña – tu padre no te dejara morir – continuo tratando de tranquilizar los sollozos de la pequeña – escucha no llores, eres fuerte, eres la hija de Lefou y mi aprendiz así que deja de llorar y mira a tu padre.

 

Cuando la pequeña entre hipos asintió y dirigió la mirada a su padre Gastón supo lo que tenía que hacer tomo con fuerza el brazo de Lefou y se levantó lo suficiente para que su rostro llegara hasta su mano entonces lo mordió, encajo sus dientes en la mano que le ayudaba para obligarle a soltarle, Lefou grito sin poder resistirlo pero no aflojo el agarre en lo más mínimo no cedió incluso cuando la sangre ya empezaba a manchar los dientes de Gastón.

 

-          ¡Basta! – Grito el hombre – ¡no voy a soltarte! – insisto ignorando los lloriqueos de su niña  más la tierra bajo  sus rodillas cedió haciéndole tambalearse para caer contra el precipicio, los dos cuerpos colgantes se balancearon penosamente, Elizabeth grito más fuerte aferrándose al brazo de su padre no sin antes ver con horror como Gastón tenía la boca llena de sangre, ella empezó a resbalarse entonces.

 

Lefou se distrajo, su agarre se aflojo solo un poco cosa  que Gastón aprovecho aflojo su mano lo más que pudo y dejo que sus dedos se deslizaran con ayuda de la sangre ajena, Lefou  apenas si registro lo sucedido cuando las yemas de sus dedos dejaron de tocar a Gastón grito sorprendido, pero no tuvo tiempo de ver morir al hombre pues su niña se tambaleaba perdiendo fuerza en sus manos,   sin perder tiempo la tomo y con ambas manos pudo subirla lejos del peligro, la abrazo, la sostuvo contra su pecho impidiéndole mirar atrás, cubrió su rostro para que no viera a Gastón morir y enterró el suyo en su cabello en un abrazo deseando que todo estuviera bien negándose a tener una última visión del hombre mayor .

 

Lo había perdido otra vez, por segunda vez perdió al hombre que amaba, si la primera vez fue doloroso ahora lo era mucho mil veces más, sintió como si desgarraran su alma entera, un grito ahogado, fue lo único que escucho, que se desvaneció a la lejanía, aquel que se perdió en el viento del precipicio, en el  sonido de las aguas rio abajo.

 

Lefou se quedó ahí incapaz de ponerse de pie, de soltar a su hija, de enfrentar la horrible realidad que volvía a ocurrirle, se quedó ahí llorando al amante que nunca fue suyo.

 

Lo último que vio Gastón antes de caer ante su inminente muerte fue el rostro de Lefou cubierto en lágrimas, verle poner a salvo a Elizabeth, lo último que pensó fue una plegaria al cielo, hacia aquel ser misericordioso en el que no creía para proteger a sus seres queridos, lo último que sintió después del miedo fue tristeza, un profundo arrepentimiento por jamás poner en palabras aquellos sentimientos antes de caer en paz completamente, lo último que escuchó Gastón fueron las aguas del rio golpeando contra las rocas.

 

Después de eso la nada.

Gastón Legume había muerto. 

 

Notas finales:

 

La relación de Gastón y Lizzie era la principal aquí, ambos son tercos y orgullosos, quieren que todo se haga a su voluntad y compiten por la atención de Lefou es obvio que no se soporten pero que poco a poco se vayan dando cuenta que ninguno es realmente lo que aparenta es adorable, Gastón aprendiendo que un padre no debe ser como el suyo y Lizzie entendiendo que su madre realmente no entendía a Gastón y estaba equivocada.

 

Como pueden ver las heridas de Gaston dependen no tanto de su estado de ánimo si no de las condiciones de este, cuando no es un completo idiota casi no duelen, cuando está recordando todo lo que perdió como un engreído el dolor es el doble.

 

Este no es el final el próximo ya lo será por ahora amen la relación de Gastón y Lizzie wii sé que Lefou queda un poco olvidado pero prometo que saldrá más en el siguiente cap y su relación con Gastón se definirá… no sé qué más hay que definirse si ya estan criando a una hija.

 

Una galleta?

Un chocolate??

Un Lefou para Gastón??? 


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