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Sentimientos por contrato por AcidRain9

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Notas del capitulo:

Este capitulo ha sido el que mas me ha costado hasta ahora, otra vez les agradezco su apoyo, si en algún momento el anime llega a demostrar que estoy escribiendo erróneamente la apariencia de alguno de los personajes(como paso cuando creíamos que todos los hermanos de Sanji eran rubios) lo modificare, no sabia si las “grageas” eran dulces o frijoles, yo las conozco como dulces así que lo deje así, pero como dije, si tengo que modificar algo, lo hare :3 

Capítulo 3: El lobo y el tigre

A Charlotte Linlin no le gustaba perder la paciencia, de hecho lo menos que ella tenía era eso, paciencia.

Su apariencia era la de una mujer madura, con el cabello rosado y maltratado por la edad y por jamás haberlo cuidado; nariz aguileña, párpados pintados de sombras violetas y sus labios remarcados con labial rojo, era regordeta y usaba un vestido salmón con lunares amarillos que era demasiado apretado en algunas zonas y nada la favorecía, —Un día, contrario a lo que muchos pensaban, había sido una mujer atractiva, pero esa belleza se fue tan rápido como llego— tenia otros dotes, Linlin era la personificación viviente de «Mas sabe el diablo por viejo que por diablo».

La residencia de los Vinsmoke tenía un estilo impecable, Judge le había dicho que su tatarabuelo había supervisado hasta el mas insignificante hito, y que todas las generaciones de la familia que habían vivido en ella trataron de que la casa conservará su esencia renacentista.

El sol estaba en su punto, cálido sin llegar a ser molesto y el camino de flores campestres a los lados sin duda animaría la mañana de cualquiera que desayunara en el jardín, dando una excelente vista de la naturaleza y sintiendo el beso de la brisa que la fuente de piedras salpicaba, pero Linlin ya estaba cansada de hablar sobre estupideces con la niña de Germa.

Papiros, lilas o dalias, no le importaba la clasificación de las flores para nada.

—Pensé que habías dicho que tu hijo tenía modales excepcionales Judge, mira que hacernos esperar durante el desayuno es una grosería— dijo Linlin con un toque de mal humor en su nasal voz.

Habían llegado hace exactamente una hora y el chico no se dignaba a aparecer.

—Los tiene, tuvo que haberse quedado dormido hasta tarde, ya sabes como son los muchachos, tu también tienes— respondió doblando la servilleta sobre su regazo.

Toda molestia que pudiera haber tenido Big Mom desapareció cuando Cosette, la chef principal, envió una charola de pastel de calabacín y postres con glaseado de jalea, ¡Las manos de esa chica deberían de ser santificadas!, porque las entradas habían sido deliciosas, —huevos benedictinos con salsa holandesa, crepes y ensalada de hongos—tanto que la mujer había perdido la cuenta de que tanto repitió.

Judge sonrió forzadamente al verla entusiasmarse con los pastelillos, llevó el vaso de jugo a su boca y discretamente se acerco a Yonji. —Trae a tu hermano aquí, fui muy claro ayer cuando le dije que tenía que ser el primero en levantarse.

El hombre de la melena de león tampoco estaba pasando un momento muy grato. La ausencia de dos de sus hijos se notaba en la mesa, pero prefería que Sanji estuviera fuera en lugar de arriesgarse a que su tercero cometiera alguna imprudencia —Sorprendente sería lo contrario—, pero Ichiji no tenía excusa para ausentarse en la reunión con su futura suegra y esposo.

—No creo que vaya a hacer mucha falta— las comisuras de Reiju se levantaron en una sonrisa suave al ver a su hermano abrir las puertas y caminar hacia ellos.

Ella lo había visto llegar hasta tarde, se había preocupado porque estaba mojado de pies a cabeza, y por si aquella sorpresiva noticia lo había descolocado, pues con lo cerrado que era preferiría tragarse todo antes que recurrir a alguien, le dio su privacidad y no lo cuestiono.

De todos modos, ninguno se metía en los asuntos del otro.

Ichiji tenía pasos elegantes, todo el momento miro hacia adelante, no traía sus gafas puestas y se arrepentía de eso, estaba ojeroso por haber pegado el ojo hasta la madrugada, pero no podía regresar por ellas. Pese a la confianza de su exterior el muchacho era un caos interno, se había levantado hace tan solo quince minutos gracias a que Niji no había parado de enviarle mensajes al celular.

¿Por qué ningún trabajador se había tomado la molestia de ir y tocar su puerta? De hacerlo le habrían evitado tener que correr a la ducha para darse el baño más rápido de la historia, con agua fría.

Vistió de manera común, una camisa negra de manga larga, el pantalón de vestir blanco y mocasines negros.

—Señora Linlin— se inclinó cortésmente, con un brazo recto en su abdomen y el otro pegado en su costado, al levantarse sus ojos azules por fin captaron a la figura silenciosa que se encontraba a su lado.

—Charlotte Katakuri— susurro mirando al hombre que respondía a dicho nombre.

No era ni de cerca la clase de tipo que había estado surcando su cabeza, puesto que había sido extremista y planteado las posibilidades de esperar a dos tipos de sujetos diferentes: A un muchacho fofo y sonriente, o a un sujeto con cara de cuervo y cabello cano.

Katakuri no parecía tener ningún parentesco sanguíneo con quien era su madre, la piel de ese hombre era de color bronce, tenia el cabello de un tono violeta oscuro, corto y puntiagudo, increíblemente alto y fornido, muy musculoso, de hombros anchos y fuertes. —Sus bíceps podían ser contemplados a través de la camiseta blanca que destacaba en la abertura de su cazadora— Grande era una palabra que podría usarse para describirlo y aun así, insuficiente para hacerle justicia, a su lado Ichiji lucia como un insignificante mondadientes.

Poseía una mirada dura, —soléenme y lacerante— un gesto que sus cejas arqueadas acentuaban, imponía presencia en el simple momento en que lo mirabas; ojos carmesí y pequeños, rodeados con largas y finas pestañas inferiores, ojos que, para su consternación, no lo miraban con la más mínima pizca de haberse impresionado por él.

Hizo a Ichiji rabiar, porque no sabía qué era lo que el otro hombre estaba pensando, o si por asomo, le habría parecido poca cosa, solo una criaturilla irrelevante.

Lo mas intrigante del moreno no era solo su tamaño, sino sus cicatrices; aún sobre la bufanda que cubría su boca y barbilla, las heridas viejas se asomaban por lo que parecía ser ambos lados de la comisura de sus labios y casi tocaban sus sienes.

Aquel Charlotte hacía que cualquier persona con solo verlo se preguntara quién era él y cuál era su historia.

—Ichiji— devolvió el saludo sin formalidad, no tuvo intención de pararse y estrecharle la mano, darle una palmada en la espalda, abrir su silla o hacer cualquier acción para con su prometido.

Su voz era profunda e imponente, de aquellos tonos que simplemente te dejaban con ganas de más —y que por tu propio bien, no querrías jamás tener cerca de tu oído—, aquel hombre no tenía ni un ápice de suavidad, pero en ello radicaba su atractivo.

El pelirrojo estaba a punto de sentarse junto a su segundo hermano, quien le dio una mirada clave y movió el mentón de forma cómplice, diciéndole que de ahora en adelante, en donde tendría que sentarse era a lado de Katakuri.

—No tienes que ser tímido Ichiji, bueno, después de todo, con el matrimonio es que se pierde el pudor— Linlin lo alentó a acercarse a su hijo.

—Madre— Katakuri dijo con apatía al verla tratando de avergonzar al chico.

—Me alegra que pudiéramos reunirnos cuanto antes— la mujer comentó, su voz destilaba entusiasmo y su risa era muy ruidosa.

—Tuvimos algunos inconvenientes, pero Ichiji ha procesado la noticia muy bien y está emocionado por saber que unirá a nuestras familias— Judge copio la sonrisa de Linlin.

—He escuchado mucho de ti, pareces ser un excelente socio, recatado y por supuesto, con una cara maravillosa— le guiño un ojo y regreso su mirada al cabecilla de los Vinsmoke. —Mientras tu y yo estemos en los mismos términos, Judge, todo será tranquilo y sin percances desde ahora.

El hombre asintió mientras se limpiaba la boca. —Sin embargo, debo agregar que la felicidad de nuestros hijos es lo que mas importa.

— ¿Eres estudiante, verdad?

—Estudio una carrera en negocios, mi padre no nos deja inmiscuirnos en su empresa todavía, la única que tiene un trabajo es Reiju— dijo calmadamente, su hermana se había graduado con honores en finanzas hace pocos años, también tenia un máster.

Miro de reojo a Katakuri, parecía que por fin estaba prestándole atención.

—De igual forma he escuchado bastante sobre Katakuri, para tener solo veintisiete años es muy habilidoso. — Judge comentó. —Impresionante.

La gran mujer sonrió, la mueca era tan enorme que permitía ver sus dientes levemente amarillos.

—A Katakuri no le gusta alardear, estoy segura de que eso lo sacó de su padre, pero es un genio en el campo. El dinero no nace de la nada y para conservar, no, para incrementar una fortuna, necesitas personas capaces a tu lado. Mi hijo es una de esas personas.

Él joven no reaccionó ante el cumplido de su madre, parecía demasiado desinteresado en que se enfocaran en él, aunque las hazañas que la vieja Linlin contara fueran ciertas; no era un secreto que el factor que hizo que el negocio de venta de dulces de la mujer despegara como espuma y se hiciera mundial, habían sido sus relaciones. Lo que la conservó entre las potencias más monstruosas de golosinas fueron las personas de confianza que la rodeaban, y esa gente era su propia familia.

Obviamente, la mujer al igual que Judge sabía cómo sacarle provecho a sus hijos, otra reina del ajedrez.

Los de ella, incapaces de hacerle una mala jugada a su madre, y ese silencioso hombre y su corta edad, uno de los pilares más importantes de entre todos los Charlotte: Listo, entregado, leal y muy despiadado cuando tenía que serlo.

—Espero que le enseñes un poco de lo que sabes a mi hijo— Judge lo miro.

—Por favor— Ichiji sonrió, clavando sus ojos filosos en Katakuri. —Y también podrías ponerme un collar para perro y una correa si te parece bien.

—Pensaremos en ello más tarde en vista de que tienes tanto interés. — respondió con una mirada desafiante.

Risas mal contenidas salieron de los labios de los jóvenes, miradas de reproche de los adultos, Ichiji abrió los ojos con desmesura. ¿Acaso ese sujeto acababa de decirle que si a…? negó con la cabeza, ni siquiera importaba.

Linlin devoró su pastel, masticaba ruidosamente y le daba lo mismo que gruesos pedazos de comida escaparan de su boca. Niji puso un rostro disgustado cuando un trozo de merengue cayó sobre su propio panecillo de chocolate, y gruñendo lo arrojo a un rincón con asco.

Ichiji le hecho una mirada rápida a Katakuri, tampoco parecía tener mucho apetito, probablemente ya había acabado de comer mientras él no estaba, razón por la que no se quitaba ni un momento la bufanda.

En un tazón había mantequilla y jarabe, queso y frutas frescas, estiró la mano para agarrar una manzana, pero una malintencionada carcajada de Big Mom lo hizo preguntarse qué era lo gracioso de su acción.

—Come más, aliméntate bien, no quiero que tengas un aspecto enfermo el día de su boda, estás muy pálido y larguirucho, ¿qué crees que dirán de la pareja de mi hijo si aparece tan poco saludable en su propia celebración?

—Lo mas seguro que no quería casarse, pero eso por supuesto no es verdad, señora Linlin.

Katakuri levantó ambas cejas, pero no mostró ninguna molestia por la lengua mordaz de Ichiji, en cambio Big Mom torció la boca.

—Cariño, deja de ser tan formal y decirme señora, pronto seremos familia, tú serás como un nuevo hijo para mí y quiero que tú me veas como a una madre para ti.

Ichiji dejó salir un resoplido, ella decía eso porque pensaba que ese matrimonio traería maravillas, de lo contrario, probablemente jamás habría obligado a su increíble y asombroso hijo a estar atado junto a él.

Pobre ilusa, Ichiji levanto su taza de café y le dio un sorbo, la volvió a colocar en la mesa y una risa petulante rasgo su garganta.

—Gracias, pero no necesito otra madre, la mía ya esta muerta y probablemente los gusanos ya se dieron un buen festín con ella. — sonrió. —Todos dicen que era muy dulce, bueno, las larvas lo comprobaron.

Su comentario desató un pesado silencio alrededor, la cara neutra de Judge había desapareció en cuestión de segundos y sus ojos parecieron a nada de salirse de sus órbitas.

Niji rozo su mano tratando de de reprimir la mueca burlona. —Mencionar a Sora es un problema seguro, shhh.

—Es una tragedia— meneo los cabellos rojos —Pero es verdad, mi madre ya es abono.

—Ya fue suficiente Ichiji— Judge advirtió, moliendo lentamente los dientes.

Ichiji puso los codos sobre la mesa, valiéndole la etiqueta, y se inclinó hacia adelante. —Aunque pensándolo biental vez haga falta un modelo autoritario como tu, veras, desde que mi madre nos dejó, mi padre se ablando. La presencia de un buen patriarca se hecha de menos, mi padre ha olvidado lo que es tener los pantalones bien puestos y probablemente lo que hace falta es una falda, Linlin, él es un desastre.

—Cierra la boca y compórtate Ichiji— Reiju dijo seriamente, ninguno de sus hermanos había necesitado nunca del consejo de una hermana mayor, pero algunas veces ella seguía sintiendo la necesidad de evitar que se metieran en problemas.

—Y también tu, Katakuri, en mejor momento no pudiste habernos iluminado, como ya dije, mi padre no nos permite meter las narices dentro de Germa todavía, y ya que eres maravilloso y todo poderoso, prepárate para tenerlo todo el tiempo sobre ti besándote esas botas de cuero.

— ¿Que mosco te pico? — Yonji miró asombrado a su hermano mayor, nunca lo había visto tan desafiante.

—Solo es una broma— se encogió de hombros, girando el rostro. — ¿En donde esta Cosette? Quiero otro café.

Judge se levantó abruptamente haciendo temblar los utensilios sobre la mesa y estiró el brazo dispuesto a darle una fuerte bofetada con la palma abierta al mayor de sus hijos varones.

El pelirrojo sintió que su estómago se contrajo y no pudo disfrazar la expresión de incredulidad de su rostro cuando la mano de su padre estaba a milímetros de golpearlo, pero paró justo a tiempo.

Lo detuvieron.

Katakuri sostuvo la muñeca de Judge en el momento indicado, sus ojos gélidos le advirtieron a su futuro suegro que era mejor que mantuviera la compostura.

—Cálmate Judge, parece ser que mi prometido tiene un humor muy especial y bastante ácido— lo miro penetrantemente. —Aunque también parece que no sabe cuando debe de cerrar la boca.

—Como si pudiera importarme menos— Ichiji apretó los labios ofendido y se levanto fingiendo calma, pero no contaba con que el Charlotte lo seguiría sin dar ninguna explicación.

—Déjenlos, necesitan tiempo a solas, deben de conocerse mejor— Reiju dijo poniendo la mano sobre el hombro de su padre, la respiración del rubio todavía estaba acelerada.

Judge nunca antes le había levantado la mano a su hijo, a ninguno de ellos, ni siquiera a Sanji, Judge tenia otros métodos para mantenerlos a raya, pero Ichiji y esa nueva actitud estaban sacándolo de quicio y no sabía cuánto podría aguantar.

Ahora no solo tenía que lidiar con un hijo de naturaleza débil, si no también con otro que se creía con el derecho de pasar sobre sus decisiones.

—Modales excelsos y mucha gracia— Linlin se burló.

Los pies de Ichiji lo condujeron dentro de la mansión, comenzó a subir las escaleras de caracol cuando capto la presencia de Katakuri en el primer piso, quien de pie presumía en todo su esplendor que era literalmente, tan alto como una montaña.

— ¿Qué? — murmuró, deteniendo su huida. — ¿Se te ofrece algo?

—Tienes que admitir que tu broma sobre el abono ha sido demasiado estúpida— Katakuri murmuró jugando con una gragea que el pelirrojo no supo de donde saco, lo vio aventarla al aire y después volver a atraparla.

Inconscientemente sus ojos siguieron el ir y venir del pequeño caramelo.

— ¿Quieres que te agradezca por evitar el golpe de mi padre? Si es así, no pierdas el tiempo.

—Esperaba encontrarme con una persona más...segura, no con alguien que pierde el juicio y se altera cuando no tiene nada razonable que decir.

—Al menos intento dar mi opinión.

Ichiji respiro profundamente, irritándose cada vez más por la actitud de ese tipo, que hubiese una persona que mostrara tener todo bajo control, cuya cabeza parecía una fortaleza difícil de atravesar para saber sus ideas, en cierta forma lo desesperaba.

Porque así era él, o así creía ser, y no le estaba gustando para nada descubrir que podía mantener la cabeza en calma hasta que la situación lo superaba.

Bajo los peldaños de la escalera, uno a uno, camino sinuosamente hasta estar frente a ese hombre, apenas y le llegaba al pecho y no era que Ichiji fuera bajo, si no, que Katakuri era anormalmente alto.

—Escúchame bien, no te creas tan especial de que mi padre me haya vendido contigo, cualquier otra persona que él pudiera considerar medianamente decente habría tenido la oportunidad de tenerme.

Katakuri no flaqueo ante su tono amenazante. Si Ichiji estaba acostumbrado a intimidar a la gente, con él tendría que buscarse otra estrategia.

—Escúchame bien tu a mi, si quieres que esto sea soportable para ti, lo mejor que tienes que hacer es cooperar.

—No te atrevas a retarme—Ichiji mostró los dientes, la gruesa mano de Katakuri toco su cuello, haciéndolo sentir un espasmo por toda la columna vertebral, dio un paso involuntario hacia atrás, pero el mayor lo aprovechó poniéndose frente a él como un muro de ladrillo que le impidiera el escape.

Lo estaba acorralando, lo estaba atrapando en su propia casa, en una maniobra no muy bien pensada el ojiazul estaba apunto de soltarle un escupitajo, pero el de cabellera granate puso la mano sobre sus mejillas, impidiéndoselo.

—No creas que eres impenetrable; puedo leerte como si fueras una novela barata, antes de que actúes ya se los movimientos que vas a hacer.

Ichiji no podía ver la expresión de Katakuri debajo de esa bufanda, pero sabía que estaba sonriendo con esa horrible boca suya; aparto la mirada, apretando los puños y temblando del coraje.

El mortal agarre en su rostro se aflojo y él corrió la cara de lado cuando los gruesos dedos contornearon su pómulo.

—También se que lo que te tiene de esta forma no es el asunto del matrimonio en sí, sino, que esperabas a una persona sobre la que pudieras tener absoluto control.

—No saques conclusiones apresuradas, apenas y conoces algo de mí.

Los ojos de rojos brillaron con una luz indescifrable. —Confió demasiado en mi propio juicio.

Lo soltó y metió las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones.

— ¿Por qué no pides un tranquilizante o algo? Te hace falta, Ichiji—comentó, dándose la media vuelta y dirigiendo sus pies hacia el jardín mientras volvía a lanzar al aire la misma gragea.

Una vez el pelirrojo había visto al hijo de una de sus sirvientas haciendo la tarea con su enorme libro sobre la barra de la cocina, a la par en que su madre pulía los cubiertos de plata, el niño le había preguntado a la mujer quien era mas fuerte, si un tigre o un lobo; Ichiji jamás pensó que terminaría dándole tanta importancia a aquella pregunta.

Ambos animales cohabitaban el mismo territorio en alguna región asiática, también cazaban las mismas presas. El lobo era un depredador hábil y muy temido, dentro de su ecosistema podía encontrarse en la cima; pero siempre cuando tenía a su manada a su lado, porque solo se hacia vulnerable.

El tigre era poderoso y dominante, más grande y más fuerte, su especie no consideraba a los lobos como parte de su dieta, sin embargo los mataban sin necesidad de consumirlos.

Mientras Katakuri se alejaba, Ichiji se dio cuenta de algo:

 

Él era el lobo y Katakuri el tigre.

 


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